“NUEVO” PRESIDENTE TEMER ATRAPADO TOTALMENTE EN LA CORRUPCIÓN.- PROCURADORES PIDEN CARCEL PARA PRESIDENTES DE
SENADO Y DIPUTADOS. “SIMPATICA CLASE POLÍTICA” GOLPISTA Y CORRUPTA.- “Sólo
uno de cada diez brasileños aprueba la gestión del mandatario interino Michel
Temer, quien si se postulara a la presidencia obtendría el 5,4 por ciento de
los votos contra el 22 por ciento de Luiz
Inácio Lula da Silva, situado en el primer lugar de la lista de potenciales
candidatos. Esos
son los números importantes de la primera encuesta publicada luego de que Temer irrumpió en el Palacio del Planalto
el 12 de mayo en reemplazo de la presidenta electa Dilma Rousseff, suspendida de su cargo mientras se le sustancia un
juicio político en el Senado presidido por el poderoso Renán Calheiros.
El
trabajo de campo de la consultora MDA
concluyó el domingo 5 de junio cuando el público aún no había tomado
conocimiento de que cuatro
correligionarios de Temer, tienen pedidos de prisión emanados de la Procuraduría General de la República. En
tren de hacer especulaciones cabe sostener que si la encuesta hubiera terminado
ayer, luego de conocida la noticias de los pedidos de detención, el apoyo del
gobierno sería aún menor que el 11,3 por ciento registrado el domingo pasado.
Porque
este nuevo escándalo envuelve a las principales espadas de Temer que son el titular del Senado Calheiros y el
hombre fuerte de Diputados Eduardo
Cunha, pertenecientes al Partido
Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Hasta ayer por la noche el Supremo
Tribunal Federal no se había pronunciado sobre la detención de los
“pemedebistas” solicitada por la Procuraduría
pero sí lo hicieron discretamente algunos hombres del gobierno (no hay mujeres
en el gabinete) los que manifestaron su preocupación ante el riesgo de que
desplomen los pactos que garantizan el apoyo del Parlamento indispensable para
la aprobación de las contrarreformas previsional y laboral, así como los votos para que Dilma sea condenada
en el impeachment.
Calheiros y Cunha tienen que
ir la cárcel, sostiene la Procuraduría,
porque se valen de su poder en el
Legislativo para protegerse y proteger a sus cómplices de las
investigaciones de corrupción en
Petrobras. Ellos están entre los principales beneficiarios del
“propinoducto” montado para saquear a la compañías estatal, y si caen en
desgracia ya no habrá nadie que pueda esconder lo evidente: el golpe contra Dilma, a quien nadie vincula con la
corrupción, fue dado para permitir la impunidad de los corruptos. Fueron esos
mismos dirigentes del PMDB en coludió
con el Partido de la Socialdemocracia Brasileña del ex presidente Fernando Henrique Cardozo, los que con discursos
moralistas –recordar a Cunha encomendándose a Dios antes de votar el
impeachment– exacerbaron el ardor de las manifestaciones masivas convocadas para pedir la
cabeza de la presidenta finalmente separada del cargo hasta que concluya el
juicio político”.
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BRASIL. “UNA
EXCLUSIÓN DE SIGLOS NO SE ARREGLA EN TRECE AÑOS”.
Entrevista exclusiva
a Dilma Rousseff en medio de su pelea por volver a la Presidencia.
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Fue suspendida por el Senado, que ahora analiza su culpabilidad en un
proceso de juicio político que ella califica de “golpista” y “fraudulento”.
Dilma Rousseff dijo a este diario que sobre ella “no hay ninguna acusación
consistente”. También reflexionó sobre la misoginia y el papel de la mujer y
detalló las tareas pendientes que desplegará si logra retomar el gobierno
Antonia Pellegrino
Desde Brasilia viernes 10 de junio del 2016.
En
una entrevista concedida en la capital brasileña antes de las grandes
manifestaciones y actos contra el juicio político que comenzarán hoy, la
suspendida presidenta Dilma Rousseff insistió en su inocencia y trazó su
programa futuro.
–En
una de las grabaciones filtradas en las últimas semanas por el ex presidente de
la empresa Transpetro, Sergio Machado, dice el ex presidente José Sarney: “El
error de la Presidenta fue haber dejado que eso [la Operación Lava-Jato]
siguiera adelante”. ¿Ese fue el delito de responsabilidad que usted cometió?
–Las
grabaciones difundidas a partir del 23 de mayo explicitan uno de los motivos
por los cuales se dio ese proceso fraudulento de impeachment, sin delito de
responsabilidad. De hecho, evidencia lo que vinimos denunciando desde el año
anterior: hay un golpe en curso en Brasil. Un grupo de políticos acorralados
por investigaciones en el combate contra la corrupción se dio cuenta de que,
mientras yo estuviera a cargo de la Presidencia, ellos no podrían impedir el
avance de las investigaciones. Entonces armaron un proceso fraudulento de
juicio político para interrumpir el mandato de una Presidenta honesta. Sobre mí
no hay ninguna denuncia consistente. No pueden acusarme de ninguna
irregularidad. Repito lo que vengo diciendo reiteradas veces y que está
debidamente demostrado en la defensa que entregué a la Cámara de Diputados y al
Senado Federal: no he cometido ningún delito que le dé base jurídica al juicio
político. Me acusan de haber dictado decretos de crédito suplementario y de
haber atrasado pagos al Banco de Brasil para el cumplimiento del Plan Safra. En
el caso de los créditos, se siguieron las reglas de la ley presupuestaria, sin
afectar el cumplimiento de la meta fiscal autorizada por el Congreso. Además,
vale recordar que presidentes anteriores a mí emitieron decretos similares y
jamás fueron cuestionados por haberlo hecho, ya que no se trata de un delito.
Con relación al Plan Safra, más allá del hecho de que los atrasos no
representan una operación de crédito, me acusan de actos que, por las propias
reglas del programa, no eran responsabilidad de la Presidenta y en los cuales,
por lo tanto, no he participado. No hay, en la acusación, evidencia alguna de
que yo haya cometido un delito de responsabilidad, porque no lo hice. Por eso,
el impeachment no es más que un golpe, una interrupción en la normalidad
democrática en Brasil.
–En
2014, 54 millones de electores votaron por su propuesta de gobierno. ¿Son
legales las acciones del presidente interino Michel Temer, que nombra
ministros, fusiona o extingue ministerios, altera la política exterior, vende
empresas públicas, implementa reformas tributarias y de jubilaciones y reduce
programas sociales?
–Esa
es otra justificación para el golpe en marcha. El gobierno interino quiere
implementar una agenda para Brasil que jamás fue sometida a la población y que,
de haberlo sido, seguramente sería rechazada por su carácter regresivo y
perverso para los intereses nacionales y los derechos individuales y colectivos
de la población. Se trata de una traición al programa de gobierno que el
vicepresidente, que ahora actúa como interino, firmó. Se supone que cuando
firmamos un documento es porque estamos de acuerdo con su contenido. Ahora, al
ser elevado a través de un golpe al ejercicio provisorio de la Presidencia,
reniega lo que firmó y, más grave aún, pretende implementar medidas que eran
parte del programa derrotado en 2014. Con ese proceso fraudulento de
impeachment están faltándole al respeto a uno de los más sagrados derechos de
los ciudadanos: el derecho a elegir por voto directo quién gobierna el país con
un determinado programa de gobierno. Se trata de una acción ilegal que da
origen a un gobierno ilegítimo y golpista.
–Usted
resistió a tres años de torturas sin delatar a sus compañeros, durante la
dictadura militar brasileña. Y ahora, en el proceso de juicio político, se
comportó con “una valentía impresionante”, como dijo el presidente del Senado
brasileño, Renan Calheiros, en una grabación filtrada por el diario Folha de
São Paulo. Usted siempre atribuye su resiliencia al hecho de ser mujer. ¿Por
qué?
–La
mayoría de las mujeres es sometida, cotidianamente, a grandes desafíos. Deben
conciliar la vida profesional con la crianza de sus hijos. Deben organizar la
casa y las tareas en el hogar y en el trabajo. Deben cuidarse a ellas mismas y
a sus hijos. La doble jornada afectiva y profesional es una realidad para la
mayoría de nosotras, lo que nos hace capaces de soportar enormes presiones.
Como la mayoría de las mujeres brasileñas, soy una luchadora incansable.
–La
imagen del gabinete interino formado solo por hombres blancos escandalizó al
mundo. Y hay analistas y dirigentes políticos que le ven un costado misógino al
golpe. ¿Usted también lo observa de ese modo?
–Aunque
sea difícil evaluar cuánto, es innegable que proliferan argumentos y
comportamientos misóginos a lo largo de todo ese proceso. Una mirada crítica
sobre la prensa brasileña encontrará notas alegando mi desequilibrio, mi
dificultad en lidiar con situaciones difíciles, y tratando de modo poco crítico
las pegatinas y folletos machistas [que ofenden] a cualquier mujer,
inaceptables en un país civilizado. En Brasil aún persiste una cultura de la
violencia y desigualdad de género, que encontró en ese proceso contra una
presidenta canales para su expresión. En vez de acobardarnos, este proceso nos
fortaleció a mí y a todas las mujeres brasileñas. Sabemos que podemos ocupar
cualquier cargo y cualquier función y que, al hacerlo, deberemos siempre
enfrentar el machismo y la misoginia que todavía permean algunas parcelas de
nuestra sociedad.
–¿Qué
cambia el tener mujeres en altos cargos, en términos de formulación de
políticas públicas?
–No
es aceptable que más de la mitad de la población no se vea representada en los
altos cargos del Ejecutivo. Por otro lado, la presencia de mujeres le garantiza
al Ejecutivo la capacidad de realizar diagnósticos y proponer políticas que
realmente reflejen la diversidad de las demandas de las mismas mujeres. Una
política de combate a la desigualdad salarial, por ejemplo, adquiere robustez y
más conexión con la realidad cuando las mujeres, que son las que sufren con ese
problema, participan de su elaboración. Un Poder Ejecutivo más representativo
de la diversidad de la sociedad -ya sea en términos de género, de raza, de
origen social o regional- es una victoria para toda la sociedad. El ejemplo
para Brasil debe ser la diversidad de la composición del actual gobierno de
Canadá y no la composición del gobierno interino, que en nada refleja la
sociedad brasileña.
–La
feminista Carla Rodrigues unió el proceso de impeachment y las crisis que
sufrieron Cristina Kirchner y Michelle Bachelet en un texto para el blog
#AgoraÉQueSãoElas. Hace una parodia de la pregunta que formuló la filósofa
india Gaiatri Spivak: un subalterno, ¿puede hablar? Carla preguntó: una mujer,
¿puede gobernar?
–Las
sociedades latinoamericanas, Brasil entre ellas, tienen una historia
oligárquica, patriarcal y machista que se viene transformando lentamente. Aún
hoy tenemos un déficit de políticas de igualdad de género y de combate a la
violencia contra la mujer aquí en Brasil, pese a la ley Maria da Penha (sobre
violencia doméstica y familiar) y la ley de combate al femicidio. Esas
sociedades están en fuerte transformación. Parte de los cambios proviene de la
presencia de mujeres al frente de la Presidencia de la República. Estar bajo el
liderazgo de una mujer, recibir órdenes de una mujer, ser dirigido por una
mujer, todavía son novedades que molestan y perturban el orden supuestamente
natural de la sociedad en nuestros países. En el caso de Brasil la rareza es
aún más grande porque fui la primera en ocupar ese cargo. Mi experiencia
muestra que hay dificultades adicionales por ser mujer. Nos exigen más por
actuar en un ambiente muchas veces inhóspito para el ejercicio del poder de la
mujer. Por eso mismo nos cabe ser aún más resilientes, ya que cada mandato
ejercido por una mujer debe ser transformado en una demostración de que las
mujeres sí pueden gobernar un país. Las mujeres lo pueden todo, tal como los
hombres, y es por ello que debemos seguir luchando. Nuestras sociedades solo
serán más justas si incorporan la igualdad de género como un valor
incuestionable.
–Las
mujeres adhirieron con gran entusiasmo a la defensa de su mandato y usted habló
varias veces de honrarlas. Sin embargo, a pesar del apoyo femenino y feminista,
en su última semana de gobierno no firmó el indulto de las mujeres
encarceladas. ¿Por qué?
–Todas
las mujeres brasileñas deben gozar del respeto de sus derechos. Todas merecen
la debida protección del Estado. No obstante, respecto al indulto a las mujeres
encarceladas por tráfico, había controversia jurídica sobre la posibilidad de
concederles dicho beneficio, que estaría sería vedado por ley para ese tipo de
delito.
–Usted
dijo que la consideran una molestia por no pactar con la corrupción. Pero si la
única manera de desarticular la estructura corrupta del sistema política es una
reforma, ¿por qué no se produjo esa reforma a pesar de que el tema estuvo ya en
la campaña en la que usted triunfó?
–En
el 2013, entendiendo que una de las reivindicaciones de los movimientos
populares que se generalizaron por el país era el cambio profundo en nuestro
sistema de representación política, propuse la realización de dicha reforma.
Quise llamar a un plebiscito para la formación de una Asamblea Constituyente
específica para realizar la tan necesaria reforma, que debería tener como
objetivos mejorar la representatividad política, democratizar la actividad
política, darle más transparencia a la política y posibilitar instancias de
evaluación. Me reuní con organizaciones de la sociedad civil que defendían la
misma bandera, para sumar fuerzas, pero lamentablemente la continuidad de esa
propuesta exigía el compromiso del Congreso Nacional, cosa que no pudimos
lograr.
–Eduardo
Cunha y Michel Temer son los principales articuladores del golpe.¿Por qué en un
momento el diputado Eduardo Cunha pasó a ser su gran enemigo?
–La
historia de la aceptación del pedido de juicio político por parte de quien en
ese momento era el presidente de la Cámara de Diputados, Cunha, explica las
raíces del problema. La apertura de ese proceso ocurrió en el mismo día en que
representantes del Partido de los Trabajadores en el Consejo de Ética
anunciaron que votarían a favor de la aceptación del juicio de casación del
mandato de Eduardo Cunha. Como se puede ver en los diarios de noviembre y
diciembre del año pasado, el diputado utilizó ese juicio como instrumento de
chantaje y, como no cedimos ante él, se vengó. Es por eso que siempre dijimos
que el juicio político nace de una desviación de poder por parte del entonces
presidente de la Cámara. Además, Cunha tiene una agenda completamente opuesta a
la que defendemos. En las propuestas del gobierno de Temer se puede ver la
síntesis de la agenda de Cunha: ultraliberal en economía y ultraconsevadora en
los derechos individuales y colectivos.
–Su
gobierno propuso a cinco ministros del Supremo Tribunal Federal. En el audio
filtrado con la conversación entre usted y el ex presidente Lula, él dice que
el STF está acobardado. En otros audios recientemente filtrados hay varias
menciones que cuestionan al STF. Y los actos del ministro del STF Gilmar Mendes
durante el gobierno interino indican una doble moral. ¿Cuál su evaluación?
–La
actual crisis política y de representación que vivimos en Brasil pone a prueba
todas nuestras instituciones. Cuando la crisis abre espacio para la
articulación de un golpe con el fin de destituir a una Presidenta legítimamente
elegida sin que haya cometido ningún delito de responsabilidad, el panorama se
vuelve más inestable y proliferan las denuncias y las interpretaciones más
dispares. Creo que todos nosotros, que juramos defender y proteger la
Constitución, debemos tener, en este momento, tranquilidad, sobriedad y espíritu
público. Defender nuestras instituciones contra los intereses personales y
partidarios y asegurar que el Estado Democrático de Derecho siga rigiendo
nuestras relaciones son tareas a las que debemos dedicarnos con determinación.
Estoy segura de que todos los ministros de la instancia suprema del Poder
Judicial sabrán cumplir su papel.
–Hasta
que se aprobó durante su mandato, teniendo en cuenta la perspectiva de los
próximos Juegos Olímpicos, la Ley Antiterrorista llevaba diez años de debate.
José Eduardo Cardoso, ministro de Justicia, estuvo en contra del proyecto de
ley. El ministro de Hacienda, Joaquim Levy, estaba a favor. ¿Por qué prevaleció
el argumento de Levy?
–Esa
división interna que usted menciona no ocurrió. Sí hubo una divergencia del
Poder Ejecutivo respecto de puntos del proyecto aprobado en el Congreso
Nacional. Incluso veté una parte de esa ley. Nuestra Constitución criminaliza y
repudia el terrorismo, pero Brasil seguía siendo el único país miembro del G-20
y del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional contra el lavado de dinero
y la financiación del terrorismo) que no disponía de una legislación que
tipificara el delito del acto de terrorismo y su financiación. La aprobación de
la ley corrigió esa falencia y evitó sanciones a Brasil en el ámbito
internacional. Las sanciones podían impedir el acceso a importantes créditos
internacionales para apoyar la financiación del desarrollo. Quiero recordarle
que veté todos los artículos que podrían utilizarse, aunque en interpretaciones
laxas, para la criminalización de los movimientos sociales.
–Pero
hay en la práctica una criminalización creciente de los movimientos y de las
protestas. ¿Es un legado autoritario de su gobierno?
–No.
La legislación antiterrorismo como un legado autoritario de mi gobierno. Se
trataba de una necesidad resultante de convenciones y tratados internacionales
a los cuales está vinculado Brasil. Más importante: oyendo a los reclamos de la
sociedad civil, insisto, veté las partes de la ley que suponían un riesgo de criminalización
de los movimientos sociales. Y no podía ser de otra manera. Durante todo mi
gobierno incentivamos la participación social y, principalmente, respetamos el
derecho a la manifestación de todos los segmentos de la sociedad brasileña.
Siempre reaccioné a las críticas, y así seguiré haciéndolo, con propuestas y
apertura al diálogo. Jamás traté a los movimientos y a las manifestaciones con
represión. Eso no cuadra con mi historia ni con mis convicciones.
–En
el discurso inaugural de la 4ª Conferencia Nacional de Mujeres, que se llevó a
cabo en mayo último, dijo que su último día de mandato es el 31 de diciembre de
2018. ¿Qué pretende hacer hasta ese momento?
–La
lista de tareas pendientes es enorme. Una de ellas es dar continuidad a las
políticas que generan más oportunidades a ciudadanas y ciudadanos, rompiendo
con las raíces históricas de la desigualdad. Por eso son tan importantes las
políticas como el [programa social] Bolsa Familia, el [programa de viviendas]
Mi Casa, Mi Vida, las políticas de democratización del acceso a la educación,
como el Prouni, el FIES, el sistema de cuotas raciales, por ejemplo. Otro
desafío es dar continuidad a inversiones que transforman vidas y son capaces de
estimular el crecimiento y la generación de empleo. Pienso, por ejemplo, en la
conclusión del Proyecto de Integración del río São Francisco y de todas las
obras estructurales para la solución de la sequía. Pienso en la realización de
las obras necesarias para la mejora de las condiciones del transporte colectivo
en nuestras ciudades. Otra gran tarea que tenemos es ampliar el acceso y
aumentar la calidad de los servicios públicos fundamentales, como salud y
educación. Para ello, necesitamos garantizar más recursos para la financiación
-como haremos al destinar a esas áreas los recursos de la exploración del
pré-esal- y garantizar la atención médica a la población en todo nuestro
inmenso territorio, como venimos haciendo con el programa Más Médicos. Para
estimular la inversión privada y su contribución para el desarrollo, debemos
seguir con las obras de infraestructura y logística, perfeccionar los
mecanismos de financiación, apoyar las políticas de incorporación de tecnología
y generación de innovación, además de avanzar aún más en la simplificación y
desburocratización de reglas y procedimientos del Estado. Los desafíos son
múltiples y deben ser contínuamente discutidos con la sociedad, para que, con
cada avance, definamos las medidas y políticas siguientes. Lo hicimos hasta
ahora y así seguiremos.
–Usted
dijo que se considera víctima de una injusticia pero reivindicó su capacidad de
lucha. ¿Cuál es hoy la meta de esa lucha?
–La
prioridad número uno es defender la democracia contra el golpe en marcha. Al
actuar para impedir la interrupción ilegal del mandato que me fue conferido por
el pueblo estoy defendiendo la Constitución y el derecho de los ciudadanos y
ciudadanas de elegir, por voto libre y secreto, a sus gobernantes. Y lucho para
que el programa que venció en las elecciones presidenciales de 2014 pueda ser
efectivamente implementado.
–La
estrategia económica adoptada en el segundo mandato (de ajuste fiscal mediante
el recorte de la inversión) le hizo perder el apoyo de sectores de izquierda a
la vez que no obtuvo el apoyo del empresariado. Y la crisis económica se
agravó. ¿Cuál sería su estrategia de aquí en adelante?
–Nuestra
tarea de corto plazo es recuperar la estabilidad fiscal, reducir la inflación y
estabilizar el nivel de actividad económica para que Brasil vuelva a crecer y a
generar empleo con la velocidad que permite nuestro potencial. A comienzos de
2016 enviamos al Congreso varias medidas cuyo objetivo era garantizar un
escenario de estabilización con recuperación del ahorro fiscal y la
estabilización de la deuda pública. La estrategia fiscal consistía en combinar
la flexibilización de la política fiscal a corto plazo con reformas fiscales de
largo plazo. Para retomar el crecimiento veníamos ampliado la oferta de
créditos al sector privado, articulando esa medida con un programa amplio de
concesiones en el área logística. Seguiremos con esa estrategia. La prioridad
será siempre mantener las políticas sociales y la inversión pública.
–En
los últimos 13 años el PT afrontó la agenda de la desigualdad y dejó un legado
de mayor reconocimiento a través de programas inclusivos. ¿Cuál debería ser la
agenda para las elecciones de 2018?
–Por
efecto de este golpe en curso, la agenda de la izquierda y las fuerzas
democráticas brasileñas tienen que partir de una defensa integral de la
democracia. También debe seguir considerando el logro de la igualdad de
oportunidades para los brasileños y las brasileñas. Una exclusión de siglos no
se arregla en apenas 13 años. En la agenda de cambios siguen en pie la lucha
por el destino de los recursos del Estado, por las prioridades de inversión,
por la defensa de los derechos sociales previstos en la Constitución, por el
avance en derechos individuales y colectivos civilizatorios. Pero todo esto,
repito, solo será posible en un cuadro democrático.
–En
la última década Portugal descriminalizó el uso de todas las drogas. También
legalizó el aborto y la adopción por parte de parejas homosexuales. ¿Por qué
esos temas no se plantearon en ninguno de sus dos mandatos?
–El
perfil del Congreso durante mis mandatos se fue haciendo cada vez más
conservador. En muchos temas fue girando más y más a la derecha con el
liderazgo de Eduardo Cunha. El Ejecutivo lidió con esa realidad a cada paso.
Tuvimos dificultades inmensas para reunir en el Congreso votos que tradujeran
las demandas de la sociedad. De todos modos libramos peleas importantes,
algunas conquistas son innegables e impedimos el retroceso en los derechos
individuales y colectivos.
–Si
volviera a la Presidencia, ¿qué le gustaría hacer que no hizo antes?
–Lucho
para ser reconducida a la Presidencia, porque no cometí ningún delito de
responsabilidad que justifique mi impeachment. Al volver daré continuidad a la
implementación del programa de gobierno con el que fui electa, recolocando a
Brasil en un proceso de crecimiento con generación de empleos y portunidades,
defendiendo la soberanía nacional, especialmente el pré-sal, y asegurando una
política exterior multilateralista y de afirmación de Brasil. Hay que mirar al
futuro sabiendo que el presente define el rumbo. Sobre todo es importante tener
conciencia de que el golpe en curso hirió las instituciones y produjo un
empeoramiento terrible del ya deteriorado sistema político brasileño. Y no es
solo por la corrupción. El golpe significa un desapego a la Constitución para
concretar fines privados e inconfesables. Se impone en la agenda concretar
reformas en la representación de la sociedad para fortalecer nuestra
democracia. En los tiempos que corren la cuestión democrática articula la
cuestión nacional y social. No habrá solución si surge de un laboratorio. El camin de salida
siempre deberá sometido al escrutinio del pueblo brasileño.
Traducción:
Patricia Moura e Souza (con la colaboración de Isabela Gaia).
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