El problema es muy simple.
Ni él ni ningún otro presidente - ya sea Hillary Clinton o Barack Obama
(tampoco fue posible en la era de Ronald Reagan) – pueden impedir la creciente
disminución de la capacidad hegemónica de Estados Unidos. Si alguna vez dominó
parte del mundo, fue a partir de 1945 y hasta parte de la década de 1970. Sin
embargo, desde entonces, la capacidad de
Estados Unidos para lograr que otros países hagan lo que pretende, sigue
disminuyendo de manera constante.
El descenso es estructural y no es algo que el poder de un presidente
estadounidense pueda frenar. Por
supuesto que los Estados Unidos sigue siendo una fuerza militar muy poderosa.
Y, si se hace mal uso de ese poder militar, puede hacer muchísimo daño al mundo. Obama fue
sensible a ese potencial daño, sus vacilaciones fueron prueba de ese
temor.
INMANUEL WALLERSTEIN: LA ELECCIÓN DE ESTADOS UNIDOS ¿CAMBIA ALGO NO?.
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Inamnuel Wallerstein.
Rebelión viernes 18 de noviembre del 2016.
Casi todo el mundo está sorprendido por la victoria de
Trump. Se dice, incluso que sorprendió al propio Trump. Desde distintas
ópticas, medio mundo está explicando cómo llegó a ocurrir. Y, en todo el mundo
se está hablando de las profundas divisiones que esta elección creará (o ya
refleja?) en el cuerpo político de Estados Unidos.
No añadiré una explicación más, a una larga lista de
análisis, que cansa de leer. Sólo quiero concentrarme en dos cuestiones:
¿Cuáles son las consecuencias de esta victoria de Trump (1) dentro de los Estados
Unidos, y (2) ¿Qué pasará con su poder en el resto del mundo?
Internamente, los resultados, no importa cómo se
midan, han movido a Estados Unidos, de manera elocuente a la derecha. Importa
poco si Trump perdió en el voto popular nacional. Importa poco que Hillary
podría ganado las elecciones si hubiera obtenido (en tres estados) 70.000 votos
más , algo cercano al 0,09% del total de votos.
Lo que importa es que los republicanos han ganado lo
que se llama la “trifecta” – el control de la Presidencia, el control de ambas
cámaras del Congreso, y del Tribunal Supremo. Si los demócratas llegarán a
recuperar el Senado e, incluso la Presidencia en cuatro u ocho años, los
republicanos se aferrarán, por mucho tiempo, a la mayoría que tienen en el
Tribunal Supremo.
Sin embargo los republicanos están divididos sobre cuestiones muy importantes. Esto se ha hecho evidente tan sólo a una semana después de las elecciones. Trump ya ha comenzado a mostrar el lado pragmático de sus prioridades: crear más puestos de trabajo, reducir los impuestos (en algunos tramos ), y salvaguardar los aspectos más populares de la Ley de Asistencia Sanitaria (Obamacare).
Sin embargo los republicanos están divididos sobre cuestiones muy importantes. Esto se ha hecho evidente tan sólo a una semana después de las elecciones. Trump ya ha comenzado a mostrar el lado pragmático de sus prioridades: crear más puestos de trabajo, reducir los impuestos (en algunos tramos ), y salvaguardar los aspectos más populares de la Ley de Asistencia Sanitaria (Obamacare).
El “establishment” republicano (un “establishment”
bastante más a la derecha) tiene otras prioridades: la destrucción del
Medicare, otro tipo de reforma tributaria, y hacer retroceder el
social-liberalismo ( derecho al aborto y matrimonio homosexual).
Queda por ver si Trump puede ganar la batalla contra
Paul Ryan (figura clave de la derecha en el Congreso), o si Paul Ryan logra
hacer retroceder a Trump. La figura más importante en esta lucha parece ser el
vicepresidente Mike Pence, quien se ha posicionado como el verdadero el número
dos en la oficina Presidencial (al igual que Dick Cheney).
Pence sabe bien que los republicanos del Congreso, son
ideológicamente cercanos a Paul Ryan, pero son políticamente leales a Trump.
Fue él quien eligió a Reince Priebus como jefe de personal de Trump,
prefiriéndolo a Steve Bannon. Priebus implica unir a los republicanos, mientras
que Bannon habría significado arremeter contra los republicanos que no están al
cien por ciento de acuerdo con un discurso de derecha. A Bannon le han dado un
premio de consuelo como un consejero de interior y, es muy dificultoso que vaya
a tener poder real.
El resultado es que en esta lucha intra-republicana,
la política de Estados Unidos ha girado mucho más a la derecha. Por otra parte
, posiblemente, el Partido Demócrata se reorganice como un movimiento más a la
izquierda y más populista con el objetivo de ser capaz de ganar en las próximas
elecciones . Esto también está por verse. Pero hoy la victoria electoral de
Trump es una realidad.
Ahora, pasemos desde la arena interna - en la que
Trump ha ganado y tiene poder real - a la arena internacional en el que
prácticamente no tiene ningún poder. Él utilizó como lema de campaña
"hacer grande a Estados Unidos de nuevo." Lo que dijo una y otra vez
fue que, si fuera presidente, se aseguraría que otros países respetáran (es
decir, obedecieran) a los Estados Unidos. En efecto, hizo alusión a un pasado
en el que Estados Unidos era "grande" y dijo que iba a recuperar ese
pasado.
El problema es muy simple. Ni él ni ningún otro
presidente - ya sea Hillary Clinton o Barack Obama (tampoco fue posible en la
era de Ronald Reagan) – pueden impedir la creciente disminución de la capacidad
hegemónica de Estados Unidos. Si alguna vez dominó parte del mundo, fue a
partir de 1945 y hasta parte de la década de 1970. Sin embargo, desde entonces,
la capacidad de Estados Unidos para lograr que otros países hagan lo que
pretende, sigue disminuyendo de manera constante.
El descenso es estructural y no es algo que el poder
de un presidente estadounidense pueda frenar. Por supuesto que los Estados
Unidos sigue siendo una fuerza militar muy poderosa. Y, si se hace mal uso de
ese poder militar, puede hacer muchísimo daño al mundo. Obama fue sensible a
ese potencial daño, sus vacilaciones fueron prueba de ese temor. Trump fue
acusado durante toda la campaña electoral de no entender esto y por tanto ser
un portador peligroso del poder militar
Pero, mientras hacer daño siempre será posible, para
el gobierno de los Estados Unidos hacer lo que quiera ahora parece
prácticamente imposible. Nadie, y me refiero a nadie, va a seguir hoy el
ejemplo de Estados Unidos si cree que sus propios intereses están siendo
ignorados. Esto es cierto no sólo en China, Rusia, Irán, y por supuesto en
Corea del Norte. También es cierto para Japón y Corea del Sur, India y
Pakistán, Arabia Saudita y Turquía, Francia y Alemania, Polonia y los estados
bálticos, incluso para antiguos aliados ,con privilegios, como Israel, Gran
Bretaña y Canadá.
Estoy bastante seguro que Trump aún no se da cuenta de esto. Él va a presumir de victorias fáciles, como poner fin a los acuerdos comerciales. Utilizará esto para demostrar la sabiduría de su postura agresiva. Pero si trata de hacer algo sobre Siria (nada en realidad) pronto se desengañará de su aparente poder. Es muy poco probable que cambie la nueva relación diplomática con Cuba. Pronto llegará a darse cuenta que no debe deshacer el acuerdo con Irán. En cuanto a China, los chinos parecen pensar que pueden llegar a mejores acuerdos con Trump, que con Hillary Clinton.
Por tanto, tenemos a un gobierno de derecha en Estados Unidos, en un sistema-mundo caótico, con un agobio económico sobre la mayoría de la población mundial y el proteccionismo como un tema central en casi la totalidad de los países.
Estoy bastante seguro que Trump aún no se da cuenta de esto. Él va a presumir de victorias fáciles, como poner fin a los acuerdos comerciales. Utilizará esto para demostrar la sabiduría de su postura agresiva. Pero si trata de hacer algo sobre Siria (nada en realidad) pronto se desengañará de su aparente poder. Es muy poco probable que cambie la nueva relación diplomática con Cuba. Pronto llegará a darse cuenta que no debe deshacer el acuerdo con Irán. En cuanto a China, los chinos parecen pensar que pueden llegar a mejores acuerdos con Trump, que con Hillary Clinton.
Por tanto, tenemos a un gobierno de derecha en Estados Unidos, en un sistema-mundo caótico, con un agobio económico sobre la mayoría de la población mundial y el proteccionismo como un tema central en casi la totalidad de los países.
¿Hay algo de nuevo? De ninguna manera, ni en los
Estados Unidos, ni en el sistema-mundo.
Lo que hay, es que va a continuar el combate sobre la dirección que tomará el futuro del sistema- mundo (o los sistemas-mundo).
Lo que hay, es que va a continuar el combate sobre la dirección que tomará el futuro del sistema- mundo (o los sistemas-mundo).
Traducción:
Emilio Pizocaro
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