SANDERS
ADVIERTE. Veterano Senador Socialista. Combatirá a Trump si no se modera.- El
veterano senador socialista y el rival de Hillary Clinton en las primarias demócratas,
Bernie Sanders, se mostró más comprensivo que la mayoría de la dirigencia
política de Estados Unidos con las personas que votaron por Donald Trump, pero
le aclaró al presidente electo que lo combatirá si intenta impulsar “políticas
sexistas, racistas y en contra del medioambiente”.
“En
la medida en la que Trump sea serio en la busca de políticas que mejoren la
vida a las familias trabajadoras de este país, yo y otros progresistas estamos
preparados para trabajar con él”, aseguró en un comunicado el senador por el
estado de Vermont, que perdió unas cuestionadas primarias demócratas frente a
Clinton, en su primera reacción pública tras los comicios del martes. “En la
medida en la que implemente políticas racistas, sexistas, xenófobas y contra el
medioambiente, nos opondremos enérgicamente”, agregó Sanders, en un breve
texto.
Sanders,
que se identifica como socialista y siempre se presentó a las elecciones
legislativas como un candidato independiente, dijo que Trump “se aprovechó de
la ira de una clase media en declive que está enferma y cansada del orden
económico, la clase política y los medios de comunicación del poder”. “La gente
está cansada de trabajar más horas por salarios más bajos, de ver cómo los
trabajos dignos se van a China y a otros países con bajos salarios”, añadió
Sanders. El senador por Vermont disputó durante meses unas ajustadas primarias
con Clinton. Cuando perdió, pese a sus profundas diferencias ideológicas
decidió apoyarla para frenar el avance de Trump, una decisión que muchos de sus seguidores
rechazaron por preferir una candidatura por fuera de la estructura del Partido
Demócrata.
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Trump y Obama, enemigos íntimos, se dan la mano en el
Salón Oval de la Casa Blanca.
TRUMP SE PROBÓ
EL TRAJE DE PRESIDENTE DE EE.UU.
Visitó ayer a Obama
den la Casa Blanca y se reunió con los Líderes Republicanos del Capitolio.
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Sigue el rumbo que adoptó desde su sorpresiva victoria, el miércoles en
la madrugada, buscando acercar posiciones y dando una imagen más presidencial y
sin mostrar los bordes más filosos de su personalidad.
Página/12 En Estados Unidos.
Viernes 11 de noviembre del 2016.
Donald
Trump, día 2: el presidente electo de los Estados Unidos visitó en la Casa
Blanca, donde estuvo reunido durante una hora y media con el actual mandarario
Barack Obama; y luego mantuvo un encuentro con Paul Ryan y otros republicanos
con relevancia en el Congreso. De esa forma, sigue el rumbo que adoptó desde su
sorpresiva victoria, el miércoles en la madrugada, buscando acercar posiciones
y dando una imagen más presidencial y sin mostrar los bordes más filosos de su
personalidad, que durante la campaña exhibió con orgullo.
Por
la tarde, luego de reunirse con las autoridades legislativas de su partido,
Trump dio la primera pista de cuáles serán sus prioridades como mandatario:
“Estamos apuntando muy fuertemente a la inmigración, vamos a prestarle atención
a las fronteras, eso es muy importante. Estamos apuntando muy fuertemente al
cuidado de la salud y estamos apuntando a empleo. Un montón de empleos”, dijo a
la prensa, evitando más preguntas. Acompañado por su futuro vicepresidente,
Mike Pence, dedicó buena parte de la jornada a aceitar el trabajo con los
republicanos.
Trump
almorzó con el principal líder político de su partido en el parlamento, el jefe
de la cámara baja Paul Ryan, con quien había tenido una duro enfrentamiento
durante la campaña. Luego compartieron una caminata por el Capitolio, donde el
legislador funcionó como guía para el presidente electo, y finalmente se
reunieron a solas en el balcón de la oficina del speaker de la cámara de
representantes, con una imponente vista sobre el histórico National Mall.
Primera visita a la Casa Blanca.
“Fue
un gran honor” haber sido recibido por Obama en la Casa Blanca, dijo Trump.
“Discutimos muchas situaciones, algunas maravillosas, otras que traen
dificultades. Espero seguir en contacto con el Presidente e incluso escuchar
sus consejos”, agregó el magnate respecto al actual mandatario, con el que
durante la campaña habían una rivalidad casi mayor que la que el republicano
tuvo con su rival, Hillary Clinton. “Quiero enfatizar que desde ahora haremos
todo lo posible para ayudarlo a tener éxito, porque si usted tiene éxito le irá
bien al país”, le dijo Obama, ante la prensa, luego de haber estado 90 minutos
reunidos a solas.
Mientras
ambos se hallaban reunidos, la administración demócrata de la Casa Blanca trabajaba
a contrarreloj para preparar la transición, incluyendo el traspaso al equipo de
Trump de información de todo tipos, autorizaciones de seguridad para acceder a
documentos secretos y hasta un programa acelerado de contingencia para poner en
marcha en caso de que haya un ataque masivo o alguna otra catástrofe a los
Estados Unidos durante los setenta y dos días que restan para que el flamante
presidente electo ocupe el Salón Oval y ponga en marcha su mandato de cuatro
años.
A
pesar del tono conciliador durante la reunión, un rato después de la reunión el
jefe de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, aseguró que la opinión de Obama
sobre Trump no cambió. “La mirada del presidente no ha cambiado. El sigue
pensando lo que dijo durante la campaña. El tuvo la oportunidad de dar a
conocer su opinión y lo hizo enfáticamente. Pero el pueblo de los Estados
Unidos decidió. La elección terminó. El Presidente no elige a su sucesor, el
pueblo lo hace. Y Obama está decidido a presidir sobre una transición que le de
al presidente entrante la chance de comenzar bien su gestión”.
Earnest
también informó que durante los 90 minutos de reunión en la Casa Blanca, los
dos hombres tocaron asuntos de política interna y exterior pero que
principalmente el encuentro estuvo dedicado a “discutir la importancia de
organizar de forma correcta un staff y preparar la gestión de la Casa Blanca”.
El secretario de Prensa dijo que Obama se sorprendió positivamente por el
aparente interes de Trump de protagonizar una transición sin sobresaltos y eso
hizo que la charla fuera “al menos un poco menos incómoda que lo que algunos
podían suponer”.
Más protestas.
La
Policía estableció controles de seguridad extraordinarios alrededor del hotel
elegido por Trump y su delegación en Washington DC y también en la Trump Tower
de Nueva York para prevenir desórdenes a causa de nuevas protestas contra el
presente electo. En el segundo día de manifestaciones contra la elección del
republicano la asistencia menguó de forma importante y la mayoría de acciones de
repudio estuvo concentrada en o cerca de universidades. Frente a la Casa
Blanca, durante el encuentro entre el mandatario saliente y el entrante, unas
cien personas llamaron la atención de curiosos y turistas con cantos y carteles
alegóricos.
El portavoz del Comité Nacional Republicano, Sean Spicer, pidió a los
manifestantes que le den a Trump una chance una vez que asuma el cargo en
enero. “Están ejercitando su derecho a la libre expresión, espero que después
le den a este hombre que acaba de ser electo muy históricamente y a su
vicepresidente una oportunidad para gobernar”. No fue tan diplomático el ex
alcalde de Nueva York y asesor del presidente (que aspira a ser nominado como
Fiscal General de la Nación en esta nueva etapa) Rudy Giuliani, que consultado sobre las
protestas dijo: “Son una manga de llorones malcriados”.
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En Los Ángeles hubo protestas y vigilias, que terminaron
con violentos choques con la policía.
PROTESTAS POR TODO EL PAÍS.
El Movimiento No es Mi Presidente, se niega a
reconocer a Trump.
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Desde la madrugada del miércoles las marchas contra
el republicano se suceden en más de 25 ciudades y se está organizando por las
redes una manifestación masiva frente al Congreso, en Washigton DC, el próximo
20 de enero, día de la asunción del presidente.
Página / 12 viernes 11 de noviembre del 2016.
Desde
que el miércoles a la madrugada se conoció la victoria electoral de Donald
Trump, miles de norteamericanos protestan en las calles y universidades a lo
largo y ancho de Estados Unidos y en las redes sociales con un único mensaje:
no aceptan que el magnate será su próximo presidente.
Los
manifestantes de todo el país fueron convocados por el nuevo movimiento Not my
President (No es mi presidente), un nombre que surgió como una etiquete en la
red social Twitter, ni bien se empezaron a conocer los resultados de las
elecciones el martes a la noche.
Además
de llamar a manifestarse en todo el país, el movimiento ya convocó en su página
de Facebook a organizar una protesta masiva frente a la sede del Congreso en
Washington DC, durante la jura presidencial que protagonizará allí Trump el
próximo 20 de enero.
“Unete
a nosotros el día de la investidura para hacer oír nuestra voz. Nos negamos a
reconocer a Donald Trump como presidente de Estados Unidos y nos negamos a
aceptar órdenes de un gobierno que pone a intolerantes en el poder”, reza la
convocatoria. Mientras se prepara esa protesta, a lo largo y ancho del país las
manifestaciones se multiplican.
Una
de las protestas más multitudinarias hasta ahora fue la de Nueva York, donde
miles de personas se concentraron durante la noche del miércoles frente a la
Torre Trump de Manhattan, sobre la Quinta Avenida, al grito de “no es mi
presidente”, una consigna que se repitió en el resto de marchas registradas en
más de 25 ciudades del país.
“¡Donald
Trump, vete! ¡Sexista, racista, antigay!”, coreaban los manifestantes en las
calles de Nueva York.
Una
treintena de manifestantes fueron detenidos por desórdenes públicos o cortar el
tráfico, según las autoridades, que informaron también que agentes policiales
de la ciudad californiana de Oakland resultaron heridos en las protestas.
También
fueron numerosas las marchas en Seattle (Washington), Filadelfia (Pennsylvania)
y Chicago (Illinois), esta última una ciudad en la que los manifestantes
también escogieron el edificio de la Torre Trump como lugar de concentración y
corearon insultos contra el magnate.
La
capital, Washington DC, así como Atlanta (Georgia), Boston (Massachusetts),
Denver (Colorado), Austin (Texas), Portland (Oregon), Saint Paul (Minnesota) y
las ciudades californianas de Los Ángeles, San Francisco y San Diego fueron
igualmente escenario de protestas y vigilias, muchas de las cuales terminaron
con detenciones por parte de la policía.
En
Portland, los 2000 manifestantes, según la policía, corearon: “No al KKK (Ku
Klux Klan), no a Estados Unidos fascista, no a Trump”.
En
Los Angeles, en tanto, centenares de personas ataviadas con banderas de Estados
Unidos y México y al grito de “manos arriba, no disparen”, cortaron la
autopista 101, una de las principales arterias de la ciudad, provocando enormes
embotellamientos en un tránsito caótico de por sí. Todo ello se produjo
instantes después de que los manifestantes quemaran una efigie de Trump frente
a la sede municipal de Los Angeles. En algunas de estas marchas también se
quemaron banderas estadounidenses.
Todas
esas ciudades son bastiones demócratas en los que Hillary Clinton ganó este
martes con grandes márgenes al republicano Trump, quien, pese a tener menos
votos a nivel nacional, consiguió contra todo pronóstico más electores del
Colegio Electoral que su contrincante.
Aunque
la mayoría de las protestas transcurrieron sin mayores incidentes, en la ciudad
de Oakland, cerca de San Francisco, parte de los 6000 manifestantes formaron
barricadas a las que prendieron fuego y se produjeron choques con uniformados
en el acceso a una autopista que pretendían cortar. Algunos policías resultaron
heridos y varios manifestantes fueron detenidos.
La
de ayer fue la segunda noche en la que se producen protestas en la erizada
Oakland, donde los manifestantes se lanzaron a la calle en la noche del martes
al miércoles poco después de conocerse la victoria de Trump y una persona
resultó herida por la represión policial.
Mientras
tanto, en la otra punta del país, en la ciudad de Richmond, en Virginia, lugar
de residencia del senador Tim Kaine, compañero de fórmula de Clinton, los
manifestantes rompieron los vidrios de la sede del Partido Republicano. Los
incidentes en Richmond se saldaron con una decena de detenciones.
Finalmente,
en Nueva Orleans, un grupo de manifestantes quemaron un muñeco de Trump y
también rompieron vidrios de algunos edificios, como entidades bancarias.
“La
gente está furiosa, no por los resultados de la elección, sino por el lenguaje
y lo que dice Donald Trump”, aclaraban algunos manifestantes al referirse a los
ataques que el actual presidente electo hizo durante la campaña contra las
mujeres, los inmigrantes o los musulmanes.
Tanto Clinton como el presidente Barack Obama han pedido a sus
seguidores que acepten los resultados y apoyen al proceso de transición, que terminará con la
jura de Trump el 20 de enero, pese a lo cual la furia de las protestas parece
lejos de remitir.
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