CUARTA
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL UN ENORME DESAFÍO PARA EL MUNDO.- El futuro ya no
es esa referencia lejana que dejaba mucho tiempo para pensar en la mejor manera
de abordarlo. Hace apenas cuatro meses, Klaus
Schwab, director y fundador del Foro Económico Mundial (FEM) –que reúne a
potencias económicas, líderes y a varios de los capitales más poderosos del
mundo– advertía en Davos (Suiza) que
la Cuarta Revolución Industrial ya está marchando en el mundo y “el problema
está en que ni los gobiernos ni la sociedad civil serán capaces de paliar los
grandes desbarajustes que ocasionará este auténtico maremoto, que tendrá
importantes consecuencias económicas, políticas y sociales a nivel mundial”.
Con la discusión puesta en esta nueva ‘revolución’, por el Foro desfiló una
cifra escalofriante: en la próxima década el desarrollo de las industrias
impulsadas por el avance de las nuevas tecnologías pondrá en riesgo el 47 por ciento de los empleos actuales en países
como Estados Unidos. La predicción pareció ir por el mismo camino de los
vaticinios de John Chambers, presidente
ejecutivo del gigante de las telecomunicaciones Cisco Systems, quien desde el
año pasado viene insistiendo en que, si las empresas de hoy no se montan a la
ola de las nuevas plataformas tecnológicas, el 40
por ciento de ellas terminará por ahogarse y desaparecer en solo una década.
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Los sistemas ciberfísicos, capaces de comunicarse
entre sí y con los humanos, están en el centro de la revolución en ciernes. Si
a finales del siglo XVII fue la máquina a vapor, está vez serán los robots
integrados en los sistemas ciberfísicos, los responsables de una transformación
radical.
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CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL,
TECNOLOGÍAS E IMPACTO.
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Silvia Ribeiro.
ALAI. América Latina en Movimiento.
Rebelión martes 1 de noviembre del 2016.
Según los más ricos y poderosos del planeta, la cuarta
revolución industrial ya está en marcha y es resultado de la convergencia de
robótica, nanotecnología, biotecnología, tecnologías de información y
comunicación, inteligencia artificial y otras. El Foro Económico Mundial, que reúne cada año en Davos a las mayores empresas del
planeta, produjo en 2016 un informe, donde afirma que con la “tormenta
perfecta” de cambios tecnológicos junto a lo que llaman asépticamente “factores socio-económicos”, al 2020 se
perderán 5 millones de empleos, incluso contando los nuevos que se crearán por
las mismas razones.
Si ellos hablan de una pérdida de 5 millones de empleos, seguramente serán muchos más. Y
es sólo uno de los impactos de esta revolución tecnológica, que no se define
por cada una de estas tecnologías aisladamente, sino por la convergencia y
sinergia entre ellas. Nombran entre las diez tecnologías claves –y más
disruptivas- la ingeniería de sistemas metabólicos para producir sustancias
industriales (léase biología sintética para remplazar combustibles, plásticos,
fragancias, saborizantes, principios activos farmacéuticos derivados de
conocimiento indígena); el internet de las nano-cosas (además de usar internet
para producción industrial, agrícola, etc., también nano-sensores insertados en
seres vivos, incluso nuestros cuerpos, para captar y recibir estímulos y
administración de drogas y farmacéuticos); ecosistemas abiertos de inteligencia
artificial (integrar máquinas con inteligencia artificial al internet de las
cosas, a las redes sociales y a la programación abierta, con potencial de
cambiar radicalmente nuestra relación con las máquinas y entre éstas mismas) y
varias otras, como nuevos materiales para almacenar energía, nano-materiales
“bidimensionales”, vehículos autónomos y no tripulados (drones de todo tipo con
mayor autonomía), optogenética (células vivas manipuladas genéticamente que
responden a ondas de luz), producir órganos humanos en chips electrónicos.
En el año 2000, desde el Grupo ETC llamamos a esta convergencia BANG (Bits, Átomos, Neurociencias, Genes), un especie de Big Bang tecno-socio-económico, mejor
llamado “Little Bang” porque las
tecnologías a nano-escala (aplicadas a seres vivos y materiales) son la
plataforma de desarrollo de todas las otras. Avizoramos entonces que este “Little Bang”, estaba formando un
tsunami tecnológico que tendría impacto negativos de grandes dimensiones en
medio ambiente, salud, trabajo, en producción de nuevas armas para guerra,
vigilancia y control social de todas y todos, entre otras. Todo en un contexto
de la mayor concentración corporativa de la era industrial, oligopolios con
cada vez menos empresas que controlan inmensos sectores de producción y tecnologías.
Así está sucediendo, pero para cada uno de nosotros
separadamente es difícil percibirlo en totalidad y en las dimensiones de sus
impacto que se complementan. Los gobiernos, mayormente controlados por
intereses corporativos y con el mito de que los avances tecnológicos son
beneficiosos de por sí, han dejado que casi todas estas tecnologías prosigan,
se usen, vendan, estén diseminándose en el ambiente y en nuestros cuerpos, sin
siquiera mínimas evaluaciones de sus posibles impacto negativos y sin regulaciones,
mucho menos aplicación del principio precautorio. Un ejemplo claro es la industria nanotecnológica, que con más
de 2000 líneas de productos en los mercados, muchos presentes en nuestra vida
cotidiana (alimentos, cosméticos, productos de higiene, farmacéuticos), no está
regulada en ninguna parte del mundo, pese a que aumentan los estudios
científicos que muestran toxicidad en ambiente y salud, especialmente para los
trabajadores expuestos en la producción y uso de materiales con nanopartículas.
Pero el Foro de
Davos sí elabora anualmente un amplio informe sobre riesgos globales, porque
esos riesgos afectan sus capitales e inversiones. En la edición 2015 afirman
que
“El establecimiento de nuevas capacidades fundamentales que está
ocurriendo, por ejemplo, con la biología sintética y la inteligencia
artificial, está particularmente asociado con riesgos que no se pueden evaluar
completamente en laboratorio. Una vez que el genio haya salido de la botella,
existe la posibilidad de que se hagan aplicaciones indeseadas o se produzcan
efectos que no se podían anticipar al momento de su invención. Algunos de esos
riesgos puedes ser existenciales, es decir, poner en peligro el futuro de la
vida humana”.
A confesión de partes, relevo de pruebas. Pero aunque
lo reconozcan, no tomarán ninguna medida que coarte sus ganancias.
En este contexto, desde hace algunos años, estamos
trabajando junto a otras organizaciones, movimientos sociales y asociaciones de
científicos críticos, en la construcción de una red de evaluación social y
acción sobre tecnologías (Red TECLA),
para buscar por un lado informarnos y comprender el horizonte tecnológico, sus
conexiones, impactos e implicaciones desde muchas perspectivas (ambiente,
salud, ciencia, género, trabajo, consumo) y fortalecernos para actuar sobre
ellas.
Para avanzar en estas ideas y en el cuestionamiento de
la tecnociencia al servicio del lucro, con experiencias concretas desde varios
países latinoamericanos, se realizará el seminario internacional “Ciencia,
tecnología y poder: miradas críticas”, el 8 de noviembre, de 9.30 a 14 horas,
en la Hemeroteca Nacional, Ciudad Universitaria, México, convocado por la Red TECLA, la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad y el Grupo
ETC ( http://www.etcgroup.org/es ). Tenemos que
apropiarnos, desde abajo, de la consideración y acción sobre estos temas.
Silvia Ribeiro
es investigadora del Grupo ETC.
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