DE TAHRIR A NUIT DEBOUT, LA RESACA DE
LAS PLAZAS.
Segundo
dossier de Alexia, revista de pensamiento narrativo, dedicado a relatar y pensar "las
vidas posteriores" de los movimientos de las plazas con voces de Tahrir (Egipto), 15-M. Puerta del Sol (España), Syntagma (Grecia),
bulevar
Rothschild de Tel Aviv (Israel), Rossio (Portugal), Zuccotti, Occupy,
(EEUU), #Yosoy 132 (México), Gezi (Turquía), Santiago (Chile). Junio, Río, Porto Alegre (Brasil), Nuit Debout
(Francia). Se cumplen ahora cinco años
de las "acciones globales" del
15-O (octubre) de 2011. Fue un momento para celebrar juntos en la calle la reapertura
del juego de la historia que trajeron las plazas, un momento para volver a
conjurar la energía.
En
Nueva York, un viejito saludaba el paso de la gran manifestación de Occupy Wall
Street, entonces en pleno apogeo, con una hermosa pancarta que decía: “Welcome
to the new paradigm” (Bienvenidos al
nuevo paradigma). Un paradigma que consiste en el deseo y la práctica de
una política accesible a cualquiera, no troceada ni instrumentalizada por los
partidos políticos y que busca reapropiarse de la posibilidad de hacerse cargo
en común de los asuntos comunes. Lo que
no dijo nadie es que el camino sería fácil, ni rápido, ni en línea recta, ni
por acumulación de victorias, ni que se conseguirían todos los logros a través
de un único golpe decisivo. Posiblemente
por algún tiempo no sepamos bien cómo continuar, pero hay siembra. La mejor
de las brújulas que nos podemos dar la encontraremos en el estudio de nuestras
propias experiencias: qué se intentó, qué funcionó y qué no, cuáles fueron los problemas y los obstáculos
que encontramos, cómo respondieron los poderes, etc. La propuesta de este dossier es escuchar voces que reflexionan
desde el interior mismo de los acontecimientos, indagar en “las vidas posteriores” de las
plazas y en sus potencias para el futuro, aprender de las experiencias, tanto
positivas como negativas, elaborar un recuerdo activo y no melancólico de lo que hemos
vivido desde 2011. Rebelión viernes 19 de noviembre del 2016.
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DE TAHRIR A NUIT
DEBOUT, LA RESACA DE LAS PLAZAS.
PORTUGAL (I): REDESCUBRIR LA DIMENSIÓN MATERIAL Y TERRITORIAL DE LA
POLÍTICA.
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El Ágora griega, 25 siglos después – el origen de la
Democracia, el centro político de la Ciudadanía – vuelven los Ciudadanos del
Mundo a ocupar la Calle y la Plaza Pública, - lugar y recinto histórico donde
nació la Izquierda Revolucionaria del siglo XVIII y XIX – en sus protestas
sociales y luchas políticas – los Movimientos Sociales Ciudadanos, en las
Plazas Públicas del Mundo –como centro principal de organización, movilización
y lucha política contra las políticas de ajuste, reajuste neoliberal que
imponían las clases dominantes y sus gobiernos de turno en distintas partes del
sistema mundo. Egipto, España, Grecia, Portugal, Israel, México, Estados Unidos,
Chile, Brasil, Turquía, Francia, etc. durante el año del 2011 y rebasó hasta el
2012, fueron raíz, fuente y desarrollo de nuevas formas “local-global” de hacer
política en el mundo, pero en el fondo del Movimiento Social – básicamente de
la juventud – cuestionaron profundamente a la Democracia Representativa y sus
grandes e insalvables contradicciones con el modelo del mercado, economía libre
de la globalización neoliberal, es decir, de la mundialización de los
monopolios imperialistas. Pablo Raúl.
La ocupación de
la plaza Rossio en Lisboa en 2011 dejó como legado un inédito “movimiento” en
Portugal -hecho de centros sociales, colectivos, etc.- que antes no existía, o
existía apenas sólo de modo simbólico o episódico. Estas estructuras quizá no
son logros enormes, pero ilustran cómo el reflujo de las plazas dejó algo muy
material tras de sí: una metodología concreta y una red de contactos amplia que
sobreviven hoy al eclipse del movimiento. Paralelamente, ese legado se divide
entre estos “espacios autónomos” y algo más etéreo y general que ha contribuido
a crear el clima político capaz de llevar generar un cambio de gobierno a la
izquierda. Podría pensarse que lo ocurrido en Portugal sigue una pauta general
de “movimiento, reflujo, institucionalización”, pero lo hace en todo caso de
modo muy sui géneris.
Gracias a las
respuestas de Luhuna Carvalho, editor que vive en Lisboa, podemos ver las
ondas que sigue formando esa piedra en el agua que fue la acampada de
Rossio.
¿Sigue vivo, y
cómo, el legado de las plazas?
El “movimiento de
las plazas” en Portugal consistió en la ocupación
de la plaza Rossio durante tres semanas en el verano de 2011. Desde allí, y desde otros
lugares, surgió una red informal que estructuró el movimiento anti-austeridad
hasta 2013. En relación con otras “plazas” este movimiento fue singular, ya que
no se basó en las redes de movimientos sociales, contraculturales y políticos
previos. Estos movimientos existían, pero no estaban organizados o no tenían
una escala capaz de proveer de infraestructura sustancial a las ocupaciones,
sin la cual se habrían convertido en una simple reproducción de “asambleas
populares”.
El legado del período es doble. Por un lado el
momentum en las plazas ocupadas, y las redes de activistas que se crearon
en las mismas, dieron una estructura al periodo de enormes manifestaciones
anti-austeridad que vino después. El “movimiento de las plazas” tuvo una
relación compleja con la izquierda institucional y estas movilizaciones
anti-austeridad fueron cooptadas por partidos políticos o por grupos que
aspiraban a convertirse en nuevos partidos políticos. El contenido de las
manifestaciones pasó de un enérgico rechazo a la austeridad sin demandas
específicas a un movimiento más instrumentalizado que reclamaba nuevas
elecciones con la vista puesta en la victoria de una hipotética “izquierda
unificada” (Partido Socialista, Bloque de Izquierdas, Partido Comunista). Por
otro lado, muchas de las conexiones y estructuras forjadas en las plazas y en
las manifestaciones consiguieron cierta autonomía de sus emplazamientos
originales. Y así aparecieron varios centros sociales, colectivos y proyectos,
creando la base para una creciente red de espacios, prácticas y movimientos
autónomos.
¿Cuáles han sido los
efectos, los logros o las victorias (más o menos visibles) de los movimientos
de las plazas?
La ocupación de Rossio se convirtió en la
actividad-base para diferentes tentativas de entender y hacer política. Aunque
que sus formas y logros fueron limitados, hubo una clara ruptura con la idea de
que la política equivale a representación y participación. Todavía haría falta
tener un debate adecuado sobre las dinámicas de la ocupación, ya que estas se
han entendido más como momentos de discusiones formales (es decir, asambleas)
que como ocupaciones del espacio con diferentes formas de vida.
Podría decirse que una parte del trabajo que preparó
el acuerdo entre diferentes partidos políticos de izquierda que ahora gobiernan
ocurrió durante ese periodo de agitación social impulsado, en cierto modo, por
los movimientos sociales. Sin embargo, la mayor victoria de las plazas fue a mi
juicio el surgimiento de estructuras metropolitanas de resistencia. Durante
estos últimos años, vividos ya fuera de los focos, estas estructuras parece que
han ido ganando cierta consistencia que puede resultar bien interesante, sobre
todo en un momento en el que la participación de la izquierda institucional en
un acuerdo gubernamental parece implicar el progresivo abandono de las
protestas políticas.
¿Cuáles dirías que han sido
las características del movimiento que pueden ser más importantes, más
fecundas, para el futuro de la política de transformación social?
Teniendo en cuenta algunas
especificidades de la ciudad de Lisboa -su centro vacío y su envejecida
población-, el movimiento de las plazas representó un redescubrimiento del
paisaje urbano como un territorio político, con dimensiones materiales ausentes
en la política representativa. Esta dimensión material, territorial e
infraestructural parece ser, pasado ahora el tiempo, la lección principal que
emergió de los movimientos de las plazas. Las relaciones y vínculos creados
durante la ocupación y las posteriores manifestaciones fueron bastante fuertes
durante un tiempo, pero el tiempo se cobra su peaje y las medidas de
austeridad obligaron a mucha gente a dejar el país, rompiendo muchos de los
lazos construidos anteriormente.
Ha habido muchos intentos de recrear las plazas, de
encontrar ese “camino de vuelta” que decían en Egipto, pero no han sido
exitosas; puedes conocer el camino al río, pero no puedes bañarte en el mismo
río dos veces. Una reflexión adecuada y distanciada sobre lo que ocurrió en las
plazas debería intentar discernir sus elementos centrales, que en la mayoría de
los casos no son los más obvios. Lo que hizo a miles de personas (o cientos en
la plaza Rossio) unirse a las ocupaciones, no fue sólo la reactivación
militante de una voluntad de participación pública, sino algo diferente que
probablemente no pueda ser reactivado simplemente a base de voluntad y
activismo.
Los movimientos de las
plazas fueron acontecimientos que activaron una creatividad ilimitada. ¿Qué
efectos ha tenido esta explosión en el campo cultural, en el campo de la
creación y la expresión?
Algunos de los grupos de trabajo y discusión durante
la ocupación de Rossio estaban especialmente preocupados por la producción
cultural y artística. En términos más generales, el sentido amplio de las
intervenciones públicas influenciaron los trabajos de algunos artistas locales,
pero desde nuestro punto de vista estos permanecieron muy a menudo en el ámbito
de un entendimiento limitado de la política, que no advertía todas las
posibilidades ensayadas en las plazas. A diferencia del momento de ocupación en
el que emergió una nueva subjetividad, estos trabajos artísticos concibieron la
política como una mera serie de demandas, críticas y denuncias dirigidas a las
clases dirigentes. Estoy pensando, por ejemplo, en algunos artistas callejeros
o en el director de cine Miguel Gomes, que en su película “1001 noches” tenía
como objetivo retratar el país durante la austeridad.
A veces la política, cuando se haya bloqueada, puede
encontrar una salida y una expresión en las producciones artísticas, pero
también es cierto que las condiciones materiales de la producción del arte (y
de los artistas) pueden actuar como las primeras razones disuasivas para hacer
arte político. Más que una política bloqueada y que se desbloquea por el arte,
me gustaría pensar que los momentos de pequeñas rebeliones que vimos en Lisboa
eran desbloqueos del arte a través de una política radical.
La politización nueva que
se dio en las plazas, ¿qué cambios ha producido en la sensibilidad, en el
sentido común, en los afectos?
La época de las plazas generó relaciones e
intercambios entre los diferentes medios políticos, así como el boceto
preliminar de una subjetividad por venir. La ocupación coincidió con la vuelta
de la gente joven al centro de la ciudad, lo cual hizo más fácil la continuidad
de las relaciones producidas en las plazas y las manifestaciones. Esta
subjetivación común también se transmitió gracias a las dinámicas de la crisis
y de las políticas de austeridad, sentidas más o menos por todas las personas.
Y esto se tradujo en aperturas de algunos centros sociales, cantinas y espacios
de reunión, así como en la multiplicación de grupos de afinidad. Sin embargo,
habría que ver y discutir cuántas de estas formas de vida lograron despegar de
la fenomenología de la socialización contemporánea. Los grupos se convirtieron
en pandillas, la resistencia en subcultura, y los movimientos en guetos.
Aunque los momentos como las plazas pueden funcionar
como catalizadores sociales, no pueden funcionar como nuevos arkhés o
principios de una fundación mítica. Las comunidades y las formas de vida
siempre se están produciendo y reproduciendo a través de lo que viven y
experimentan, y si las luchas están ausentes las comunidades y formas de vida
pueden marchitarse y desaparecer.
¿Por medio de qué caminos
se ha tratado de desactivar la potencia de los movimientos y de las nuevas
formas de politización?
En una primera escala, las preocupaciones burocráticas
de la izquierda institucional fueron claves en la desactivación del movimiento.
Y lo que ellas no lograron se consiguió por la falta de experiencia a la hora
de tratar con la represión y el reflujo de asistencia a las movilizaciones. La
incapacidad del movimiento para ir más allá del repertorio político clásico
—asamblea, reunión, manifestación, demandas— hizo muy efímeras sus conquistas
cuando los recortes empezaron a afectar seriamente a la vida diaria. A un nivel
más general, podría decirse que la austeridad misma dominó el ánimo de la
política general como una fatalidad inevitable cuyo único posible respiro
parecían ser las elecciones generales que ocurrirían antes o después.
Se podría decir que las vidas volvieron a la
normalidad, si entendemos la normalidad como una operación política de
neutralización. La austeridad cambió las vidas de las personas, su
relaciones económicas, su percepción de la sociedad y del poder, y su
entendimiento de la lucha diaria por la supervivencia. La derrota del
movimiento empujó a la gente en la dirección de -y no vuelta a- una nueva
normalidad.
¿Cómo ha sido la relación
de las plazas con la política que aspira a representarla o expresarla o
traducirla electoral, institucionalmente? (Syriza, Podemos, Bernie Sanders,
etc. )
Desde el inicio de la ocupación, la participación de
los partidos políticos fue un asunto candente. Por un lado, los partidos fueron
confrontados por personas que sentían que la política institucional no tenía
lugar en la ocupación. Por otro lado, algunas organizaciones que buscaban un
escenario sentían que su momento bajo los focos sería bloqueado por las
organizaciones más grandes que deseaban sustituir. Estos conflictos
prosiguieron en la fase de grandes manifestaciones anti-austeridad entre 2011 y
2013. Algunas plataformas convocaban las manifestaciones y los partidos políticos
se sumaban a ellas, pero no fue hasta la formación del colectivo “Que se
lixe a troika” cuando los partidos consiguieron tomar la iniciativa y
redirigir el tono general de las manifestaciones de anti-austeridad a una
demanda de nuevas elecciones (lo cual fracasó). Esto creó un gran conflicto
entre los activistas que surgieron en la plaza ocupada de Rossio y fue
probablemente una de las razones de su fin.
El periodo entre 2013 y las elecciones del 2015 fue
una época sin apenas acontecimientos políticos. Las elecciones dieron a uno de
estos partidos, el Bloque de Izquierda, unos resultados récord, en gran parte
gracias al protagonismo mediático que algunos de sus militantes tuvieron en los
meses antes de las elecciones. Sin embargo, esto no significa que el partido,
formalmente o informalmente, adoptase o debatiese los avances teóricos y
materiales de las plazas. Por el contrario, su inclusión en un acuerdo
gubernamental amplió la brecha entre la dirección del partido y la política
participativa, incluso con respecto a sus propios militantes.
En el “tiempo del después”,
es decir, cuando ya no existe la plaza llena, o el movimiento como centro de
energía, ¿cómo continuar sin deprimirse, sin nostalgia?
El fin de los movimientos
parece siempre presuponer su extinción. Sin embargo, en una escala más amplia
vemos conexiones temporales y sociales entre diferentes momentos de resistencia
política: vemos por ejemplo las tácticas de bloqueo del movimiento
antiglobalización apareciendo en Black Lives Matter o Tiannamen en el parque
Gezi de Estambul. Aunque las teorías más populares para entender el capitalismo
tardío parecen subrayar su capacidad para absorber y recuperarlo todo, se
pueden encontrar y dibujar conexiones subterráneas e influencias entre los
movimientos de todos tiempos. Quizá, una de las lecciones que se puede extraer
de las plazas sería la de aprender a entender los momentos de reflujo como
lecciones importantes para una lucha política y a distinguir la autonomía y la
emancipación de los momentos más triunfalistas y voluntaristas.
¿Qué os sirvió de lo que
visteis o supisteis que ocurría en otras plazas? ¿Qué crees que a otras plazas
podría servirle de la experiencia de la tuya? ¿Tienes algún mensaje para ellas?
Curiosamente, la acampada portuguesa empezó como una
ocupación en solidaridad con los indignados españoles organizada por los
estudiantes españoles de Erasmus. Aunque había un conocimiento considerable
sobre lo que estaba ocurriendo en España, la información se seguía a través de
los medios, que sobrevolaban las realidades materiales y organizativas de las
plazas sin verlas. Los contactos a menudo ocurrían siguiendo líneas ideológicas
y, por tanto, a menudo se alejaban de los puntos estratégicos y tácticos hacia
las agendas más ideológicas. Sin embargo, las imágenes que se produjeron y
circularon tuvieron la potencia de romper el cerco ideológico y conectar entre
sí, no tanto a quienes las miraban, como a quienes las sentían.
Traducción de Irati
Tranche.
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