ESPAÑA TRABAJADORES SIN DERECHOS SOCIALES EN PLENO SIGLO XXI.- “Trabajadores precarios, trabajadores sin
derechos es una aproximación a la situación de los trabajadores españoles,
los que viven y trabajan en España, a
comienzos del siglo XXI, situación que se caracteriza por su precariedad
laboral y social, a veces al borde o
dentro de la pobreza y la exclusión, junto con el recorte e incluso la
negación de los derechos reconocidos en nuestro ordenamiento legislativo, a lo
que se añade en multitud de ocasiones la práctica imposibilidad del ejercicio
de esos derechos debido a la asimetría de la relación empleador / asalariado, o subcontratado, típica del
capitalismo y exacerbada en la actualidad con el impulso al individualismo
observable en nuestra sociedad.
Planteado como profundización y extensión del anterior libro del autor, La clase obrera en España (El Viejo Topo,
16), este libro es el resultado de un programa dentro de la Fundación de
Investigaciones Marxistas que toma como base el capítulo del mismo
dedicado a la precariedad laboral y estudia ésta en relación con la evolución y composición de la clase
trabajadora, sus diferencias por
género, edad y formación, la situación de los derechos formales y reales, la
inmigración económica y la siniestralidad en el trabajo (Primera Parte) para analizar más en detalle las diferentes Comunidades Autónomas que
conforman nuestro Estado (Partes
Segunda y Tercera). En esencia, es un intento de mostrar lo apropiado de la
caracterización de Rafael Díaz Salazar
de los trabajadores precarios como
el proletariado del siglo XXI, y de la del malogrado Andrés Bilbao del empleo precario como seguridad para la economía e inseguridad
para el trabajo".
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LA GLOBALIZACIÓN Y LOS
TRABAJADORES DEL MUNDO.
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Prabhat Patnaik.
El viejo topo.
Rebelión sábado 14 de enero del 2017.
La globalización fue
anunciada como algo beneficioso para todos, como un vigoroso paso
adelante hacia una mejora económica universal. Era claramente falso, y
no fueron solo los economistas de izquierdas, sino también muchos economistas
de la línea “dominante” como Paul Samuelson los que lo dijeron desde el primer
momento.
El motivo que aducían era
muy sencillo: si el régimen económico mundial permitía la libre importación en
Estados Unidos de mercancías procedentes de China o de la India, ello afectaría
negativamente a los salarios reales de los trabajadores norteamericanos, porque
los trabajadores norteamericanos, con unos salarios mucho más altos, tendrían
que competir, en detrimento suyo, con los salarios más bajos de los
trabajadores chinos o indios. Por consiguiente, el hecho de que la
globalización perjudicaría necesariamente a los trabajadores de Estados Unidos
y de otros países avanzados, les parecía obvio a ellos, y de hecho a todos, de
lo que se seguía que no era posible que beneficiase a todos los segmentos
de la clase trabajadora mundial. Ahora bien, de acuerdo con esta argumentación,
se consideraba que la globalización beneficiaría a los trabajadores de países
como China o la India, es decir, de aquellos países del tercer mundo con los
salarios bajos.
Formulando este argumento
de otro modo, ya que la libre circulación de mercancías y de capitales por todo
el mundo intensifica la competencia entre los trabajadores de los diferentes
países, se produciría una tendencia hacia una disminución de las diferencias
salariales entre estos países, y si bien esto representaría un cierto
incremento en los salarios reales de los trabajadores del tercer mundo, también
representaría una reducción en los salarios reales de los trabajadores
metropolitanos.
Este mismo argumento puede
formularse de un modo más preciso, de acuerdo con las categorías de la economía
marxiana, del siguiente modo: la globalización, al transferir determinadas
actividades económicas desde los países avanzados a los países del tercer mundo
(debido a los salarios más bajos de estos últimos) agotaría las reservas de
mano de obra en estos últimos al tiempo que produciría un aumento de las
reservas de mano de obra en los primeros. Esto, si no cambian otras
circunstancias, provocará una subida de los salarios en los últimos y un
descenso de los mismos en los primeros. La globalización, por ejemplo, mientras
que no beneficia a todos los trabajadores, reduce las diferencias
relativas entre los trabajadores de los países avanzados y los trabajadores del
mundo subdesarrollado. Pero, según este argumento, no es posible que
empeoren las condiciones de los trabajadores en las dos partes del mundo.
EL EMPEORAMIENTO DE LAS
CONDICIONES.
Esto es, sin embargo, lo
que ha sucedido. La globalización, por supuesto, ha empeorado las condiciones
de los trabajadores en los países metropolitanos, un hecho recientemente puesto
de relieve por el economista Joseph Stiglitz. Casi un 90 por ciento de
norteamericanos, lo que significa la casi totalidad de la población trabajadora
en aquel país, tiene actualmente unos ingresos reales apenas superiores a los
que tenían hace treinta años. Actualmente, el salario mínimo de los
trabajadores norteamericanos está en términos reales muy poco por encima de
donde estaba hace 60 años. Dado que ha habido ciertas mejoras en estas
magnitudes durante la primera parte de los años transcurridos, lo que esto
significa es que se ha producido un deterioro en el período más
reciente, que coincide con el apogeo de la globalización. Un dato estadístico
aún más revelador es el relacionado con el fuerte descenso en la esperanza de
vida entre los varones norteamericanos en los últimos tiempos, un descenso que
recuerda la fuerte caída en la esperanza de vida que se produjo en Rusia
después del colapso de la Unión Soviética. Un descenso en la esperanza de vida
cuando no hay ninguna epidemia obvia a la vista es un asunto muy grave, y que
este descenso se dé en el país capitalista más avanzado del mundo es una prueba
fehaciente del ataque a los medios de vida de la clase trabajadora que ha
traído consigo la globalización.
Una historia muy similar
es la que puede contarse de otros países capitalistas avanzados. Estados Unidos
es considerado normalmente como una de las economías más exitosas, el lugar
donde se produjeron los booms de los años noventa del siglo XX y de la
primera década del siglo actual, que originaron respectivamente las burbujas de
las empresas punto.com y la del mercado inmobiliario, y también la
economía que está experimentando aparentemente una recuperación después del
colapso de la burbuja inmobiliaria. Dicho esto, el hecho de que la población
trabajadora de este país esté pasando tantas dificultades es muy significativo.
En los últimos años, en el Reino Unido se ha producido una fuerte caída de los
índices salariales reales de los trabajadores No tiene nada de extraño, pues,
que el descontento con la globalización esté cada vez más extendido entre los
trabajadores de las economías metropolitanas, y dado que la izquierda no ha
tenido hasta ahora un conocimiento adecuado de ello, el descontento está siendo
explotado por la derecha. Fenómenos como el voto en el Brexit y la emergencia de
Donald Trump se explican desde este punto de vista.
Lo que resulta
inexplicable en el marco del debate que estamos teniendo hasta aquí, sin
embargo, es el hecho de que la situación de los trabajadores ha empeorado
incluso en una gran franja de los países del tercer mundo con los salarios
bajos, entre los cuales la India es un buen ejemplo. Las pruebas más
concluyentes en este sentido las proporcionan los datos sobre el consumo de
alimentos básicos. Partiendo de los estudios realizados por el NSS en los períodos
1993-1994 y 2009-2010 , que corresponden en líneas generales al período de
políticas neoliberales asociadas con la globalización, los porcentajes de la
población rural total con una ingesta calórica de menos de 2200 calorías por
persona y día (el “parámetro” que define la pobreza rural) de estos dos
períodos anuales fue de un 58,6 y un 76 por ciento respectivamente. Los
porcentajes de población urbana por debajo de las 2100 calorías por persona y
día (el “parámetro” para definir la pobreza urbana) en estas dos fechas fueron
de un 57 y un 73 por ciento respectivamente.
Tan sorprendente fue este
incremento, especialmente durante un período en el que se suponía que la India
estaba experimentando un crecimiento sin precedentes de su PIB, que el gobierno
encargó un nuevo estudio al NSS para el período 2011-2012, durante el cual
había habido una cosecha extraordinaria, con la idea de que las cifras de la
ingesta calórica en el período 2009-2010, un año con una cosecha pobre, habían
sido excepcionalmente bajas debido precisamente a esta escasez en la cosecha.
Una vez completado el estudio, las cifras que arrojaba, aunque sin duda eran
mejores que las del período 2009-2010, todavía mostraban un notable
incremento en los porcentajes de población que estaban por debajo de este
umbral de ingesta calórica durante el período de la globalización: en el
caso de la población rural, el porcentaje era del 68 por ciento (comparado con
el 58,5 por ciento de 1993-1994) y en el de la población urbana era de un 65
por ciento (comparado con el 57 por ciento de 1993-1994). Tanto la ingesta de
calorías como la de proteínas per cápita en la población había sufrido un
descenso durante el período estudiado.
Este incremento del
déficit alimenticio se trató de explicar de diferentes formas, incluida la
sugerencia de que tal vez era un indicio de que la gente estaba aprendiendo a
diversificar su consumo, reduciendo el de comida en beneficio de otras cosas
como la educación y la salud. Pero esta explicación era a todas luces falaz: en
cualquier parte del mundo, a medida que los ingresos reales aumentan, la gente
consume una mayor cantidad de cereales tanto directa como indirectamente
(en forma de alimentos procesados y de productos animales en cuya elaboración
entran los cereales como forraje). Así pues, el descubrimiento de que en la
India se había producido un descenso real en el consumo de cereales en todos
sus usos, y en consecuencia un descenso en la ingesta de calorías y proteínas
durante el período de la globalización, indicaba claramente que los ingresos
per cápita reales de los trabajadores, después de calcular la incidencia de la
inflación, especialmente la subida de precios que acompaña a la
privatización de servicios esenciales como la educación y la salud, estaban
por término medio disminuyendo en vez de aumentar. Dicho de otro modo, un
fenómeno similar al que se producía en los países capitalistas avanzados estaba
teniendo también lugar en la India y en otros países del tercer mundo, lo que
contradice el argumento presentado más arriba, hasta el punto de que son muy
pocos ya los que creen que este sea un argumento correcto. ¿Cómo podemos
explicar esta contradicción?
LA PRESIÓN SOBRE LA
PEQUEÑA PRODUCCIÓN.
El argumento presentado
más arriba suponía básicamente que la esencia de la globalización consiste en
la transferencia de actividades económicas desde los países avanzados a las
economías del tercer mundo, y que esta transferencia reduciría drásticamente
las reservas de mano de obra del tercer mundo y provocaría una subida de salarios.
Lo que no se decía es que la globalización también tiene otros efectos,
incluido sobre todo una restricción de la pequeña producción por parte del
sector capitalista. El resultado es que varios pequeños productores dejan sus
ocupaciones tradicionales para emigrar a las ciudades en busca de empleo, lo
que incrementa el ejército total de mano de obra a disposición del capitalismo.
Esta migración, junto con el incremento natural de la población activa, no
puede ser totalmente absorbida por el ejército laboral activo debido a que las
políticas neoliberales asociadas a la globalización también llevan a la
eliminación de todas las restricciones relativas al ritmo del cambio
estructural y tecnológico, lo que aumenta el ritmo de crecimiento de la
productividad del trabajo a expensas del crecimiento del empleo.
Se produce de este modo un
círculo vicioso. En la medida en que aumenta la reserva de mano de obra
respecto a la población activa, esto lleva a un estancamiento o incluso a una
disminución en la media de salarios reales (y ciertamente a una disminución de
los ingresos reales de los trabajadores, que es igual al índice salarial diario
multiplicado por el número de días de empleo). El estancamiento o la
disminución del salario real en una situación de mayor productividad laboral
tienen como consecuencia un incremento en la tasa de excedentes en la
producción. Dado que el superávit, incluso si suponemos que se realiza
completamente (es decir, que no hay problemas de insuficiencia de demanda
agregada) se gasta normalmente en artículos de consumo que generan menos empleo
a nivel nacional que en artículos que se compran con los ingresos salariales,
esta transferencia de los salarios a los excedentes tiene también el efecto de
producir una contracción en el empleo y en consecuencia contribuye todavía más
al incremento del tamaño relativo en las reservas de mano de obra, a una nueva
transferencia de salarios a excedentes, y así sucesivamente.
Este círculo vicioso, que
se intensifica todavía más cuando se produce una crisis (debido a que las
reservas de mano de obra respecto a la población activa crecen todavía más)
implica que el efecto de la globalización de agudizar la pobreza absoluta
afecta también a los trabajadores de los países del tercer mundo y no se limita
solo a los trabajadores metropolitanos, como pretenden los economistas
liberales como Samuelson.
Afirmar esto no equivale a
sugerir que todos los segmentos de la población activa se ven igual de
adversamente afectados por la globalización. Obviamente, el segmento que
disfruta de mayores oportunidades de empleo debido a la transferencia de
actividades experimenta un incremento en su nivel de vida, y en la India este
segmento consiste habitualmente en trabajadores cualificados del sector
servicios, como los relacionados con las tecnologías de la información. Este
incremento en el nivel de vida de un sector tiene a su vez efectos
multiplicadores en el nivel de empleo de otros sectores, y así sucesivamente.
Así, un segmento normalmente clasificado como de clase media y cuyo tamaño
absoluto es bastante grande (pese a ser pequeño respecto al conjunto de la
población activa), se vuelve partidario incondicional de la globalización. Dado
que este segmento suele estar bien articulado y tiene un peso
desproporcionadamente grande en los medios de comunicación y de creación de
opinión pública, resulta un instrumento útil en manos de la oligarquía
empresarial y financiera integrada en el proceso de la globalización para
propagar sus efectos beneficiosos.
La mejora en las condiciones
de un segmento de la clase media de la población activa, y su consiguiente
apoyo a la globalización, se utiliza para crear la falsa impresión de que la
globalización ha sido positiva para el pueblo indio en su conjunto. Un uso
similar es el que hacen segmentos de la clase media en otros lugares del mundo
que se han beneficiado entre otras cosas de la enorme “financiarización”
que ha acompañado a la globalización. Todo esto ha generado un ruido que nos
impide reconocer que la globalización ha tenido realmente como consecuencia un empeoramiento general de
las condiciones de los trabajadores, tanto en los países avanzados como en los
países en vías de desarrollo.
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Artículo publicado
originalmente en Peoples Democracy
Traducción de Josep Sarret
para El Viejo Topo.
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Libros relacionados con la globalización y los trabajadores.
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