CHAU TPP. ¿HOLA MERCOSUR?. Juan Manuel Karg.- Politólogo UBA. Investigador CCC.
El momento llegó: Donald Trump le puso fin a la participación de EEUU en el Acuerdo
Transpacífico TPP, que su propio país capitaneaba. Fue a
través de un decreto ejecutivo que empalma con su discurso proteccionista
durante su asunción, días atrás. Cumple así una de sus principales promesas de
campaña en el plano de la política exterior. La noticia tiene varias
implicancias en concreto. En primer
lugar, muestra que la estrategia anti China desplegada por la anterior
administración norteamericana no ha dado sus frutos. El TPP, acuerdo cuyo objetivo principal que Beijing no dictamine
las normas del comercio internacional, tal como el propio Obama había afirmado, no existe más. China y los emergentes, aun
creciendo por debajo de lo que lo hacían años atrás, siguen moviendo la
economía internacional –que no logra aún remontar la crisis iniciada en 2008 en
los países desarrollados–.
Es probable que Xi Jinping
esté notoriamente satisfecho con la noticia, que se da en la
semana posterior a su participación en el Foro
Económico de Davos, donde el dirigente del Partido Comunista Chino acaparó todas las miradas, por ser su
primera vez allí. ¿Estamos asistiendo a
un cambio del “hegemón” ante nuestros propios ojos, visto y considerando el
nuevo escenario global que aquí describimos? Todo parece indicar que sí,
aunque esto implicará resistencias parciales de EE.UU., que buscará una nueva estrategia de inserción
internacional. Por otro lado, para América
latina abre un marco de incertidumbre creciente sobre la posible sobrevida
de instancias como la Alianza del
Pacífico (AP), que dependían del contexto librecambista impulsado por
EE.UU. El amesetamiento de instancias como UNASUR
Y MERCOSUR deberá ser revisado a la luz del nuevo contexto, que debería
fortalecer a estas herramientas integracionistas en un mundo que necesariamente
deberá pensarse en torno a bloques en el corto y mediano plazo.
Asimismo, la noticia muestra
los límites del giro hacia la AP que encararon países como Argentina y Brasil
durante 2016. Para Macri,
quien durante todo el año pasado insistió en los beneficios de sumarse al
bloque de países compuesto por México,
Colombia, Perú y Chile, la noticia es un sinsabor de dimensiones, que habla
de la poca pericia de las RRII del
gobierno en curso: se preparó para un mundo que no es tal, movido por la
ideología antes que por la cabal comprensión de los procesos en curso. Los errores en política exterior, a
veces menos visibles en términos de la opinión pública de cada país, pueden ser
tan costosos como los equívocos en la política doméstica. Todo parece indicar
que el giro hacia la AP que encaró la Argentina
durante 2016 fue un garrafal error de comprensión del momento histórico.
¿Se animará el gobierno de Macri a intentar fortalecer el MERCOSUR y la UNASUR
ante el derrotero del TPP y la AP? ¿Podrá rectificar a tiempo la errática política exterior que
ha venido desplegando?.
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Uno de los ejes
fundamentales de la campaña de Donald Trump fue la crítica acérrima a los
Tratados de Libre Comercio (TLC) que firmó EEUU en los últimos veinte años,
incluido el que firmó con México y Canadá en 1994 (NAFTA por su sigla en
inglés). Trump y su equipo identificaron en los TLC al mismísimo diablo, por
haber sido los causantes de la pérdida de empleos en el país. De acuerdo con
datos oficiales de Washington, entre 1997 y 2013, EEUU perdió 5,4 millones de
empleos manufactureros, a la vez que cerraron cerca de 82.000 fábricas.
Efectivamente, los TLC avalaron jurídicamente los derechos de las empresas
norteamericanas en el exterior. En su forma de Inversión Extranjera Directa,
esas empresas fueron protagonistas de la relocalización productiva hacia el
sudeste asiático y hacia China, huyendo del caro trabajo norteamericano. Para
qué quedarse en casa, si afuera es tan atractivo para la ganancia.
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UN ADIÓS AL TPP CON IMPACTO EN LATINOAMÉRICA: ¿BARAJAR Y DAR DE
NUEVO?.
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Claudio Della Croce.
ALAI. Martes 24 de enero del 2017.
“Lo
que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses”,
dijo este lunes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras firmar la
orden ejecutiva mediante la cual retiraba a su país del Acuerdo Transpacífico
de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), decisión que tendrá
su impacto en varios países latinoamericanos.
La decisión puso fin a la
participación de EE.UU. en un ambicioso tratado comercial cuya creación fue
impulsada durante siete años por el gobierno del ex presidente Barack Obama.
Con Estados Unidos, el TPP reunía en su seno a 12 países que juntos
representaban en torno al 40% del PIB mundial y un mercado de 800 millones de
habitantes. En el acuerdo participaron además tres países latinoamericanos
(México, Perú y Chile), junto a Canadá y a siete naciones de Asia Pacífico:
Australia, Japón, Malasia, Vietnam, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. Y el gran
ausente entre las potencias económicas del Pacífico es China.
Un tema más amplio refiere a
cuál será la política comercial global de Trump. Es casi seguro que también
cesará las negociaciones del otro gran acuerdo, la Asociación Transatlántica
para el Comercio y la Inversión, entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y ya
anunció que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Trump también prometió fijar
altos aranceles a las importaciones de China y México. Hacerlo implicaría
violar las normas básicas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por lo
que el líder tendría que descartar sus amenazas de campaña o, de lo contrario,
romper con la OMC. Sin duda, la presidencia de Trump tendrá un enorme impacto
en el futuro del sistema comercial multilateral, así como en los acuerdos
comerciales bilaterales.
Las presiones farmacéuticas.
Las negociaciones del TPP
llevaban cinco años en curso, durante las cuales se produjeron varias demoras
por diferencias en patentes farmacéuticas. Estados Unidos buscaba que se
concedieran 12 años de protección a dichos medicamentos, para promover la
inversión, mientras Nueva Zelanda y Australia, temían que dichas normas
elevaran el costo de los sistemas de salud pública de sus países.
El TPP constituye un ejemplo
paradigmático de elaboración de normas internacionales guiadas por los
intereses de un grupo empresarial y adoptadas por un Gobierno como elemento
fundamental de su propia agenda. Los derechos de los pacientes de tener acceso
a los tratamientos necesarios son sistemáticamente subestimados por los
partidarios de niveles de protección ADPIC plus que seguramente serían
rechazados en foros multilaterales, como en la OMC, señaló oportunamente el
South Center.
Al igual que en otros
acuerdos de libre comercio, la posición de negociación dispar entre las partes
negociadoras, así como las expectativas injustificadas sobre “otros” beneficios
comerciales que propiciaría el TPP, serían las únicas explicaciones de una
posible aceptación de niveles de protección de los derechos de propiedad
intelectual destinados a satisfacer las incesantes demandas de la industria
farmacéutica para obtener derechos de monopolio más amplios y duraderos, añadió
el organismo intergubernamental de países en desarrollo.
Los otros países integrantes
del TPP son Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Perú,
Singapur y Vietnam. El nuevo bloque comercial abarcaría a 800 millones de
personas y podría aumentar la actividad económica mundial en 200 mil millones
de dólares anuales.
La creación de este acuerdo
fue visto como una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a Pekín a
que empiece a “seguir las reglas” reforzadas por el TPP. El entonces presidente
estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes
potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países
como China escriban las reglas de la economía global”.
Los críticos de la
iniciativa alegaron que fue negociado en secreto y que beneficia principalmente
a las multinacionales. En Estados Unidos varios sindicatos argumentan que el
acuerdo ayudará a que más empleos industriales bien remunerados sean relocalizados
a países de menor costo de mano de obra en el sureste de Asia como Vietnam.
Durante la campaña
presidencial pasada, Trump incluyó la retirada de EE.UU. del TPP dentro de las
medidas que aplicaría en sus primeros 100 días de gobierno, pues consideraba
que este tipo de tratados comerciales son lesivos para los intereses de los
trabajadores estadounidenses.
Su triunfo en las urnas hizo
temer lo peor entre los promotores del TPP, porque el tratado aún esperaba por
su ratificación y el asunto no es nada fácil: se requiere el visto bueno de al
menos seis de los países signatarios y estos deben representar al menos un 85%
del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados. En la práctica, eso
significa que no podría entrar en vigor sin el visto bueno de Estados Unidos y
Japón, que juntos equivalen al 79% del P IB del bloque.
La creación de este acuerdo fue visto como una iniciativa de la Casa
Blanca que busca presionar a Pekín a que empiece a “seguir las reglas”
reforzadas por el TPP. El entonces presidente estadounidense Barack Obama
aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes potenciales viviendo fuera de
nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas
de la economía global”.
***
Con los crespos hechos.
Para los promotores del
acuerdo en México, Perú y Chile, el anuncio dejó sin comenzar la fiesta de
varios sectores que anticipaban una bonanza comercial. Y en las órbitas de los
gobiernos, genera incertidumbre por un acuerdo que ha sido una parte integral
de la estrategia económica de las tres naciones.
La decisión de Trump abre
para para América latina una nueva serie de interrogantes, una sobre la vigencia
de la Alianza del Pacífico (AP), que
dependía del contexto librecambista impulsado por Washington, lo que obliga a
las gobiernos a barajar y dar de nuevo, a buscar el afianzamiento de instancias
regionales integracionistas como UNASUR
Y MERCOSUR, las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.
En su momento, la mandataria
chilena, Michelle Bachelet, lo respaldó como un “gran acuerdo” de todos quienes
creen “que el libre comercio como una economía abierta ha sido beneficioso”.
Chile fue la nación pionera de la región en buscar sociedades comerciales
distintas a las tradicionales con Estados Unidos y Europa.
Mediante la membresía,
México y Perú también buscan aumentar sus exportaciones y atraer importantes
inversiones de países asiáticos. Según estimaciones de la Secretaría de
Economía de México al momento del anuncio del TPP, ese país podría exportar más
de 150.000 millones de dólares en cinco años hacia otros países del súper
bloque.
Paralelamente, el Gobierno
argentino, que había festejado que la administración de Barack Obama había
autorizado la compra de limones argentinos, sufrió un anuncio amargo: una de
las primeras medidas proteccionistas de Trump fue dar marcha atrás descolocando
la política aperturista de Mauricio Macri.
Futuro incierto.
La retirada de Estados
Unidos del TPP deja el acuerdo en territorio desconocido. “No está claro lo que
ocurrirá alrededor del mundo. Varios de los otros 11 países miembros tienen la
intención de seguir adelante y establecer un acuerdo entre ellos”, dijo Peter
Petri, profesor de Finanzas Internacionales en la Escuela Internacional de
Negocios Brandeis.
El experto destacó que para
avanzar se requeriría, de entrada, un cambio en la redacción del texto actual
pues este exige que para su entrada en vigor el acuerdo debe ser ratificado por
un mínimo de seis países que representen el 85% del PIB combinado de todos los
miembros. Dado que EE.UU. por si solo representa el 57% del PIB de las naciones
del TPP, esa ratificación no sería posible sin su participación.
Petri considera, sin
embargo, que no sería difícil para los demás miembros cambiar el texto para
modificar eso y hacerlo funcionar sin EE.UU. Japón y Nueva Zelanda ya lo
ratificaron y han manifestado su interés en seguir adelante. Otros expertos,
sin embargo, no son tan optimistas sobre las posibilidades futuras del acuerdo.
” La retirada de Estados Unidos va a matar el acuerdo en su forma actual”, dijo
Edward Alden, investigador Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Nueva
York.
Alden resaltó que para
muchos países el principal incentivo para participar en el TPP era acceder al
mercado estadounidense, pero que ahora esa motivación ya no existe.
Acuerdos bilaterales.
Petri también vislumbra la
posibilidad de que el conjunto de normas acordadas dentro del TPP sean ahora
volcadas en tratados bilaterales de comercio entre los países que participaron
en la negociación. “Estoy seguro de que el contenido y las reglas que se negociaron
serán usados por los países para hacer acuerdos bilaterales. Tiene sentido para
las naciones asiáticas y para algunas economías latinoamericanas adaptar este
acuerdo para ayudarse en su integración.”, agregó el experto.
El presidente de México,
Enrique Peña Nieto, anunció este lunes que su país buscará firmar
inmediatamente acuerdos bilaterales con los países firmantes del TPP. Una
decisión similar fue hecha por el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, quien
señaló que con ese objetivo ya se han pautado encuentros con otros miembros del
TPP, así como con China y Corea del Sur.
En diciembre pasado, el
ministro de Comercio Exterior de Perú, Eduardo Ferreyros, ya había adelantado
que su país acudiría a la fórmula de negociaciones bilaterales en caso de que
el TPP no avanzara. “Si no se da el TPP en el corto plazo, se podría tener una
negociación bilateral con Australia así como Nueva Zelanda y Malasia. Con Nueva
Zelanda estuvimos dialogando para ver si negociábamos en el bloque de la
Alianza del Pacífico, lo que se configura como otro escenario interesante”,
dijo Ferreyros.
Ganadores y perdedores.
Nadie cree que algún país se
beneficie de la ausencia estadounidense. El principal atractivo del TPP para la
mayor parte de los restantes 11 miembros eran las oportunidades de comercio
adicionales que se abrían con Estados Unidos, que sigue siendo la mayor
economía en el mundo. Sin EE.UU. las ganancias del TPP serán menores y es
difícil determinar quiénes podrían ser los mayores beneficiarios en caso de que
el acuerdo siga adelante.
“Para las empresas
automotrices de Japón es una ventaja tener acceso al mercado de Malasia y para
los fabricantes de ropa de Vietnam resulta muy positivo poder exportar a
Japón”, dijo Petri, para quien los perdedores de la decisión son Japón y
Vietnam, que tienen unas relaciones comerciales muy fuertes con Estados Unidos
que iban a ser fortalecidas con el acuerdo.
Un estudio del Banco Mundial
sobre el TPP, publicado en enero de 2016, preveía que Vietnam y Malasia eran
los países que más se iban a beneficiar del acuerdo, con aumentos de su PIB de
10% y 8% respectivamente para el año 2030. Destacaba que los beneficios para
Canadá y México, que tienen amplio acceso al mercado de EEUU, iban a ser
menores y que, en el caso mexicano, se reducían aún más por el incremento de la
competencia derivado de la reducción de impuestos de aduana estadounidense para
otros países miembros del TPP.
China celebra.
Un estudio del Instituto
Peterson sobre Economía Internacional, publicado hace un año, resumía el
impacto del TPP en la economía estadounidense en un incremento del 0,5% del PIB
y muy pocas variaciones en el mercado laboral. Alden consideró que al retirarse
del tratado no habrá un efecto real en la economía estadounidense ya que “el acuerdo
nunca fue ratificado. Sus reglas nunca llegaron a estar vigentes, por lo que
matar al TPP no cambia nada. Se trata, principalmente, de una oportunidad
perdida y del futuro”, dijo.
La editora de la BBC
británica para China, Carrie Gracie, señala que no hay duda “del regocijo que
debe estar experimentando el gobierno chino luego de que Trump retirara a su
país del TPP, acuerdo en el que Pekín no participa. Durante años China escuchó
decir a la administración del demócrata Barack Obama que el acuerdo era una
manera de formalizar el liderazgo estadounidense en Asia, añadió.
Es probable que el
presidente chino Xi Jinping esté muy satisfecho con la noticia, tras su
participación -por primer vez- en el Foro Económico de Davos, donde
acaparó todas las miradas en su defensa globalizadora. La pregunta que se hacen
los analistas es si estamos asistiendo a un cambio del “hegemón” ante un EE.UU.
que busca una nueva estrategia de inserción internacional.
No es de extrañar entonces
que Pekín considere el “eje estratégico” de EE.UU. en Asia en general, y el TPP
en particular, un plan poco disimulado para frenar la potencia de crecimiento
de China. En noviembre pasado, la agencia oficial de noticias china Xinhua
describió el acuerdo como el “brazo económico de la estrategia geopolítica de
la administración Obama para garantizar el dominio de Washington en la región”.
Ahora, señala Gracie, Pekín
animará a los gobiernos asiáticos a comparar la fiabilidad de las promesas
chinas y la de las estadounidenses. Estados Unidos es un poder en Asia cuando quiere, pero
China es el poder que permanece, dirá Pekín.
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Claudio
Della Croce
Economista
argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE).
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