El feminismo socialista es una corriente teórica y política que
hace una crítica tanto del capitalismo como del patriarcado, enfatizando las esferas tanto pública como privada la vida de
las mujeres, y que argumenta que la liberación sólo puede ser lograda a través
de poner fin a las fuentes tanto económicas como. Comparte
ciertos aspectos de la teoría del feminismo
radical relacionados con su crítica del papel del patriarcado, y con el feminismo liberal en relación con la
necesidad de luchar por derechos iguales
en la sociedad actual, sin esperar que se derroque el capitalismo. Al mismo
tiempo, rechaza el planteamiento central del feminismo radical de que el patriarcado es la única o central
fuente de la opresión de las mujeres, y la idea fundamental del feminismo liberal de que las mujeres se
pueden liberar en el marco de la sociedad de clases sin una transformación de
las relaciones de producción su opresión, ya que es clave para la existencia
misma del capitalismo. Las feministas y los aliados socialistas creen que la sociedad debe ser reestructurada para terminar con la propiedad privada y la
esclavitud doméstica, dar lugar a alguna fórmula de colectivización de las
tareas del hogar y del cuidado de las y los hijos, lograr una liberación sexual tanto de mujeres como hombres, y crear
las condiciones para poner un alto a la violencia de género.
Esta teoría nace en el momento de expansión de la
industrialización y del surgimiento del movimiento obrero; en los inicios del siglo XX, se caracteriza por
ser un movimiento social centrado en las
mujeres de la clase obrera y en sus condiciones de trabajo, así como de la
incorporación de todas las mujeres al mercado laboral como una manera de
independizarse de los hombres, aunque también lucha por el derecho al voto. Posteriormente, en
los años sesenta y setenta del siglo XX, volvió a surgir en los Estados Unidos, Europa y América Latina
planteando un cuestionamiento a la forma en que la izquierda tradicional y la
llamada "nueva izquierda"
abordaba, o no, "la cuestión de la
mujer", como algo secundario, a ser pospuesto. En el siglo XXI, ha
habido un resurgimiento de interés en las teorías socialistas y una nueva
reivindicación del feminismo socialista y marxista.
Una de las autoras enmarcada
tradicionalmente en la corriente del socialismo es
FLORA TRISTÁN, dentro de las
denominadas socialistas utópicas. Si bien sus reivindicaciones y argumentos son
similares a los del FEMINISMO LIBERAL, en
ella se produce un giro de clase que establece como referente a las mujeres
obreras; reivindica la educación de las mujeres como base de una sociedad más
justa y del bienestar no sólo de las mujeres sino también de los varones.
Otra socialista importante
en la lucha por los derechos de las mujeres es CLARA ZETKIN, , quien afirma que “…los intereses de las mujeres no son homogéneos, sino que están en
función de su pertenencia a las diferentes clases sociales”. En el caso de las mujeres de la alta burguesía la principal
reivindicación de Zetkin
cambia respecto a los autores anteriores y se refiere al derecho a disponer de
su patrimonio frente a los varones. Para
las mujeres de la pequeña burguesía sin
embargo el derecho más importante, al igual que en el feminismo burgués, es el
del voto, que les es negado porque los hombres se oponen a la posibilidad de que
modifiquen las leyes laborales que permitan el acceso a la libre competencia de
las mujeres por los trabajos liberales asalariados. En cuanto a las mujeres de la clase proletaria,
considera que su situación es muy similar a la de los varones que se han
convertido en fuerza de trabajo para el capital y por lo tanto cuando
desaparezca la subordinación obrera desaparecerá también la de las mujeres. Este último punto es uno de los aspectos
que más se han criticado del feminismo socialista, la idea poco realista de la
igualdad entre hombres y mujeres en las clases bajas y que el socialismo
pudiese acabar con la subordinación de las mujeres cuando para el socialismo la
cuestión femenina ha sido la cuestión siempre aplazada.
Hasta ALEJANDRA KOLLINTAI, que es
la primera autora socialista de cuya obra se puede concluir lo contrario: que la revolución no podrá realizarse hasta
que no se haya resuelto la cuestión femenina. Para construir un mundo mejor
además de modificar las relaciones de producción era necesaria según Marx la aparición de un hombre nuevo con nuevos
valores y costumbres. KOLLONTAI tendrá la valentía de afirmar que el
cambio social se ha iniciado y ha comenzado en las mujeres, en el nacimiento de
lo que ella denomina “la mujer nueva”,
consciente de su opresión en un mundo
concebido por y para varones, en el que su papel se define por sus relaciones y
su individualidad no tiene valor. Para ella las mujeres nuevas “…se
presentan a la vida con exigencias propias, heroínas que afirman su personalidad, heroínas que protestan de la servidumbre
de la mujer dentro del estado, en el seno de la familia, de la sociedad,
heroínas que saben luchar por los derechos”
/////
(Eleanor Marx. Internet Archive
Book Images 16 de Agosto de 2017)
ELEANOR MARX, LA CUESTIÓN DE LA MUJER Y
EL SOCIALISMO.
Feminismo y Socialismo Marxista.
*****
Josefina L. Martínez.
Rebelión viernes 18 de agosto del 2017.
Escritora,
actriz, organizadora sindical, militante socialista y feminista, fue la primera
productora de Madame Bovary al inglés y la primera biógrafa de su padre, Karl
Marx. La Historia de una Mujer que se ganó un nombre propio en la Historia del
Socialismo.
Mayo de 1871. Francia se encuentra conmocionada por la
Comuna de París, que concentra las esperanzas de la clase obrera y el odio
de la burguesía europea. Durante la semana sangrienta del 20 de mayo fueron
asesinados más de 30.000 trabajadores y más de 8.000 encarcelados. Pocos días
antes, dos mujeres jóvenes cuyo apellido podía hacer saltar las alarmas de la
policía francesa ingresaban al país con nombre falso.
Jenny y Eleanor Marx iban a Burdeos para buscar a su hermana, Laura, cuyos hijos estaban enfermos. Su esposo, Paul Lafargue, había desaparecido poco antes, después de viajar a París para ponerse al servicio de la Comuna. Jenny y Eleanor ayudaron a poner a salvo a la familia Lafargue atravesando los Pirineos, pero cuando regresaron a Francia para borrar sus huellas fueron detenidas. Retenidas en arresto domiciliario durante una semana, serían interrogadas sobre el supuesto escondite de armas y artefactos para construir bombas.
Jenny y Eleanor Marx iban a Burdeos para buscar a su hermana, Laura, cuyos hijos estaban enfermos. Su esposo, Paul Lafargue, había desaparecido poco antes, después de viajar a París para ponerse al servicio de la Comuna. Jenny y Eleanor ayudaron a poner a salvo a la familia Lafargue atravesando los Pirineos, pero cuando regresaron a Francia para borrar sus huellas fueron detenidas. Retenidas en arresto domiciliario durante una semana, serían interrogadas sobre el supuesto escondite de armas y artefactos para construir bombas.
La prensa europea acusaba a Marx de ser el artífice de la Comuna, por lo que sus hijas eran
consideradas peligrosas. La policía francesa perseguía a las pétroleuses,
mujeres que habían tenido un papel destacado durante la Comuna, como la amiga
personal de los Marx, Elisabeth
Dimitrioff. Cuando su padre muere, en
1883, Eleanor tiene 28 años y junto con Engels trabajan para preservar su legado, sus manuscritos y su
correspondencia Eleanor Marx tenía 16
años y ésta fue su primera experiencia política, que la marcará para
siempre. Cuando regresa a Londres se
pone a militar activamente, participa en la organización del Congreso de la
Asociación Internacional de Trabajadores y en el comité de ayuda a los
refugiados de la Comuna de París. Su perfecto manejo del inglés, alemán y
francés le permite hacer de intérprete y se ocupa de organizar el primer
acto de aniversario en homenaje a los comuneros.
Algunos, como el húngaro exiliado Leo Frankel, se enamoran perdidamente
de la joven Marx. Pero quien despierta su interés es otro destacado comunero,
el vasco francés Hippolyte
Prosper-Olivier Lissagaray, quien poco después escribirá la primera historia sobre la Comuna de París
con la ayuda de Eleanor. “Hans Röckle era un mago que llevaba una
tienda de juguetes: hombres y mujeres de madera, animales fantásticos, gnomos y
gigantes.
Las dificultades económicas lo obligaban a vender
sus creaciones al diablo y los muñecos vivían grandes aventuras hasta regresar
a la tienda”. Con seis años, la pequeña
Tussy, como la llamaban en casa, escuchaba por las noches las historias que
inventaba su padre. En ese período, Marx
pasaba horas trabajando en sus manuscritos para
El Capital, con la pequeña Eleanor
jugando a su lado o montando a caballo sobre sus hombros. Sumida en grandes
dificultades económicas, la familia Marx
sobrevivía con la ayuda de Federico
Engels, el General, como llamaba
Tussy a su “segundo padre”.
En la casa
de Jenny y Karl Marx todos eran lectores. Colecciones de historia,
filosofía, las recientes obras de Darwin,
escritos de Hegel, Rousseau y Fourier, novelas de Balzac y Dickens, la poesía
de Goethe. El preferido era Shakespeare,
que Tussy aprendió a recitar de memoria desde chica y despertó su amor por
el teatro.
A los 18
años, Tussy busca independizarse --algo raro para una mujer
soltera en la Inglaterra victoriana--, encuentra trabajo enseñando en una
academia de mujeres en Brighton y mantiene una relación --por momentos
clandestina-- con Lissagaray. Pero
una crisis de nervios, la mala alimentación y el deterioro de su salud la
obligan a regresar a Londres. Su
actividad política no decae y en los años siguientes participa en los debates
sobre Irlanda, los intentos de
formación de un partido socialista independiente y la campaña de amnistía para
los comuneros. Cuando su padre muere, en 1883, Eleanor tiene 28 años y junto con
Engels trabajan para preservar su legado, sus manuscritos y su
correspondencia.
Le escribe a
Kautsky: “Su obra
debe conservarse tal como es y todos debemos intentar aprender de ella. Así
todos podremos caminar con sus largas piernas”. La mujer y el socialismo
Golpeado por la muerte de su gran amigo, Engels
revisa los estudios de Marx sobre la
cuestión de la familia en la historia y da forma a su libro El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado (1884), obra pionera del feminismo
socialista. Eleanor colabora,
leyendo y discutiendo los borradores. Publica junto con su esposo, Edward Aveling, su propio trabajo: La cuestión de la mujer, un punto de vista
socialista. Eleanor defiende que la lucha por la emancipación de las
mujeres solo puede lograrse en el socialismo, y que ésta es un prerrequisito
para aquel. Durante el agitado año de 1886, Eleanor y Aveling recorren 35 ciudades de Estados Unidos invitados por
el Partido Socialista Laborista.
Habla sobre la situación de los trabajadores y las mujeres obreras. El
movimiento sindical norteamericano es un hervidero, después del
encarcelamiento de los mártires de
Chicago, que serán fusilados ese mismo año. El éxito de la gira solo se enturbia
al final por unas denuncias contra
Aveling, que derrocha parte del dinero del SLP en gastos superfluos. Aveling
esconde a Eleanor sus relaciones con numerosas mujeres y miente sobre sus
deudas. Contra la opinión de muchos dirigentes sindicales, Eleanor planteaba la necesidad de organizar a las mujeres y a los trabajadores no calificados.
En la década siguiente Eleanor Marx se dedica a numerosas tareas políticas y de organización del movimiento obrero.
Participa del Congreso de fundación de
la Segunda Internacional, donde conoce a Clara Zetkin (traduce su discurso sobre las mujeres) y cumple un
papel destacado colaborando con las huelgas de los portuarios, los trabajadores
del gas y las fábricas químicas de Silvertown. Auspicia la formación de la primera
sección de mujeres en el Sindicato de
trabajadores del gas, asesora a las trabajadoras de comercios en huelga y
apoya la organización sindical de las
obreras más explotadas que pelaban cebollas en fábricas alimenticias.
Contra la opinión de muchos dirigentes sindicales, Eleanor planteaba la necesidad de
organizar a las mujeres y a los trabajadores no calificados. Después del fallecimiento de Engels,
Eleanor recibe la mayoría de los papeles de Marx y se dedica a editar sus manuscritos. En 1897 publica Salario,
precio y ganancia, mientras avanza en la
biografía de Marx, pero el creciente deterioro de su vida personal le
impide continuar. Aveling miente
cada vez más y acumula deudas a costa suya.
Finalmente, la crisis alcanza su cenit cuando Eleanor se entera que Edward se ha
casado con otra mujer, usando un nombre falso. Sumida en una grave crisis
personal, Eleanor muere a los cuarenta y
tres años en marzo de 1898 después de ingerir veneno. Al igual que la
protagonista de la novela de Flaubert,
Eleanor no logró sobrellevar su propia tragedia privada. Muchos de sus
amigos y allegados consideraron a Aveling
responsable --directo o indirecto-- de su muerte, y éste fallece pocos meses
después.
El triste
final de Eleanor Marx no oscurece
la intensidad de su vida, sus aportes al
movimiento obrero y al feminismo socialista. Como escribe su biógrafa, Rachel Holmes, “Eleanor Marx cambió el
mundo. En el proceso, se revolucionó a sí misma.”
El 4 de mayo de 1890, 250.000 trabajadores se
reunieron en Hyde Park, en Londres, para celebrar por primera vez el día
internacional de los trabajadores. Eleanor Marx tomó la
palabra ese día desde la tribuna. Al
terminar el discurso, citó una de sus estrofas preferidas de Shelley:
Alzaos cual
leones tras un largo sueño.
En número invencible.
Sacudíos vuestras cadenas y que caigan a la tierra como el rocío
que durante el sueño se posó sobre vosotros.
Vosotros sois muchos y ellos son pocos.
En número invencible.
Sacudíos vuestras cadenas y que caigan a la tierra como el rocío
que durante el sueño se posó sobre vosotros.
Vosotros sois muchos y ellos son pocos.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario