“Venezuela tiene además
las reservas de petróleo más grandes del mundo, agua, biodiversidad, el
Amazonas, oro, coltán -quizá la reserva más grande del mundo de coltán-. Los mismos que han llevado la destrucción
a Siria, a Irak o a Libia para robarles el petróleo, quieren hacer lo mismo en
Venezuela. Necesitan ganarse previamente a la opinión pública para que el
robo no sea tan evidente. Necesitan
reproducir en Venezuela la misma estrategia que construyeron cuando
hablaban de armas de destrucción masiva en Irak. ¿O no se creyó mucha gente
honesta que había armas de destrucción masiva en Irak? Hoy, aquel país antaño próspero es una ruina. Quien se creyó
aquellas mentiras del PP, que mire cómo está hoy Mosul. Enhorabuena a los
ingenuos. Las mentiras siguen todos los días. La oposición puso una bomba al paso de policías en Caracas y todos
los medios impresos publicaron la foto como si la responsabilidad fuera de Maduro. Un helicóptero robado lanzó granadas contra el Tribunal Supremo y los medios lo silencias. Son actos terroristas. De
esos que abren portadas y los telediarios. Salvo cuando suceden en Venezuela. Un
referéndum ilegal en Venezuela “presiona al régimen hasta el límite”. Un
referéndum ilegal en Catalunya es un acto cercano al delito de sedición”.
“El cártel
mediático internacional ha encontrado un filón. Se trata de una reedición del miedo ante la Rusia comunista, la Cuba dictatorial o el terrorismo internacional
(nunca dirán que el ISIS es una construcción occidental financiada con
capital norteamericano principalmente). Venezuela
se ha convertido en el nuevo demonio. Así se les permite acusar de “chavistas” a los adversarios y les
evita hablar de la corrupción, del vaciamiento de las pensiones, de la
privatización de los hospitales, las escuelas y las universidades o de los
rescates bancarios. Mélenchon, Corbyn,
Sanders, Podemos o cualquier
fuerza de cambio en América Latina son descalificados con la acusación de chavistas, ahora que
acusar de comunistas o de etarras tiene poco recorrido. El periodismo mercenario lleva años con esa
estrategia. Nadie nunca ha explicado qué política genuinamente
bolivariana va en los programas de los partidos de cambio. Pero da lo mismo. Lo
importante es difamar. Y gente de buena voluntad termina creyendo que hay
armas de destrucción masiva o que Venezuela es una dictadura donde,
curiosamente, todos los días la oposición se manifiesta (incluso atacando
instalaciones militares), donde los medios critican libremente a Maduro (no
como en Arabia Saudí, Marruecos o Estados Unidos) o donde la oposición gobierna
en alcaldías y regiones. Es la misma táctica que construyó durante la guerra
fría el “peligro comunista”. Por eso en España, con Venezuela, tenemos una
nueva Comunidad Autónoma de la que solamente falta que nos digan al final de
los telediario el tiempo que va a hacer en Caracas ese día. De cada cien veces que se dice “Venezuela”, noventa y cinco
sólo buscan distraer, ocultar o mentir.
/////
El Imperio, a la orden de intervención militar contra Venezuela. Todo con el apoyo de la prensa amarilla internacional (la cadena de Medios que deforman totalmente la realidad) y los sectores conservadores anti-patrióticos de la llamada "mesa democrática" desesperada, de perder el Poder para siempre. Hoy todos ellos juntos, por que Venezuela se ha convertido en un demonio. Cuando el imperio amenaza con intervención militar, estos cobardes "demócratas" se lavan las manos y dicen estar en contra, pero sí de un arreglo pacífico, Cómo?. Habiendo transformado las calles en fortines militares de agresión directa, pero defendida por la prensa amarilla, porque el "único malo de la película" es para ellos el "dictador Maduro" y los buenos-buenos, son todo el conjunto de buitres desesperados de perder todo, por eso se juegan con la violencia, pero para "el mundo informado" por los diarios de la SIP, son angelitos de la democracia.
***
***
11 TESIS SOBRE VENEZUELA Y UNA CONCLUSIÓN
ESCARMENTADA.
*****
Juan Carlos Monedero.
Comiendo Tierra.
Viernes 11 de agosto del 2017.
“Y
se empeñaba en repetir lo mismo: “Esto no es como en una guerra… En una batalla
tienes el enemigo delante… Aquí, el peligro no tiene rostro ni horario”. Se
negaba a tomar somníferos o calmantes: “No quiero que me agarren dormido o
amodorrado. Si vienen por mí, me defenderé, gritaré, tiraré los muebles por la
ventana… Armaré un escándalo…” Alejo
Carpentier, La consagración de la primavera
1.
Es indudable que Nicolás Maduro no es Allende. Tampoco es Chávez. Pero los que
dieron el golpe contra Allende y contra Chávez son, y eso también es indudable,
los mismos que ahora están buscando un golpe en Venezuela.
2.- Los enemigos
de tus enemigos no son tus amigos. Puede no gustarte
Maduro sin que eso implique olvidar que ningún demócrata puede ponerse al
lado de los golpistas que inventaron los escuadrones de la muerte, los vuelos
de la muerte, el paramilitarismo, el asesinato de la cultura, la operación
Cóndor, las masacres de campesinos e indígenas, el robo de los recursos
públicos. Es comprensible que haya gente que no quiera ponerse del lado de
Maduro, pero conviene pensar que en el lado que apoya a los golpistas están, en
Europa, los políticos corruptos, los periodistas mercenarios, los nostálgicos
del franquismo, los empresarios sin escrúpulos, los vendedores de armas, los
que defienden los ajustes económicos, los que celebran el neoliberalismo. No
todos los que critican a Maduro defienden esas posiciones políticas. Conozco
gente honesta que no soporta lo que está pasando ahora mismo en Venezuela. Pero
es evidente que del lado de los que están buscando un golpe militar en ese país
están los que siempre apoyaron los golpes militares en América Latina o los que
priman sus negocios por encima del respeto a la democracia. Los medios de
comunicación que están preparando la guerra civil en Venezuela son los mismos
conglomerados mediáticos que vendieron que en Irak había armas de destrucción
masiva, que nos venden que hay que rescatar a los bancos con dinero público o
que defienden que la orgía de los millonarios y los corruptos hay que pagarla
entre todos con recortes y privatizaciones. Saber que se comparte trinchera con
semejante gente debiera llamar a la reflexión. La violencia siempre debe ser la
línea roja que no debe traspasarse. No tiene sentido que el odio a Maduro
ponga a nadie decente al lado de los enemigos de los pueblos.
3.- Maduro heredó
un papel muy difícil -gestionar Venezuela
en un momento de caída de los precios del petróleo y de regreso de Estados
Unidos a Latinoamérica después de la terrible aventura en Oriente Medio- y una
misión imposible -sustituir a Chávez-. La muerte de Chávez privó a Venezuela
y a América Latina de un líder capaz de poner en marcha políticas que han
sacado de la pobreza a 70 millones de personas en el continente. Chávez
entendió que la democracia en un solo país era imposible y puso sus recursos,
en un momento de bonanza gracias a la recuperación de la OPEP, para que se
iniciara la etapa más luminosa de las últimas décadas en el continente: Lula en
Brasil, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, Kirchner en Argentina, Lugo en
Paraguay, Mujica en Uruguay, Funes en El Salvador, Petro en Bogotá e incluso Bachelet
en Chile referenciaban esa nueva etapa. La educación y la salud llegaron a los
sectores populares, se completó la alfabetización, se construyeron viviendas
públicas, nuevas infraestructuras, transportes públicos (después de la
privatización de los mismos o la venta y cierre de los trenes), se frenó la
dependencia del FMI, se debilitó el lazo con los Estados Unidos creándose la UNASUR y la CELAC. También hay sombras,
principalmente vinculadas a la debilidad estatal y a la corrupción. Pero
haría falta un siglo para que los casos de corrupción en los gobiernos
progresistas de América Latina sumen, por citar sólo un asunto, el coste de la
corrupción que significa el rescate bancario. La propaganda de los dueños
de la propaganda terminan logrando que el oprimido ame al opresor. Nunca desde
la demonización de Fidel Castro fue ningún líder latinoamericano tan
vilipendiado como Chávez. Para repartir entre los pobres, hubo que decirle a
los ricos, de América y también de Europa, que tenían que ganar un poco menos. Nunca
lo toleraron, lo que puede entenderse, especialmente en España, donde, en mitad
de la crisis, responsables económicos y políticos del Partido Popular robaban a
manos llenas al tiempo que decían a la gente que tenía que apretarse el
cinturón ¿Iba Chávez ese “gorila” a frenarles sus negocios? Desde que ganó
las primeras elecciones en 1998, Chávez tuvo que enfrentarse a numerosos
intentos de derribarlo. Por supuesto, con la inestimable ayuda de la derecha
española, primero con Aznar, luego con Rajoy, y la ya conocida participación de
Felipe González como lobbista de grandes capitales. (Es curioso que el mismo
Aznar que hizo negocios con Venezuela y con Libia luego se convirtió en
ejecutor cuando se lo ordenaron. Gadafi incluso le regaló a Aznar un caballo.
Pablo Casado fue el asistente de Aznar en esa operación. Luego, cosas de la
derecha, celebraron su asesinato).
4.
Chávez no legó a Maduro los equilibrios nacionales y
regionales que construyó, que eran políticos,
económicos y territoriales. Eran una construcción personal en un país que salía
de tasas de pobreza del 60% de la población cuando llegó Chávez al gobierno.
Hay cambios que necesitan una generación. Ahí es donde la oposición pretende
estrangular a Maduro, con problemas mal resueltos como las importaciones, los
dólares preferenciales o las dificultades para frenar la corrupción que
desembocan en desabastecimiento. Sin embargo, Maduro supo reeditar el acuerdo
“cívico-militar” que tanto molesta a los amigos del golpismo. Algo
evidente, pues Estados Unidos siempre ha dado los golpes buscando apoyos en
militares autóctonos mercenarios o desertores. El ejército en América Latina
solo se entiende en relación con Estados Unidos. Les han formado, sea en
tácticas de tortura o en “lucha contrainsurgente”, sea en el uso de las armas
que les venden o en el respeto debido a los intereses norteamericanos. En
Venezuela, los mismos que formaron a los asesinos de la Escuela Mecánica de la
Armada argentina o que sostuvieron al asesino Pinochet lo tienen complicado (el
asalto por parte de mercenarios vestidos de militares a un cuartel en Carabobo
buscaba construir la sensación de fisuras en el ejército, algo que a día de hoy
no parece que exista). Igual que ha comprado militares, Estados Unidos
siempre ha comprado jueces, periodistas, profesores, diputados, senadores,
presidentes, sicarios y a quien hiciera falta para mantener a América como su
“patio trasero”. El cártel mediático internacional siempre le ha cubierto
las espaldas. Es la existencia de Estados Unidos como imperio lo que ha
construido el ejército venezolano. Los nuevos oficiales se han formado en el
discurso democrático soberano y antiimperialista. Son mayoría. Hay también una
oficialidad -la mayoría ya jubilándose- que se formó en la vieja escuela y sus
razones para defender la Constitución venezolana serán más particulares. Las
deficiencias del Estado venezolano afectan también al ejército, aún más en
zonas problemáticas como las fronteras. Pero los cuarteles en Venezuela
están con el Presidente constitucional. Y por eso es aún más patético escuchar
al demócrata Felipe González pedir a los militares venezolanos que den un golpe
contra el gobierno de Nicolás Maduro.
5.- A esas dificultades de heredar los equilibrios estatales y los acuerdos en la región (la amistad de Chávez con los Kirchner, con Lula, con Evo, con Correa, con Lugo), hay que añadir que la pugna de Arabia Saudí con el fracking y con Rusia, hundió los precios del petróleo, principal riqueza de Venezuela. Esta inesperada caída del precio del petróleo colocó al gobierno de Maduro en una situación complicada (es el problema de los “monocultivos”. Basta para entenderlo pensar qué ocurriría en España si se hundiera un 80% el turismo por causas ajenas a ningún gobierno. ¿Sacaría Rajoy siete u ocho millones de votos en una situación así?). Maduro ha tenido que reconstruir los equilibrios de poder en un momento de crisis económica brutal.
5.- A esas dificultades de heredar los equilibrios estatales y los acuerdos en la región (la amistad de Chávez con los Kirchner, con Lula, con Evo, con Correa, con Lugo), hay que añadir que la pugna de Arabia Saudí con el fracking y con Rusia, hundió los precios del petróleo, principal riqueza de Venezuela. Esta inesperada caída del precio del petróleo colocó al gobierno de Maduro en una situación complicada (es el problema de los “monocultivos”. Basta para entenderlo pensar qué ocurriría en España si se hundiera un 80% el turismo por causas ajenas a ningún gobierno. ¿Sacaría Rajoy siete u ocho millones de votos en una situación así?). Maduro ha tenido que reconstruir los equilibrios de poder en un momento de crisis económica brutal.
6.- La oposición en Venezuela
lleva intentando dar un golpe de Estado desde el mismo
día que ganó Chávez. Venezuela fue el mascarón de proa del cambio continental.
Acabar con Venezuela es abrir la espita para que ocurra lo mismo en los sitios
donde aún no ha regresado el neoliberalismo. A las oligarquías les molestan los
símbolos que debilitan sus puntos de vista. Pasó con la II
República en 1936, pasó en Chile con Allende en 1973. Acabar con la Venezuela
chavista es regresar a la hegemonía neoliberal e, incluso, a las tentaciones
dictatoriales de los años setenta.
7. Venezuela tiene además las
reservas de petróleo más grandes del mundo, agua, biodiversidad, el Amazonas,
oro, coltán -quizá la reserva más grande del mundo de coltán-. Los mismos que han llevado la
destrucción a Siria, a Irak o a Libia para robarles el petróleo, quieren hacer
lo mismo en Venezuela. Necesitan ganarse previamente a la opinión pública
para que el robo no sea tan evidente. Necesitan reproducir en Venezuela la
misma estrategia que construyeron cuando hablaban de armas de destrucción
masiva en Irak. ¿O no se creyó mucha gente honesta que había armas de
destrucción masiva en Irak? Hoy, aquel país antaño próspero es una ruina. Quien
se creyó aquellas mentiras del PP, que mire cómo está hoy Mosul. Enhorabuena a
los ingenuos. Las mentiras siguen todos los días. La oposición puso una bomba
al paso de policías en Caracas y todos los medios impresos publicaron la foto
como si la responsabilidad fuera de Maduro. Un helicóptero robado lanzó
granadas contra el Tribunal Supremo y los medios lo silencias. Son actos
terroristas. De esos que abren portadas y los telediarios. Salvo cuando suceden
en Venezuela. Un referéndum ilegal en Venezuela “presiona al régimen hasta
el límite”. Un referéndum ilegal en Catalunya es un acto cercano al delito de
sedición.
8.- El cártel mediático
internacional ha encontrado un filón. Se trata de una reedición del miedo
ante la Rusia comunista, la Cuba dictatorial o el terrorismo internacional
(nunca dirán que el ISIS es una
construcción occidental financiada con capital norteamericano principalmente).
Venezuela se ha convertido en el nuevo demonio. Así se les permite acusar de
“chavistas” a los adversarios y les evita hablar de la corrupción, del
vaciamiento de las pensiones, de la privatización de los hospitales, las
escuelas y las universidades o de los rescates bancarios. Mélenchon, Corbyn,
Sanders, Podemos o cualquier fuerza de cambio en América Latina son
descalificados con la acusación de chavistas, ahora que acusar de comunistas o
de etarras tiene poco recorrido. El periodismo mercenario lleva años con esa
estrategia. Nadie nunca ha explicado qué política genuinamente bolivariana va
en los programas de los partidos de cambio. Pero da lo mismo. Lo importante es
difamar. Y gente de buena voluntad termina creyendo que hay armas de
destrucción masiva o que Venezuela es una dictadura donde, curiosamente, todos
los días la oposición se manifiesta (incluso atacando instalaciones militares),
donde los medios critican libremente a Maduro (no como en Arabia Saudí,
Marruecos o Estados Unidos) o donde la oposición gobierna en alcaldías y regiones.
Es la misma táctica que construyó durante la guerra fría el “peligro
comunista”. Por eso en España, con Venezuela, tenemos una nueva Comunidad
Autónoma de la que solamente falta que nos digan al final de los telediario el
tiempo que va a hacer en Caracas ese día. De cada cien veces que se dice
“Venezuela”, noventa y cinco sólo buscan distraer, ocultar o mentir.
9.- Venezuela tiene un problema
histórico que no ha resuelto. Al carecer de minas durante la
colonia, no fue un Virreinato, sino una simple capitanía general. El siglo XIX
fue una guerra civil permanente, y en el siglo XX, cuando se empezó a construir
el Estado, ya tenían petróleo. El Estado venezolano siempre ha sido
rentista, carente de eficacia, agujereado por la corrupción y rehén de las
necesidades económicas de los Estados Unidos acordadas con las oligarquías
locales. El choque entre la Asamblea y la jefatura del Estado actual
debiera haberse zanjado jurídicamente. Señales de la ineficiencia vienen siendo
evidentes desde hace tiempo. El rentismo venezolano no se ha superado.
Venezuela redistribuyó la renta del petróleo entre los más humildes, pero no ha
superado esa cultura política rentista ni ha mejorado el funcionamiento de su
estado. Pero no nos engañemos. Brasil tiene una estructura jurídica más
consolidada y el Parlamento y algunos jueces han dado un golpe de Estado contra
Dilma Roussef. Donald Trump puede cambiar a la Fiscal General y no pasa
nada, pero si lo hace Maduro, Jefe del Estado igualmente elegido en unas
elecciones, se le acusa de dictador. Una parte de las críticas a Maduro son
tramposas porque olvidan que Venezuela es un sistema presidencialista. Es por
eso que la Constitución permite al Presidente convocar una Asamblea
Constituyente. Gustará más o menos, pero el artículo 348 de la Constitución
vigente de Venezuela faculta al Presidente en esa tarea, igual que en España el
Presidente del Gobierno puede disolver el Parlamento.
10.- Zapatero y otros ex
Presidentes, el Papa, Naciones Unidas vienen pidiendo a ambas partes en Venezuela
que dialoguen. La oposición reunió en torno a siete
millones de votos (si bien es más complicado que puedan llegar a ese acuerdo en
torno a un candidato o candidata a la Presidencia del país). Maduro, en un
contexto regional muy complicado, con fuertes estrecheces económicas que
afectan a la compra de insumos básicos, incluidas medicinas, ha juntado ocho
millones de votos (aunque sean siete, según las declaraciones tan
sospechosas del Presidente de Smarmatic, que acaba de firmar un contrato millonario
en Colombia). Venezuela está claramente dividida. La oposición, como otras
veces, ha optado por la violencia y luego no entiende que Maduro sume tantos
millones de apoyos. Si en España un grupo quemase centros de salud, quemase
escuelas, disparara contra el Tribunal Supremo, asaltara cuarteles, contratara
a marginales para sembrar el terror, impidiese con formas de lucha callejera el
tránsito e, incluso, quemase vivas a personas por pensar diferente ¿alguien se
extrañaría que la ciudadanía votase en la dirección contraria a esos locos?
11.- Fracasada la vía violenta,
a la oposición venezolana le quedan dos posibilidades: seguir con la vía
insurreccional, alentada por el Partido Popular, Donald Trump y la extrema
derecha internacional, o intentar ganar en las urnas. Estados Unidos sigue
presionando (en declaraciones a un semanario uruguayo, el Presidente Tabaré
dijo que votó para expulsar ilegalmente a Venezuela del Mercosur por miedo a
las represalias de los países grandes). 57 países de Naciones Unidas han
exigido que se respete la soberanía de Venezuela. Como Estados Unidos no logra
mayoría para forzar a Venezuela, insiste en inventar espacios (como la
Declaración de Lima, sin ninguna fuerza jurídica porque no han conseguido
mayoría en la OEA). La derecha mundial quiere acabar con Venezuela, aunque
eso le cueste sangre y fuego a la población venezolana. Por eso algunos
opositores, como Henry Ramos-Allup, han llamado al fin de la violencia.
Venezuela tiene en el horizonte elecciones municipales y regionales. Es el
escenario donde la oposición debiera demostrar esa mayoría que reclaman. Venezuela
tiene que convocar esas elecciones y es una oportunidad excelente para medir
electoralmente las fuerzas. Porque, de lo contrario, el choque que estamos
viendo se enquistará y se convertirá en una gangrena terrible. ¿A quién le
interesa una guerra civil en Venezuela? No nos engañemos. Ni al PP ni a Trump
le interesan los derechos humanos. Si así fuera romperían con Arabia Saudí, que
va a decapitar a quince jóvenes por manifestarse durante la Primavera Árabe, o
dan latigazos a las mujeres que conducen; o con Colombia, donde van 150
asesinados por los paramilitares en los últimos meses; o en México, donde se
asesina cada mes a algún periodista y aparecen fosas comunes con decenas de
cadáveres. Penas de 75 años están pidiendo en Estados Unidos contra
manifestantes contra las políticas de Trump. Venezuela se ha convertido en
España en la 18 Comunidad Autónoma sólo porque el Presidente Rajoy ha tenido
que comparecer como testigo por la corrupción en su partido. Es más airoso
hablar de Venezuela que de la corrupción de los 800 cargos del PP imputados.
Hay ingenuos que les creen. ¿Qué dirán ahora que el grueso de la oposición
ha aceptado participar en las elecciones regionales? El pacto entre el PSOE y
Podemos en Castilla-La Mancha ha sido presentado por la derecha manchega como
el comienzo de la venezonalización de España. Cuánta caradura y cuánta
estupidez. Hay gente que les cree. Mientras, el PP guarda silencio ante, por
ejemplo, las persecuciones que la dictadura monárquica marroquí hace en España
de los disidentes políticos, o encarcela por orden del dictador Erdogan a un
periodista crítico con la dictadura turca. ¿Nos va a decir alguien que a estos
gobiernos les interesan los derechos humanos?
Conclusión:
no hace falta comulgar, ni mucho menos, con Maduro y su manera de hacer las
cosas, para no aceptar el golpe de estado que se quiere construir en Venezuela.
Estamos hablando de no volver a cometer los mismos errores creyéndonos las
mentiras que construyen los medios. Venezuela tiene que solventar sus
problemas dialogando. Y es evidente que tiene problemas. Pero dos mitades
enfrentadas no van a ningún lado monologando. Aunque a una parte le apoyen los
países más poderosos del ámbito neoliberal. Ni el PP ni la derecha quieren
diálogo. Quieren que Maduro se entregue. ¿Y cree alguien que los ocho
millones de votantes de la Asamblea Constituyente se iban a quedar de brazos
cruzados? El nuevo gobierno les reprimiría e, incluso, les asesinaría. Los
medios dirían que la democracia venezolana se estaría defendiendo de los
enemigos de la democracia. Y volvería a haber gente ingénua que les creería. Desde
el resto del mundo, en nombre de la democracia, bastan dos cosas: exigir y
alentar el diálogo en Venezuela, y entender que sería bueno no permitir ni al
PP ni a las derechas internacionales, empezando por Donald Trump, reeditar una
de sus miserias más horribles que consiste en sembrar
dolor en otros sitios para ocultar el dolor que construyen en nuestros propios
países.
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