“La dura realidad de los países del Triángulo del Norte es que
dependen de las remesas enviadas por los inmigrantes residentes en Estados
Unidos, puesto que representan 10,
17 y 18% del PIB de Guatemala, El Salvador y Honduras respectivamente. La reducción de las remesas recibidas
por las familias centroamericanas exacerbaría entonces el caos social caracterizado
por la indigencia, la pobreza y la violencia. El margen de maniobra de los
países del Triángulo del Norte es
extremadamente estrecho debido a la reducida recaudación fiscal promedio (16% del PIB), que imposibilita
incrementar el gasto público para crear oportunidades de empleo para los
migrantes ilegales. La corrupción de las autoridades públicas que
recaudan principalmente sobre los impuestos indirectos, demuestra la
imposibilidad de recaudar más fondos por medio del mayor cobro sobre las
ganancias del capital trasnacional”.
“La corrupción política es apoyada por Washington a través de los
programas financiados por la Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional, que promovió recientemente los golpes de Estado de Manuel Zelaya en Honduras y Otto Pérez
Molina en Guatemala. En consecuencia, los gobiernos centroamericanos no
pueden implementar reformas económicas en beneficio de las mayorías sociales,
mientras sus instituciones políticas se encuentren bajo la tutela de Estados
Unidos. Además de la insignificante
recaudación fiscal, los gobiernos centroamericanos no pueden reducir
sustantivamente el enorme gasto militar a causa de las exigencias de Washington que demanda la destinación
de sus fondos al combate contra las redes criminales. Por ejemplo, el gasto
militar de Honduras
y El Salvador está por encima del 6% del PIB, cifra que supera el gasto militar
como proporción del PIB de todos los países latinoamericanos”.
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La
dura e inhumana realidad de cientos de miles de centro-americanos (El Triángulo
del Norte) Honduras, El Salvador y Guatemala, en condición de inmigrantes
ilegales que son devueltos a sus respectivos países, desde Estados Unidos hoy está
originando una grave crisis humanitaria, en países donde la corrupción ha
logrado copar las instituciones y destruye a la política, países donde no hay
alternativas de "nuevas" formas de desarrollo" todo lo
contrario, "amarradas", "atadas" a los viejos modelos del
extractivismo y la absoluta dependencia desde los nuevos modelos creados por la
globalización - el proceso de Deslocalización
Empresarial - miles de empresas norteamericanas se reubicaron en estos
países, persiguiendo mano de obra barata, en especial de la juventud, y
recursos naturales saqueados y a precios baratos y hoy representan los nuevos
países que producen en miles los "nuevos esclavos
asalariados del siglo XXI"- cientos de miles de jóvenes sin
derechos sociales, cero laborales y condenados a formas inhumas de explotación.
Es una de las causas de la migración, pero hoy, todo regresa a cero y se pondrá peor porque el
MURO del sr. Trump también está contra ellos.
***
CENTRO AMÉRICA ARDE EN LLAMAS.
El triángulo del Norte y la crisis Humanitaria.
*****
Ulises Noyola Rodríguez.
ALAI.
Jueves 3 de agosto del 2015.
ALAI AMLATINA, 03/08/2017.-
La crisis humanitaria en los países centroamericanos del Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala
y Honduras) podría recrudecerse durante la presidencia de Donald Trump, quien desea incrementar
la deportación de inmigrantes ilegales y detener el flujo migratorio
proveniente de Centroamérica por medio de la construcción de un muro fronterizo,
la firma de acuerdos de seguridad y la reducción de la ayuda económica.
La administración de Donald Trump deportó, en sus primeros
cien días de gobierno, a 56,315 inmigrantes ilegales, cantidad que se encuentra
por debajo de las deportaciones realizadas por el ex presidente Barack Obama durante el mismo período
en 2016[1].
A diferencia del gobierno anterior, el arresto de inmigrantes ilegales para
proceder después con su deportación creció sustancialmente, lo cual allanó el
camino para la expulsión masiva de centroamericanos.
La deportación masiva de inmigrantes
centroamericanos, sin embargo, tiene el potencial de debilitar el poderío de la
industria estadounidense de alimentos, ya que no contaría con una mano de obra
sobreexplotada que continuamente necesita renovarse con cuadros jóvenes por las
condiciones inhumanas en sus lugares de trabajo. El conflicto se ha resuelto
hasta el momento por medio del otorgamiento de visas de trabajo para el sector de
la agricultura, pero evidentemente no alcanzarán a cubrir a todos los
trabajadores centroamericanos[2].
Si el número de deportaciones adquiere
una escala masiva en Estados Unidos en los próximos meses, los gobiernos
centroamericanos se verán obligados a recibir crecientemente a migrantes
ilegales en medio de una crisis humanitaria. Lo anterior se confirma con la
terrible situación económica de los países miembros del Triángulo del Norte, que tienen los índices de pobreza extrema más
elevados en América Latina[3].
La dura realidad de los países del
Triángulo del Norte es que dependen de las remesas enviadas por los inmigrantes
residentes en Estados Unidos, puesto que representan 10, 17 y 18% del PIB de Guatemala, El Salvador y Honduras respectivamente[4].
La reducción de las remesas recibidas por las familias centroamericanas
exacerbaría entonces el caos social caracterizado por la indigencia, la pobreza
y la violencia.
El margen de maniobra de los países del
Triángulo del Norte es
extremadamente estrecho debido a la reducida recaudación fiscal promedio (16%
del PIB), que imposibilita incrementar el gasto público para crear
oportunidades de empleo para los migrantes ilegales. La corrupción de las
autoridades públicas que recaudan principalmente sobre los impuestos
indirectos, demuestra la imposibilidad de recaudar más fondos por medio del
mayor cobro sobre las ganancias del capital trasnacional.
La corrupción política es apoyada por Washington
a través de los programas financiados por la Agencia de los Estados Unidos para
el Desarrollo Internacional, que promovió recientemente los golpes de Estado de Manuel Zelaya en Honduras y Otto Pérez
Molina en Guatemala. En consecuencia, los gobiernos centroamericanos no
pueden implementar reformas económicas en beneficio de las mayorías sociales,
mientras sus instituciones políticas se encuentren bajo la tutela de Estados
Unidos.
Además de la insignificante recaudación
fiscal, los gobiernos centroamericanos no pueden reducir sustantivamente el
enorme gasto militar a causa de las exigencias de Washington que demanda la destinación de sus fondos al combate
contra las redes criminales. Por ejemplo, el gasto militar de Honduras y El
Salvador está por encima del 6% del PIB, cifra que supera el gasto militar como
proporción del PIB de todos los países latinoamericanos[5].
La doble cara de Washington en sus
fuertes demandas al gasto militar se refleja en su casi nula aportación de 630 millones de dólares a la Alianza para
la Prosperidad, mientras que los países del Triángulo del Norte aportaron 2,900 millones de dólares para la
conformación del 80% del fondo en 2107[6]. Los países centroamericanos se
encuentran así aislados y desprotegidos para cambiar su penosa situación
económica ante el desinterés de Washington.
Adicionalmente, los gobiernos centroamericanos
ya son presionados por el presidente Donald
Trump, quien solicitó una disminución del 30% en la ayuda económica de la Alianza para la Prosperidad
correspondiente a 2018. La asistencia económica se reducirá a 460 millones de
dólares y podría disminuir aún más próximamente, ya que la continuidad del
apoyo económico está condicionada a la cooperación de los países
centroamericanos en la deportación de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos.
Cabe destacar que más de la mitad de la
contribución estadounidense a la Alianza
para la Prosperidad se destina al fortalecimiento del aparato bélico de los
países centroamericanos a través de la Iniciativa
de Seguridad Regional de Centroamérica[7]. Esta estrategia solamente ha contribuido a
militarizar todo el territorio centroamericano a costa de aumentar la
violencia, la represión y la persecución de la población.
Asediados por las masacres sociales
y la terrible situación económica,
los centroamericanos siguen siendo obligados a abandonar su país de origen
debido a las continuas extorsiones, las amenazas de muerte y los altos índices
de violencia. Dichos factores mantienen a la región del Triángulo del Norte como el territorio más violento de América Latina
a pesar de la inexistencia de una guerra comparable a los conflictos en Medio
Oriente.
En contraste con el fortalecimiento del
aparato militar, el gobierno de Donald Trump no tomará acciones decisivas para
desarticular el tráfico de drogas que tiene como destino a los consumidores
estadounidenses. La región del Triángulo del Norte seguirá teniendo una
importancia geoestratégica para el narcotráfico, ya que representa un
importante corredor del tráfico de drogas entre América del Sur y Estados
Unidos.
La deportación de migrantes ilegales,
por consiguiente, beneficiará a las organizaciones criminales trasnacionales
como las maras, organización que se dedica al tráfico de drogas, la venta
ilícita de armas y la extorsión de personas y empresas principalmente en
Centroamérica. La razón por la cual sucederá esto es porque los
centroamericanos deportados engrosan las filas de las organizaciones criminales
trasnacionales con una mano de obra barata, con lo cual se acrecentará la
violencia en los países centroamericanos.
Lo más atroz vendrá para los migrantes
si se llegara a concretar la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, ya que la
experiencia ha demostrado que la construcción de muros únicamente promueve la
creación de rutas más mortíferas y riesgosas hacia los puntos de destino, con
lo cual se engrandece el poder y la influencia de los traficantes de personas[8].
A pesar del silencio de los grandes
medios de comunicación sobre los acontecimientos de los pequeños países de Centroamérica, indudablemente son ellos los que
sufren con mayor violencia la dominación de Estados Unidos. Y el futuro que depara a los
centroamericanos dependerá fundamentalmente de la resistencia de los
movimientos sociales contra la política migratoria de Donald Trump.
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Ulises Noyola
Rodríguez es Colaborador del Centro de
Investigación sobre la Globalización.
[1] The Washington
Post. Immigration
arrests soar under Trump; sharpest spike seen for noncriminals. Fecha
de publicación: 2017.
[2]
New York Times. Los productores de California apoyaron
a Trump, pero ahora temen perder jornaleros. Fecha de publicación: 2017.
[4]
Inter-American Dialogue. El triángulo de la desesperación de
Centroamérica. Fecha de publicación: 2017.
[5]
Banco Interamericano de Desarrollo. Los costos del
crimen y de la violencia. Fecha de
publicación: 2017.
[6] Atlantic
Council. Building a better future: A Blueprint for Central America’s Northern Triangle.
Fecha de publicación: 2017.
[7] Congressional
Research Service. U.S. Strategy
for Engagement in Central America: Policy Issues for Congress. Fecha
de publicación: 2017.
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