QUE ES LA GEOPOLÍTICA.- La 'geopolítica es el estudio de los
efectos de la geografía (humana y física) sobre
la política internacional y las relaciones internacionales. La geopolítica es un método de estudio de
la política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento
político internacional a través de variables geográficas.1 Es una ciencia que se ocupa del estudio de la causalidad espacial de los
sucesos políticos y de los próximos o futuros efectos de los mismos. Se
nutre especialmente de otras disciplinas de envergadura tales como la historia,
las relaciones internacionales, la geografía política, la ciencia política y
sociología. Realiza el estudio del medio ambiente, de acuerdo a sus características económicas,
culturales y recursos de un estado.
La
geopolítica se centra en el poder político en relación con el espacio
geográfico. En
particular, las aguas territoriales y el territorio terrestre en correlación
con la historia diplomática. Académicamente,
la Geopolítica analiza la historia y las ciencias sociales con referencia a
la geografía y la política. Fuera de
la academia, el pronóstico geopolítico es ofrecido por una variedad de grupos,
incluyendo grupos sin fines de lucro, así como por las instituciones privadas
con fines de lucro (tales como empresas de consultoría). La "geopolítica crítica" reconstruye las teorías
geopolíticas clásicas, mostrando sus funciones políticas e ideológicas para las
grandes potencias durante y después de la era del imperialismo. El término se
ha utilizado para describir un amplio espectro de ideas, desde "un sinónimo
de relaciones internacionales, fenómenos sociales, políticos e
históricos".
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LA DISPUTA GEOPOLÍTICA.
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Sofía Scasserra.
ALAI.
América Latina en Movimiento.
Sin lugar a dudas el
mundo está convulsionado. O ya a esta altura es una locura pensar que
está, sino más bien vive en un estado permanente de cambio y convulsión
producto de la aceleración de la economía y el desarrollo tecnológico. Lo
cierto es que, desde el siglo pasado, la historia experimentó cambios
constantes que llevaron el devenir al escenario de hoy día: un escenario donde
el propio modelo capitalista neoliberal está en jaque, con sus bases
fundamentales tambaleando mientras la economía exige nuevas agendas
liberalizadoras para afianzar el modelo. Sin lugar a dudas, estamos
frente a una encrucijada que se puede resolver con más neoliberalismo, con un
modelo nuevo que provenga de un nuevo líder mundial, o pensando una economía
distinta e inclusiva entre todos.
La transformación productiva.
Desde el ejemplo de la
fábrica de alfileres de Adam Smith muchas cosas han pasado a nivel económico
que hicieron mutar al capitalismo. Vivimos tres revoluciones
industriales, todas ellas marcadas por transformaciones productivas y
transformaciones laborales como contraparte. Lo cierto es que los
trabajos de hoy no son los empleos de antaño ni las empresas son iguales.
La fragmentación de la cadena productiva y la globalización, así como también
la era de la comunicación y las finanzas, dejaron el terreno preparado para lo
que ya hoy día es una realidad: un nuevo modelo productivo que tiene como su
mayor trofeo empresas físicamente inexistentes.
¿Cómo se explica esto?
Las grandes empresas transnacionales han logrado modelos de negocios
sostenidos en las finanzas y el uso y manejo de datos y no tanto en la
producción de bienes y servicios físicos en la economía. El verdadero
negocio hoy está en el manejo del dinero virtual y de los datos que almacenan
las empresas en sus servidores, vendiéndolos, comprándolos, haciendo publicidad
segmentada, desarrollando y alimentando algoritmos y produciendo inteligencia
artificial para poder, cada vez más, producir una nueva gama de productos
inteligentes… o como se los suele llamar, “el internet de las cosas”.
Una realidad que se va
moldeando son grandes empresas trasnacionales con domicilio en lejanos (y no
tanto) paraísos fiscales, sin empleados, que fomentan a “emprendedores” a ser
sus propios jefes, utilizando sus portales y sus conveniencias para poder
encontrar empleo en la economía global. En este sentido, vemos cada vez
más, en los diversos sectores de la economía, cómo la cadena productiva se
desmiembra poco a poco hasta llegar al trabajador, que hace ya tiempo dejó de
ser empleado en relación de dependencia. El paradigma UBER llegó
aceleradamente a todos los sectores.
En este contexto, la
economía de los últimos años podía analizarse por regiones: un Norte global en
crisis luego de que explotara la burbuja de las hipotecas subprime en EEUU, explosión que llegó por el
sistema financiero a los grandes centros económicos. Europa con baja tasa
de empleo, con el problema del terrorismo dentro de sus fronteras, y sin
mercados donde localizar sus productos. EEUU, aun hoy día, no logra
encontrar la salida y el descontento por la economía provocó un viraje político
inesperado.
Asia, con China a la
cabeza, no dejó de crecer. Supo encontrar su lugar y ser el motor que
sostuvo todo el sur global, incluido África. El liderazgo creciente de
China, producto de su transformación económica y su poder de mercado, hizo que
el mundo virara su mirada hacia el Este gigante, que cobra un protagonismo
creciente. China pasó a ser en los últimos años la economía con mayor PIB
mundial, si no tomamos a Europa como un todo, y el problema de balanza de pagos
con EEUU provocó una guerra silenciosa entre ambos países.
América Latina fue la
otra región que debe ser vista por separado. Ciertamente supo crecer e
incorporar grandes masas a la clase media mundial, con un boom de consumo en la
región nunca antes visto. Estas nuevas clases medias demandaron cada vez
más y mejores servicios a la política local, no siendo suficiente para
satisfacerlas el nivel de crecimiento del PIB regional. Bien podría
decirse que la demanda superó la capacidad de oferta de la región, coartando la
capacidad política de los gobiernos.
Los hechos políticos y la agenda
comercial.
La realidad económica
tuvo su correlato político, y vimos en los últimos años una América Latina que
viró del populismo y la economía keynesiana, hacia el neoliberalismo y los
gobiernos de derecha. Una Europa debilitada por el Brexit y otras
manifestaciones políticas con gobiernos contrarios a la Unión Europea.
Finalmente el descontento ante la incapacidad del gobierno demócrata de volver
a encauzar la economía con su promesa de libre mercado, hizo a Trump ver una
oportunidad política de armar una campaña electoral contra el libre comercio en
lo discursivo y ganar las elecciones en EEUU, nombrando nuevos enemigos comunes
a los ya históricos de ese país, como lo es China.
¿Qué pasó con el
comercio internacional? Ciertamente, cuando asumió Trump, las
negociaciones se paralizaron por un instante al ver al presidente
norteamericano patear el tablero del Tratado Trans-Pacífico. Pero las
empresas y esta nueva economía de datos necesitaban de las nuevas reglas
comerciales que sigan homogeneizando a las naciones soberanas a fin de
aprovechar ventajas comparativas y lograr el ansiado dumping social a la
baja. La agenda de comercio electrónico siguió tomando fuerza, puesto que
ésta es la clave para lograr una economía completamente liberalizada y afianzar
de una vez y para siempre el modelo neoliberal que tanto desean los grandes
conglomerados empresarios.
La confusión que se
generó dejó una imagen de Trump como “anti libre comercio”, que demostró ser
falsa al tener negociaciones comerciales que seguían vigentes como el TISA o el
TTIP y las reglas en torno a la OMC, entre otras. Respecto de estas
últimas, en la pasada ministerial de Buenos Aires en diciembre de 2017, la
estrategia del gobierno norteamericano dejó en claro la voluntad de impulsar el
libre comercio bilateral o regional por sobre el multilateral, cuando el
negociador norteamericano abandonó las negociaciones antes de que concluya la
reunión, en un claro mensaje de no querer impulsar negociaciones multilaterales
y ceder espacios de poder a los países del sur global en general y China en
particular.
Lo cierto es que la
realidad económica superó la voluntad empresaria, y el TTIP no logró su
aprobación, quedando sepultado en la historia. No así el TTP que en marzo
del 2018 volvió a firmarse en Santiago de Chile, sin EEUU.
El modelo neoliberal,
sostenido en el tejido legal de las negociaciones en torno al comercio
internacional y la protección de inversiones, parece estar dando manotazos de
ahogado frente a una realidad económica que lo supera y al descontento popular
de las grandes masas.
Entonces, ¿qué es lo que se avecina?
China, la encrucijada y después.
La realidad es que China
se viene perfilando como la nueva gran potencia mundial. El mercado de
masas que posee supo ganarle a la crisis mundial y China se llevó puesto
todo. Pero, ¿qué significa un nuevo mundo donde China dicte las reglas de
juego? Difícil es saberlo. Lo cierto es que hoy día es capitalista
no neoliberal. Es capitalismo, sí, pero no como el que estábamos
acostumbrados. Es un capitalismo con el mercado como base, con fuerte
presencia estatal y control tanto de las empresas como de las personas.
En este contexto es que se gestan nuevas reglas comerciales en torno a la
regulación doméstica, las empresas estatales, los monopolios y el comercio
electrónico. China aseguró que para el año 2030 esperan ser líderes en el
desarrollo de inteligencia artificial y AliBaba es hoy día la empresa de venta
al por menor que más factura a nivel mundial, habiendo desbancado a Walmart que
había ocupado ese cargo durante décadas.
En cuanto a acuerdos
comerciales se refiere, China viene impulsando una estancada Asociación
Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), un acuerdo que
intenta posicionar al país como el líder del comercio internacional en la
región asiática. El acuerdo, si bien continúa su negociación, no parece
ir hacia buen puerto y aún falta un largo camino por recorrer.
Las reglas comerciales,
en los distintos ámbitos donde se negocian, parecen estar estancadas sin
rumbo. Si bien China tiene las de ganar, hace pensar que, en el fondo, el
problema que suscita es que la ciudadanía se cansó de decir una y otra vez que
no quiere acuerdos comerciales que pongan trabas a la soberanía de las
naciones. Probablemente sea el momento propicio para que juntos pugnemos por un nuevo modelo de
comercio internacional con la inclusión como eje de discusión y no los negocios
corporativos.
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Sofía Scasserra es Investigadora y Docente, Instituto del
Mundo del Trabajo Julio Godio-UNTREF, Asesora en Temas Económicos y de Comercio
Internacional FAECYS - UNI Américas. Twitter
@SofiaScasserra.
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