PARA QUE SIRVEN LOS PARAISOS FISCALES.- Minimizar, banalizar, negar. La estrategia de Luis “Toto” Caputo en el Congreso fue
desconocer el impacto de los paraísos fiscales tanto en la economía global como
en sus cuentas privadas relegándolos a un lugar accesorio, marginal. Los
argumentos que usó no son nuevos. Según
el ministro de Finanzas, las guaridas fiscales son legales, equivalentes a
una “caja de seguridad”, garantía de
“seguridad jurídica”. Nada más lejos de la realidad.
A
John Christensen, cofundador de Tax Justice Network (TJN), la organización líder mundial en la lucha contra el mundo offshore, las palabras de Caputo le asombran, pero no lo sorprenden.
“Los Papeles de Panamá
y los papeles del Paraíso dejaron en claro que la absoluta
mayoría de las empresas fantasma que operan en paraísos fiscales fue creada
para la evasión y elusión fiscal, para ocultar conflictos de interés y otras
actividades ilegales. El hecho de que se le dé una pátina de legalidad para
proteger a los perpetradores de estos delitos refleja el grado de corrupción
que alimenta todo el mundo de los paraísos fiscales”, indicó a Pagina/12.
Las multinacionales son responsables de un 60 por ciento de los
flujos ilícitos, seguidos por las grandes fortunas, el
uno por ciento que se lleva el 82
por ciento de la riqueza mundial, según la ONG
con sede en Oxford, OXFAM. El crimen
organizado y la corrupción política, centro de la cobertura mediática y la producción
televisiva global, van muy por detrás (menos del cinco por ciento global).
En todo caso, lejos de ser un fenómeno marginal de la economía mundial o
argentina, el universo offshore es central en ambas.
A nivel global, el cálculo que hace el semanario británico The
Economist es que
concentran unos 21 billones de dólares,
más que el PIB de Estados Unidos. La
cifra es una aproximación dada la naturaleza opaca del mundo offshore (TJN habla de 30
billones), pero los efectos devastadores
que tiene sobre el planeta están a la vista. El más importante evento económico de la posguerra, la debacle
global de 2008, tuvo uno de sus pilares
en las empresas
fantasma y registros contables paralelos que tenían bancos y entidades
financieras en guaridas fiscales.
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PIRATAS
DEL SIGLO XXI. LA GUARIDAS OFFSHORE.
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Los destinos favoritos de los evasores y delincuentes
son Bahamas, Islas Vírgenes Británicas, Malta, Saint Kitts and Nevis, Aruba,
Panamá, Bermudas, Trinidad y Tobago y las Islas Caimán. Crean sociedades
offshore con la intención de ocultar activos y simular operaciones ficticias
que permitan eludir el pago de impuestos, lavar dinero y facilitar la
canalización de pagos de sobornos.
Rodolfo Bejarano Bernal
Página/12 domingo 29 de abril del
2018.
Cada vez
vamos conociendo más acerca de los territorios que conforman una de las
regiones más exóticas y desconocidas –al menos para quienes vivimos en el Sur–
de nuestro continente: la subregión Caribe. Pero no por sus paradisíacas playas
y atractivos turísticos, sino porque muchas de sus islas son mencionadas en
cada nueva revelación que sale a la luz como parte de las investigaciones del
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas
en inglés), que viene trabajando en la recopilación y análisis de las
filtraciones más importantes de los últimos tiempos sobre cuestiones fiscales y
tributarias.
Ya no
resulta sorprendente escuchar que Panamá, Aruba, Islas Caimán o Bermudas hayan
sido paradas obligatorias de aquellos que han querido burlar a las leyes de sus
países y encontraron el refugio perfecto para acumular la riqueza obtenida por
medios lícitos o ilícitos; aunque, por el simple hecho de recurrir al
secretismo y a la opacidad que ofrecen, esos regímenes generan dudas sobre el
origen del dinero.
Según ICJ,
los destinos favoritos de los evasores y delincuentes son Bahamas, Islas
Vírgenes Británicas, Malta, Saint Kitts and Nevis y Aruba, a los cuales se
suman jurisdicciones como Panamá, Bermudas, Trinidad y Tobago y las Islas
Caimán, donde resulta bastante expeditivo crear sociedades offshore con la
intención de ocultar activos y simular operaciones ficticias que permitan
eludir el pago de impuestos, lavar dinero y facilitar la canalización de pagos
de sobornos.
Muchos de
esos territorios están involucrados en los escándalos de corrupción que han
sacudido recientemente la región latinoamericana, ya sea porque son usados para
esconder el dinero en cuentas pertenecientes a la banca internacional, apéndice
de los grandes centros financieros globales, o porque se mantiene en reserva la
información comercial y societaria sobre aquellas empresas creadas a modo de
“fachada”, con la finalidad de que no se sepa quiénes son los verdaderos
dueños, lo cual es particularmente útil para aquellos funcionarios corruptos
que no quieren ser detectados.
Pero la
existencia de esas guaridas no es producto de una simple casualidad o de una
decisión propia de la política fiscal de los gobernantes de aquellos
territorios. Muchas de estas pequeñas islas ya eran utilizadas desde hace un
par de siglos como refugio de piratas y corsarios, que atacaban a los barcos
que circulaban en pleno auge del saqueo de la riqueza de las nuevas tierras o
“indias occidentales” hacia el viejo continente. Los países enemigos de
España en esa época avalaron las incursiones de estos personajes y
establecieron a esos territorios como sus colonias; de ahí que muchas de ellas
son, o han sido, jurisdicciones pertenecientes a la corona británica.
Las guaridas.
Con la
expansión de la globalización, junto con el desarrollo de las tecnologías de
comunicaciones y la profundización de la desregulación neoliberal, permitieron
la libre movilidad de los capitales como nunca antes, y esos territorios se
fueron convirtiendo en los puertos preferidos para modernos criminales que
encontraron la forma de continuar con el legado dejado por los pillos de mar,
aunque ahora vestidos de saco y corbata. El poder empresarial, los
especuladores financieros y políticos de todo el mundo fueron legitimando la
existencia de esas “guaridas” por medio de normas internacionales y marcos
legales nacionales que se adecuaron a los intereses de los centros financieros
globales –principalmente Wall Street y City of London– y a los objetivos de
aquellos que pretendían tener un lugar donde poder acumular tranquilamente su riqueza.
Según la
organización INTERNACIONAL OXFAM, son
seis los territorios caribeños que están dentro de la lista de las 15 guaridas
fiscales más agresivas del mundo financiero, encabezando la lista Bermudas e
Islas Caimán, ambos territorios pertenecientes al Reino Unido. Un poco más
abajo en el ranking los acompañan Curazao, Bahamas, Barbados e Islas Vírgenes
Británicas, todos ellos, excepto Curazao, vinculados al reino británico. Hay
que tomar en cuenta que Bahamas y Barbados no se independizaron sino hasta hace
pocas décadas, aunque la dependencia económica los mantiene alineados a las
pretensiones de la City. Sin embargo, no hay que olvidar que los grandes
jugadores de este juego y los que ponen las reglas finalmente, son países como
Suiza, Estados Unidos, Países Bajos, Singapur, Luxemburgo, Alemania, entre
otros, y son los que ostentan el mayor índice de secretismo financiero,
indicador medido por la Tax Justice Network.
La
característica común que tienen esos territorios, además de que el impuesto a la
renta personal y a la renta corporativa simplemente es inexistente, es la
absoluta confidencialidad que ofrecen sobre la identidad de la persona o
empresa que es propietaria de una cuenta, lo que está protegido por leyes de
secreto bancario, permitiendo así evitar que se conozca quienes están detrás de
operaciones que puedan resultar sospechosas en el marco de investigaciones
realizadas en algún otro país. Algo muy conveniente para los defraudadores,
lavadores y corruptos.
Otra ventaja
utilizada por corruptos y corruptores es la facilidad con la que se pueden
crear empresas fantasmas o de papel con la intención de camuflar una
transferencia de dinero producto de un soborno por alguna actividad económica
que pueda justificar la emisión de facturas por algún bien o servicio otorgado,
aunque éste nunca haya existido. Esta figura era muy utilizada por la empresa
brasileña Odebrecht para realizar los pagos de sobornos a los funcionarios que
les eran útiles para sus propósitos, para ganar licitaciones de contrataciones
millonarias en obras en casi todos los países de la región en que operaban. Al
mismo tiempo, estas empresas artificiales pueden a su vez ser socias de otras
empresas y así sucesivamente, hasta crear tal número de capas que resulta casi
imposible rastrear las operaciones y determinar quién es el verdadero
beneficiario.
Reforma indispensable.
Lo que se
pierde en recursos por concepto de fuga de recursos que van a parar hacia esos
territorios offshore es un monto nada despreciable, sobre todo considerando que
el 75 por ciento de los pagos de corrupción a nivel internacional se mueven a
través de empresas registradas en guaridas fiscales, según la organización
Transparencia Internacional. Por otro lado, las Naciones Unidas calculan que
por delitos de corrupción se pierden 2,6 billones de dólares cada año, lo que
equivale a más del 5 por ciento del PIB mundial, recursos que bien podrían
servir para financiar los programas necesarios para atender las necesidades más
apremiantes de las poblaciones y lograr un avance significativo hacia el logro
de los Objetivos del Desarrollo Sustentable.
Las
filtraciones y revelaciones de las que hemos sido testigos han sido bastante
importantes para conocer cómo es que operan los piratas modernos, sin embargo
lo que ha salido a la luz es solo una pequeña muestra de todo lo que se esconde
bajo los mantos de secretismo y ocultamiento de información. El Intercambio
Automático de Información con fines tributarios, los Reportes Corporativos País
por País y la publicación de los Registros de Beneficiarios Finales de
Sociedades son la mejor manera de avanzar hacia la eliminación de esta lacra,
pero lo que se ha hecho hasta ahora es insuficiente y parece que tampoco hay
voluntad de ir más allá.
Muy poco se
puede hacer mientras que instancias como la OCDE sean las responsables de
determinar cuáles son las jurisdicciones que puedan ser consideradas como
guaridas fiscales.
En su más
reciente reporte, la OCDE reporta solo a Trinidad y Tobago como una
“jurisdicción no-cooperativa”, dejando por fuera de tal clasificación a las ya
conocidos guaridas fiscales y dificultando, de esta forma, el accionar de
países en desarrollo que quieran tomar medidas para detener los flujos
financieros ilícitos.
Una
iniciativa importante para contrarrestar el problema del uso de guaridas
fiscales para sostener la corrupción, es la que Ecuador impulsó en 2017 cuando
aprobó la ley que prohíbe que funcionarios públicos puedan estar vinculados a
cuentas y bienes en guaridas fiscales, algo que debería ser replicado por otros
países.
Desde la Red
Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd) consideramos
necesario tomar acciones que lleven a una verdadera reforma del sistema
financiero internacional en un marco de participación democrática global, que incorpore
a todos los países –como la creación de un Tax Body en el seno de Naciones
Unidas–, que acabe con la opacidad y elimine los incentivos perversos que
alientan el uso indebido de la función pública por parte de funcionarios que, en lugar de trabajar
por el bien de los electores, lo único que hacen es engrosar sus cuentas a
costas de los menos favorecidos.
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*
Coordinador de Investigaciones de la Red Latinoamericana sobre Deuda,
Desarrollo y Derechos (Latindadd). Ha publicado recientemente Privilegios a
cambio de nada, un análisis sobre los incentivos fiscales en la
región. Servicio Informativo Alai-amlatina.
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