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"La pregunta en este punto tan sensible es: ¿por qué no se invierte en estas dos industrias, que son madres de muchísimas otras? Así lo supo y lo probó Juan Domingo Perón hasta que fuimos aquel país poderoso y respetado, y complejísimo, pero en esencia justo, que acabó bombardeado por la brutalidad reaccionaria, produciendo una matazón que acaso no les perdone toda la justicia divina junta. Hoy el dilema ya se perfila, por encima de los silencios; de perderse las elecciones el año que viene, en el Paraná se perfeccionará la entrega y el canal Magdalena quedará clausurado para siempre. El litio, el oro, la plata, el cobre, el petróleo de nuestro subsuelo tendrán dueños que no serán nuestro pueblo. Y en la Patagonia acaso se inicie la etapa final y trágica de la partición de la Argentina en dos estados (por lo menos): uno al Norte y otro al Sur del paralelo 41. Véase el mapa que ya circula en internet".
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ARGENTINA:
ELOGIO DEL SILENCIO INEXPLICABLE.
¿Cómo salir de la Sociedad del Silencio? Acaso ¿es el Drama de América Latina?
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Por
Mempo Giardinelli.
Página/12
martes 19 de julio del 2022.
Frente al
posible mal resultado, a mediano y largo plazo, de la fantasía del "hidrógeno verde" que
le habrían transmitido al presidente Alberto Fernández su canciller y su exministro Kulfas --y a casi todo
el poder político de la provincia de Río
Negro-- son pertinentes algunas
precisiones que van más allá de los comentarios
irónicos de quienes abaratan asuntos
porque son playitos o cipayos.
Y la primera
precisión es subrayar el silencio del poder. Tan macizo que genera preguntas ineludibles, que
en sí mismas fungen como acusaciones. ¿Es
que en lo referido al Paraná y el Canal Magdalena el silencio pertinaz de las
autoridades encubre la entrega de nuestra soberanía y es por eso que "de
eso no se habla"? ¿Cómo se explica que quienes deben custodiar la soberanía,
inexplicablemente sigan callando y miren para otro lado?
El
drama de la Argentina no se expresa solamente en el hambre de millones de personas, ni en la
inflación que el gobierno no se atreve a
detener (porque no se atreve, sinceremos la cuestión, pues de lo
contrario ya se habrían derogado
por lo menos las Leyes de Entidades Financieras y de Inversiones Extranjeras).
El drama es
pavoroso de por sí, y hace rato se debía haber firmado lo que hay que firmar
para empezar de una vez un camino diferente de esta deriva patética que padecemos 47 millones de argentinos y
argentinas que no
pertenecemos al cuarto de millón de
ricos, especuladores, fugadores, terratenientes y contrabandistas. O sea, esa caterva de dueños de casi todo
y también de la voz y del silencio.
En medio de ese porfiado mutismo, lo más tremendo que se avizora en el horizonte es la entrega de la soberanía nacional, sobre todos nuestros bienes y recursos estratégicos. Esos que casi todas las naciones del mundo cuidan como oro puro en sus territorios. Y que en la Argentina garantizaron crecimiento y bienestar popular hasta que milicos y civiles traidores, asesinos y cipayos desbarataron todo. Que todo hay que decirlo y en voz alta cuando se hacen los sordos.
El presidente Fernández se encuentra "callado, ausente" dentro de la sociedad del silencio, sobre problemas regionales, en relación a los Recursos Naturales.
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Por eso no cabe el silencio
en la lucha por recuperar la soberanía plena sobre
el río Paraná y el canal Magdalena, como no se silencian
los compatriotas que en Jujuy y el Noroeste repudian la extracción de litio
de manos de extranjeros que no les dejan ni un mango, y como ahora
en la Patagonia y en cada provincia los
negociados cipayos. Ahí está el fuerte repudio que en la provincia de Río Negro contradijo
al alegre anuncio presidencial y al desvergonzado séquito político de la
gobernadora Carreras,
que entrega 625.000 hectáreas a
la empresa australo-británica pero a la vez la "obliga"
a pagar anualmente 1,50 dólares por cada hectárea que se mantenga
ociosa. Y no es chiste. Y encima pasando por alto la Ley de Tierra rionegrina y la legislación que protege a la meseta Somuncurá de toda acción
industrial humana porque es una región
fundamental del centro sur rionegrino, donde habitan especies en peligro de extinción
y año tras año se sueltan cóndores.
Quizás por
eso las únicas voces de oposición
al proyecto han surgido por parte de
las comunidades
mapuches, y de investigadores e intelectuales de las universidades
de Río Negro y Comahue:
"Quienes formamos parte de la comunidad científica y universitaria de Río Negro, investigadoras, estudiantes, docentes y personal no docente, graduadas de las universidades nacionales e institutos terciarios de la provincia de Río Negro, reconocemos la urgente necesidad de una transición. Pero no de cualquier transición, sino de una que apunte hacia un nuevo sistema que ponga en el centro la vida, la de los seres humanos y la del resto de los seres vivos con los que compartimos el planeta", expresa el texto que difundieron la semana pasada.
El documento
afirma que ninguno de los proyectos en danza aporta una "real
solución al problema".
"En
el mejor de los casos, apuntan a un aspecto importante pero parcial del mismo,
el de las emisiones de CO2, sin abordar otras cuestiones ambientales como la degradación de ecosistemas, la ocupación de territorios
y el desplazamiento compulsivo de poblaciones de
comunidades originarias y rurales, la pérdida de diversidad
biológica y cultural, la generación de residuos,
y ni hablar de las cuestiones sociales".
Y añaden que
la producción a gran escala de hidrógeno verde para
exportación (se habla de más
de dos millones de toneladas
anuales)
"impactará
negativamente sobre los territorios, ya que requiere la instalación de tres o
cuatro parques eólicos, un número indeterminado de electrolizadores, plantas
productoras de amoniaco, plantas desaladoras, etc., en áreas ambientalmente
sensibles, como la meseta de Somuncurá, las costas de los ríos Limay y Negro, o el
Golfo San Matías".
Las
prevenciones no son inútiles ni exageradas, dados los efectos de la avanzada
de gente de Fortescue Future
Industries (FFI) adquiriendo campos actualmente productivos, para la instalación
de futuros parques eólicos.
Así lo reconoció incluso el presidente de la
Sociedad Rural del Valle del Chubut, Ricardo Iriani, quien manifestó
que
"hay preocupación entre los productores y vecinos, por el vaciamiento de los campos en la provincia de Chubut. Ya se han vendido 10 o 12 campos que podrían llegar a ser 140.000 hectáreas a compradores australianos". Así lo dijo en referencia a campos ubicados al nordeste de la provincia, desde Península Valdés al sur, hasta el Paralelo 42.
En estos
contextos en los que el silencio no es salud, asombra que el gobierno
nacional haga silencio acerca de todo esto, mientras se tolera a
las mafias privatizadoras, los astilleros están amenazados y
el infame decreto 949/20 sigue vigente e intocable. Y es más extraño aún, e inexplicable, que el presidente Fernández siga en silencio en estas materias
de soberanía, mutismo que acaso lo colocaría, de hecho, consintiendo las
entregas.
Y a la vez,
para colmo, cabe recordar que tampoco se debate el papel estratégico de los ferrocarriles que hay que recuperar en
la Argentina con urgencia,
pues además de tener una red todavía en buena
medida reactivable traerá aparejado el florecimiento de la industria
ferroviaria, que en nuestro país fue fabulosa y puede
volver a serlo. Como igualmente sucede con la otra industria fenomenal que tuvimos y sigue en pie y es
imprescindible repotenciar: la industria naviera, ejemplificada
en la recuperación plena del Astillero
Río Santiago, que es emblemático
de decenas de otros astilleros recuperables y que es urgente relanzar.
La pregunta en este punto tan sensible es: ¿por qué no se invierte en estas dos industrias, que son madres de muchísimas otras? Así lo supo y lo probó Juan Domingo Perón hasta que fuimos aquel país poderoso y respetado, y complejísimo, pero en esencia justo, que acabó bombardeado por la brutalidad reaccionaria, produciendo una matazón que acaso no les perdone toda la justicia divina junta.
Hoy el dilema
ya se perfila, por encima de los silencios; de perderse las elecciones el año que viene, en el Paraná se perfeccionará la entrega
y el canal Magdalena quedará clausurado para
siempre. El litio, el oro, la plata, el cobre, el
petróleo de nuestro subsuelo tendrán dueños
que no serán nuestro pueblo. Y en la Patagonia acaso se inicie la etapa final y trágica de
la partición de la Argentina en dos estados (por
lo menos): uno al Norte y otro al Sur del paralelo 41.
Véase el mapa que ya circula en internet.
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