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"Inflación argentina Nuestro país tiene una de las inflaciones más altas del mundo. Ríos de tinta se han gastado en la controversia sobre sus causas, exacerbado al presente por el nivel que en autoengaño llamamos “alta inflación”, hiperinflación para el resto del mundo. La alta inflación tiene características totalmente diferentes a las inflaciones menores al 10 % anual, es otra dimensión. El haber convivido con inflación por generaciones no nos permite comprender que ya el 10 % anual es un problema serio. Para combatir la alta inflación no sirven las recetas que —mal o bien— intentan países importantes con monedas propias de reserva internacional, que no tiene la Argentina.
"La corriente ortodoxa se reduce a repetir que la emisión monetaria es la principal causa de inflación. No es así, pero en alta inflación el déficit fiscal la retroalimenta. El peso no funciona como reserva de valor, por lo que la monetización de déficit presiona sobre las escasas reservas. Muchos economistas heterodoxos culpan a las grandes empresas de ser la causa de la alta inflación. El argumento es que las grandes empresas aceleran la inflación con el objetivo de tener mayores ganancias sabiendo que ello desestabiliza al gobierno del FdT y lo llevaría a perder las elecciones de 2023. No es un misterio que las grandes empresas no quieren gobiernos populares que mellen sus ganancias, pero ¿son “la causa” o aprovechan que el gobierno les haya dejado la oportunidad servida? No es lo mismo.
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INFLACIÓN MUNDIAL Y NACIONAL.
Causas del proceso
inflacionario.
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Por Jorge Molinero | 30/11/2022 | Economía.
Fuente Rebelión miércoles 30 de noviembre
del 2022.
La inflación actual tiene características diferentes a
la estanflación (estancamiento con
inflación) de los años ’70. La actual no es de demanda y los niveles de deuda son mucho más altos. Si se llegasen a dominar las tensiones inflacionarias por
las consecuencias de la ómicron y a estabilizar
los precios de granos y petróleo —en
caso de terminar o continuar la guerra
en Ucrania sin desbordes
apocalípticos— quedará la presión sobre los precios mundiales del desacople entre China y Estados Unidos, proceso de mayor alcance que recién comienza a
observarse en la caída de exportaciones
de chips avanzados y equipos
relacionados al país asiático.
Estados Unidos deberá utilizar otras fuentes
de abastecimiento incluidas la producción propia para
todo el amplio abanico de productos
chinos que contienen chips norteamericanos. Pero todas esas fuentes alternativas son más caras por
el mayor costo de la mano de obra y
las cuantiosas inversiones y escala de producción en China, país que hoy representa casi el 30 % de la producción
industrial mundial frente al 16 % de Estados Unidos.
Inflación mundial
Luego de un
largo período de baja inflación, incluida deflación en algunos países el año de la pandemia, ha vuelto a crecer fuertemente en 2022 como consecuencia de la guerra
Rusia-Ucrania. Comparemos la inflación para
2018/2021 con doce meses a octubre 2022.
Inflación países importantes seleccionados.
País |
2018 |
2019 |
2020 |
2021 |
A
OCT.2022 |
China |
1,9 |
4,5 |
-0,3 |
1,8 |
2,1 |
Japón |
0,9 |
0,5 |
-0,9 |
0,5 |
3,7 |
Francia
|
1,9 |
1,6 |
-0,2 |
3,3 |
6,2 |
Estados
Unidos |
1,9 |
2,1 |
1,5 |
7,4 |
7,7 |
Alemania
|
1,7 |
1,5 |
-0,7 |
5,7 |
10,4 |
Reino
Unido |
2,1 |
1,3 |
0,6 |
5,4 |
11,1 |
Italia |
1,2 |
0,5 |
-0,3 |
4,2 |
12,6 |
Rusia |
4,3 |
3,0 |
4,9 |
8,4 |
12,7 |
Ucrania
|
9,8 |
4,1 |
5,0 |
10,0 |
21,5 |
El FMI estima una inflación
del 9,1 % para el mundo
en 2022. Dentro de los países
seleccionados, en 2019 —primer año completo de la guerra comercial— la inflación más
elevada fue la de China, pasando de 1,9 a 4,5 %. Luego, en el primer
año de pandemia la caída de la actividad económica produjo deflación
en varios países y una reducción menos
significativa en Estados Unidos. El 2021
se comienzan a sentir las tensiones
entre la mayor demanda (los involuntarios ahorros acumulados de los
hogares en 2020) y las restricciones de oferta (incluidos fletes)
resultado de la desorganización
productiva y distributiva en China por el Covid. En 2022 es la guerra en Europa, que afecta mucho a Ucrania y Rusia, pero también
a las principales economías europeas.
La inflación en
Estados Unidos es significativamente superior a la de China,
su principal proveedor comercial.
En Europa
está producida por el desacoplamiento con Rusia
resultado de la guerra, mientras el beneficiado es Estados
Unidos
que exporta más
armas, cereales y parcialmente reemplaza el gas ruso con gas comprimido más caro enviado en barcos. La actual inflación en Estados
Unidos está muy influida por la disminución de la oferta
china resultado de la política de cero Covid con que el gobierno chino enfrenta
el brote de
ómicron, los elevados
derechos arancelarios (acero,
aluminio, etc.), impuestos a los bienes
importados desde el país oriental
desde 2018 y el incipiente
desacoplamiento en chips avanzados con todas sus derivaciones. Ómicron ha
limitado en 2022 exportaciones chinas por
más de dos meses desde el importantísimo
puerto de Shanghái y los brotes actuales
siguen bloqueando producciones y
exportaciones.
Por otro
lado, la inflación en los países en desarrollo varía entre el 4,7 % en Asia emergente;
28,3 % Europa emergente incluyendo Turquía (que subió del 36 %
en 2021 al 72 % estimado para 2022); y 14,6 % América Latina y Caribe donde descuellan Venezuela (del 686 al 220 %) y la Argentina (del
51,4 a 95 %).
Estados Unidos trata su inflación como originada por la expansión de la demanda causada por salarios, atacándola con mayores tasas de interés para producir un aumento de la desocupación (la no más vigente curva de Phillips) y el cese de una puja donde los salarios ya estaban perdiendo. Pero parte significativa de los bienes industriales que consume Estados Unidos proviene de otros países, especialmente China y otros asiáticos. Mayores tasas de interés terminarán por doblegar la inflación, pero el costo en desocupación y caída de producción será mayor porque esta inflación no es resultado de la puja precios-salarios internos, sino de desacoplamientos de oferta externa. Si este será el costo en Estados Unidos en un intento de “aterrizaje suave”, el resultado de las altas tasas de interés para los países en desarrollo será la repetición de la “década perdida” de los ’80 para Latinoamérica. Y ello sería especialmente duro para los países que tienen alta inflación con alta deuda externa, con muchas probabilidades de “aterrizajes forzosos”.
Inflación argentina
Nuestro país
tiene una de las inflaciones más altas del mundo.
Ríos de tinta se han gastado en la controversia
sobre sus causas, exacerbado al presente por el nivel que en autoengaño
llamamos “alta inflación”, hiperinflación para
el resto del mundo. La alta inflación tiene características totalmente diferentes a
las inflaciones menores al 10 % anual, es otra dimensión. El haber convivido con inflación por generaciones no nos
permite comprender que ya el 10 % anual es un problema serio. Para combatir la alta inflación no sirven
las recetas que —mal o bien—
intentan países importantes con monedas propias de reserva internacional, que no tiene la Argentina.
La corriente
ortodoxa se reduce a repetir
que la emisión
monetaria es la principal causa de inflación. No es así, pero en alta inflación el déficit fiscal la retroalimenta. El peso no funciona como reserva de valor, por lo que la monetización de déficit presiona sobre las escasas reservas.
Muchos
economistas heterodoxos culpan a las grandes
empresas de ser la causa de la alta inflación. El argumento es que las grandes empresas aceleran la inflación
con el objetivo de tener mayores ganancias sabiendo que ello desestabiliza al gobierno del FdT y lo
llevaría a perder las elecciones de 2023.
No es un misterio que las grandes
empresas no quieren gobiernos
populares que mellen sus ganancias,
pero ¿son “la
causa” o aprovechan que el gobierno les haya dejado la oportunidad
servida? No es lo mismo.
La mayoría de
los países se caracteriza por una alta concentración económica. Sin embargo, países con similar oligopolización
no tienen alta inflación como la
Argentina. La característica de los oligopolios
es tener la mayor tasa de ganancia
compatible con su demanda, con precios
superiores a los de competencia perfecta. Logrado esto no varían los precios. Los abusos de los oligopolios se controlan con apertura comercial si no hay restricción
externa, o con controles de precio si se dispone de poder efectivo. La Argentina no
tuvo inflación al menos desde 1993 hasta 2001 cuando la convertibilidad dominó
los precios con la apertura comercial
irrestricta y eran casi los mismos oligopolios que ahora.
Conocemos las
fallas de la convertibilidad: las reservas de dólares que garantizaron el 1 a 1
se lograron malvendiendo los activos estatales, la inflación inercial condujo
a la apreciación del peso de más del 50 % (1991 y 1992) y la consiguiente desintegración industrial y su secuela de
desocupación y marginalidad que
desembocó en la crisis de fin de 2001 cuando
se acabaron los dólares.
Los precios al consumidor en GBA aumentaron un 87,8 % los 12 meses a octubre 2022, el rubro alimentación lo superó (92,1 %), con casos notorios de oligopolización, pero el pico fue en verduras (122,8 %). Otros rubros subieron más: restaurantes (105,9 %) y vestimenta (128,9 %). Verduras, restaurantes y vestimenta no son oligopólicos. Cuando la inflación crece todos los empresarios, desde oligopólicos hasta peluquerías, aumentan por expectativas, y no es “maldad intrínseca”, sino lógica empresaria pura, especulación basada en décadas de experiencia de la cual no pueden salir por sí mismos. El gobierno tiene que actuar con inteligencia y firmeza para desactivar esa aceleración. La oligopolización no es “la causa” de la inflación, o no la única. Los sectores oligopólicos aprovechan su peso para desestabilizar un gobierno que no representa sus intereses si este no tiene un plan claro de cómo controlar el desmadre de precios o poder institucional para hacer cumplir sus decisiones.
La inflación en la Argentina desde los años ’40 del siglo
pasado es básicamente el indicador de la lucha por la distribución del ingreso entre las distintas
fracciones del capital y de este con el trabajo organizado en sindicatos. En la puja precios-salarios los distintos gobiernos buscaron anclar el tipo
de cambio para reducir la inflación con lo que al abaratarse el dólar aumentan las importaciones hasta que no hay
más reservas y se produce una devaluación con recesión, para reiniciar el
ciclo. El momento actual es más crítico
por el nivel de endeudamiento externo demencial con el Fondo y privados que nos
legó el gobierno de Cambiemos, endeudamiento que solo sirvió para facilitar la fuga de divisas.
Cambiemos dejó una inflación del 52,9 %, cayó al 34,1
% en 2020 y volvió a empinarse al 51,4 % en 2021 para alcanzar el 87,8 % a octubre. Las expectativas inflacionarias son el acelerador enfermizo de la alta inflación y son independientes del tamaño de las
empresas. Al del 51,4 % de 2021 se suman los
aumentos del precio de la energía importada y de
los alimentos exportados. Durante varios meses no tuvimos superávit comercial.
Es mucho más fácil subir precios que reconquistar participación con paritarias e, inclusive, las exitosas solo exacerban
las expectativas de profecías autocumplidas de mayor inflación.
Para evitar
una maxi devaluación es correcto tener varios tipos de cambio, por ejemplo, el
dólar turista que está por
sobre el paralelo. Pero sabemos que todos los que tienen excedentes en pesos buscan el dólar más barato, acaparando
importaciones mucho más allá de las necesidades operativas, y los ilícitos
de la sub-declaración de exportaciones, la sobre-declaración de importaciones y el contrabando. Es la restricción externa la que nos impide
dominar la inflación con competencia externa como se hizo en la convertibilidad,
aunque al costo que ya conocemos. Los dólares genuinos deben venir de un incremento
importante de las exportaciones de recursos energéticos y mineros, ya que
la estructura atrasada de la industria
no lo lograría. Además, ello evitaría el chantaje
agrario.
Para frenar
una creciente espiralización, el gobierno intenta
reducir la inflación con el acuerdo de precios hasta marzo, básicamente con
grandes empresas de alimentación. Al mismo tiempo busca aumentar las reservas del BCRA (en octubre se logró un superávit comercial de 1.800 millones) mientras ruega que la obra del gasoducto que ligará Vaca Muerta al área metropolitana esté operando en
junio de 2023,
sustituyendo importaciones y más
adelante generando exportaciones (Brasil/gasoducto y mundo/gas comprimido en Bahía
Blanca). Lo primero sustituiría
importaciones antes de las elecciones.
Sin reservas, la lucha contra la
inflación es mucho más ardua.
Bastante más
adelante el gas y otros recursos naturales pueden brindar
las divisas que estabilicen la situación externa limitando el chantaje de las exportaciones agrarias. Pero el gas, el petróleo, el litio
y otros recursos tienen que ser
explotados con reglas que beneficien al país, participación de empresas
nacionales como YPF, transferencia
de tecnología y supervisión efectiva por
los organismos de control, única forma
de dejar al país una renta importante. Hay que evitar rematar los recursos como
se malvendieron empresas durante la convertibilidad.
La tarea es
dura, difícil y los tiempos muy limitados.
Implica un ajuste al corto plazo para no devaluar desordenadamente conduciendo
a una inflación mayor durante la campaña electoral, lo que garantizaría la
derrota a manos de una derecha antinacional. El tiempo
dirá cómo termina esta pulseada mientras el plano político enfrenta sus propios
desafíos impulsado por una esperanza.
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