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LAS SIETE INCÓGNITAS PARA UN
MUNDO CON 8.000 MILLONES DE HABITANTES. Dos
especialistas analizan cuál será el impacto global del crecimiento de la
población y plantean los desafíos a los que se tendrá que enfrentar la
humanidad
El
mundo ha llegado a los 8 mil millones de habitantes. Y
aunque la tendencia es a la desaceleración, la población podría tocar techo en 2050 con más de 10.000 millones de personas. Llegar
a esta cifra supone una serie de retos sociales y medioambientales para que
este crecimiento sea sostenible. Por otro lado, el
envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad debido a
la falta de incentivo gubernamental a la maternidad encienden las alarmas económicas de la comunidad internacional.
En
el vídeo que acompaña a esta noticia, dos especialistas en desarrollo poblacional
analizan las incógnitas que tendrá que enfrentar la humanidad debido al impacto
del incremento de la población. “La gran preocupación
tiene que ver con la sostenibilidad”, asegura el investigador del Real Instituto Elcano, Mario Esteban. Para el geógrafo
y catedrático de la Universidad de Santiago de
Compostela, Carlos Ferrás, “el gran
desafío es el envejecimiento de la sociedad y la gestión de los movimientos
migratorios hacia los países más envejecidos”.
A
partir de 2023, la India será la nación más poblada del
mundo, superando a China, según el informe de Perspectivas de Población Mundial de las Naciones Unidas. China, el país más poblado del
planeta, se enfrenta ahora a una crisis demográfica con el aumento de la edad
media de la población activa, la ralentización de la economía y el menor
crecimiento demográfico en décadas. Ya India está al
borde de los 1,4 mil millones de habitantes y sigue sumando unos 13 millones de
personas cada año.
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LA
HUMANIDAD SUPERA LOS 8.000 MILLONES DE PERSONAS.
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El
80% del crecimiento demográfico se ha producido según la ONU en países en vías de
desarrollo, sobre todo por la falta de acceso a servicios
de planificación familiar para las mujeres, que
a menudo no pueden decidir si quieren tener hijos ni
cuántos. Los expertos advierten de las consecuencias para la seguridad alimentaria y la crisis ambiental, y sitúa
la igualdad de género en el centro del debate
Por Alejandra
Agudo.
Fuente.
Diario El País lunes 14 de noviembre del 2022.
En lo que
usted tarda en leer esta frase, se han producido 65 nacimientos en el mundo. En ese mismo tiempo, 32 personas habrán fallecido. Eso
supone un crecimiento poblacional de 33 humanos
más en una oración de unos 15 segundos. Y así, a razón de 70 millones personas adicionales al año,
la humanidad
alcanza este 15 de noviembre de 2022 un
total de 8.000 millones
de almas sobre el planeta. Según los datos de la ONU, el 80% de este
incremento demográfico se da en los países en desarrollo. La causa principal es que es donde las mujeres carecen
en mayor medida de servicios de
planificación familiar y, en la práctica, no tienen poder de decisión sobre
si tener hijos, cuándo ni cuántos.
Las
consecuencias de este crecimiento, advierten los expertos, pueden ser
devastadoras si no se satisfacen las necesidades básicas
de todos los que estamos y los que
vendrán; teniendo en cuenta a la vez los perjuicios al medio ambiente. La ONU
ha planteado esta fecha como una
“oportunidad” para atraer la atención ante el reto demográfico. Evita calificar el rápido crecimiento poblacional de problema, pero subraya que pone en riesgo el desarrollo sostenible y coloca en el centro del debate la igualdad
de género.
“Los
46 países menos adelantados se encuentran entre los de más rápido crecimiento
del mundo. Se prevé que muchos de ellos dupliquen su población entre 2022 y
2050, lo que supondrá una presión adicional sobre los recursos y un reto para
la consecución de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS)”, advierten los autores del último informe del
Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).
“Mucha gente vive en la
pobreza, no tiene trabajo ni seguridad alimentaria, y ahora nacen más personas.
Eso aumenta el desafío de satisfacer las necesidades básicas de todos”, analiza
Michael Herrmann, asesor de economía y demografía en UNFPA. Para conseguirlo,
añade el experto, aumentará el consumo, lo que requerirá un incremento de la
producción. “Con el modelo actual, eso tendrá un enorme y dramático impacto
medioambiental”. Pero no hacerlo implicará más conflictos y migraciones
masivas, sostiene.
La familia humana tardó 125 años en pasar de mil a dos mil millones. En 1952,
hace 70 años, el planeta
era ya habitado por 2.500 millones de personas. Desde entonces, la
especie no ha dejado de multiplicarse
y cada vez lo hace más aceleradamente. Los últimos 1.000 millones adicionales se han sumado en solo 12 años. India
fue el que más contribuyó, y superará a China como país más poblado en 2023, a pesar de que este ocupa la segunda posición en términos
de incremento, seguido de Nigeria.
Se espera que los siguientes mil millones tarden aproximadamente 14,5 años (2037).
Y más de la mitad del incremento hasta
2050 se concentrará en ocho naciones: la República Democrática del Congo,
Egipto, Etiopía, India, Nigeria, Pakistán, Filipinas y Tanzania.
La India superará a China en población y
África alimenta el motor demográfico
El Sahel ofrece un buen ejemplo
de los desafíos que plantea el crecimiento demográfico, en opinión de Kathleen Mogelgaard, presidenta
del Population
Institute, con sede en Estados
Unidos.
“Muchos actores están
preocupados por la seguridad en la región y se preguntan cómo garantizarla en
el largo plazo. Los demógrafos señalan que, cuando se tiene una estructura de
edad tan joven, con la mitad de la población menor de 15 años, es muy difícil
para los gobiernos mantener los servicios básicos, y la gente estará en
constante movimiento para tratar de sobrevivir y buscar una vida mejor para sus
familias. Es una respuesta completamente comprensible si se vive en condiciones
peligrosas, en las que no puedes satisfacer tus necesidades”.
Luis Simoes, consultor de World Data Lab, cree, sin embargo, que hay motivos
para el optimismo. Según sus datos, la mitad de los 8.000 millones de personas sobre la Tierra
hoy son “clase consumidora”, es decir, disponen de más de 12 dólares al día (casi
misma cantidad de euros al cambio actual). En 15 años, habrá 1.000
millones de humanos más, pero el número de consumidores aumentará en 2.000 millones.
“Eso es una buena noticia,
significa que va a haber más gente que sale de la pobreza”,
interpreta. “Con la guerra, la covid o
la inflación estamos con la moral baja, pero en algo más de una década, la
gente que va a comprar productos y servicios será un 50% más que en la
actualidad”.
El desarrollo sostenible es satisfacer las necesidades de la gente que vive y de la que nacerá, sin destruir el medio ambiente. Y únicamente se puede lograr si se cambia hacia formas más ecológicas de producir y maneras más conscientes de consumir
Michael Hermann, UNFPA
Esta “novedad positiva” que habla de un
futuro con menos pobres, en términos de Simoes,
puede acarrear problemas de degradación
ambiental si aumenta la producción con el actual modelo, reconoce.
“Las industrias y Gobiernos
tendrán que plantear sistemas que sean sostenibles”. Para Hermann, de UNFPA,
ese es precisamente “el corazón del reto del desarrollo sostenible: satisfacer
las necesidades de la gente que vive y de la que nacerá, sin destruir el medio
ambiente. Y únicamente se puede lograr si se cambia hacia formas mucho más
ecológicas de producir cosas, y maneras mucho más conscientes de consumir”.
Más salud sexual y
reproductiva
Para afrontar lo que la ONU califica de reto o
transición demográfica, no bastará con inventos productivos ecológicos,
sino que se tiene que estabilizar el
crecimiento poblacional. El boom de
las últimas décadas se explica parcialmente por el aumento de la esperanza de vida (nueve años más que en 1990), que
tiene que ver con mejores condiciones
sanitarias y de desarrollo en el Sur
Global, así como la efectividad de
los programas contra la mortalidad materna e infantil en las últimas décadas. “Esta es la parte buena de la historia”, señala Herrmann. La otra cara es la de la desigualdad de género
global, que se traduce en
pocas o nulas opciones de elección por parte de las mujeres a la hora de decidir sobre la maternidad.
“Sabemos que aproximadamente la mitad de los
embarazos en el mundo no son deseados”, analiza Mogelgaard. Esto significa, que 121 millones de mujeres al año no querían ni planeaban
tener esos hijos. “Los esfuerzos por proporcionarles acceso a servicios de
planificación familiar no son suficientes para que puedan determinar si quieren
tener hijos, el número de ellos y cuándo”, lamenta la presidenta del Population
Institute.
La mitad de los embarazos en el mundo,
unos 121 millones, no son deseados
Lo corrobora la estadística de UNFPA, 257 millones de
mujeres que quieren evitar un embarazo no utilizan métodos anticonceptivos modernos
y seguros por falta de acceso. Casi
una cuarta
parte de la población femenina del mundo no tiene ni la opción de decir no a las relaciones sexuales. Ante estas
trabas para ejercer el control de sus
propios cuerpos y la maternidad, el 60% de
los embarazos no deseados acaban en
abortos, de los que casi la mitad
son inseguros.
“Si preguntas cuántos hijos
quieren tener a las mujeres de algunos de los países donde tienen muchos,
probablemente te dirán que dos, quizás tres. Y ahora mismo tienen más de lo que
desean”, asegura Herrmann.
La falta de poder de decisión para evitar tener hijos es una violación
de los derechos humanos de las mujeres,
como lo es el control de la fertilidad
(prohibirles tenerlos) para frenar la
explosión demográfica, sentencia Herrmann. La respuesta respetuosa para reducir la tasa de natalidad
en los países donde es elevada es facilitar servicios de planificación familiar, salud
sexual y reproductiva, que las mujeres necesitan. En definitiva, cubrir una demanda insatisfecha.
Coincide Mogelgaard, que recuerda
que la desigualdad
de género en sentido amplio es la
tarea pendiente para abordar el boom
demográfico.
“Las niñas con menos años de
escolarización tienen mayor riesgo de ser víctimas de matrimonios precoces y
embarazos tempranos”, afirma. La educación y la autonomía económica son, en su opinión, fundamentales
para garantizar que ellas podrán tomar las decisiones sobre sus cuerpos.
Con esta receta –más educación,
autonomía económica y servicios de salud sexual y reproductiva–, hay buenos
ejemplos de reducción de la tasa de
fertilidad (cantidad promedio de hijos por mujer).
“Lo hemos visto en Guatemala: el número medio de hijos era más de cinco por mujer en los ochenta. Hoy es de alrededor de 2,3. En las últimas décadas se ha producido un descenso espectacular de la fecundidad gracias a un esfuerzo concertado del Gobierno y las organizaciones no gubernamentales para ampliar y priorizar los servicios de planificación familiar”, relata Mogelgaard. Así, el país centroamericano está cerca de la llamada tasa de reposición (2,1).
“Etiopía es otro buen
ejemplo”, asegura la experta. Allí, los programas conjuntos de
las autoridades y la sociedad civil no solo han logrado
mejorar los indicadores de salud materna e infantil, sino que la tasa de fertilidad se ha reducido de siete
hijos por mujer
en los noventa a unos cuatro en la actualidad.
“De nuevo, es una agenda
inacabada, pero vemos los progresos”, celebra la máxima responsable del
Population Institute.
Los datos confirman que globalmente las tasas de fertilidad están bajando, sin embargo, la
población sigue aumentando pues, con 2,3 nacidos vivos por mujer,
todavía se supera la llamada tasa de
reposición (2,1 hijos por mujer),
con la que la humanidad se mantendría en
un número estable.
“Al ver las cifras, puede
haber quien piense que los programas de salud sexual y reproductiva no sirven,
pero sí funcionan”, asegura el demógrafo de UNFPA.
África tiene el mayor porcentaje de
crecimiento demográfico del mundo –un 2,5% anual– debido a su elevada
fertilidad. La región subsahariana, donde se espera que la población se
duplique para 2050, los nacimientos por
mujer han descendido de 6,5 a 4,7 en los últimos 30 años. Una bajada, pero todavía
muy por encima de la media.
Dos tercios de la población mundial vive, no obstante, en un país o zona
donde la fecundidad es inferior a 2,1 nacimientos por mujer, principalmente en territorios
desarrollados. De tal modo que la población global seguirá creciendo, impulsada por las elevadas tasas de
Asia y África, pero a un menor
ritmo. En 2080 se alcanzará un pico de 10.400 millones de personas, calcula la
ONU. Una cantidad que se mantendrá estable hasta 2100.
Para que las estimaciones más favorables
sean una realidad y la humanidad no fagocite
hasta la extinción los recursos naturales, financiar e impulsar la agenda de la igualdad de género es clave, insiste Mogelgaard.
“Estados Unidos solía ser un
líder mundial en el apoyo a programas de todo el mundo que proporcionaban
servicios de planificación familiar voluntaria a mujeres y niñas. Y en cierto
modo hemos renunciado a ese liderazgo”, lamenta. Herrmann cree que, en general,
países del norte (como donantes) y del sur (como implementadores de políticas
facilitadoras de la salud sexual y reproductiva) se dan cuenta de que la
igualdad de género es un mandato importante. Pero matiza: “No estoy seguro de
que todos sean conscientes de que la demografía importa mucho para evitar
conflictos y situaciones dramáticas. En algún momento,
tendrán que reconocerlo”.
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