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“Sin embargo, la razón principal por la
que muchos hombres de negocio, políticos, periodistas, académicos y sectores de
la opinión pública, incluso con buena formación
académica, no se preocupan demasiado por la baja calidad de la educación
peruana es porque están convencidos de que para lograr el crecimiento de la - bastan
unas cuantas grandes inversiones privadas extranjeras en la minería u otro
sector de materias primas. Para ellos, si el país logra
atraer a esas grandes inversiones nos vamos a convertir en el muy corto
plazo en un país desarrollado. Esas inversiones traen sus propias tecnologías,
sus propios conocimientos, su propio personal calificado (aunque ciertamente
generan algo de empleo local), y por lo tanto no es necesario que nosotros tengamos
esos conocimientos, esas tecnologías, ni el personal calificado. Nos podemos dar
el lujo de tener colegios, institutos y universidades
de baja calidad, porque no son indispensables para el desarrollo del
país. Incluso nos podemos dar el lujo de tener un poco
de corrupción, no pasa nada, no afectan el crecimiento del país pues
este no depende de estas instituciones educativas sino
de las inversiones extranjeras.
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¿POR QUÉ MUCHAS PERSONAS ACEPTAN PASIVAMENTE LA DESTRUCCIÓN DE LA EDUCACIÓN PERUANA?
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Por: Fernando
Villarán.
Otra
Mirada Lima martes 29 de noviembre del 2022.
Es claro que
una alianza entre los propietarios de universidades de
baja calidad que controlan varios partidos en el Congreso y los dirigentes de
un sindicato populista de maestros que dominan
el Ejecutivo, alianza que cuenta con el apoyo de
algunas sectas religiosas conservadoras y congresistas egresados de
universidades no licenciadas por la SUNEDU, todos ellos, están activamente destruyendo la educación peruana. Los primeros quieren seguir vendiendo títulos sin formación
académica ni conocimientos relevantes, para continuar estafando a la juventud peruana, y los segundos quieren nombramientos y aumentos salariales sin tener
habilidades, competencias ni logros, impidiendo el aprendizaje y progreso de
nuestros niños, niñas y jóvenes.
Todos los indicadores objetivos sobre la situación de la educación en el Perú nos muestran que esta se encuentra en una situación deplorable. Estamos entre los últimos en las pruebas PISA y en los rankings internacionales de universidades e institutos, pasando por las evaluaciones del MINEDU y las investigaciones independientes. Pero en lugar de asumir esta situación y comprometernos todos a mejorar la calidad de la educación peruana en todos sus niveles, la alianza anti educación mencionada se sigue empeñando en que retrocedamos aún más, incrementando la ignorancia, la incultura, la miseria moral y el subdesarrollo.
Lo lamentable de toda esta situación no
es sólo que estos intereses particulares sigan
avanzando y logrando sus objetivos que están degradando la educación peruana,
sino que algunos sectores de la sociedad peruana están dejando que esto
ocurra, sin mover un dedo, sin siquiera pestañar.
Un grupo de personas, con medios
económicos para enviar a sus hijos a colegios, institutos y universidades privadas
de calidad logran asegurar un buen
futuro para sus descendientes. A una parte de ellos no les preocupa demasiado que otros no puedan acceder a esta misma educación.
Ellos piensan: si yo puedo hacerlo, otros también pueden hacerlo, y si no lo hacen es porque no quieren, no son
ambiciosos, son unos fracasados, o porque son ociosos. Este no es mi problema, es un problema del
gobierno, y si no lo puede resolver, tampoco
es mi problema.
Otro grupo de personas están de acuerdo
con que se rebaje la calidad de la educación pues piensan que todos tienen derecho a un título
profesional, técnico o universitario, y que pedir requisitos en conocimientos, competencias, habilidades y
valores para obtenerlo es innecesario. -colonialismo mental que no se debe permitir. Para ellos lo que vale es el título, no los conocimientos, pues éste, por sí mismo, les abre las puertas al empleo público o privado, a los ingresos
que finalmente les permiten alcanzar al
ansiado bienestar personal y familiar.
La realidad es que las personas con títulos de instituciones educativas de baja calidad no obtienen empleo en empresas privadas serias y formales, en instituciones públicas de excelencia (MEF, BCR, SBS, entre otras), ni en ONGs exigentes, sólo logran ingresar al Congreso, el Poder Judicial, a los municipios, a los gobiernos regionales, a los millones de empresas informales que existen en al país, en las que los niveles de exigencia son muy bajos, aunque los sueldos también lo son. Esto último, sumado a la nula formación ética en estas escuelas, institutos y universidades, genera las condiciones para la corrupción rampante que hoy tenemos.
Sin embargo, la razón principal por la
que muchos hombres de negocio, políticos, periodistas, académicos y sectores de
la opinión pública, incluso con buena formación académica, no se preocupan demasiado por la baja calidad de la educación peruana es
porque están convencidos de que para
lograr el crecimiento de la - bastan
unas cuantas grandes inversiones privadas extranjeras en la minería u otro
sector de materias primas. Para ellos, si el país logra atraer a esas grandes inversiones nos vamos a convertir en el muy corto plazo en un país desarrollado. Esas inversiones traen sus propias tecnologías,
sus propios conocimientos, su propio
personal calificado (aunque ciertamente generan algo de empleo local), y
por lo tanto no es necesario que nosotros tengamos
esos conocimientos, esas tecnologías, ni el personal calificado. Nos
podemos dar el lujo de tener colegios,
institutos y universidades
de baja calidad, porque no son indispensables
para el desarrollo del país. Incluso nos podemos dar el lujo de tener un poco
de corrupción, no pasa nada, no afectan el crecimiento del país pues este no depende de estas instituciones
educativas sino de las inversiones extranjeras.
“Esta es una idea muy
generalizada, y también equivocada. Ya hace algunos años Peter Drucker nos
dijo que estamos en la sociedad del
conocimiento, y que este factor
ha superado al capital, al trabajo
y a las materias primas, como
responsable del crecimiento y como principal fuente de la riqueza. Joseph Schumpeter complementó
esta tesis con su aporte: la innovación tecnológica,
es decir, la aplicación del conocimiento a la
producción, junto con la productividad y
el emprendimiento, son los verdaderos motores del desarrollo económico y social. Robert
Solow, a quien le dieron el premio nobel de
economía por ello, probó que el 87% del crecimiento norteamericano se debía a la tecnología, al conocimiento.
Una manera fácil de comprobar lo que estamos afirmando es hacer una lista de los 10 países más desarrollados, y una lista de los 10 países menos desarrollados, más pobres. Nos daremos cuenta que los países en ambas listas tienen en común que fomentan el mercado, respetan la propiedad privada y alientan la inversión extranjera; es decir, estas variables no explican las diferencias entre el desarrollo y el subdesarrollo. Pero en lo que si encontraremos diferencias abismales es que los países más desarrollados tienen colegios, institutos y universidades de excelencia, que invierten grandes cantidades en investigación y desarrollo científico y tecnológico, que sus empresas generan muchas innovaciones, son competitivas y tienen alta productividad, y que sus egresados de las universidades crean emprendimientos intensivos en conocimiento; nada de esto tienen los países más pobres. El conocimiento es la verdadera diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo.
Quizás convenga alejarnos,
aunque sea temporalmente, de las ideas equivocadas que
hemos venido repitiendo en los últimos
años, para poder unirnos y defender
con fuerza y convicción de que la educación de calidad es
la principal herramienta que tenemos
como país para lograr el desarrollo
económico, social, sostenible, y el bienestar de toda nuestra población. Tenemos que parar
en seco el crimen contra el futuro del país que se viene cometiendo en estos
momentos.
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