miércoles, 25 de octubre de 2023

FRANJA Y RUTA: UNA IDEA PARA CONECTAR AL MUNDO DESDE CHINA.

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“Durante el Tercer Foro de la IFR para la Cooperación Internacional, el presidente chino, Xi Jinping, propuso ocho pasos para profundizar la conectividad, la apertura al exterior y el desarrollo de una comunidad global con un futuro compartido interdependiente. Esas medidas consisten en establecer un corredor logístico por Eurasia, desarrollo de la Ruta de la Seda Área, zonas pilotos para cooperación en comercio electrónico, eliminar restricciones para la inversión extranjera en el sector manufacturero y expandir el acceso al mercado de productos digitales, entre otros que marcan un parte aguas en el megaproyecto. El presidente ruso, Vladimir Putin, también presente en la cita, respaldó las propuestas y aseguró que, pese al escepticismo de algunos, Beijing ha logrado importantes resultados en la implementación de la iniciativa.

“Mientras, el secretario general de la ONU, António Guterres, agradeció el compromiso del megaproyecto con el multilateralismo y a favor de países en desarrollo. Desde 2013, la iniciativa se ha convertido en una cuestión estratégica para enlazar y aumentar la cooperación económica, financiera, cultural, científica, educacional y de otros tipos entre naciones de Asia, África y Europa, esencialmente. La inclusión de América Latina y el Caribe (ALC) más tarde, responde al interés de incorporar otros sujetos, promover el multilateralismo y favorecer la creación de infraestructuras.

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FRANJA Y RUTA: UNA IDEA PARA CONECTAR AL MUNDO DESDE CHINA.

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Beijing (Prensa Latina) Unos 10 mil representantes de 151 naciones relanzaron en esta capital la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) en la nueva era como parte de la estrategia china por el multilateralismo y una nueva gobernanza global.

 

Por Isaura Diez

Corresponsal jefe de Prensa Latina en China.

Fuente Prensa Latina martes 25 de octubre del 2023.

Durante el Tercer Foro de la IFR para la Cooperación Internacional, el presidente chino, Xi Jinping, propuso ocho pasos para profundizar la conectividad, la apertura al exterior y el desarrollo de una comunidad global con un futuro compartido interdependiente.

Esas medidas consisten en establecer un corredor logístico por Eurasia, desarrollo de la Ruta de la Seda Área, zonas pilotos para cooperación en comercio electrónico, eliminar restricciones para la inversión extranjera en el sector manufacturero y expandir el acceso al mercado de productos digitales, entre otros que marcan un parte aguas en el megaproyecto.



El presidente ruso, Vladimir Putin, también presente en la cita, respaldó las propuestas y aseguró que, pese al escepticismo de algunos, Beijing ha logrado importantes resultados en la implementación de la iniciativa.

Mientras, el secretario general de la ONU, António Guterres, agradeció el compromiso del megaproyecto con el multilateralismo y a favor de países en desarrollo.

Desde 2013, la iniciativa se ha convertido en una cuestión estratégica para enlazar y aumentar la cooperación económica, financiera, cultural, científica, educacional y de otros tipos entre naciones de Asia, África y Europa, esencialmente.

La inclusión de América Latina y el Caribe (ALC) más tarde, responde al interés de incorporar otros sujetos, promover el multilateralismo y favorecer la creación de infraestructuras.

Unos 20 países latinoamericanos y caribeños firmaron memorandos de entendimiento para ser parte de la iniciativa, sin embargo, la adhesión de la región como un bloque unido no se ha verificado y los acuerdos alcanzados funcionan, sobre todo, en el plano bilateral.



LA ANTIGUA RUTA

La antigua Ruta de la Seda enlazó hace más de dos mil años (hasta el siglo XV) al Imperio chino con Occidente.

El movimiento de mercaderes posibilitó el intercambio comercial, pero también favoreció el religioso, el cultural y el filosófico.

Los aportes a la modernidad de la ruta que se originaba en la ciudad china de Xian están bien documentados.

En esos antecedentes se basó, en septiembre de 2013, el presidente chino para exhortar a los países de Asia Central al rescate de la franja económica de la Ruta de la Seda. Poco después en ese mismo año propuso una guía para lo que denominó Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI.

La mirada hacia el exterior de China comenzó a finales de la década de 1970 con el proceso de Reforma y Apertura que impulsó Deng Xiaoping al frente del Partido Comunista del gigante asiático.

Ya en el 2000, inició un Plan de Desarrollo para la Región Occidental, en busca de progreso para las provincias occidentales, las más pobres del país, al integrarlas como lugares de extracción de recursos mediante la construcción de corredores económicos para conectar esos territorios con otros más avanzados y los países vecinos.

Desde esa perspectiva, el programa podría considerarse como un predecesor de la IFR.

En 2012, Xi ocupó la presidencia y en menos de un año introdujo la Iniciativa que supone una alternativa a la globalización neoliberal y convierte a China en parte de un movimiento global desafiante del modelo occidental.

Debemos tener en cuenta que los objetivos de la política exterior de China defienden intereses y valores nacionales y Asia Central es un área importante de atención geopolítica para Beijing, que fue institucionalizada en la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), de la cual el gigante asiático es fundador y que cuenta con el apoyo de las principales naciones euroasiáticas, entre ellas Rusia.

Con la IFR, el gobierno central favorece además la gobernanza en los territorios más alejados del país a través de su revitalización económico-productiva.



AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Respecto al subcontinente latino-caribeño, los estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) valoran oportunidades de la iniciativa para la región, las facilidades económicas y de inversión, así como sus diferencias en relación con otros proyectos de Estados Unidos y Occidente.

Durante la última década, factores económicos, políticos y geográficos incidieron en que la IFR no se implementara totalmente en América Latina y el Caribe.

El primer factor tiene que ver con las prioridades de la estrategia de China, dirigida principalmente a Asia como zona de influencia natural, y el segundo deriva de la incapacidad latinoamericana y caribeña para dialogar con el gigante asiático como un bloque unido, pese a la alta concertación política alcanzada durante el Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).

Otros motivos tienen que ver con la preferencia por acuerdos bilaterales, la distancia geográfica, la reproducción de relaciones económicas, según la visión centro-periférica, la influencia de Estados Unidos en América Latina y el Caribe, y el poco tiempo de creada la iniciativa.

Uno de los principales atractivos para la región criolla es que las inversiones y préstamos de China no acarrean actitudes hegemónicas.



Beijing excluye la cooptación y no acude a condicionamientos económicos para presionar votaciones políticas, ni apela a intervenciones militares, como sí ha sido práctica en el caso de Estados Unidos, incluso desde fines del siglo XIX y en particular, durante la Guerra Fría.

Para Cuba, su adhesión a la IFR con un Memorando de Entendimiento llegó en 2018.

Durante la visita a China del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ambas partes llegaron a importantes consensos sobre el tema.

En 2021, se firmó un plan de acción específico para implementar la iniciativa en la nación caribeña y en estos momentos se encuentran en el proceso de identificación de los proyectos conjuntos para incluirlos en la IFR.

Los dos países tienen un vínculo sólido de colaboración en varios sectores, con resultados positivos especialmente en el área biotecnológica, la comercialización de productos cubanos en China, el intercambio educativo y el desarrollo del turismo, por citar algunos.

ALC coincidió en señalar que la IFR representa una alternativa para acceder a un nuevo sistema financiero que se corresponderá con un ascendente nuevo orden mundial.

Según datos oficiales, la región aumentó su intercambio comercial con China hasta superar los 300 mil millones de dólares.

La IFR se traduce en oportunidades para diversificar la canasta exportadora hacia el mercado chino, esta última concentrada en los recursos naturales durante la década más reciente.

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