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“Nadie debe permanecer en
silencio ante tanta crueldad”, escribió
sobre la muerte de la joven Amini y la represión
de las protestas, la recién galardonada con el premio
Nobel de la Paz 2023 en una carta recogida por la cadena de televisión ARTE a principios de este mes.
“En la misiva, Mohammadi describía los largos períodos que ha
pasado en completa soledad en celdas de
aislamiento que, según el marido de la activista, solo permiten dar tres pasos
en diagonal; calabozos tan exiguos que ni
siquiera permiten extender los brazos a los lados del cuerpo: “En una celda de aislamiento, el tiempo no existe. Oír
una voz, incluso un susurro, se convierte en un sueño. Cuanto más tiempo pasa,
más te sientes como si estuvieras en una tumba; como si estuvieras atrapada en un pozo (…) Echo de menos a Ali y Kiana [sus hijos mellizos]. Hace más de ocho años que no los veo, pero siempre han
estado conmigo. Espero que el dolor que les ha causado mi ausencia no haya sido
en vano. Espero que, un día, me perdonen”, escribe Mohammadi.
“El
texto concluye: “Estamos luchando por un cambio
histórico desde la República Islámica de Irán
a un gobierno secular basado en los derechos humanos y
la democracia. Permitidnos continuar nuestros esfuerzos; que la
resistencia y la lucha vayan de la mano del amor y del amor por la vida.
Sigamos en pie. Sigamos luchando, demos un paso cada vez y preparémonos para los siguientes”.
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La activista iraní Narges Mohammadi, en una foto sin datar del archivo familiar. MOHAMMADI FAMILY ARCHIVE PHOTOS (VIA REUTERS)
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PREMIO NOBEL DE LA PAZ 2023
PARA LA ACTIVISTA IRANÍ NARGES MOHAMMADI.
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El
Comité noruego reconoce así al “movimiento” nacido en Irán
tras la muerte en 2022 de Mahsa Yina Amini en
defensa de los derechos y libertades de las mujeres
Por Trinidad
Deiros Bronte.
Fuente. El
País. Madrid viernes 6 de octubre del 2023.
El Comité Nobel noruego ha otorgado este viernes el Premio Nobel de la Paz para el año 2023
a la activista iraní por los derechos de las mujeres
Narges Mohammadi (Zanjan, 51 años), por su” “lucha
contra la opresión de las mujeres en Irán” y la promoción de “los derechos humanos y la libertad de todos”. Mohammadi
cumple una pena de más de 10 años de prisión en
el penal de Evin, en Teherán. El galardón ha
sido anunciado desde Oslo por la presidenta de
la organización, Berit Reiss-Andersen, que ha
reconocido la labor de
“todo el movimiento” en defensa de las mujeres en Irán que, entre otras, ejemplifica la hoy galardonada. Reiss-Andersen ha señalado que el Comité Nobel noruego desea a través de este premio que el movimiento de defensa de las mujeres en Irán continúe y no sea derrotado. “Si las autoridades iraníes toman la decisión correcta, la liberarán”, ha señalado la abogada noruega. “De este modo podrá estar presente para recibir este honor, lo que esperamos ante todo”, ha proseguido durante su comparecencia.
El
premio asesta sin duda un nuevo revés al régimen iraní,
presidido hoy por el ultraconservador Ebrahim Raisi y
cuyo líder supremo es el ayatolá Ali Jamenei. La
presidenta del comité, que ha destacado el “coraje” y
la “determinación” de Mohammadi durante su
anuncio, ha señalado, no obstante, a preguntas de la prensa que no es labor de
la organización noruega valorar el impacto que
tendrá este reconocimiento en Teherán.
Mohammadi era una de
las favoritas para el premio y partía en cabeza de una lista final de seis
nominados —de un total de 351 candidaturas—, que
también incluía a la activista afgana Mahbouba Seraj, al Tribunal Internacional de Justicia,
los activistas por los derechos de los pueblos
indígenas Victoria Tauli-Corpuz y Juan Carlos Jintiach, al diplomático
Kyaw Moe Tun y el Consejo Consultivo de Unidad Nacional de Myanmar y al Human Rights Data Analysis Group (HRDAG), una
organización que documenta datos sobre violaciones de los derechos humanos.
El
premio Nobel de la Paz 2023 comenzó su labor en favor de los derechos humanos en la universidad,
mientras estudiaba física e ingeniería. Desde
entonces, hace más de tres décadas, ha reclamado la igualdad
de derechos de las iraníes y denunciado las violaciones de derechos humanos por parte de
la República Islámica de Irán, especialmente respecto a los
presos de conciencia y las minorías. También ha abogado por la democracia, las
elecciones libres y la abolición de la pena de muerte en su país. Mohammadi compatibilizó inicialmente su activismo con
su trabajo como ingeniera en una empresa estatal y las colaboraciones periodísticas en diarios reformistas. En 1998 fue detenida por primera vez. Aquella primera
estancia en prisión duró un año.
En
los 25 años transcurridos desde aquella primera condena, “el
régimen iraní la ha arrestado 13 veces, condenado cinco veces y sentenciado a
un total de 31 años de prisión y 154 latigazos”,
ha subrayado la presidenta del Comité noruego.
Nobel de la Paz para la iraní Narges Mohammadi encarcelada por su lucha en defensa de los Derechos de la Mujer.
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La
activista iraní ejerció también como portavoz y vicepresidenta del
Centro de Defensores de los Derechos Humanos (DHRC), fundado
por otra Nobel de la Paz, la también iraní Shirín
Ebadi —clausurado en 2008 por el
régimen—, una organización en la que contribuyó a prestar asistencia jurídica
gratuita a presos de conciencia.
El precio
que ha pagado Mohammadi por su compromiso con
los derechos humanos ha sido perderlo casi todo. Su trabajo y su carrera en el
ámbito de la ciencia y la tecnología —en 2009 fue despedida del organismo estatal en el que
trabajaba—; su libertad —lleva entrando y saliendo de prisión desde ese mismo
año— y su salud —ha sufrido varios ataques al corazón en la cárcel,
donde se le ha negado la adecuada asistencia médica y se la ha mantenido en
aislamiento durante largos períodos, según Amnistía
Internacional—. El régimen iraní le ha
arrebatado sobre todo el ver crecer a Ali y Kiana,
sus mellizos de 16 años, a los que hace ocho
años que no ve y que viven en el exilio en Francia
con su marido, el también expreso político Taghi
Rahmani, a quien tampoco ha visto en persona desde hace 10 años.
Cuando su familia se marchó de Irán,
Mohammadi decidió quedarse porque consideraba que “era más útil” para su
país que ella siguiera allí, según su esposo. En una entrevista con EL PAÍS en diciembre de 2022, Rahmani
explicó que su esposa llevaba siete meses sin poder hablar por teléfono con sus
hijos. “Ella [Mohammadi] es más firme que yo en cuanto
a nuestros ideales”, dijo Rahmani, que también pasó 14 años en prisión por su
defensa de la libertad en Irán.
Condenada por “difundir
propaganda”
Mohammadi está ahora encarcelada en la celda número 4 del ala de mujeres de la prisión de Evin, condenada por “difundir propaganda contra el Estado”. El pasado 16 de septiembre, cuando se cumplió un año de la muerte de Mahsa Yina Amini y del inicio de las protestas contra el régimen en Irán, Mohammadi quemó su velo en el patio de la cárcel con otras presas. Esa y otras protestas en apoyo de los manifestantes le han valido la apertura de seis nuevas causas judiciales contra ella en siete meses. Los jueces han añadido ya dos años y 3 meses a su condena por mostrar solidaridad con los manifestantes.
“Nadie debe permanecer en silencio ante
tanta crueldad”, escribió sobre la muerte de la joven
Amini y la represión de las protestas, la recién galardonada con el premio Nobel de la Paz 2023 en una carta recogida por
la cadena de televisión ARTE a principios de
este mes.
En la misiva, Mohammadi describía los largos períodos que ha
pasado en completa soledad en celdas de
aislamiento que, según el marido de la activista, solo permiten dar tres pasos
en diagonal; calabozos tan exiguos que ni
siquiera permiten extender los brazos a los lados del cuerpo:
“En una celda de aislamiento, el tiempo no existe. Oír
una voz, incluso un susurro, se convierte en un sueño. Cuanto más tiempo pasa,
más te sientes como si estuvieras en una tumba; como si estuvieras atrapada en
un pozo (…) Echo de menos a Ali y Kiana [sus
hijos mellizos]. Hace más de ocho años que no los veo, pero siempre han estado
conmigo. Espero que el dolor que les ha causado mi ausencia no haya sido en
vano. Espero que, un día, me perdonen”, escribe Mohammadi.
El
texto concluye:
“Estamos
luchando por un cambio histórico desde la
República Islámica de Irán a un gobierno secular
basado en los derechos humanos y la democracia.
Permitidnos continuar nuestros esfuerzos; que la resistencia y la lucha vayan
de la mano del amor y del amor por la vida. Sigamos en pie. Sigamos luchando, demos un paso cada vez y
preparémonos para los siguientes”.
El pasado año, este reconocimiento por la lucha para la paz recayó en el director de la ONG bielorrusa Viasná, Ales Bialiatski; la fundación rusa Memorial, liquidada ya por el Kremlin y la justicia rusa a finales de 2021, y del Centro para las Libertades Civiles ucranio. En más de 120 años de historia, el Nobel de la Paz ha premiado a 111 personas (de ellos, 19 mujeres) y 27 organizaciones. Ningún español lo ha ganado, pero sí cinco latinoamericanos: el argentino Adolfo Pérez Esquivel (1980), el mexicano Alfonso García Robles (1982), el costarricense Óscar Arias (1987), la guatemalteca Rigoberta Menchú (1992) y el colombiano Juan Manuel Santos (2016).
El
Nobel de la Paz, dotado con alrededor de un millón de dólares, se
entregará en Oslo el 10 de diciembre,
aniversario de la muerte del industrial sueco Alfred
Nobel, quien fundó los premios en su testamento de 1895. Este premio Nobel
es el único de los seis galardones que se otorgan y entregan fuera de Suecia por deseo expreso de Alfred
Nobel, debido a que, en su época, Noruega
formaba parte del vecino país.
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