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“Desde
mayo del 2022, el aimara ya se puede traducir en Google.
También existe, en la misma Universidad de San Marcos,
Illariy, un avatar de inteligencia artificial que
presenta noticias en quechua y aimara. En Bolivia, existe una aplicación llamada ‘Felisa
Yanapiri’, creada
para prevenir la violencia contra las mujeres. Yanapiri
significa “la
que ayuda” y es, tal vez, una palabra que
encierra gran parte de los esfuerzos que se hacen para conservar esta lengua prehispánica tan hermosa (sumaq, en ambas
lenguas originarias), de palabras largas como el euskera, y de extensa historia.
Que junta en un haz la aventura de los Incas, el
sentimiento andino y la resistencia indesmayable. ‘Jallalla aimara aru”, se sigue escuchando en medio de la noche y de estas aulas donde se
vive este idioma.
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La primera promoción de graduados en el idioma aimara del Centro de Idiomas de la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima. Sebastián Castañeda.
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LENGUAS ORIGINARIAS.
‘¡JALLALLA AIMARA ARU!’: el grito de la primera promoción de graduados en
aimara de Perú.
Promoción Kutt’anipxañaniwa, waranqa waranqanipxañaniwa
(” Volveremos y seremos millones”).
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El tercer idioma más hablado en Perú cobra fuerza gracias a su enseñanza sistemática en la universidad más antigua de América
Por Ramiro Escobar La Cruz.
Fuente. El País Limam10 de 0ctubre del
2023.
Es de noche en el auditorio José Antonio Russo, ubicado en el campus de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la
más antigua de América, fundada en 1551. Al
fondo se escucha el fuerte rumor musical del sikuri.
Un grupo toca el instrumento prehispánico de caña, mientras se vuelve a
escuchar el grito: “¡Jallalla aimara aru!” (”¡Qué viva
el idioma aimara!”)
Lo ha dicho también Zareli Shicshi, una estudiante de secundaria de 17
años que se ha graduado en aimara, el tercer idioma más hablado del Perú tras el castellano y el quechua. Y es el clamor que retumba en este recinto
cuando acaba de graduarse la promoción Kutt’anipxañaniwa,
waranqa waranqanipxañaniwa (” Volveremos y seremos millones”), una decena de alumnos que, por primera vez en el Perú, se ha dedicado a aprender esta lengua
prehispánica de manera sistemática durante 18 meses.
El curso completo, que tiene tres ciclos, cuesta 520 soles (poco
más de 127 euros) y ofrece a quienes participen la posibilidad de conocer el idioma, hablarlo, componer canciones,
poemas. Quienes lo siguen, pueden ser luego profesores
en los colegios donde hay educación intercultural o
ser traductores. Y tiene el respaldo de una universidad, como no había ocurrido antes.
Un grupo de sikuris durante la graduación en la Universidad Mayor de San Marcos. SEBASTIÁN CASTAÑEDA.
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La fuerza del aimara.
“Mi familia no es de las
zonas donde se habla aimara, sino de la sierra”,
cuenta Zareli, “pero la yatichiri (profesora) Cynthia fue a mi colegio y me motivó a aprender este idioma, a
pesar de que todos mis compañeros querían aprender inglés”.
El idioma que se enseña en el Centro de Idiomas de San Marcos tiene esa magia para
convencer. Lo hablan cerca de medio millón de personas en el Perú y en total unos 2 millones en Bolivia, Chile, Perú y Argentina (en Bolivia es uno de los 36 idiomas
oficiales). Según el reputado lingüista peruano Rodolfo
Cerrón-Palomino, además, fue predominante entre los incas. No el
quechua, como se suele creer.
En un riguroso ensayo publicado en el 2004 por
el Boletín de Arqueología de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Cerrón
habla de la “endeblez de la tesis del quechuismo
primitivo” y sostiene que, gobernaba Túpac
Yupanqui (el décimo inca, según la historiografía tradicional), hacia
fines del siglo XV, el aimara fue el idioma
oficial del Incario.
Más aún: cuestiona la vieja creencia de que la palabra ‘Cuzco’ significa “ombligo del mundo” y más bien explica cómo la palabra provendría de ‘qusqu’, un término que en dialectos de la zona de Oruro (Bolivia) sirve para nombrar a un tipo de lechuza. Otras de sus pesquisas dan fuerza a esta tesis, que también sostienen que el origen del aimara estaría en el centro-sur del país.
Entrega de diplomas durante la
graduación. SEBASTIÁN CASTAÑEDA
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Curiosamente, la familia de Zareli es de Cerro de Pasco, una región donde más bien
hay quechuablantes, pero quizás entre sus
ancestros no haya tanta disonancia. A medida que avanzó la historia de los Incas, el aimara se
mezcló con el quechua y, por eso, hay numerosas
palabras comunes entre ambos idiomas. Una de ellas es q’alatu, un término muy usado en cualquier parte
del Perú bajo la forma calato, que designa
a una persona desnuda.
La palabra wawa, que designa a
un niño, también sería de origen aimara, y se usa igualmente en quechua, y está muy extendida en varios países. El aimara, asimismo, forma parte de la familia lingüística Aru, que incluye a este mismo
idioma, así como al jaqaru y al cauqui, de uso
minoritario en el Perú. “El español está prestadito nomás”, dice Zareli.
La lucha y la discriminación
Pero hablar lenguas
nativas en Perú puede implicar discriminación. Alfredo
Nahuincha, otro de los miembros de la promoción, sí tuvo al aimara como lengua materna,
pues nació en Puno, el departamento del Perú donde más se habla. Sin embargo, en su colegio, este idioma no fue parte del menú educativo y, cuando siendo joven
se vino a Lima a estudiar, lo fue perdiendo
paulatinamente.
“Lo sabía de niño, pero ahora lo estoy retomando muchos
años después”, relata y añade que alguna vez lo discriminaron
por saber que era aimara y sabía algo de la lengua. Se
burlaban de él y “decían que era de una zona donde corrían las llamas y volaban los cóndores, con lo que revelaban su desconocimiento”.
Hoy aprende orgulloso esa lengua que siempre estuvo en él.
Claudia Cisneros, coordinadora de Lenguas Originarias del Centro de Idiomas y también
integrante de la promoción, tiene una historia
peculiar. Tenía el quechua de lengua materna y,
al igual que Nahuincha, fue perdiéndola al venir a Lima
con su familia huyendo de la violencia
terrorista desatada en los años 80. Con
un aura nostálgica, relata que tuvo que
recuperarlo preguntando en las calles, los mercados y el transporte público.
Docentes y directivos del Centro de
Idiomas aplauden a una de las recién graduadas. SEBASTIÁN CASTAÑEDA
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Hasta que entró a estudiar en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, ubicada a
42 kilómetros al este de Lima, y se encontró con un profesor
que sabía quechua y aimara.
“Mi lengua se
había amarrado (bloqueado)”,
recuerda, y desde entonces se interesó por esta lengua, por su cercanía al quechua.
“Todas las lenguas originarias nos dan identidad
cultural”, afirma.
Hoy lo
estudia y lo promueve, consciente del profundo significado cultural que ha
tenido en la historia y el presente de la cultura andina. Se cree que los
aimaras provienen de la cultura Tiahuanaco, que
habitó en las orillas del lago Titicaca entre los
siglos I y 900 D.C. Hacia el siglo XIII, se formaron los primeros reinos aimaras, entre
ellos los de los Lupaca, Collas y Pacajes. En el
siglo XV, fueron invadidos por los Incas, y de allí la vieja vinculación del Imperio con esta lengua.
Hasta ahora, su lengua es precisamente una de las columnas de esta cultura, que por siglos ha protagonizado episodios de resistencia. Túpac Katari, por ejemplo, se rebeló contra el poder colonial español en 1781 y, al igual que Túpac Amaru, fue descuartizado por cuatro caballos de que tiraban de él. Entre 1895 y 1925, los aimaras protagonizaron varias revueltas contra los hacendados. En años recientes, este pueblo ha protagonizado diversas movilizaciones.
Uno de los
graduados eleva una oración durante la ceremonia. SEBASTIÁN CASTAÑEDA.
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Brígida
Huahuluque, profesora del curso,
no desvincula su oficio de esa crujiente atmósfera
cultural.
“Creo
que el estudiante debe sentirse orgulloso de su lengua, su cultura”, declara, y a
la vez cuenta que participó en las protestas contra la actual presidenta Dina Boluarte, luego que el 9 de enero de
este año un enfrentamiento de las fuerzas del orden con ciudadanos, en su
mayoría aimaras, terminó con la muerte de 18 de ellos.
“Nos siguen matando”, dicen con indignación.
Desde
mayo del 2022, el aimara ya se puede traducir en Google.
También existe, en la misma Universidad de San Marcos,
Illariy, un avatar de inteligencia artificial que
presenta noticias en quechua y aimara. En Bolivia, existe una aplicación llamada ‘Felisa
Yanapiri’, creada
para prevenir la violencia contra las mujeres. Yanapiri
significa “la
que ayuda” y es, tal vez, una palabra que
encierra gran parte de los esfuerzos que se hacen para conservar esta lengua prehispánica tan hermosa (sumaq, en ambas
lenguas originarias), de palabras largas como el euskera, y de extensa historia.
Que junta en un haz la aventura de los Incas, el
sentimiento andino y la resistencia indesmayable. ‘Jallalla aimara aru”, se sigue escuchando en medio de la noche y de estas aulas donde se
vive este idioma.
Promoción Kutt’anipxañaniwa, waranqa waranqanipxañaniwa
(” Volveremos y seremos millones”),
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