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“Encuentros populares, propuestas
alternativas. Entre sus próximos pasos, el movimiento campesino confirmó la realización, la
primera semana de diciembre próximo, de su 8va Conferencia
Internacional en Bogotá, Colombia Más de 500
delegadas y delegados de las diez regiones que la integran analizarán
sobre el tema principal: “Frente a las crisis globales,
construimos soberanía alimentaria para asegurar
un futuro para la humanidad”. Esta conferencia,
al igual que las anteriores y desde su fundación en
Mons, Bélgica, en 1993, constituye el espacio más importante de La Vía Campesina.
Sus otras conferencias fueron en México (1996); India (2000); Brasil
(2004); Mozambique (2008); Indonesia (2013) y el País
Vasco (2017).
“En su próxima convocatoria, en Colombia, además de hacer un balance de su trabajo
de tres décadas, lanzará oficialmente, la décima región, que integran los países árabes y los del Norte
de África (ARNA). Y
deberá decidir cómo avanzar en la implementación de la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de las y los Campesinos y de Otras Personas que
Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP), aprobada en el 2020 Además,
se propone impulsar la construcción de “un marco alternativo de comercio global que acabe con la voracidad de los Tratados de Libre Comercio y de la
Organización Mundial del Comercio”. Y
define también entre sus desafíos consolidar un Tratado vinculante contra las Transnacionales que permita proteger los convenios laborales
colectivos e individuales de los trabajadores rurales, así como los derechos
territoriales, de la naturaleza, de producción y
de servicios básicos para las comunidades en las zonas afectadas por dichas empresas.
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VÍA
CAMPESINA, HACIA SU 8VA CONFERENCIA EN BOGOTÁ.
*****
Por Sergio
Ferrari *.
Fuente.
Prensa Latina domingo 8 de octubre del 2023.
Lejos de debilitarse, toma fuerza en casi todo el planeta. La defensa de la soberanía
alimentaria ocupa el centro del debate sobre un modelo
económico viable que reduzca el flagelo del
hambre. La Vía Campesina (LVC) lo recuerda y convoca a una acción mundial.
La organización internacional que aglutina a 200 millones
de campesinas y campesinos de más de 80 países acaba de lanzar la convocatoria para la
próxima Acción Internacional por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las Transnacionales. Será el 16 de octubre y busca lograr una movilización lo más amplia, activa y descentralizada
posible, proponiendo además que se ganen las redes
sociales mediante la difusión de los múltiples eventos locales previstos
(https://viacampesina.org/es/).
El movimiento de pequeña-os productora-es
rurales entiende
esta convocatoria como una oportunidad más para
ratificar la denuncia del control de los sistemas alimentarios en manos,
fundamentalmente, de las transnacionales
del agronegocio. A las que define como
“un entramado corporativo global que está intensificando el hambre de millones de personas en el mundo, así como la masificación de la desnutrición como enfermedad crónica de las nuevas generaciones”.
La Vía Campesina (LVC) considera
“inaceptable que cada vez haya más personas que pasan hambre y
que la inseguridad alimentaria se intensifique y
afecte a un tercio
de la población mundial”.
Y recuerda que las crisis
globales y los grandes desplazamientos
migratorios que afectan a millones de
personas se producen en un contexto de crisis climática,
de alimentos y medioambiental
que golpea a toda la humanidad.
Sus argumentos fluyen de datos de fuentes oficiales, como el documento “2013: El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el
Mundo”, publicado por cinco agencias de las Naciones Unidas bajo la
coordinación de su Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
Radiografía espeluznante
El documento de la FAO-
elaborado junto con la Organización Mundial de la
Salud, el Fondo para la Infancia, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola- reconoce que,
aunque el hambre
a nivel planetario se mantuvo sin
variaciones significativas entre 2021 y 2022,
continúa muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia de Covid-19. En 2022
afectó a cerca del 9,2% de la población planetaria, superando así el 7,9%
registrado en 2019, es decir, la etapa
prepandemia.
Los porcentajes expresan menos que las cifras,
las cuales reflejan, con rudeza, el rostro humano de
este flagelo:
en 2022 padecieron hambre en todo el mundo entre 691 y 783 millones de personas, lo que significa 122 millones más que 2019.
Aunque en igual periodo se
logró cierto progreso en la reducción del hambre en América Latina y en parte de Asia, de todos modos,
sigue aumentando en Asia occidental, la región
del Caribe y África en su totalidad.
Por otra parte, la prevalencia de la inseguridad alimentaria se mantuvo sin variaciones por segundo año consecutivo después de aumentar bruscamente de 2019 a 2020. En 2022, alrededor de unos dos mil 400 millones (el 29,6% de la población mundial) experimentó dicha inseguridad. Entre ellos unos 900 millones de forma grave. El drama de la inseguridad alimentaria afecta particularmente a las mujeres y a las comunidades rurales. Así, por ejemplo, en 2022 golpeó a un 33,3% de las personas adultas en zonas rurales (más que el 28,8% en zonas periurbanas y el 26,0% en zonas urbanas). Paradójicamente, los efectos más perversos de la falta de alimentos se producen en las regiones campesinas, escenario donde teóricamente se originan los productos alimenticios básicos.
El estudio de la ONU
constata que, en 2022, 148 millones de niños y niñas menores de cinco
años sufrieron retrasos de crecimiento debido a dietas
insatisfactorias. En tanto, 45 millones padecieron emaciación (desnutrición, o bajo peso) y 37 millones, sobrepeso. El sobrepeso
es más frecuente en las zonas urbanas, en tanto
que los primeros dos fenómenos prevalecen en las zonas
rurales.
Foros superestructurales, pero el hambre
perdura
De cara a la próxima Acción
Internacional por la Soberanía Alimentaria
de los Pueblos contra las Transnacionales, la Vía Campesina argumenta
que se vive
“un escenario de monopolización generalizada de todos los eslabones de los sistemas alimentarios”.
Y en su diagnóstico global apunta que “nos
acaparan nuestra producción agrícola, las semillas, las tierras, los
territorios; se vulnera nuestros derechos campesinos a la renta y
a una vida digna,
a la protesta
y a la autonomía
de nuestros pueblos”.
El movimiento considera que la actual crisis
alimentaria no tiene precedentes, se entreteje con la crisis climática,
las guerras,
la corrupción,
el control
mediático, el racismo institucional y el neofascismo,
a la par que el
campesinado sigue siendo “criminalizado,
desplazado y se continúa acaparando nuestros medios de vida y de subsistencia”.
La Acción programada
para el 16 de octubre busca también impactar en
los debates de un nuevo Foro Mundial de la Alimentación donde participarán representantes
gubernamentales que la FAO ha convocado para Roma entre el 16 y el 20 de octubre. Este tipo de foros se está volviendo
más habitual y repetitivo, aunque escasean las resoluciones estratégicas
positivas. En enero pasado se realizó en Berlín,
Alemania, un encuentro de esta naturaleza.
Un análisis de las discusiones y
los comunicados públicos del foro de Berlín
muestra que, aun cuando dicho evento reconoció
“la crucial importancia de adoptar medidas concretas para acelerar el acceso de las personas a dietas saludables mediante la transformación de los sistemas agroalimentarios para que estos sean más resilientes, eficientes, sostenibles e inclusivos”, de todos modos, las propuestas concretas fueron frágiles o vagas. Para la FAO, es necesario contar con mercados y con un comercio agroalimentario “abiertos, transparentes y libres, elementos esenciales para hacer frente a los actuales problemas de seguridad agroalimentaria”.
El problema es que, en la concepción imperante en
las Naciones Unidas, ni el concepto de soberanía alimentaria, ni la intervención cooperativa del Estado como un potencial actor
regulador, ni la crítica a la gran producción
agroexportadora transnacional (agronegocio), ni el rol decisivo de la
pequeña producción rural para la lucha contra el hambre adquieren la relevancia
debida.
Ocurre igual con muchos otros cónclaves de este tipo, que continúan repitiendo más
de lo mismo, pero sin confrontar los grandes temas estructurales. Y otorgan cada vez mayor
importancia a las grandes multinacionales cuando
se evalúan las opciones para luchar contra el hambre.
La
Vía Campesina expresa, una vez más, su
preocupación al considerar que
“las grandes corporaciones siguen capturando este
espacio (el del Foro Mundial de la Alimentación) para
sus propios intereses”. Y por tal razón apunta al evento del 16 de octubre,
como una gran oportunidad para denunciar las falsas soluciones que el poder
corporativo, en complicidad con muchos gobiernos, está fomentando y forzando
para “resolver” estas crisis. Convencida de que
dichas soluciones son meras apariencias, La Vía Campesina se
pronuncia enérgicamente: “Una vez
más, decimos ¡basta de agronegocio! ¡basta de
falsas soluciones! ¡Sin Soberanía Alimentaria no
podremos asegurarle un futuro a la humanidad!”.
Encuentros populares, propuestas alternativas
Entre sus próximos pasos, el movimiento campesino confirmó la realización, la
primera semana de diciembre próximo, de su 8va Conferencia
Internacional en Bogotá, Colombia
Más de 500 delegadas y
delegados de las diez regiones que la integran analizarán sobre el tema
principal:
“Frente a las crisis
globales, construimos soberanía alimentaria
para asegurar un futuro para la humanidad”.
Esta conferencia, al igual que las anteriores y
desde su fundación en Mons, Bélgica, en 1993,
constituye el espacio más importante de La Vía Campesina. Sus otras conferencias
fueron en México (1996); India (2000); Brasil (2004); Mozambique (2008); Indonesia
(2013) y el País Vasco (2017).
En su próxima convocatoria, en Colombia,
además de hacer un balance de su trabajo de tres
décadas, lanzará oficialmente, la décima región,
que integran los países árabes y los del Norte de África (ARNA). Y deberá decidir cómo avanzar en la
implementación de la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de las y los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP), aprobada en el 2020
Además, se propone
impulsar la construcción de
“un marco alternativo de comercio
global que acabe con la voracidad de los
Tratados de Libre Comercio y de la Organización Mundial del Comercio”.
Y define también entre sus desafíos consolidar un
Tratado vinculante contra las Transnacionales
que permita proteger los convenios laborales colectivos
e individuales de los trabajadores rurales,
así como los derechos territoriales, de la naturaleza, de producción
y de servicios básicos para las comunidades en las zonas afectadas por dichas empresas.
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SERGIO FERRARI* (1953) Periodista argentino,
radicado en Suiza, donde colabora regularmente con medios helvéticos, europeos
y latinoamericanos. Autor o coautor de varios libros, entre ellos “Sembrando Utopía”, “Nicaragua: L’aventure
internacionaliste”; “El otro lado de la mirilla”; “Leonardo Boff: Anwalt der
Armen” (Leonardo Boff, abogado de los pobres); “Ni fous, ni morts” etc.
Copresidente del sector Prensa de SYNDICOM,
sindicato nacional helvético de la comunicación.
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