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“Petro
accede al gobierno luego de canalizar política y parcialmente el llamado “estallido social” pero su fuerza principal está
representada por una población urbana y rural de tradición “liberal popular”. Las organizaciones sociales en
Colombia son relativamente débiles y las fuerzas de izquierda son minoritarias. “El triunfo electoral del Pacto Histórico, por tanto, es un logro del conjunto
de los trabajadores y sectores populares (campesinos, indígenas, afros,
precariado, etc.) y sectores democráticos de nuestro país, que luchan desde
siempre por cambios estructurales en nuestra
sociedad, empezando por conquistar una paz plena y una democracia que garantice la participación popular y, hacia el futuro,
superar –en alianza con los demás pueblos de América
Latina– un modelo económico que destruye la vida
humana y la naturaleza”.
“En
términos de estrategia y programa político, Petro
no se define como socialista, pero tampoco es un liberal progresista. Se ha planteado impulsar un proceso de transformación de la sociedad colombiana y del mundo, por vías
pacíficas y democráticas, pero sin
renunciar a cambios estructurales en el terreno de la economía,
la cultura y de las instituciones políticas.
No idealiza la democracia representativa porque sabe que para construir equidad
y justicia social se requiere construir “otras formas de democracia” (directa,
deliberativa, “ilustrada”, plebiscitaria, etc.) que complementen y transformen la democracia formal existente.
“En
términos de propuesta política la principal
diferencia de Petro con los programas de los
gobiernos de izquierda y/o progresista es su insistencia en impulsar con fuerza
y determinación una política de defensa del medio
ambiente, romper con el modelo económico dependiente
de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y
gas) y propiciar condiciones para desarrollar un proceso de industrialización de nuevo tipo”.
Petro
está formulando y construyendo una visión y práctica diferente a las de los proyectos
políticos de izquierda y progresistas
de la “primera ola”.
No se propone lograr los “cambios por decreto” como lo intentaron los gobiernos
del “socialismo del siglo XXI” pero tampoco está
dispuesto a “acomodarse” al modelo neoliberal (que, entre otras, está en
crisis) como pasó con las fuerzas progresistas de Uruguay
y Argentina (y pasa con Boric en Chile)
y, desde el gobierno intenta ampliar y fortalecer su base social para
desencadenar un proceso verdaderamente transformador
que empuje “por arriba” y “desde abajo”.
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PETRO
SE ENFRENTA CON LA TRADICIÓN PROIMPERIAL.
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Por Fernando Dorado | 26/10/2023 | Colombia
Fuente.
Revista Rebelión jueves 26 de octubre del 2023.
“Hay quienes aspiran hacer progresar este país sin
alterar su oscura esencia feudal y despótica. No
quieren romper ni un huevo”.
Frente
al grave e histórico conflicto entre Israel y Palestina,
el presidente Gustavo Petro como jefe de Estado
ha asumido una posición autónoma y de principios, distanciándose totalmente de
las actitudes tradicionales de los anteriores gobiernos
colombianos que se limitaban generalmente –en política exterior– a
obedecer las imposiciones del gobierno de los EE.UU.
En
ese tema, Petro no pierde de vista que desde 1948, tanto el Reino Unido como
los EE.UU. y la mayoría de gobiernos europeos no reconocen a Palestina como un Estado soberano y han apoyado y alentado a lo largo de
siete (7) décadas una colonización
armada y criminal que ha tenido como objetivo el exterminio del pueblo palestino y/o la
expulsión de su territorio ancestral.
Es decir, Petro no se deja llevar a la lectura de que es un
enfrentamiento entre el “sionismo nacionalista judío” y
el “nacionalismo yihadista islámico” porque sabe
que dicho conflicto fue causado por la política imperial de los EE.UU. y sus
aliados que, para ocultar
su connivencia y complicidad con el “holocausto judío” ejecutado
por Hitler, terminaron apoyando a la oligarquía sionista global, desconociendo la opinión y
los intereses de hebreos,
judíos y palestinos que querían vivir en
paz en esa región del cercano oriente.
La posición asumida con valentía y coherencia por Petro, además de enfrentar la tradición colombiana de ser “peón del imperio” y “el Caín de América”, también desmiente a algunos sectores extremos de las izquierdas que cuestionan al gobierno por no romper –de plano– con los EE.UU. cuando es el principal socio comercial de Colombia y, como potencia que es (gústenos o no) tiene la capacidad de bloquear política y económicamente a cualquier país del mundo.
En ese
sentido, para entender el comportamiento político de Gustavo
Petro, que algunos califican de ser muy pragmático, algo oportunista, o
de “dar bandazos”, es interesante realizar un
ejercicio comparativo con respecto a los líderes y gobiernos de izquierda y/o
progresistas de América Latina, que desde la
elección de Hugo Chávez (1999) han influido en
la vida de nuestros países, en medio de la diversidad propia de la región y de
sus proyectos políticos.
Se trata de
leer la historia de los pueblos y las luchas
sociales, ubicando a los personajes que lideran y representan de alguna manera
esos procesos –con defectos y virtudes– pero sin convertirlos en el “centro” de esa historia, y sin caer en la falsa idea
de que “si fueran un poco diferentes”, ello
pudiera representar un “cambio total” en el
destino de nuestros pueblos y sociedades. Ellos y ellas son lo que son porque
son resultado de unos procesos históricos acumulados,
y aunque se avance hacia adelante, surgirán nuevas
contradicciones y conflictos que harán parte de las luchas presentes y
futuras.
Antecedentes
históricos generales de América Latina
A fin de
realizar este ejercicio de una forma sintética pero lo más rigurosa posible, es
importante precisar que la caracterización de los proyectos
políticos de izquierda y/o progresistas de
América Latina se corresponden estrechamente con la historia de cada
país (que, a su vez, es influida por situaciones globales
y regionales), la evolución de las luchas y movimientos
sociales y las influencias políticas y teóricas que han predominado al
interior de sus pueblos y naciones.
En aquellos
países en donde las luchas por la independencia estuvieron
encabezadas por sectores de la naciente burguesía
comercial y en donde los pueblos mestizos, afros
e indígenas lograron influir para que la lucha contra los imperios
coloniales (España y Portugal) tuviera un
componente de emancipación y lucha por la igualdad, se sentaron las semillas de
las revoluciones democráticas que tuvieron continuidad en el siglo XIX y
principios del XX.
También se
debe tener en cuenta la clase de migración europea
o proveniente de otras regiones que se dio posteriormente, dado que su
procedencia marcaba en forma protuberante la orientación política tanto de las
burguesías criollas como su relación con las castas
gran-terratenientes, que en su gran mayoría eran colonialistas, esclavistas y racistas. En donde los grandes
latifundistas se impusieron, como Colombia, se
hizo la independencia formal, pero se frustró la lucha por la emancipación
social de indios, negros y mestizos oprimidos por las oligarquías criollas.
Entonces, en
aquellos países en donde las guerras de independencia incubaron con fuerza la
causa de las luchas populares que iban a ser
lideradas por fuerzas “liberales”, que a su vez
se iban a dividir entre “moderadas” y “radicales”, se
fueron incubando y acumulando las fuerzas y movimientos
sociales que han alimentado las experiencias revolucionarias de los
diversos países de América Latina y el Caribe durante
los siglos XX y los que va del XXI.
En donde los “liberales radicales” lograron cierto grado de
compenetración con los pueblos indígenas, negros y
mestizos, como Cuba, Nicaragua, Venezuela,
Ecuador, Bolivia y el Sur de México, se
logró avanzar en tareas democráticas como la reforma agraria y cambios en la
institucionalidad política. Ese fue el acumulado del que surgieron en el pasado
los Martí, Sandino, Farabundo, Zamora, Alfaro, Paz
Estenssoro y Zapata, y en el pasado más cercano Fidel,
los “sandinistas”, Chávez, Correa, Evo y los “zapatistas”.
En donde los “liberales moderados” se impusieron recurriendo a
guerras internas y externas o mediante diversas componendas antidemocráticas
con sectores sociales cercanos o herederos de las alianzas entre españoles y
élites de los “imperios originarios” que fueron
derrotados en la “conquista” (aymará-quechuas, aztecas, purépechas, muiscas)
pero sin lograr que los “liberales radicales” fueran
derrotados totalmente, se realizaron algunos cambios parciales sin afectar el
poder colonial y latifundista, con algunas excepciones como en Perú. Son los países como Argentina,
Uruguay, en parte Perú, Brasil, Chile y Costa
Rica.
En cambio, en aquellos países en donde, por lo general, a sangre y fuego, los grandes terratenientes derrotaron a los “liberales radicales”, asesinando sus dirigentes u obligándolos a exiliarse, como ocurrió en Colombia, Paraguay, y en casi todos los países de Centroamérica, las transformaciones democráticas quedaron aplazadas, y solo se realizaron cambios cosméticos de carácter “liberal-conservador”, algunos intentos parciales de reforma agraria, y por ello, en esos países fue donde surgieron y se mantuvieron con mayor fuerza las “guerrillas comunistas” entre sectores campesinos e indígenas que fueron contrarrestadas con el apoyo de los EE.UU.
Carácter
de los gobiernos de izquierda y/o progresistas de América Latina desde 1999
Ese
recuento histórico realizado a mano alzada y con visión panorámica,
nos puede orientar para caracterizar los diversos gobiernos de izquierda y/o progresistas que surgieron en América Latina a partir de 1999
cuando es elegido en Venezuela el coronel Hugo Chávez, y que fue continuado en Argentina con Néstor Kirchner,
en Brasil con Lula, en Paraguay con Lugo (derrocado), en Ecuador con Correa, en Honduras con Zelaya
(derrocado) y en Bolivia con Evo Morales, en lo
que se ha denominado la “primera ola progresista”.
En
los tres (3) países en donde más habían avanzado las “revoluciones liberales” o donde las insurrecciones
populares mostraron mayor fuerza, se intentó emular y seguir la línea de la revolución cubana, democrática y anti-imperialista en “camino
al socialismo”. Se aprobaron nuevas Constituciones Políticas y surgieron
enfrentamientos directos con el gobierno de los EE.UU.,
hasta el punto de romper relaciones diplomáticas, y en el caso de Venezuela, sufrir a partir de 2015 el bloqueo
comercial, económico y financiero similar al que los “gringos”
aplicaron a Cuba desde los años 60s del
siglo XX.
En los otros
países, en donde la fuerza de los gobiernos no contaba con una fuerte tradición antimperialista y sentido democrático-social
entre amplios sectores populares, como Argentina,
Brasil y Uruguay, se intenta avanzar en la lucha contra la globalización neoliberal
pero la fuerza de los gobiernos era más electoral que social, y por ello, los
sectores conservadores y el gran capital transnacional, logran sabotear y
reversar cualquier medida a favor de los pueblos y de los trabajadores, o como
sucedió en Paraguay y Honduras, derrocan a los
presidentes democráticamente elegidos (Lugo y Zelaya).
Por otro
lado, a partir de 2018, con la elección de Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) se inicia un proceso der asunción electoral
de “nuevos” gobiernos de izquierda o progresistas,
en lo que se ha llamado la “segunda ola”. En
Chile con Boric, Perú con Pedro Castillo (derrocado), en Colombia con Petro, en Honduras con Xiomara
Castro, en Argentina con Alberto Fernández, en
Brasil nuevamente con Lula, y recientemente en
Guatemala, con Bernardo Arévalo. En general, son
presidentes con base popular, pero acceden al gobierno sin contar con mayorías
legislativas.
Paralelamente
se debe destacar en este recuento que en el caso del Ecuador
las fuerzas de izquierda (“correísmo”) pierden
el gobierno, por un lado, porque el presidente Correa escoge a un sucesor que
lo traiciona (Lenin Moreno),
pero también, porque durante su ejercicio de gobierno se enfrenta con las bases
indígenas ecuatorianas que se oponían a sus políticas extractivistas.
Y también, es
necesario reseñar la división que está en curso y desarrollo al interior del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, en donde la
dupla Luis Arce y David Choquehuanca están enfrentados
con Evo Morales, más que por políticas concretas o por concepciones
políticas (que existen, pero no han sido manifestadas con total claridad y
transparencia) por el liderazgo de ese proyecto
político de cara a las elecciones de 2025.
De acuerdo a
lo anterior, podemos afirmar que el conjunto de los gobiernos
de izquierda y progresistas han intentado superar las políticas
neoliberales, pero a pesar de sus esfuerzos en cada país, el gran capital de
una u otra manera sigue imponiendo sus dinámicas
capitalistas, extractivistas y neoliberales, sin que la Integración
económica y política entre Estados y pueblos
latinoamericanos haya logrado impulsarse con fuerza y continuidad.
El
gobierno de Petro: un proyecto “en búsqueda” y construcción
En forma muy
resumida planteamos algunas ideas que pueden caracterizar la experiencia de Petro en Colombia, que lo diferencian de las
anteriores experiencias de izquierda y progresistas de América
Latina, que están algo desarrolladas en esta entrevista, pero que debe ser más teorizada y
profundizada hacia el futuro inmediato.
– Petro accede al gobierno luego de canalizar
política y parcialmente el llamado “estallido social” pero
su fuerza principal está representada por una población urbana y rural de
tradición “liberal popular”. Las organizaciones
sociales en Colombia son relativamente débiles y las fuerzas de izquierda son
minoritarias.
“El
triunfo electoral del Pacto Histórico, por
tanto, es un logro del conjunto de los trabajadores y sectores populares
(campesinos, indígenas, afros, precariado, etc.) y sectores democráticos de
nuestro país, que luchan desde siempre por cambios
estructurales en nuestra sociedad, empezando por conquistar una paz
plena y una democracia que garantice la participación
popular y, hacia el futuro, superar –en alianza con los demás pueblos de
América Latina– un modelo económico que destruye
la vida humana y la naturaleza”.
– En términos de estrategia y programa
político, Petro no se define como socialista,
pero tampoco es un liberal progresista. Se ha planteado
impulsar un proceso de transformación de la
sociedad colombiana y del mundo, por vías pacíficas y democráticas, pero sin renunciar a cambios estructurales en el terreno de la economía, la cultura y de las instituciones políticas. No idealiza la democracia representativa
porque sabe que para construir equidad y justicia social se requiere construir
“otras formas de
democracia” (directa, deliberativa, “ilustrada”, plebiscitaria, etc.)
que complementen y transformen la
democracia formal existente.
“En
términos de propuesta política la principal
diferencia de Petro con los programas de los
gobiernos de izquierda y/o progresista es su insistencia en impulsar con fuerza
y determinación una política de defensa del medio
ambiente, romper con el modelo económico dependiente
de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y
gas) y propiciar condiciones para desarrollar un proceso de industrialización de nuevo tipo”.
– Petro está formulando y construyendo una
visión y práctica diferente a las de los proyectos
políticos de izquierda y progresistas de la “primera ola”. No se propone lograr los “cambios
por decreto” como lo intentaron los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” pero tampoco está dispuesto
a “acomodarse” al modelo neoliberal (que, entre
otras, está en crisis) como pasó con las fuerzas
progresistas de Uruguay y Argentina (y
pasa con Boric en Chile) y, desde el gobierno
intenta ampliar y fortalecer su base social para desencadenar un proceso
verdaderamente transformador que empuje “por arriba” y
“desde abajo”.
Hay otros
aspectos importantes por desarrollar sobre la experiencia de Petro en estos 15 meses de gobierno que ya fueron
mencionados en anterior artículo,
pero ello requiere de un escrito más largo y detallado. Intentaremos avanzar
sobre dichos aspectos. Lo que es cierto es que como lo está demostrando no le tiene miedo a enfrentar y a construir “nuevos
paradigmas”.
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