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“Sin cuidados. La misma coalición parlamentaria
que celebra la eliminación
del lenguaje inclusivo
festejó el archivamiento de los proyectos de ley que buscaban crear un Sistema
Nacional de Cuidados en el Perú. Porque en el Parlamento solo se
celebra el retroceso y el estancamiento. Para
ponerlo en simple, las personas en situación
de vulnerabilidad,
sea por edad –niñez o vejez–, por
discapacidad o por enfermedad, requieren de cuidados.
No pueden valerse por sí mismas y por tanto alguien en la
familia debe hacerse cargo. Ese alguien, por
lo general, es la mujer. “Este
trabajo, en la mayoría de casos, no
es remunerado, pero es
un trabajo, supone dedicación de tiempo,
energía y corazón. Esta dedicación aleja a las mujeres de algunas opciones laborales o de mejoras en
su formación profesional o técnica. Conforme pasan los años, la situación se
agrava porque la brecha de género,
entre quienes se dedican a los cuidados y quienes no,
aumenta.
“Lo
que buscaba el sistema era asegurar que el Estado
brinde servicios de cuidado para
liberar el tiempo de las personas, normalmente mujeres,
cuidadoras. Pero junto a esto permitir que mujeres
dedicadas voluntariamente al cuidado, que prefieren hacerse cargo de las personas
vulnerables de su familia, tengan algún tipo protección, por
ejemplo, tengan asegurada la salud y su propia vejez. ¿No es acaso
sensato que una madre
de familia que decide dedicarse a la crianza
de sus hijas e hijos tenga seguro? Pues esta pregunta no
se puede siquiera plantear en este parlamento. Hacerlo, según este grupo de congresistas,
es interferir en la vida privada de
las familias. Este argumento es
exactamente el mismo que hace décadas se
usaba para no sancionar la violencia intrafamiliar.
Si el marido le pegaba a la mujer no
había que meterse, el Estado no podía intervenir, era algo privado en
la familia.
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PERÚ. CONGRESO
SEXISTA AL ATAQUE.
por
Marisa Glave.
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“Esta medida de lenguaje
inclusivo creada
para homogeneizar la situación de mujeres y
hombres, para que
nosotras nos sintamos nombradas e
incluidas, ha sido eliminada en la práctica”.
Por Marisa Glave.
Fuente. La República sábado 20 de abril del 2024.
Una vez más, el Parlamento celebra el
retroceso en la lucha por la igualdad
de género. Con una carga
sexista grosera, aprobaron la modificación de la Ley de
Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres. Específicamente incorporar dos frases en el numeral 3 del
artículo 4 de la Ley que se refiere al uso del lenguaje
inclusivo.
Quienes
promovieron este cambio, que celebraron en sus redes sociales diciendo “el lenguaje inclusivo no va más”, en realidad no se han atrevido a derogar expresamente su uso. Han preferido una leguleyada para no parecer tan retrógradas. Pero en su intento quedan aún
peor, sin coraje
para asumir sus decisiones y dejándonos un texto críptico.
Mantienen la obligación explícita del Estado de incorporar en todas sus comunicaciones el lenguaje inclusivo, pero
añaden inmediatamente que su uso no implica el desdoblamiento del lenguaje para mencionar por separado el género masculino del femenino. Si no han soltado una carcajada vuelvan a leer
la frase. Tendremos un lenguaje
inclusivo oficial que no incluye expresamente a
las mujeres.
La
justificación es ya un clásico del debate machista global. Se plantea que hay términos genéricos que pueden ser
usados, lo que es una media verdad, pues en una disposición complementaria
señalan que cuando el Estado se refiere a las personas siempre es inclusivo y
por tanto no es necesaria la distinción. Veamos con calma la operación
engañosa.
Si yo digo que la niñez tiene derechos, estoy incluyendo a las y los niños. Sí. Pero si digo los niños tienen derecho a la educación, estoy usando el término masculino para incluir en el universo también a las niñas. Este es un problema histórico en la socialización de las niñas.
Desde
muy pequeñas, las mujeres tenemos que intuir
cuándo estamos incluidas y cuando no. Si en el aula nos dicen “niños
es hora de salir al recreo”, entonces sabemos que estamos
incluidas. Pero si dicen “el baño de los niños está en el otro
pabellón” asumimos que no se refieren a
nosotras, porque tradicionalmente tenemos baños diferenciados. Aprendemos
entonces que la palabra
niños nos incluye algunas veces y en otras no.
Pero hay otras frases que
pueden ser más difíciles, por ejemplo “los niños del equipo
de futbol mañana
deben estar una hora más temprano”. Esta vez ¿estamos incluidas las niñas?
¿debemos preguntar si se refieren al equipo solo de niños o si también al equipo de niñas? Cada vez más mujeres
juegan también al fútbol, pero en el lenguaje cotidiano suele referirse a los hombres más que a las mujeres.
Peor aún, qué pasa si la comunicación dice “los niños del equipo de natación deben traer mañana ropa de baño”. Practicamos natación ambos sexos, pero las competencias son separadas y por tanto no estamos en el mismo equipo. Si soy una niña y leo esta comunicación ¿qué debo asumir? ¿Qué mi equipo de mujeres también está siendo convocado o esta vez es solo el equipo de hombres? No lo sabré a ciencia cierta salvo que pregunte.
El
problema lo tenemos nosotras, no ellos. Los niños, desde pequeños, siempre saben cuándo se
les menciona y cuándo no. Crecen acompañados con un lenguaje
que les da certeza mientras nuestras niñas crecen en
incertidumbre.
Si
esta diferenciación no generara problemas,
entonces podríamos considerar que el femenino es inclusivo y
convencionalmente usar el genérico
todas como universal en lugar de todos. Pero esto es algo que simplemente no
puede ni plantearse en el Perú. Si una maestra en el aula dice “todas
las niñas al recreo” los niños no saldrán,
si les dice que están incluidos en la frase tendrá una fila de padres
de familia diciéndole que está confundiendo a su
hijo, que el niño tendrá luego problemas para identificar su género.
Esta
medida de lenguaje inclusivo creada
para homogeneizar la situación de mujeres y hombres,
para que nosotras nos sintamos nombradas e incluidas,
ha sido eliminada
en la práctica. Pero esta no es la única medida
contraria a la igualdad
que este Congreso
aprueba estas semanas.
Sin cuidados
La
misma coalición parlamentaria que celebra la eliminación del lenguaje inclusivo
festejó el archivamiento de los proyectos de ley que buscaban crear un Sistema
Nacional de Cuidados en el Perú. Porque en el Parlamento solo se
celebra el retroceso y el estancamiento.
Para
ponerlo en simple, las personas en situación
de vulnerabilidad,
sea por edad –niñez o vejez–, por
discapacidad o por enfermedad, requieren de cuidados.
No pueden valerse por sí mismas y por tanto alguien en la
familia debe hacerse cargo. Ese alguien, por
lo general, es la mujer.
Este
trabajo, en la mayoría de casos, no
es remunerado, pero es
un trabajo, supone dedicación de tiempo,
energía y corazón. Esta dedicación aleja a las mujeres de algunas opciones laborales o de mejoras en
su formación profesional o técnica. Conforme pasan los años, la situación se
agrava porque la brecha de género,
entre quienes se dedican a los cuidados y quienes no,
aumenta.
Lo
que buscaba el sistema era asegurar que el Estado
brinde servicios de cuidado para
liberar el tiempo de las personas, normalmente mujeres,
cuidadoras. Pero junto a esto permitir que mujeres
dedicadas voluntariamente al cuidado, que prefieren hacerse cargo de las personas
vulnerables de su familia, tengan algún tipo protección, por
ejemplo, tengan asegurada la salud y su propia vejez.
¿No es acaso sensato que una madre de familia que decide dedicarse a la crianza de sus hijas e hijos tenga seguro? Pues esta pregunta no se puede siquiera plantear en este parlamento. Hacerlo, según este grupo de congresistas, es interferir en la vida privada de las familias.
Este
argumento es exactamente el mismo que hace
décadas se usaba para no sancionar la violencia intrafamiliar.
Si el marido le pegaba a la mujer no
había que meterse, el Estado no podía intervenir, era algo
privado en la familia.
Hace ya mucho tiempo ha quedado claro que las injusticias, no importa
dónde se produzcan, son materia pública y por tanto requieren mínimos de regulación.
Ojalá entendamos que no tiene nada de malo cuidar a
quien te cuida.
Este
Parlamento tiene en
sus manos también normar el proceso
de elección del
nuevo Senado. Visto su actuar, hay una alta probabilidad de que
pretendan negar el
avance en participación política de las mujeres, negando la importancia de garantizar un Senado en el que las mujeres tengan igual participación que los
hombres, sobre todo tratándose de un Senado que concentrará mucho poder y por tanto las mujeres no
deberíamos estar
excluidas. Estemos alertas, pues habrá que defender los derechos de paridad y alternancia ya
adquiridos en la legislación.
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