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“De la presidenta
no se puede esperar ya nada. Quizás alguna nueva
mentira cuando se corrobore cómo se ejecutó
el intercambio de favores: “Tú me das los Rolex y yo te transfiero
millones para tu región”. Algo que se sabrá más pronto de lo
que la propia Dina espera.
Y es que no son solo las joyas, sino también deberá transparentar el millón
ochocientos mil soles que, según un informe de la Unidad de
Inteligencia Financiera (UIF), Boluarte fue retirando de cuentas personales y mancomunadas
entre los años 2016 y 2022.
Antes de llegar a Palacio, cuando era una funcionaria más del Reniec.
Época en la que recibía un sueldo de 4.500 soles,
que, en el mejor de los casos, y con dos hijos que mantener, le hubiera
alcanzado para un bonito Casio.
“Lo
más triste de todo es que ya ni siquiera tenemos
ese equilibrio de poderes que permite la sana supervivencia de una democracia.
Esa balanza en la que el Poder
Legislativo tiene que ser el contrapeso del Ejecutivo. Donde las funciones de los
poderes parten de la autonomía e independencia de
las instituciones. Qué va. Si el fujimorismo ya se encargó de aprobar una nueva reforma que, en caso de que reciba
luz verde en dos legislaturas con
un mínimo de 87 votos, modificará (otra vez) esa
constitución a la que hipócritamente rinden pleitesía, logrando que los
organismos electorales
también sean su chacra.
A este séquito de malhechores, les preocupa más cobrarles la
revancha a los que no se
prestaron al ridículo juego del supuesto fraude, que reivindicarnos después
de tanto insulto, de tanto asalto.
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CON O SIN ROLEX, A DINA LE
LLEGARÁ LA HORA, POR JULIANA OXENFORD.
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“¿Vacar a Dina? Imposible. Por lo menos, hoy ese escenario
resulta utópico. Ante el descarado anuncio de la señora Boluarte de seguir
ocupando el sillón presidencial dos años más, lo que quedaría es una acción
inmediata por parte del Legislativo”.
Por
Juliana Oxenford. Periodista.
Fuente.
La República domingo 14 de abril del 2024.
¿Se
puede ser tan mentirosa, cínica y canalla como para atreverse a aparecer en
televisión nacional y dirigirse a todo un país con un discurso cargado de falacias?
Claro que se puede. En el Perú se
puede eso y mucho más. Nos hemos acostumbrado a la prosa apócrifa,
al verbo inexacto. El escándalo de
una presidenta que recibe de manos de su wayki cariñoso lujosos
relojes —según ella— a cambio de nada ha
generado más indignación en el extranjero que en nuestro propio Congreso.
Aquí, en el mal llamado
Palacio Legislativo, no tenemos más que un circo de payasos parlanchines que fungen de fiscalizadores
cuando lo único que buscan es sacar el sombrero por debajo de sus
escaños para mantenerse en el poder y no
soltar esa inmunidad de la que varios se abrazan con tal de no terminar en prisión.
Por
menos, mucho menos, cualquier otro presidente hubiera
sido llevado a la guillotina.
El pedido de vacancia no habría sido una farsa más del grupo
liderado por el escurridizo corrupto de Cerrón,
sino un hecho real en clara y justa coherencia de lo que Boluarte se encargó de
develar mostrando sus enjoyadas muñecas.
Resulta
que, mientras todos notábamos los brillos de la jefa de Estado, para el primer
ministro tanto lujo pasó desapercibido. Ni siquiera tras
la revelación de tamaña denuncia presentada por el periodista
Marco Sifuentes, el premier pidió respuestas a su socia
política. Al menos, eso dijo. Eso es lo que
quiere o quieren hacernos creer.
De pronto, este binomio impresentable conformado por el Gobierno y el Congreso ha interpretado que los ciudadanos no tenemos suficiente masa encefálica, inteligencia, perspicacia ni decencia. Están convencidos de que, mientras la calle no se manifieste, podrán seguir viéndonos la cara de idiotas y convertir sus porquerías en casos fantasmas que cualquier cortina de humo logra desaparecer y mandar al olvido.
Cuán
equivocados están. Esta clase política de alcantarilla no entiende que la
impotencia que alimentan diariamente con sus fechorías es una bomba de
tiempo. Que no hay mal que dure mil años ni Perú que lo resista.
¿Y dónde está la presidenta mientras gobernadores
regionales y hasta el dueño de una joyería
desfilan por la Comisión de Fiscalización del Parlamento?
Sospecho que aterrada en Palacio de Gobierno dando la cara solo a sus ministros
y recientemente también a los integrantes de la Mesa Directiva,
quienes llegaron hasta su despacho tras la aprobación de la nueva liberación de
fondos de las AFP. Es decir, solo se presenta frente a
sus cómplices y amigos. Dina
Boluarte no solo es incapaz de pedir perdón y
renunciar, sino una mitómana confesa que sabe que de esta, con
Rolex o sin Rolex, no saldrá bien librada.
Sin temor a equivocarme, estamos ante el escándalo gubernamental
más grande de los últimos años. Una jefa de Estado que se ha encargado de escribir la crónica de
la que será su propia muerte anunciada. Por torpe, nerviosa o andar muy mal asesorada, la señora Boluarte pareciera
que aún no cae en cuenta de la dimensión que ha tomado su seguidilla de falsos mensajes.
Primero,
que ella no recibió ningún regalo (y menos un reloj) del cuestionadísimo
gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima. Por el contrario, ella solo usa
bijouterie fina marca Unique.
Segundo,
que su wayki cariñoso es un amigo que tuvo la
enorme generosidad de prestarle
un Rolex que ella no dudó en aceptar para representar bien al Perú.
Tercero,
que no aceptó que fuese un regalo para no verse en la obligación de
declararlo.
Si
creíamos que Dina hace rato se había superado a sí
misma, con esto no solo ha quedado como una timadora. Bueno fuera. Ella misma se ha autoinculpado
admitiendo que aceptó un trueque —encontrando la manera de que nadie se
entere—, que no solo era un Rolex, sino también una pulsera marca
Bangle de casi 14.000 dólares,
y que obviamente nos estafó a todos con el cuento de que —como siempre— la
culpa de todo es de esa prensa malvada que no rescata lo bueno de su
gestión.
Sí.
Una gestión cuya principal responsable se
preocupa más por parecerse a la Señora de Sipán,
a través de actos que desde ya son calificados por expertos como delitos
de cohecho y enriquecimiento ilícito, que por voltear a ver a
ese Perú que no sale de la pobreza y donde siete
de cada diez personas hoy
mismo no tienen qué comer.
Y
mientras Wilfredo Oscorima,
el gobernador y amigo regalón, ahora guarda silencio enviando a la Fiscalía
sus tres relojes Rolex y la finísima pulsera en un sobre
manila con su abogado Humberto Abanto, el
Congreso pide tibiamente —como quien no quiere comprarse pleito alguno con la jefa—
que las investigaciones sigan su curso, pero que, “en
aras de la gobernabilidad”, la presidenta concluya sus funciones
en el 2026.
Nos han inoculado el mal de la corrupción y pretenden que sobrevivamos dos años más en cuidados intensivos frente a un Gobierno vegetal, al que hace rato se le debió practicar la eutanasia.
Imposible
seguir respirando el mismo aire que exhala
este séquito de hampones y cómplices de la mafia.
No podemos. No lo merecemos. Este
virus nos está matando.
De la presidenta
no se puede esperar ya nada. Quizás alguna nueva
mentira cuando se corrobore cómo se ejecutó
el intercambio de favores: “Tú me das los Rolex y yo te transfiero
millones para tu región”. Algo que se sabrá más pronto de lo
que la propia Dina espera.
Y es que no son solo las joyas, sino también deberá transparentar el millón
ochocientos mil soles que, según un informe de la Unidad de
Inteligencia Financiera (UIF), Boluarte fue retirando de cuentas personales y mancomunadas
entre los años 2016 y 2022.
Antes de llegar a Palacio, cuando era una funcionaria más del Reniec.
Época en la que recibía un sueldo de 4.500 soles,
que, en el mejor de los casos, y con dos hijos que mantener, le hubiera
alcanzado para un bonito Casio.
Lo más triste de todo es que ya ni siquiera tenemos ese equilibrio de poderes que permite la sana supervivencia de una democracia. Esa balanza en la que el Poder Legislativo tiene que ser el contrapeso del Ejecutivo. Donde las funciones de los poderes parten de la autonomía e independencia de las instituciones. Qué va. Si el fujimorismo ya se encargó de aprobar una nueva reforma que, en caso de que reciba luz verde en dos legislaturas con un mínimo de 87 votos, modificará (otra vez) esa constitución a la que hipócritamente rinden pleitesía, logrando que los organismos electorales también sean su chacra.
A
este séquito de malhechores, les preocupa más cobrarles la
revancha a los que no se
prestaron al ridículo juego del supuesto fraude, que reivindicarnos después de tanto
insulto, de tanto asalto.
¿Vacar
a Dina? Imposible. Por lo menos, hoy ese escenario resulta utópico. Ante el descarado anuncio de la señora Boluarte de seguir ocupando el sillón presidencial dos años más, lo que quedaría es una
acción inmediata por parte del Legislativo. Claro, siempre y cuando se tenga una clase política lo suficiente consecuente y digna
como para dejar de lado sus intereses personales y pensar en el bien del país. Desgraciadamente, no es el caso. Ese escenario debió darse hace
rato, y lo único que ha pasado es que no ha pasado nada. Esta es nuestra nefasta realidad. Esto es lo que se vislumbra desde la platea del teatro en el que nos han metido a la fuerza para ser espectadores de
esta triste puesta en escena. Lo más seguro es que no sea el Congreso ni Dina quienes cierren el telón. Lo que es un hecho es que, con Rolex o sin Rolex, la
presidenta Boluarte
tendrá que rendir cuentas. Ella más que nadie sabe que llegará el día en que las finísimas joyas que una vez adornaron sus muñecas serán reemplazadas por un par de grilletes de los que no podrá librarse fácilmente. A Dina, como a otros inquilinos de Barbadillo,
también le llegará la hora.
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