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“En
medio de esta grave crisis
climática, en lo que menos se está pensando a la hora de
invertir en extracciones
de ingentes toneladas de litio, es en el cuidado
y protección de las aguas, la preservación de la biodiversidad del lugar y las
relaciones metabólicas
necesarias3 para que estos espacios de vida
conserven algunas de sus propiedades
básicas para el equilibrio de la humedad ambiental
planetaria. Cuestiones que han sido
advertidas por grupos de investigación y organizaciones que han
sabido escuchar las preocupaciones de las comunidades
que habitan ancestralmente el lugar. Sin
embargo, las autoridades competentes han
desestimado durante décadas estos llamados de atención. “Agua sí, litio no”, “El agua vale más que el litio”,
son algunas de las expresiones que desesperadamente y al unísono claman estos pueblos.
“Este
fallo, fruto de la lucha de la comunidad Atacameños
del Altiplano y apoyada por la asamblea PUCARÁ, debiera nutrir de forma urgente el
debate en general sobre la llamada fiebre del litio. El
mayor antecedente que existe en el país sobre
este tipo de minería
demuestra que sólo con ese proyecto se ha secado un río, y está en riesgo una parte
significativa de una cuenca milenariamente habitada
y cuidada por sus habitantes. En Chile, país con
más antecedentes en la actividad extractiva, ya se han registrado casos similares. La única fiebre que debería ser foco de atención es la de la temperatura
del planeta y bajo ningún punto de vista ésta puede solucionarse
fabricando autos eléctricos
y sacrificando a los humedales y sus habitantes (humanos y más que humanos), tejidos de vida esenciales para la regulación ecológica y climática.
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LA
FIEBRE DEL LITIO DESHIDRATA LOS HUMEDALES ANDINOS.
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Por Leonardo Rossi, Aimée Martínez Vega. |
5/04/2024| Ecología Social.
Fuente. Revista
Rebelión viernes 5 de abril del 2024.
Una
sentencia en Catamarca, Argentina, reconoce por
primera vez que este tipo de minería tiene un impacto directo sobre el medio
ambiente
El
reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de
Catamarca sobre la minería de litio en
el Salar del Hombre Muerto, en Argentina, asume las reiteradas
advertencias que diversas comunidades y personas en
diferentes áreas de investigación vienen realizando: esta nueva avanzada extractiva se sostiene sobre el colapso de masas de agua
y es una amenaza
para cuencas hidro sociales
enteras. La sentencia apenas es un
reconocimiento muy elemental desde un alto estamento del Estado de la catástrofe en ciernes en los salares y lagunas altoandinas de
Argentina y Sudamérica
en nombre de una falsa transición energética.
Mientras, en sectores corporativos
y gubernamentales se encienden las alarmas por los posibles impactos para las
inversiones vigentes y en negociación, la
cuestión de fondo –la crisis ecológica y las
alternativas de vida realmente sustentables como
son, en definitiva, las que encarnan las comunidades demandantes– quedan fuera
de los debates principales.
La demanda presentada por la comunidad Atacameños del Altiplano ha pasado por diversas instancias desde el año 2020, y tiene como eje la constatación de que la vega del río Trapiche se había secado por la actividad de la minera Livent (ahora fusionada con Allkem) en la región. Ante el intento de construcción de un nuevo acueducto sobre el río Los Patos, y el creciente avance de diversos proyectos en la zona (se estima que hay actualmente siete empresas con interés allí), los comuneros representados por su autoridad, Román Guitián, y el apoyo de la Asamblea PUCARÁ, que reúne a colectivos que resisten al extractivismo en la provincia, presentaron un amparo.
Tras
recorrer pasillos entre la justicia
federal y la provincial, finalmente el 13 de
marzo pasado la máxima instancia del Poder Judicial de Catamarca asumió parcialmente la demanda y exigió
realizar un relevamiento integral y de los
presumibles efectos acumulativos de los diversos
proyectos en la zona. Si bien el fallo no cuenta con una argumentación actualizada al
conocimiento científico sobre este tipo de actividad ni a las miradas
posantropocéntricas,
es un antecedente relevante, en tanto el boom de litio viene avanzando en el país casi sin
freno por parte de los diversos poderes del Estado
en sus distintas instancias nacionales, provinciales y locales.
La
demanda de vehículos eléctricos proviene en un 90% de China, Estados Unidos y Europa
Sumar litio a los hornos capitalistas
En los últimos años, una y otra vez, gobiernos nacionales y provinciales de distinto signo, personas vinculadas a la comunicación, corporaciones y centros científicos han defendido las oportunidades económicas que tiene Argentina como país exportador de litio ante la demanda global de este mineral. El argumento se basa en el supuesto aporte sustancial que se hace a una transición energética en marcha que lucharía contra el acelerado cambio climático y en la que este insumo sería clave. En los hechos, el litio ha tenido una subida abrupta de demanda para la elaboración de baterías de vehículos eléctricos (VE), que proviene en un 90% de los mercados de la República Popular de China, Estados Unidos y Europa1.
Lejos
de formar parte de procesos planificados
para mejorar la justicia ecológica planetaria y
disminuir los hiperconsumos, el mercado de estos
vehículos está en buena parte traccionado por
propietarios de una o más unidades de distinto
tipo de automotores2, y los modelos
de mayor valor suelen ser los más vendidos, como ocurrió con el Tesla Y durante la
primera mitad de 2023 tanto en China como en Europa,
donde a principios del año pasado tenía un costo de 52.000
euros. Se trata de un nuevo nicho de
bienes de lujo, mientras la mayor parte de la población
del mundo no es propietaria siquiera de un auto
convencional.
En este
contexto es central el caso de China, líder mundial en
VE, con el 60% de la
flota eléctrica actual y la infraestructura de carga de vehículos eléctricos más extensa del mundo, construida
con el apoyo del Gobierno a través de cuantiosos subsidios. No obstante, el coste para obtener este
liderazgo es de grandes
áreas en ruinas en más de seis ciudades,
así como la quiebra
de múltiples compañías creadas en los inicios
del auge del VE para el transporte compartido, proyecto obsoleto para un
mundo que sigue apostando
por las individualidades.
“Un pequeño templo en ruinas domina una especie de cementerio: una serie de campos donde cientos y cientos de autos eléctricos han sido abandonados entre la maleza y la basura. Grupos similares de vehículos con batería no deseados han surgido en al menos media docena de ciudades de China, aunque algunas se han limpiado”, describe una crónica periodística. En definitiva, “son una representación sorprendente del exceso y el desperdicio que puede ocurrir cuando el capital inunda una industria floreciente, y quizás también un monumento extraño al progreso sísmico en el transporte eléctrico en los últimos años”.
La supuesta transición energética que implica la demanda de litio
de los salares sudamericanos es un acelerador de la catástrofe
ecológica
Sin
siquiera escarbar demasiado fino, observamos cómo la supuesta
transición energética que implica la demanda de litio
de los salares sudamericanos es un verdadero
acelerador de la catástrofe
ecológica. Lo que demanda este tiempo límite en materia
ambiental es una radical reducción de la movilidad humana y el
transporte de sustancias y productos, y en especial de aquellas formas de movilidad que no hacen parte de diseños colectivos
para actividades esenciales en pos de una
sensata transición socio-ecológica. Asimismo,
toda la cadena energética basada en combustión fósil que debe
alimentar a esas sociedades con ingentes niveles de consumo –que ahora además insertan
estos nuevos vehículos– está lejos de algún tipo
de transición realista y justa. Más bien, por el
contrario, China no para
de aumentar su consumo de carbón –el
combustible más
contaminante– alcanzando año tras año niveles récords y Estados Unidos lleva adelante una descomunal avanzada
con el fracking y organiza el despliegue de nuevas fronteras de
extracción de crudo como el polémico proyecto Willow.
Proteger humedales frente al colapso
Mientras observamos cómo los humedales altoandinos y sitios Ramsar –humedales designados como de importancia internacional– se llenan de puntos en los mapas de los proyectos de minería de litio (en Catamarca hay al menos 25 de las 50 propuestas de Argentina con alcance directo en 600.000 hectáreas), en los territorios nos hallamos con hidro-agro-comunidades que ven en riesgo sus prácticas de autosustento, comunidades que por justicia debieran ser modelo de la sustentabilidad, tantas veces banalmente enunciada por empresas y gobiernos. Asimismo, diversidad de poblados, parajes y pequeñas ciudades van siendo sitiadas por el shock de las inversiones litíferas y las promesas de desarrollo, progreso y trabajo. Como venimos observando en nuestras indagaciones, estos proyectos no solo alteran los ciclos ecológicos e hídricos de las regiones, sino que generan un verdadero trastorno socio-cultural allí donde irrumpen erosionado economías preexistentes, resquebrajando relaciones comunitarias e introduciendo o maximizando problemáticas previamente ajenas a esos paisajes (desde accidentes vehiculares hasta consumos problemáticos).
En
medio de esta grave
crisis climática, en lo que menos se está pensando a la hora de invertir
en extracciones de
ingentes toneladas de litio, es en el cuidado y
protección de las aguas, la preservación de la biodiversidad del lugar y las
relaciones metabólicas
necesarias3 para que estos espacios de vida
conserven algunas de sus propiedades
básicas para el equilibrio de la humedad ambiental
planetaria. Cuestiones que han sido
advertidas por grupos de investigación y organizaciones que han
sabido escuchar las preocupaciones de las comunidades
que habitan ancestralmente el lugar. Sin
embargo, las autoridades competentes han
desestimado durante décadas estos llamados de atención. “Agua sí, litio no”, “El agua vale más que el litio”,
son algunas de las expresiones que desesperadamente y al unísono claman estos pueblos.
Este fallo,
fruto de la lucha de la comunidad Atacameños del
Altiplano y apoyada por la asamblea PUCARÁ, debiera nutrir de forma urgente el
debate en general sobre la llamada fiebre del litio. El
mayor antecedente que existe en el país sobre
este tipo de minería
demuestra que sólo con ese proyecto se ha secado un río, y está en riesgo una parte
significativa de una cuenca milenariamente habitada
y cuidada por sus habitantes. En Chile, país con
más antecedentes en la actividad extractiva, ya se han registrado casos similares. La única fiebre que debería ser foco de atención es la de la temperatura
del planeta y bajo ningún punto de vista ésta puede solucionarse
fabricando autos eléctricos
y sacrificando a los humedales y sus habitantes (humanos y más que humanos), tejidos de vida esenciales para la regulación ecológica y climática.
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Notas:
1. Cochilco
(2023). El
mercado de litio Desarrollo reciente y proyecciones al 2035.
2. Davis,
L.
(2022). “Electric Vehicles in Multi-Vehicle Households”. Energy Institute.
3. Casagranda,
E. (2022). Vulnerabilidad de humedales de la Puna argentina a la
interacción entre minería de litio y cambio climático. Universidad Nacional
de Tucumán.
Leonardo Rossi es
becario posdoctoral IRES-CONICET.
Aimée Martínez Vega es
candidata a PhD en Estudios Sociales Rurales
Agrarios. Directora de Red de Comunidades Impactadas por IFIS en AL.
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