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“ECUADOR,
REFLEJOS DE UNA CRISIS. La crisis
política que se vive en Ecuador desde meses atrás, ha rebasado las leyes internacionales y violado la Convención de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas y la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, tras el violento asalto a
la Embajada mexicana en dicho país sudamericano, autorizada por el presidente Daniel Noboa, cuyo
Gobierno vive una serie de cuestionamientos populares por el retroceso que ha
generado en los aspectos económicos, políticos, de
seguridad y soberanía. El reciente secuestro del
ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas Espinel,
quien desde diciembre de 2023 se encontraba en
la Embajada mexicana luego de solicitar asilo
político, es una acción, además de ilegal a nivel
internacional y neofascista,
que muestra de la sumisión del régimen ecuatoriano de Noboa al imperialismo estadounidense, pues
después de aquellas escenas donde se observó a un grupo de criminales tomar las
instalaciones de una
televisora y del incremento de la violencia por
el narcotráfico, se establecieron con mayor rigor una serie de “alianzas”, o más bien de imposiciones imperialistas, que entre otras cosas han
mostrado la presencia del Comando Sur de EE.UU., siendo
que la general Laura
Richardson, jefa de dicho Comando, ya había declarado que “Estados
Unidos tiene un plan de seguridad de 5 años para Ecuador”, y esto no es otra cosa, que la imposición
de la agenda político económica de Washington. Jorge Glas, además de haber denunciado
la corrupción del Gobierno y de negar las acusaciones que sobre su persona recaen actualmente, también se posicionaba
como el contendiente electoral contra la derecha, por lo que su
actual detención ilegal
busca incriminarlo y
desplazarlo de la posibilidad de ser presidente. Algo que ya vimos con Lula da Silva en Brasil.
Por
su parte, el Gobierno mexicano ha iniciado una serie de procedimientos legales que
buscan la defensa de su soberanía, cuyo primer
paso ha sido la ruptura de la relaciones diplomáticas
con Ecuador, lo que representa un cisma para la unidad
latinoamericana, y esto tampoco es casual, pues no se olvide que México ya había dado asilo a Evo
Morales y demás funcionarios bolivianos después del Golpe de Estado que se vivió en ese país, algo que
para el imperialismo y las
oligarquías sudamericanas
quedó pendiente de ser cobrado, y tan poco debe dejarse de lado la figura tan ejemplar que para Latinoamérica
recae en México por su historia diplomática en la región. Esto último es
otro objetivo de desestabilizar, ya que se sabe
que las oligarquías y el imperialismo no son
amigos de la idea de unidad e integración que México ha
vuelto a representar tras varios años de dudosa
diplomacia.
“Ecuador
vivirá disputas internas, la acción violenta en la Embajada mexicana
desenmascaró más el carácter neofacista
del régimen de Noboa, siendo que ni las dictaduras sangientas de Argentina y Chile llegaron a violar la Convención de Viena, y aquellos años fueron
de verdadero terror. Además, si bien para algunos el seguir al pie de la letra
los dictados de Washington pudieran darle puntos a Noboa, en realidad
siempre debe considerarse la recuperación internacional de este tipo de actos,
y ante el rechazo mayoritario, Noboa corre el riesgo de
ser descartado por el imperio estadounidense, cuyo discurso habla de “democracia”, aunque ya
sepamos muy bien que subvenciona bombas en Medio Oriente, grupos criminales en Sudamérica y oposiciones en países gobernados por la izquierda o el “progresismo”. La
región vuelve a encenderse, veremos cómo se desarrolla esta nueva crisis que en
nada beneficia a los pueblos de Nuestra América.
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¿POR QUÉ EL GOBIERNO
ECUATORIANO ASALTÓ LA EMBAJADA MEXICANA?
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Por Lautaro Rivara.
Fuente. Página /12. martes 9 de abril del 2024.
El asalto ordenado por el presidente Daniel Noboa a la
sede de la embajada mexicana en Quito en la noche de 5
de abril desató un escándalo internacional sin precedentes. El objetivo del
procedimiento, comandado por la policía local,
fue la captura del ex
vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, que se encontraba refugiado en la sede diplomática de México y vio aprobada un día antes
su petición de asilo.
Cabe destacar que el
derecho al asilo es un pilar fundamental de la política exterior mexicana, y que históricamente el país acogió, incluso bajo gobiernos
conservadores, a multitud de exiliados y perseguidos, desde los republicanos de la Guerra
Civil Española hasta las víctimas del Plan
Cóndor.
Pero la posición mexicana no
se explica sólo por los tratados vigentes o por su doctrina de política
exterior. Diferentes especialistas consideran al ecuatoriano como una de las víctimas más
notorias del lawfare regional. Con tres causas gravitando en su contra y tras purgar ocho años de prisión por condenas
viciadas de irregularidades, Glas es uno de lo
tantos dirigentes de la Revolución Ciudadana que
fueron encarcelados o forzados al exilio, ya sea por la comisión de presuntos
delitos económicos o bien acusados por “instigación” y
“rebelión” tras las multitudinarias protestas de
octubre de 2019.
Además, la defensa de Glas considera que su vida corre
riesgo en Ecuador; tanto por la violencia carcelaria que
ha ido in crescendo en los últimos años –con recurrentes y sangrientos motines–
como por su precario estado de salud. De hecho,
el 9 de abril de 2022 fue
excarcelado por la concesión de un hábeas corpus
interpuesto con tal motivo.
La violación flagrante de la Convención
de Caracas sobre asilo diplomático de 1954
y de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961, llevó a que la
totalidad de las cancillerías se pronunciasen, con más o menos entusiasmo,
contra este hecho completamente inédito. Pocas veces en la historia reciente América Latina vio tal unanimidad
de posturas frente a un conflicto internacional. La
casi totalidad de los mandatarios de la región
–incluso conservadores–, pero también la ONU, la OEA,
la Unión Europea y hasta el Departamento de Estado, salieron en apoyo de la parte
agredida y ratificaron la normativa vigente.
De momento, la aventura de Noboa le costó al Ecuador no sólo la ruptura de relaciones con México, país por el que transitan anualmente miles de emigrantes ecuatorianos que se dirigen hacia los Estados Unidos, sino el que otros países como Bolivia o Nicaragua estén evaluando proceder de la misma manera. Además, miembros del Parlasur de Argentina y Uruguay solicitarán la exclusión de Ecuador del Mercosur, bloque del que la nación andina participa como estado asociado desde hace 20 años.
La inviolabilidad de las sedes y las garantías del personal diplomático eran hasta hace poco una de las
escasas líneas rojas del derecho internacional
que aún no habían sido profanadas: ni durante las dictaduras del Plan Cóndor, cuando numerosos
perseguidos buscaron seguridad en las embajadas europeas y latinoamericanas; y ni siquiera en el caso de Julián Assange, refugiado
en la embajada ecuatoriana en Londres entre 2012 y 2019, hasta que
el expresidente Lenin
Moreno negoció la entrega del fundador de WikiLeaks
con Inglaterra y los Estados Unidos.
Los
motivos tras la aventura
Es por todo lo antedicho que la aventura de Noboa ha
generado incluso más desconcierto que rechazo.
Hay una extraña sincronía en los hechos que en
las últimas semanas destemplaron gravemente las relaciones latinoamericanas. Al
asalto ecuatoriano debemos sumar los ataques verbales de Javier
Milei a sus homólogos de México y Colombia,
así como la entrega a los Estados Unidos del avión venezolano de
Emtrasur, hechos recientes que también sacudieron el avispero regional. No
casualmente, tanto Ecuador
como Argentina
intensificaron en los últimos meses los contactos con altos funcionarios estadounidenses, tanto civiles como militares.
Tras asumir la presidencia en noviembre de 2023, Noboa
visitó Washington en uno de sus primeros
actos como mandatario. Apenas un mes después,
una delegación presidida por la canciller ecuatoriana se
reunió, de nuevo en
Estados Unidos, con el Secretario de Estado Antony Blinken. El 22 de enero la Jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, visitó Quito y sostuvo reuniones con Noboa, con las fuerzas
armadas locales y también con la fiscal Diana Salazar, sindicada como la principal responsable de
la guerra judicial
desatada contra el partido del ex presidente Rafael
Correa.
Además de la violación flagrante de lo estipulado en Viena, Noboa impulsa una interpretación capciosa de los acuerdos de Ginebra, invocados para
declarar a más de 22
cárteles de la droga
y bandas armadas
como “actores no estatales beligerantes”. Este
encuadre permite al gobierno presentar la lucha contra el crimen organizado como un “conflicto armado interno” y militarizar el
país, tanto por parte de las fuerzas armadas locales como a través de los
acuerdos suscritos con el Comando
Sur, el Pentágono y el Departamento de Estado.
El respecto, Richardson afirmó
que Estados Unidos prevé desarrollar en Ecuador un plan de seguridad
quinquenal, a
lo que se suman tres acuerdos de cooperación militar ya suscritos, que incluyen, además de la formación y el envío de equipos, la presencia “temporal” de militares norteamericanos para
"visitas de buques, entrenamiento, ejercicios, actividades humanitarias", así como para “actividades de cooperación frente a retos de seguridad compartidos”. Retos que, como la propia Richardson se ha encargado de explicar, encarnan en el hemisferio China y Rusia.
Problemas
domésticos y urgencias electorales
Pero la explicación del accionar
ecuatoriano no es tan sólo internacional.
El frente doméstico tampoco luce fácil para el flamante presidente, que a una crisis de seguridad desbocada y a una situación económica nada halagüeña, suma la
convocatoria a una consulta popular que puede
encaminarse hacia la derrota.
Además, Noboa corre una carrera contra el tiempo, dado que el suyo es un
breve gobierno
surgido de la “muerte cruzada” decretada por Guillermo Lasso en noviembre de 2023. El joven empresario,
sin ser ni de cerca el favorito, ganó la segunda vuelta
de unas elecciones atípicas, profundamente trastocadas por el asesinato
del candidato Fernando Villavicencio.
De hecho, la autoridad electoral ya puso fecha a los próximos comicios, que se
celebrarán en febrero del año 2025, por lo que Noboa busca asegurarse desde ya el comando de la
transición política. Para eso debe desalentar a los posibles
competidores del espectro conservador,
así como profundizar el asedio político, mediático y
judicial contra sus adversarios progresistas.
Su temeraria aventura diplomática le garantiza dejar fuera de juego a Glas (el candidato original en las elecciones del año
pasado), además de que complace a un aliado que, como los Estados Unidos, ve con buenos ojos cualquier síntoma de discordia que profundice la desintegración
regional.
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