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LA GOBERNABILIDAD. NUESTRA OPINIÓN.- La gobernabilidad simplemente
vista de una “sola ventana” del
Edificio del sistema político. Colega haber intente plantear la gobernabilidad
como política de consenso desde las organizaciones representativas y
legitimadas que vienen desde la Sociedad
Civil, producto de una amplia y permanente participación ciudadana,
democrática, intercultural y dialogante. Porque
si usted continua por este sendero político son tantas las enfermedades
políticas que hacen prácticamente imposible que puedan tener perspectiva de
funcionamiento político la gobernabilidad. Corrupción,
crisis de los partidos políticos, desconfianza absoluta en las instituciones de
la Democracia; crisis de la política y destrucción de la “clase política” –
como grupo y/o sector social – profesional, excesivo
presidencialismo, - hiper – falsa
autonomía de poderes constitucionales – guerra entre legislativo,
ejecutivo, electoral, judicial – de acuerdo a sus intereses, pésima oposición política, excesiva
burocracia estatal – el aparato del Estado convertido en agencia de empleos
del “movimiento” ganador – elevados
niveles de inseguridad ciudadana, todos sumados nos dan como resultado: la crisis “final” del Estado de Derecho –
el pulmón político de la democracia -.
Esta vía política definitivamente no llevara a un país, a su gobierno a un ejercicio
político responsable que garantice estabilidad política, consolide la institucionalidad democrática, luchar contra la
corrupción, impulsar el mecanismo democrático de la rendición de cuentas en la representación constitucional, vigencia de los derechos sociales y
políticos, forja y construcción de confianza social, legitimidad política,
eficacia y eficiencia en la Administración Pública, vigencia del Estado de Derecho – generalmente en sociedades de
riesgo político – soberanía nacional y Políticas de Estado en la perspectiva de
solución de los Conflictos Sociales
como propuesta de abrir la Democracia - mejorar la democracia en relación a la calidad de la democracia - hacia una mayor participación de la
ciudadanía, el reconocimiento de la Sociedad
Civil Real, local, popular, plural, autónoma y democrática. (falta el papel
político de los medios de comunicación
–la dictadura política en democracia - y la construcción –imposición – de la Agenda Social y Política ante la
debilidad política del gobierno en ejercicio – por lo general al llegar al
gobierno, rompe o deja a lado al “partido”, movimiento o alianza política y
gobierna con una élite al servicio de los grupos de poder factico local. ( globales).
La mirada política de la
gobernabilidad desde la "ventana" más cuestionada, sin confianza y
menos legitimidad: el de la política gubernamental
diaria, menuda, corrupta - generalmente en poder de caudillos y élites al
servicio de los poderes facticos -. Los medios de comunicación - la dictadura
política en democracia - ante la crisis de los partidos, la política y su
propia descomposición moral de los políticos, al final los mass-media terminan gobernando, imponen la Agenda
Social y Política. Por esta vía, camino o propuesta la gobernabilidad no es
alternativa, no es Política de Estado, no es estabilidad política, no es
proceso democrático para democratizar las instituciones de la Democracia.
Trabajemos hoy en América latina por el camino de la Sociedad Civil Real,
local, popular, plural, democrática; la participación ciudadana como política de gobierno, por la propuesta de construir y enriquecer
la Ciudadanía Plena y Activa, lucha contra la corrupción, la economía criminal
"abrir" la Democracia hacia la
mayor participación de la población organizada - compromiso de mejorar la democracia - en su visión múltiple y
compleja, trabajando con responsabilidad, confianza y compromiso porque el
futuro es nuestro de construir en Nuestra América una Sociedad Socialista,
Democrática, Participativa, Solidaria, Descentralizada, reconociendo los derechos históricos
de cada pueblo, comunidad y Nación, proceso que no es copia ni calco, es
creación histórica de cada pueblo. Pablo Raúl.
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Los problemas de gobernabilidad en el
presidencialismo
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José LUIS VEGA CARBALLO*
San José de Costa Rica martes 2 de abril del 2013.
La democracia debe garantizar que funcione un
sistema electoral que refleje la voluntad ciudadana y un sistema de gobierno
que permita ejecutar decisiones de política pública y promueva la cooperación
entre los poderes. Por lo que es clave examinar los problemas de gobernabilidad
salidos del presidencialismo, por ser un sistema susceptible de generar alta
tensión entre los poderes públicos e inestabilidad política, con lo cual que
puede ocasionar severos daños a la democracia.
Se ha comprobado que el presidencialismo -basado en
elección popular directa del presidente, radical separación de poderes, período
presidencial corto y fijo, imposibilidad de disolver el congreso- funciona bien
cuando hay un gobierno de mayorías, tanto electorales como parlamentarias, y no
de minorías en ambos niveles. Requiere un partido dominante o un bipartidismo
firme y no-polarizado, que le garantice al presidente poder elegirse con una
mayoría absoluta de votantes y a la vez contar con una mayoría de diputados de
su propio partido en el Legislativo. Se le hace difícil gobernar, o se torna
imposible, cuando no puede apoyarse allí en una coalición sólida y duradera de
varios partidos; caso en el cual se expone a ejercer un gobierno débil con una
oposición multi-partidista, fraccionada, bien parapetada en curules
transformadas en trincheras parlamentarias.
Por eso, hay más dificultades para gobernar bajo
este régimen generador de múltiples tensiones y rencillas, en comparación con
el parlamentario que las disminuye, al facilitar la formación de gobiernos
mayoritarios, eficaces y estables bajo el liderazgo de un primer ministro y
gabinete salidos del propio parlamento. Pero hay algunas otras dificultades con
el presidencialismo que a veces no se le señalan.
1. Como el
presidente y los diputados son electos directamente por voto popular, surge
una razón para que cada uno se considere depositario de la voluntad nacional
soberana y se sienta muy superior al otro, al cual desea controlar y doblegar.
El principio de independencia entre poderes agrava esta condición y
desincentiva la cooperación. Se generan interminables pugnas y mediciones de
fuerza donde ninguno cede ante el otro, y hasta busca su fracaso. A veces se
une a las contiendas el Judicial (Sala IV en especial). Frente a esas guerras
inter-poderes o impasses, nada resolvemos dándole más facultades al presidente
si no logra mayoría en el congreso. En cambio, bajo el parlamentarismo la
cúpula del Ejecutivo es electa de entre los mismos diputados, acabando con
cualquier forcejeo en torno a cuál poder es plenipotenciario.
2. Cuando
hay un partido o serie de partidos sólidos, disciplinados, sin muchas tendencias
o facciones en ellos, la gestión presidencial se facilita. Pero si no, los
diputados funcionan por separado, pueden hundir la gestión presidencial, y
desatan conflictos dentro y fuera del propio partido presidencial, empantanando
la negociación política y la toma de decisiones. Entonces se evidencia que el
mandatario fue electo por una mayoría de votantes simbólica, ficticia, muy
volátil que no le ofrece efectivo apoyo.
3. El
“centrifuguismo” o dispersión político-partidista agrava el
déficit de poder del mandatario cuando su candidatura fue de tipo relámpago o
de “efecto Alka-Seltzer”, fabricada improvisada y artificiosamente por el
marketing político a partir de imágenes y manipulaciones de la propaganda
mediática masiva; algo que se ha vuelto muy común en la medida en que las
campañas se centran exclusivamente en los aspirantes a la presidencia,
sobredimensionan el personalismo, y se vuelven lo que Mario Vargas Llosa llama
una “política como espectáculo”.
4. En los
países como el nuestro donde la reelección presidencial inmediata está
vedada y el período de cada administración es muy corto (4 años), conforme
avanza su final y todos miran hacia la siguiente elección se va debilitando el
mandatario y empoderando el candidato y el círculo de su partido que se alista
para sustituirle. Esto le resta aun más soporte y poder al alejar de su lado a
ministros, diputados, funcionarios y otras figuras interesadas en ocupar
puestos en el próximo gobierno, volviéndose esto una fuente adicional de
rivalidades y antagonismos intra-partidistas (faccionalismo).
5. El
presidencialismo engrosa los altos cargos en la burocracia estatal y
aumenta el gasto en planilla; pues cada presidente acarrea sus compromisos y
cuadros de gobierno. Y como no es siempre posible destituir al personal
nombrado con anterioridad, mayormente si es del mismo partido, crece entonces
la fronda burocrática superior, hay más trabas y conflictos en el ejercicio del
mando presidencial.
6. Se ha
comprobado que el sistema presidencial y la forma clientelista y nada
democrática de escoger y elegir a los diputados fomentan la corrupción
organizada o sistémica de alta escala. Afirma la investigadora Rose-Ackerman en
su obra “Corrupción y gobierno: causas, consecuencias y reforma” (1999): “de
acuerdo con los estudios estadísticos, la peor combinación, la que más alienta
la corrupción, es la de un sistema político basado en un presidente con amplios poderes y legisladores elegidos por un sistema
de representación proporcional”.
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*Sociólogo.
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