domingo, 16 de junio de 2013

VIA CAMPESINA: 20 años de resistencia a la globalización neoliberal.

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¡Qué es la Vía Campesina?.- La Vía Campesina es un movimiento internacional de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, indígenas, gente sin tierra, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas. Defendemos los valores y los intereses básicos de nuestros miembros. Somos un movimiento autónomo, plural, multicultural, independiente, sin ninguna afiliación política, económica o de otro tipo. Las 148 organizaciones que forman la Vía Campesina vienen de 69 países de Asia, África, Europa y el continente Americano. ¿Cuál es su objetivo?  Desarrollar la solidaridad, la unidad en la diversidad entre las organizaciones miembros para promover las relaciones económicas de igualdad, de paridad de género, de justicia social, la preservación y conquista de la tierra, del agua, de las semillas y otros recursos naturales; la soberanía alimentaria; la producción agrícola sostenible y una igualdad basada en la producción a pequeña y mediana escala.

¿Qué es lo que defendemos?. El modelo campesino de producción de alimentos sanos. La Vía Campesina promueve un modelo campesino basado en la agricultura y en la producción sustentable, con recursos locales, en armonía con la cultura y las tradiciones locales. Los productores y las productoras usamos la experiencia acumulada y el conocimiento de nuestros recursos, obtenemos la óptima cantidad y la mejor calidad de alimentos con muy pocos insumos externos. Nuestra producción es principalmente para consumo familiar, para la venta en los mercados locales y naciones, y el excedente a los mercados solidarios.


La Soberanía Alimentaria de los pueblos La Soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos, los países y las uniones de estados, a definir sus políticas agropecuarias y de producción de alimentos sin imponer el 'dumping' a terceros países. Soberanía alimentaria es organizar la producción y el consumo de alimentos de acuerdo a las necesidades de las comunidades locales otorgando prioridad a la producción y el consumo locales domésticos. Soberanía Alimentaria, incluye el derecho de proteger y regular su producción nacional agrícola y ganadera, así como a proteger sus mercados domésticos del dumping de los excedentes agrícolas y de las importaciones a bajos precios de otros países. Campesinos, sin tierra, productores rurales deben tener acceso a tierra, agua, semillas y recursos productivos y servicios públicos adecuados. La Soberanía Alimentaria y la sustentabilidad son elementos altamente prioritarios antes las políticas de comercio.

Ejes de Trabajo. Los ejes de trabajo de la Vía Campesina son la soberanía alimentaria, la reforma agraria, la biodiversidad, los recursos genéticos, la situación de las mujeres jornaleras, los derechos humanos, las migraciones, los trabajadores rurales y la agricultura sostenible. La Vía Campesina lanzó el concepto de la soberanía alimentaria en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996. La idea fue creciendo y actualmente forma un movimiento popular global promovido por una gran variedad de sectores sociales tales como pobres de las grandes ciudades, grupos medioambientales, grupos de consumidores, asociaciones de mujeres, pescadores, pastores y otros muchos sectores. Además, cuenta con el reconocimiento de numerosas instituciones y gobiernos.

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles, así como su derecho a definir sus propios sistemas agrícolas y alimentarios. Desarrolla un modelo de producción campesina sostenible que favorece a las comunidades y su medio ambiente. Sitúa las aspiraciones, necesidades y formas de vida de aquellos que producen, distribuyen y consumen los alimentos en el centro de los sistemas alimentarios y de las políticas alimentarias, por delante de las demandas de mercados y empresas. La soberanía alimentaria da prioridad a la producción y consumo local de alimentos. Proporciona a un país el derecho de proteger a sus productores locales de las importaciones baratas y controlar la producción. Garantiza que los derechos de uso y gestión de tierras, territorios, agua, semillas, ganado y biodiversidad estén en manos de quien produce alimentos y no del sector empresarial. Así, la implementación de una auténtica reforma agraria constituye una de las prioridades del movimiento campesino. La soberanía alimentaria se presenta hoy en día como una de las repuestas más consideradas a las actuales crisis alimentarias, sociales y climáticas.
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VÍA CAMPESINA: 20 años de resistencia  a la globalización neoliberal.

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Tom Kucharz.

La Marea.

Rebelión sábado 15 de junio del 2013.

Esta semana se ha celebrado en Yakarta la VI Conferencia Internacional de La Vía Campesina, la mayor organización no gubernamental internacional de campesinos, indígenas y pescadores, fundada en 1993 en Bélgica, que representa actualmente a más de 200 millones de personas de 183 organizaciones en todo el mundo. La cita celebraba 20 años de lucha por la soberanía alimentaria en pos de una meta: articular una alternativa al régimen agro-alimentario actual, con una agricultura ecológica y sostenible, respeto a los derechos de los campesinos y campesinas y contra el poder de las grandes corporaciones y la complicidad de los gobiernos con éstas.

Un buen ejemplo del trabajo desarrollado en estas dos décadas, y uno de los momentos más emotivos que personalmente he vivido con Vía Campesina, fue una misión a Colombia en 2007. Representantes de distintas comunidades y organizaciones indígenas, campesinas, afrodescendientes y sociales colombianas e internacionales viajamos al Urabá antioqueño. Allí nos reunimos con las comunidades de la cuenca fluvial del Jiguamiandó y Curvaradó, que entre 1996 y 2003 habían sido desplazadas violentamente-cuando no asesinadas-, de sus tierras en varias ocasiones por grupos paramilitares.

Los paramilitares no actuaron solos, sino con el apoyo del Ejército colombiano. Juntos asesinaron, torturaron, secuestraron, bombardearon y quemaron las viviendas de los miembros de estas comunidades. Diez años después, en una demostración de valentía y en medio de amenazas permanentes, estas personas comenzaron lentamente a retornar a sus hogares destruidos. Al llegar se encontraron con que sus tierras y bosques –en los que habían habitado durante más de 120 años- se habían convertido en un desierto verde, sembrado de palma aceitera, ocupado por los mismos paramilitares responsables de las masacres que les empujaron al desplazamiento.

Nuestra delegación internacional se solidarizó con aquellas comunidades de afrodescendientes e indígenas, que habían comenzado a eliminar plantaciones de palma de aceite para recuperar su territorio. Todos juntos nos pusimos entonces a ayudarles a sembrar maíz en defensa de la vida y la soberanía alimentaria.

¿Por qué tanta violencia? El aceite de palma es una materia prima estratégica en el comercio global de los agronegocios ya que es el aceite vegetal más comercializado y consumido en el mundo, como producto alimenticio, industrial y energético. Las consecuencias negativas de los monocultivos de palma aceitera son una realidad no sólo en Colombia, sino también en Indonesia, Malasia, Papua Nueva Guinea, Uganda, Ecuador, Brasil, Honduras y muchos otros países. Un negocio lesivo que vulnera los derechos de las comunidades locales, el Derecho a la Alimentación y causa deforestación, la segunda fuente de contribución a los niveles crecientes de dióxido de carbono en la atmósfera que está causando la crisis climática.

La expansión de la palma es la mayor causa de deforestación en Indonesia, país con la mayor superficie plantada y la cuota de destrucción de bosque tropical más alta del mundo. Según el Forum Permanente de Asuntos Indígenas de Naciones Unidas, 60 millones de indígenas en el mundo corren riesgo de perder sus tierras y medios de subsistencia por la expansión de plantaciones para producir agroenergía.

La solidaridad y el apoyo que La Vía Campesina prestó a aquellas comunidades indígenas colombianas ilustran muy bien el trabajo de esta organización que lleva veinte años apoyando a los pequeños campesinos en vez de sostener los monocultivos agroindustriales. Dos décadas de apoyo a la agroecología –sin tóxicos- y de rechazo a la “Revolución Verde” y los transgénicos para responder a la crisis ecológica del planeta. También 20 años de demandas -la reforma agraria y el fin del robo de las tierras- y de oposición a las políticas de “libre comercio” que han conducido a millones de seres humanos a la migración forzada convirtiendo la alimentación en una mercancía en lugar de un derecho. Por último, veinte años de exigencia del cese de todas las formas de violencia contra las mujeres, quienes, de hecho cultivan la mayor parte de los alimentos en el mundo.

El fruto de este combate es que La Vía Campesina ha logrado posicionar en el debate internacional y en los movimientos sociales el principio de la soberanía alimentaria: el derecho de los pueblos a decidir las características de su modelo agro-alimentario, la igualdad en la distribución de la tierra y el control democrático local sobre los medios de producción. En algunos países muchos de estos principios se han convertido en política pública. Lo que ha caracterizado a este movimiento es la estrategia de confrontación directa con la globalización neoliberal impulsada por las grandes corporaciones e instituciones como la OMC, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

El G-8, que se reúne ahora en Irlanda, desoirá de nuevo las demandas de los campesinos para acabar con el hambre. Pero por eso resulta tan importante desenmascarar las falsas “soluciones” y apoyar soluciones reales, como las que recoge el “Llamamiento de Yakarta” con el que concluyó el congreso de Vía Campesina, un proyecto que impulsa el sueño de una sociedad basada en la justicia y la soberanía alimentaria.
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Tom Kucharz es miembro de Ecologistas en Acción.

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