&&&&&
Gran Bretaña emergió de la Segunda Guerra Mundial como uno de los
Tres Grandes –Estados Unidos, Unión Soviética y Gran Bretaña.
Sin embargo, era el más débil de los Tres
Grandes. La estrategia que eligió fue hacerse el socio menor de Estados Unidos –la nueva potencia
hegemónica. A esto se le llamaba, por lo menos en Gran Bretaña, la
relación especialque mantenía con Estados Unidos. El beneficio más grande que Gran Bretaña obtuvo de esta relación especial fue la transferencia inmediata de tecnología nuclear, lo que permitió que Gran Bretaña fuera, desde ese momento en adelante, una potencia atómica. Estados Unidos no tuvo un gesto semejante, de ninguna manera, con la Unión Soviética. Mucho menos con Francia. Estados Unidos buscaba un monopolio nuclear global, compartido únicamente con su socio menor. Por supuesto, como bien sabemos, este monopolio global fue desecho primero por la Unión Soviética, luego por Francia y China, y después por un buen número de otros Estados.
/////
Josetxo Escurra.
***
GRAN BRETAÑA, EN
BUSCA DE UNA IDENTIDAD POST-HEGEMÓNICA.
*****
Immanuel
Wallerstein.
La
Jornada, Lunes 10 de junio del 2013.
Rebelión.
Hubo una vez un tiempo en
que el sol nunca se ponía en el imperio británico. ¡Pero no más! En 1945
Winston Churchil profirió la famosa frase:
No me convertí en el primer ministro del rey para presidir la liquidación del imperio británico. Pero, de hecho, eso fue exactamente lo que hizo. Churchill supo diferenciar entre la rimbombancia y el poder.
Desde 1945 Gran Bretaña
siempre ha intentado, con dificultad considerable, ajustarse al papel de una
potencia hegemónica del pasado. Uno tiene que apreciar lo difícil que es esto,
tanto sicológica como políticamente. Hoy parecería que los dilemas de esta estrategia
política implosiona por fin, y que enfrenta opciones que son todas malas.
Gran Bretaña emergió de la
Segunda Guerra Mundial como uno de los Tres Grandes –Estados Unidos, Unión
Soviética y Gran Bretaña. Sin embargo, era el más débil de los Tres Grandes. La
estrategia que eligió fue hacerse el socio menor de Estados Unidos –la nueva
potencia hegemónica. A esto se le llamaba, por lo menos en Gran Bretaña, la
relación especialque mantenía con Estados Unidos.
El beneficio más grande
que Gran Bretaña obtuvo de esta relación especial fue la transferencia
inmediata de tecnología nuclear, lo que permitió que Gran Bretaña fuera, desde
ese momento en adelante, una potencia atómica. Estados Unidos no tuvo un gesto
semejante, de ninguna manera, con la Unión Soviética. Mucho menos con Francia.
Estados Unidos buscaba un monopolio nuclear global, compartido únicamente con
su socio menor. Por supuesto, como bien sabemos, este monopolio global fue
desecho primero por la Unión Soviética, luego por Francia y China, y después
por un buen número de otros Estados.
En la Europa occidental
continental los primeros pasos hacia la reconciliación franco-alemana
comenzaron como la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Ésta incluía a seis
naciones –Francia, Alemania, Italia y el trío Benelux de Bélgica, Holanda y
Luxemburgo. No incluía a Gran Bretaña. Estos primeros pasos hacia la Unión
Europea de hoy fueron alentados en ese entonces por Estados Unidos, como un
modo de hacer posible la incorporación de las partes occidentales de Alemania
en lo que habría de convertirse en la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN).
No es seguro que los
dirigentes británicos apreciaran esta nueva estructura continental europea.
Gran Bretaña pareció reaccionar buscando asumir una postura geopolítica
independiente de Estados Unidos. Y unió fuerzas con Francia e Israel para
atacar al Egipto de Nasser. En ese entonces Estados Unidos buscaba otra
estrategia en Medio Oriente, y de inmediato reprendió a Gran Bretaña y le
insistió que retirara sus tropas. Esto fue humillante para Gran Bretaña, pero
también le recordó los límites de su capacidad para ser independiente de
Estados Unidos.
Sin embargo, después de
esto, Estados Unidos comenzó a alentar a Gran Bretaña a unirse a las
estructuras continentales. En parte, esto se debió a que Estados Unidos comenzó
a preocuparse al ver que estas estructuras asumían una posición, inspirada por
los franceses, relativamente independiente. Desde el punto de vista estadunidense,
Gran Bretaña podría ayudar a evitar esto. Desde el punto de vista británico,
entrar ahí tenía una ventaja particular. El último vestigio remanente de su
antigua hegemonía era el importante y continuo papel de la City de
Londres en las finanzas mundiales. Gran Bretaña necesitaba acceso a los
mercados europeos para garantizar este papel.
Así que Gran Bretaña entró
en las estructuras para el gran disgusto de Charles de Gaulle, que entendió con
bastante claridad las motivaciones estadunidenses al respecto. Para la década
de los 70, fue la hegemonía de Estados Unidos la que comenzó a ser cuestionada.
Tanto Francia como Alemania impulsaron aperturas diplomáticas con la Unión
Soviética, que habrían de culminar mucho después, en 2003, en la resistencia
franco-ruso-alemana, que logró que el Consejo de Seguridad no respaldara la
invasión militar estadunidense de Irak.
Al comenzar el caos
geopolítico, el gobierno británico se alió totalmente con Estados Unidos. La
completa subordinación de Tony Blair a la política estadunidense comenzó a
avergonzar aun a la opinión pública británica, que empezó a valorar bastante
menos una relación especial tan unilateral. Más y más gente en Gran Bretaña
buscó retirarse del vínculo con Estados Unidos y de los vínculos europeos. La
creciente fuerza del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) es una
expresión importante de este cambio de sentimientos.
Gran Bretaña se ha negado
a entrar a la zona del euro. En el torbellino económico que se volvió tan
evidente después de 2008, el deseo de retirarse de la Unión Europea creció
constante en sí misma, sobre todo al interior del Partido Conservador. Esto,
por supuesto, alarmó a los grupos financieros de la City de Londres, que
correctamente vieron que una de las consecuencias podría ser que Frankfurt
eclipsara a Londres como centro financiero europeo.
Gran Bretaña tiene otros
problemas –la siempre creciente fuerza del regionalismo (y hasta el prospecto
de independencia) de Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Gran Bretaña se
resiste, lo mejor que puede, a quedar reducida a Inglaterra. Y lo está haciendo
en un momento en que Estados Unidos no parece estar significativamente
comprometido con algo siquiera semejante a una relación especial.
El problema de Gran
Bretaña hoy es que todas las opciones que enfrenta son malas. Gran Bretaña
desea insistir en que todavía es una potencia militar importante. Pero el mismo
gobierno que lo pregona es también el que está reduciendo el gasto para sus fuerzas
armadas, y el tamaño de las mismas, como parte de su programa de austeridad.
El mayor problema con Gran
Bretaña hoy es que el resto del mundo ya no lo considera un país importante
como actor financiero o geopolítico. Ser ignorado no es el destino más feliz para un poder
hegemónico del pasado.
*****
Traducción:
Ramón Vera Herrera
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario