¿POR QUÉ AVANZA EL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA?.- Por el gen
natural de autodestrucción que tenemos como humanidad. Ese ego propio, el “yoísmo,’” como le llaman en psicología; abarcar
todo lo posible sin importar que el otro se quede sin nada. Partiendo de ese gen podemos desglosar las
distintas vertientes que nos llevan a tratar de analizar el comportamiento
colectivo de nuestras sociedades ante la política neoliberal que nos arrastra. Neoliberalismo que siempre ha estado
presente porque es patriarcal y somos sociedades patriarcales por ende los
resultados son de dominio, odio, despojo y manipulación. El patriarcado no solamente es misógino, también es racista y clasista,
terriblemente homofóbico. El patriarcado ha sido la imposición de la mente
colonizada generacionalmente; desde hace más de 500 años, un mal que se ha
convertido en genética de nuestra América mancillada y que gracias a esa
idiotización en masa, los resultados son desgarradores para los pueblos y
avaros para los pícaros.
Un neoliberalismo que en
nombre de la fe y las religiones nos divide entre santos y demonios. Todo el que
es distinto y se atreve a pensar por sí mismo, es malaventurado y debe ser
castigado por su insolencia; el castigo
es quitarle los derechos, excluirlo y llegar a desparecerlo si su
existencia llega a causar escozor en los planes de saqueo que tienen las mafias
oligárquicas. Resultado de ello, las dictaduras en el continente y los miles de
muertos y desaparecidos. Los santos
vienen siendo quienes van con la corriente, quienes por haraganería o comodidad
no se atreven a pensar ni a cuestionar en voz alta a un sistema que los jode a
ellos también, porque los robotiza, los coacciona de mil formas, en un tipo de
violencia naturalizada porque es sistemática. Un tipo de violencia que es renovada constantemente porque es
estratégica y busca mantener a las masas adormecidas, por eso la existencia
del consumismo, de las religiones, de la poralización de los medios
corporativos, del sistema de educación.
El
neoliberalismo avanza en el continente porque somos sociedades insensibles,
deshumanizadas, hipócritas, desleales. Sociedades que prefieren dormir el eterno sueño
del vivir de apariencias antes que despertar y verse en la obligación de
actuar; porque actuar exige responsabilidad, ¿y quién quiere ser responsable en una era de aprovechamiento
colectivo? La responsabilidad de esto es de quienes sabiendo, de quienes
con la capacidad de analizar, de cuestionar, de organizar, prefieren dormir la
mona, porque los beneficia que el sistema excluya a unos y premie a otros por
solapadores. No cabe escudarse en la
ignorancia cuando son beneficiados por guardar silencio. Alzar la voz es
una responsabilidad humana, individual y colectiva. Debemos ser ríos
despiertos, hogueras, mares en tempestad. Debemos
ser semilla, eco de montañas, caseríos de pueblo honrado, debemos ser la lluvia
que hace crecer la milpa, el abono. El repique constante de la Memoria
Histórica, dejar de ser repello para ser cimiento y adobe. Debemos ser lava de
volcán cuando el enemigo ataque y tener la lozanía de la flor silvestre cuando
se trate de abrazar la causa de la restauración de América Latina originaria. ¿Quién está
dispuesto a vivir esa metamorfosis? Fuente. Ilka Oliva Corado
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DEL FIN DE CICLO A LA CONSOLIDACIÓN DE LAS DERECHAS.
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Raúl Zibechi
Revista
Globalización. Noviembre del 2107.
Los
ciclos políticos no son caprichosos. Vivimos un periodo de crecimiento de
las derechas, en particular en Sudamérica. El ciclo progresista terminó aunque
sigan existiendo gobiernos de ese color, pero ya no podrán desarrollar las
políticas que caracterizaron sus primeros años porque se impone una inflexión
conservadora, aunque los discursos puedan decir algo diferente.
Un
buen ejemplo de esa ironía puede ser Ecuador: un gobierno de Alianza País que
realiza un ajuste conservador. Salvo que se opte por la peregrina tesis de la
traición, Lenin Moreno muestra que aún los progresistas deben dar un giro a la derecha para poder seguir gobernando.
Digamos
que los ciclos son estructurales y los gobiernos coyunturales. El ciclo
progresista se caracterizó por elevados precios de las exportaciones de commodities en un
clima general de crecimiento económico, un fuerte protagonismo popular y
presiones por mayor justicia social. Los tres aspectos se debilitaron desde la
crisis de 2008. Ahora sufrimos una fuerte ofensiva derechista en todos los
terrenos.
A
pesar de los malos resultados económicos y de una elevada conflictividad
social, en la que destaca la desaparición forzada de Santiago Maldonado, el
gobierno de Mauricio Macri consiguió una contundente victoria en las recientes
elecciones argentinas. El macrismo no es un paréntesis, consiguió una cierta
hegemonía que se asienta en los cambios económicos de la última década, en el
desgaste del progresismo y la debilidad creciente de los movimientos.
La
primera cuestión a tener en cuenta es que el modelo extractivo (sojero-minero)
ha transformado las sociedades. La edición argentina de Le Monde Diplomatique de
septiembre contiene dos interesantes análisis de José Natanson y Claudio
Scaletta, que desbrozan los cambios productivos del complejo de la soya y sus
repercusiones sociales.
El
primero sostiene que el mapa de la soya coincide
casi matemáticamentecon los territorios en que gana Macri. Destaca que el campo se articula cada vez más con las finanzas, la industria y los grandes medios, y que los terratenientes y los peones, que fueron los protagonistas del periodo oligárquico, conviven ahora con técnicos, arrendatarios, agrónomos, veterinarios, mecánicos de maquinaria agrícola y pilotos fumigadores, entre otros.
La
tecnología es incluso más importante que la propiedad de la tierra que los
“ pools de
siembra” alquilan, mientras los cultivadores conectados al mundo globalizado
están pendientes de los precios de la bolsa de Chicago, donde se cotizan los
cereales.
El
segundo sostiene que estamos ante una complejización de las clases medias
rurales y la emergencia de nuevas clases medias
ruro-urbanas. En consecuencia, el conflicto con el campo que sostuvo el gobierno kirchnerista en 2008 no fue la clásica contradicción oligarquía-pueblo.
A
partir de ese momento, se hizo visible un conglomerado de actores más complejo
y con una base social mucho más extensa, que rechaza las políticas sociales
porque sienten la pobreza urbana como una realidad muy lejana. Ese bloque
social es el que llevó a Macri al gobierno y el que lo sostiene.
La
sociedad extractiva genera valores y relaciones sociales conservadoras, así
como la sociedad industrial generaba una potente clase obrera y valores de
comunidad y solidaridad. En las grandes fábricas, miles de obreros se
convirtieron en clase al organizarse para resistir a los patrones.
Por
el contrario, el extractivismo no genera sujetos internos, o sea dentro del
entramado
productivo, porque es un modelo financiero especulativo. Las resistencias son siempre externas, en general las protagonizan los afectados.
La
segunda cuestión es el desgaste del progresismo luego de una década larga de
gobierno. Aquí aparecen dos elementos. Uno, el desgaste interno natural o por
la corrupción y la mala gestión, y combinaciones de ambos. Dos, porque el propio
modelo despolitiza y desorganiza a la sociedad que sólo se articula por medio
del consumo. Ahí es donde muerden las derechas.
El
consumismo es la otra cara de la sociedad extractiva. Una sociedad que no
genera sujetos, ni identidades fuertes, con valores vinculados al trabajo
digno, o sea productivo, sino apenas
valoresmercantiles e individualistas, no está en condiciones de potenciar proyectos de largo aliento para la transformación social.
La
tercera cuestión que explica el auge de las derechas es la debilidad del campo
popular, que afecta desde los movimientos hasta la cultura del trabajo y de las
izquierdas. La sociedad extractiva crean las condiciones materiales y
espirituales de esta anemia de organización y luchas. Pero hay más.
Las
políticas sociales del progresismo, sobre todo la inclusión mediante el
consumo, multiplicaron los efectos depredadores del modelo en cuanto a
desorganización y despolitización. En el shopping desaparecen las
contradicciones de clase, incluso las étnicas y de género, porque en esos
no lugares(Marc Augé) el entorno desaparece a la humanidad de las personas.
Pero
los movimientos también son responsables por las opciones que tomaron. En vez
de construir mirando el largo plazo, preparándose para el inevitable colapso
sistémico, tomaron el atajo electoral que los llevó a construir alianzas
imposibles con resultados patéticos. Algunos movimientos argentinos, que
optaron por aliarse con la derecha justicialista, podrían hacer balance sobre
los resultados desastrosos que obtuvieron, y no me refiero a la magra cosecha
de votos.
Por
último, debemos pensar las enseñanzas que nos deja el ascenso de las derechas y
la crisis de los movimientos. La sociedad extractiva de cuarta guerra mundial,
no puede ser resistida con la misma lógica de la lucha obrera en la sociedad
industrial. No existe una clase para ser dirigida. Los sujetos colectivos deben
ser construidos y sostenidos todos los días. Las organizaciones deben ser sólidas,
cinceladas para el largo plazo y resistentes a los atajos institucionales.
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