Si echamos un vistazo al ranking de las mayores empresas de América Latina en 2014 encontraremos que dieciséis de las veinticinco mayores empresas de la región, pertenecen a grandes grupos económicos locales. A su vez, estos grupos están controlados mayoritariamente por individuos o por ciertas familias. La mexicana América Móvil, por ejemplo, cuarta empresa más grande de la región en 2014 (detrás de tres petroleras estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por Carlos Slim, uno de los diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso controla, además, empresas en el sector comercial, industrial, aeronáutico, de telecomunicaciones, entre otros. La brasileña JBS Friboi, líder en la venta de carne y sexta en el ranking regional, es controlada por la familia Batista a través del grupo JBS. La argentina TECHINT, que opera en el sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima en el ranking, es controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas Copec, decimoquinta en el rankingregional, es controlada por la familia Angelini, a través del grupo del mismo nombre.
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LOS GRANDES GRUPOS ECONÓMICOS DE AMÉRICA LATINA.
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Pablo Quiñonez Riofrío.
CELAG.
Rebelión miércoles 28
de febrero del 2018.
Durante un largo tiempo,
los grandes grupos económicos han sido la forma de organización corporativa
dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse (2007), estos grupos se
caracterizan por estar controlados por un pequeño número de inversores – típicamente
por una o dos familias- y por lo ampliamente diversificadas que se encuentran
sus actividades.
En la región, los grandes
grupos económicos dominan buena parte de las industrias nacionales, exceptuando
el sector de hidrocarburos, donde las empresas estatales tienden a ser
predominantes. Además, la influencia de estos grupos y de las multimillonarias
familias que, por lo general, están tras de ellos, trasciende el ámbito
económico e incide directamente en las decisiones políticas que se adoptan en sus
países.
Si echamos un vistazo
al ranking de las mayores empresas de América Latina en 2014
encontraremos que dieciséis de las veinticinco mayores empresas de la región,
pertenecen a grandes grupos económicos locales. A su vez, estos grupos están
controlados mayoritariamente por individuos o por ciertas familias. La mexicana
América Móvil, por ejemplo, cuarta empresa más grande de la región en 2014
(detrás de tres petroleras estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por
Carlos Slim, uno de los diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso
controla, además, empresas en el sector comercial, industrial, aeronáutico, de
telecomunicaciones, entre otros. La brasileña JBS Friboi, líder en la venta de
carne y sexta en el ranking regional, es controlada por la
familia Batista a través del grupo JBS. La argentina TECHINT, que opera en el
sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima en el ranking,
es controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas Copec, decimoquinta en
el rankingregional, es controlada por la familia Angelini, a través
del grupo del mismo nombre.
Pero el capital de los
grandes grupos económicos de la región no solamente se concentra en la
industria o en el comercio, sino también en el sector financiero y en el sector
de la comunicación (entre otros). Por ejemplo, de los veinticinco mayores
bancos de la región, según el listado de América Economía para el año
2017, doce son de propiedad privada local, mayoritariamente en manos de grandes
grupos económicos. El banco brasileño Itaú, por ejemplo, que es el banco
privado más grande de América Latina, pertenece al grupo Itaúsa, con
participación en el sector inmobiliario, financiero, químico, entre otros. A su
vez, el grupo Itaúsa es controlado mayoritariamente por dos familias: Setubal y
Villela. En México, el banco privado más grande, Banorte, pertenece al Grupo
Financiero Banorte, controlado en buena parte por la familia Gonzalez Barrera.
Sin embargo, este fenómeno
no es exclusivo de América Latina. De hecho, el que una notoria cantidad de empresas
estén controladas por grupos locales, usualmente familiares, ha sido observado
en algunas partes de Europa, Asia y otras regiones del mundo, como lo señalan
Faccio y Lang (2002) y Morck, Wolfenzon y Yeung (2005). Una causa probable para
ello es que los mercados de capitales no están tan ampliamente desarrollados en
estos lugares como sucede en países como Estados Unidos.
Adicionalmente, en América
Latina, al igual que en otras regiones en vías de desarrollo, el financiamiento
para nuevos emprendimientos suele provenir de la propia riqueza familiar de los
empresarios. Esta situación, que tiende a persistir, pone límites a la entrada
de nuevos competidores, ocasiona la aparición de monopolios y permite la
expansión de los grupos económicos a otros sectores diferentes a aquellos en
los que se iniciaron.
Este problema, si bien es
parcialmente ocasionado por la desigualdad estructural que ha caracterizado a
América Latina desde tiempos de la colonia, contribuye también a reforzar la
misma. El problema se agrava cuando consideramos que los extremos niveles de
desigualdad de renta y de riqueza en la región son una amenaza sobre el
crecimiento sostenible, sobre la cohesión social y representan un serio desafío
a la democracia. De hecho, el que existan altos niveles de concentración de
riqueza implica que también existan altos niveles de concentración de poder
político en la región.
La influencia de los
multimillonarios y de los grandes grupos económicos en América Latina se
extiende, por tanto, mucho más allá de la esfera económica. Hay una gran
variedad de casos en que muchos de los grupos económicos más poderosos de la
región han utilizado su poder para incidir en las decisiones políticas
nacionales, para obtener protección gubernamental o para acceder a información
privilegiada. Sus medios de comunicación suelen ser usados para promover sus
intereses y su posición privilegiada para defender su statu quo. Pese a todo ello,
llama la atención el hecho de que muy pocas de las empresas de propiedad de
estos grupos destaquen en el listado de las más grandes a nivel global.
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Pablo
Quiñonez Riofrío, @paquinonez , investigador CELAG.
Referencias:
Faccio, M., y Lang, L.
(2002). The Ultimate
Ownership of Western European Corporations. Journal of Financial
Economics, 65(3), 365-395.
Grosse, R. (2007).
The Role of Economic Groups in Latin America. En R. Grosse & L. Mesquita
(Eds.), Can Latin American firms compete? Oxford: Oxford
University Press.
Morck, R., Wolfenzon, D., y Yeung, B. (2005). Corporate Governance, Economic
Entrenchment, and Growth. Journal of Economic
Literature, 43(3), 655-720.
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