DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA, PRIMERA RESPONSABILIDAD
SOCIAL, COMPROMISO POLÍTICO y CON NUEVOS ACTORES SOCIALES. (Una Propuesta).
SIGNIFICA.- Forjar “nuevas” Instituciones como inicio de la (re)construcción
política de una “nueva” DEMOCRACIA, DE CIUDADANOS. PRIMERO.- Decidirse
a cambiar, a transformar, la “vieja” democracia liberal, participativa,
parlamentaria, hacia una nueva Democracia de Ciudadanos, Participativa,
Descentralizada, Dialogante, Cívica, solidaria, DEMOCRACIA del TRABAJO
fundada en el Asociacionismo
comunitario, sustentable, como parte del trabajo, de respeto y amor a
la Madre Tierra, la Madre Naturaleza, etc.
; escenario de crisis múltiple y
compleja coyuntura socio-política y turbulencia cultural y ambiental, es
importante seguir caminando por la larga
avenida de la Democracia de Ciudadanos, -mayor participación
de la comunidad, superar la crisis de representación, lucha profunda e intensa
contra la CORRUPCIÓN, así como la
inseguridad ciudadana – residuos sociales y políticos que nos deja el
capitalismo del desastre - para básicamente trabajar dentro de la política de los consensos en el proceso
de recuperación de la CONFIANZA social e institucional, es decir,
estamos recuperando el espacio
público que nos pertenece, - la calle, la plaza, pública, hogar histórico
donde nació, creció y se desarrolló la Democracia - afianzando el carácter
democrático de la OPINIÓN PÚBLICA,
realidad donde está presente, la nueva, democrática, popular, plural y
emergente SOCIEDAD
CIVIL REAL – como escenario de escenarios de las clases y lucha
de clases -.El Poder Local Popular.
ESTE PROCESO MULTIDIMENSIONAL DIALÉCTICO – social – representación de clase
-, político – Partido
político, Programa y Proyecto Político -cultural –
diversidad étnica e interculturalidad -, socio-cultural
– Ciudadanía Democrática, Cívica y Participativa, - ambiental – diversidad de recursos naturales, biodiversidad,
conocimientos tradicionales, respeto a nuestra Madre Naturaleza – impulsa desde
el poder local popular de la nueva Sociedad
Civil, emergente, popular, democrática y junto al proceso de
construcción de la nueva Ciudadanía
Múltiple, intercultural, la forja de nuevos Liderazgos Comunitarios – sociales, humanistas, emergentes,
representativos de los Pueblos, Comunidades Tradicionales y Pueblos Originarios,
ubicado en contextos generales del “Cambio de Época histórica”, nuevos Sujetos
Sociales Históricos, traen consigo un Nuevo
Paradigma Político que exigen profundos cambios en el sistema democrático.
Pasar de la simple democracia electoral,
hacia la Democracia de Ciudadanos: se necesitan CIUDADANOS, CONFIANZA SOCIAL, ACTORES
sociales o personas bien informadas sobre los acontecimientos y sobre los
principios que están en la base del Estado
de Derecho, personas alertas y lúcidas, capaces de defender una ética y una política que refleje
los valores de
la ciudadanía en democracia; porque debemos hacer una apuesta por
el Estado de Derecho, la Democracia y
los derechos fundamentales, que son los DERECHOS HUMANOS ya consagrados constitucionalmente, lo que implica
que la CIUDADANÍA puede ejercerlos
con propiedad.
UNA DEMOCRACIA DE CIUDADANOS, significa
mayor participación de la población organizada en las decisiones
principales de la política y el
gobierno, lucha continua y permanente contra corrupción y las políticas
secretas del Estado, presencia, participación activa de la Veeduría Ciudadana, como mecanismo
de control, evaluación y reconocimiento, establecer como política nacional y
descentralizada la RENDICIÓN DE CUENTAS de la gestión política
e institucional – proceso que sirve para la oxigenación permanente de
la democracia y el propio
proceso que garantice la participación
ciudadana, como Política de Estado.
EL PROCESO DE SURGIMIENTO Y CONSTRUCCIÓN
INSTITUCIONAL, comprende igualmente la forja de un nuevo Liderazgo social y humanista –
expresión y construcción de la política de consensos internos y reafirmación
del proceso de cohesión social y política, UN
LÍDER COMUNITARIO. La forja de “nuevos” partidos políticos, la práctica
de la “batalla de las ideas” por una “nueva” Política, y los propios políticos –la
actual “clase política”, fracasada, secuestrada, envenenada por la Corrupción,
y la propia Representación, deben entrar en un nuevo proceso multidimensional de reorganización, refundación, cambio
y/o transformación como instituciones centrales o fundamentales de
la Democracia. No podemos continuar con la misma forma de
organización, práctica política, representación política – en general el “CAPITAL POLÍTICO”,
hoy está sepultado por la corrupción – sencillamente perdió en forma absoluta
la CONFIANZA
de la Población. Mirando el escenario Político nacional-continental, nos parece
estar hoy frente a “políticas” tradicionales, arcaicas, pasadas, sin ubicación
política en la actual complejidad social, pero en realidad constituyen “prácticas políticas" cotidianas,
en “grave estado de salud institucional”,
atravesadas por el cáncer de la
corrupción, pero al mismo tiempo nos encontramos con - organizaciones e instituciones profundamente desacreditadas ante la
opinión pública, no solo porque su fundación se remonta a tiempos de la Guerra Fría, de la bipolaridad mundial –
socialismo y capitalismo – porque hoy asistimos, estamos inmersos en un largo
proceso – desde la “Gran Crisis del 2008”,
en un “CAMBIO
DE ÉPOCA HISTÓRICA”, de MULTIPOLARIDAD MUNDIAL y por lo tanto
las INSTITUCIONES locales,
nacionales o mundiales deben responder a estos objetivos, características,
principios, modelos económicos, crisis y representación. LAS INSTITUCIONES del mundo de la política, así como los políticos
tradicionales, corruptos, burocráticos, que han convertido a la política en un
vil negocio y traición nacional – todos ellos definitivamente no sirven
absolutamente para generar una Reforma o
un Gran Cambio en Democracia, por el contrario ponen en grave peligro lo
que aún queda del SISTEMA DEMOCRÁTICO,
por su fiel servilismo como agentes cubiertos y encubiertos del Neoliberalismo.
RECONSTRUIR, REFUNDAR O VOLVER A CONSTRUIR
NUEVAS INSTITUCIONES que respondan a las actuales condiciones
múltidimensionales de la sociedad
actual, múltiple, compleja, turbulenta, multipolar, expresión y
representación, con una fuerte carga de heterogeneidad
social, una extensa y extraordinaria diversidad cultural, así como el
reconocimiento de la profunda DESIGUALDAD
económico-social, laboral, política, así como geográfica territorial y
ambiental. Las nuevas
instituciones, columna vertebral de la NUEVA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA, deben
ser la expresión de la realización de una CIUDADANÍA Política, Múltiple, - intercultural – como desarrollo de una NUEVA SOCIEDAD CIVIL, REAL –
como escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases – manifestación
de un emergente Poder popular Local,
rescatando o recuperando, la CONFIANZA
de la Ciudadanía, y la forja de nuevos LÍDERES –
contexto dialéctico de un conjunto de potencialidades endógenas y
sinergias locales y regionales,
patriarcales e históricas, presentes por siglos en nuestras DEMOCRACIAS del trabajo, solidaridad,
participación, organización, como bases centrales y activas de la DEMOCRACIA
ASOCIACIONISTA.
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AMÉRICA LATINA: EL FUNERAL
DE LA DEMOCRACIA NEOLIBERAL.
LA CONSIGNA ES DEMOCRATIZAR.
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Javier Tolcachier.
ALAI.
Lunes 5 de febrero del 2018.
La democracia neoliberal en América
Latina y el Caribe ha engendrado un compuesto monstruoso de imposición
corporativa y restauración conservadora. La una, con aires pseudo-innovativos.
La otra, con olor a inquisición medieval. De democracia, poco. De liberal,
menos. De nuevo, nada.
Los
autores intelectuales del delito son los mismos que crearon esta falsificación
de la democracia: banqueros y grandes empresarios, dueños de medios hegemónicos
y el aparato de conspiración estadounidense. Sus sicarios se valen de golpes,
represión, engaño mediático y persecución judicial. Utilizan el miedo, la
extorsión, la estafa para lograr lo que quieren.
No podía ser de otra manera. ¿Quién
puede creer que hombres dedicados al lucro sin escrúpulo dejarían sus negocios
al arbitrio y decisión de las mayorías?
Ningún ente puede desarrollarse en
un entorno esquivo. Democracia real y capitalismo no se llevan bien, son
enemigos por definición. Hay que aceptar las consecuencias de esta verdad
evidente: la democracia capitalista, ahora corporativa y financiera, supone un
estado de sitio permanente a las libertades y la solidaridad humanas. Una
amenaza existencial.
Unidad sí, ¿pero en torno a qué?.
Lo anterior hoy está más claro,
incluso para muchos que veían en la dicotomía capitalismo-democracia un
maniqueísmo extremo. En el seno de las diversas corrientes y movimientos que no
se resignan a la pesadilla de la gobernanza de las transnacionales, se escucha
con insistencia la palabra de oro: unidad. ¿Pero unidad en torno a qué?
La sumatoria en base al criterio de
simple acumulación de fuerzas no es suficiente. Su fragilidad de proyecto y el
oportunismo que suele albergar la hacen vulnerable. Los “acuerdos de mínima” se
resquebrajan ante la primera amenaza.
Por el contrario, en un mundo
tendiente a la diversidad, no puede pretenderse que la uniformidad sea criterio
de unidad. Tal desatino conduce a la divergencia centrífuga, a la
fragmentación.
¿Personificar la unidad? Si bien la
valoración del liderazgo es culturalmente importante en América Latina y el
Caribe, su sobrevaloración no es pertinente. Construir unidad solamente en base
a liderazgos personalizados conduce a la dependencia, relativiza la idea de
construcción social de base, desliga a la ciudadanía de su corresponsabilidad,
abre el campo a la posterior burocratización.
Por otra parte, si se toma en cuenta
la persecución en curso a líderes progresistas en base a causas judiciales
inventadas, las crecientes trabas electorales y el inevitable recambio
generacional, la personificación excesiva debilita la posibilidad de transferir
roles de conducción.
Basar la unidad en criterios de
necesidad de coyuntura es tan volátil como la misma. Si bien puede ser
conducente en un primer momento, no ofrece plataforma fértil de coincidencias
futuras, una vez superado el escollo táctico.
¿En torno a qué entonces lograr la
bendita “unidad”?.
Es posible lograr una sutil unidad
de significados, desarrollando multiplicidad de lenguaje, acciones y formas. No
tan sólo “tolerando” la diversidad, sino motivándola. La traducción de
significados comunes en vertientes distintas, comprendiendo la unidad de
intenciones, extrayendo sus motivaciones centrales, es un camino que permite
acuñar unidades esenciales sin caer en preciosismos externos.
Todo aquel que construye equidad,
que restringe la ya abultada porción de las cúpulas para repartirla entre
todos, que genera la posibilidad de una mejor vida y de decisión plena para los
que hoy sufren enormes carencias; Quien ayuda a organizar y cualificar al
colectivo social, es un compañero de tareas y de lucha. No importa tanto el
nombre que elija para hacerlo.
Habrá distintos matices y
sensibilidades, bienvenidas sean. Esta diversidad es imprescindible para llegar
a distintos sectores sociales, a las distintas generaciones, a las necesidades
diversas. Es además el único modo de aprender a considerarnos iguales, siendo
distintos.
¿Cuál es entonces aquel significado
compartido alrededor del cual puede crecer una poderosa unidad, capaz de
contrarrestar al poder del dinero? La democratización.
Democratizar, ¿qué significa?.
Democratizar significa balancear el
poder de decisión social, evitando que los sectores de poder decidan por los
demás. Implica devolverle al todo social su soberanía arrebatada. Es el modo de
afrontar la acumulación histórica de desigualdad que nos pesa como especie.
Democratizar la economía, la salud, la educación.
Sin condiciones de vida digna, no
hay elección posible. Hoy el hambre afecta a cerca de mil millones de personas
y la riqueza está concentrada en manos de menos del 1% de la población mundial.
Nada hace pensar que esto vaya a cambiar por sí sólo.
El acceso a la educación y a
cuidados de salud no está garantizado de manera igualitaria. No es un sistema
eficiente, como suele autopublicitarse el capitalismo, sino deficiente. Un
sistema ignorante y enfermo. Injusto, por tanto ilegítimo. Democratizar la
economía, la salud, la educación no es un pasatiempo accesorio, es pura y dura
necesidad. Forjar idénticas posibilidades, no tan sólo derechos virtuales ante
la ley, es la perspectiva.
Democratizar la comunicación.
Unas pocas agencias de noticias,
unos pocos conglomerados de medios deciden qué es verdad y qué no, qué es lo
correcto y qué lo repudiable, cuáles son los buenos y cuáles los malos de la
película. Ellos definen la realidad, mostrando en infinitas pantallas lo que
les conviene que las personas crean. Como en el circo, todos saben que es un
truco, pero no es fácil descubrirlo. Estos manipuladores han logrado apropiarse
de la palabra “democracia”, maquillando a los criminales como angelitos y
haciendo ver a los que sí quieren democratizar, revolucionando y evolucionando,
como demonios.
La comunicación, por tanto, debe
democratizarse, prohibiendo su concentración en manos de unos pocos monopolios.
La comunicación es un servicio público, no puede estar al servicio del lucro privado.
Democratizar la cultura.
Hoy casi nadie decide cómo quiere
vivir. La forma de vida, los modales, las vestimentas, la música, los aparatos,
las películas y hasta las festividades, son dirigidos desde una cultura
imperial, pretendidamente superior, increíblemente racista, imposiblemente
única. Gran parte del auge de los nacionalismos y el giro a la derecha de los
pueblos, tiene que ver con ello. Esta situación no es solamente ilegítima, es
insostenible. Democratizar la cultura es salir del embudo en el que nos quieren
a todos y a todas.
Democratizar las relaciones humanas.
Todas. Más de la mitad de las
personas en este planeta, por el sólo hecho de haber nacido mujer, es relegada,
maltratada, acosada, discriminada, asesinada. No hace falta explicar más, es
necesario transformar radicalmente este tipo aberrante de relación de
dominancia patriarcal. Para ello, al igual que en todos los otros ámbitos, hay
que democratizar el acceso al poder de decisión. Mujeres en sitiales de
decisión, eso es empoderar, no cursos de cocina.
Democratizar la mundialización.
El mundo es uno, aunque existan
infinitos mundos adentro y afuera de él. Sin embargo, unas pocas naciones se
arrogan el derecho de decidir sobre todas las demás. Ese es el actual diseño de
las Naciones Unidas, en el que cinco miembros permanentes del Consejo de
Seguridad tienen derecho a veto, minimizando la voluntad de los ciento ochenta
y ocho países miembros restantes. El proceso de democratización está en curso
pero debe acelerarse, mal que le pese a los ogros del Norte o a los burócratas
que viven una vida lujosa gracias a su financiación.
Democratizar la democracia.
Como dijimos, la casta dominante,
para permanecer en su sitial de privilegio, ha vaciado de sentido democrático a
la democracia. Así, ésta se convirtió en el imaginario corriente en la emisión
periódica de un voto. Eligiendo autoridades en general desconocidas aunque
ampliamente publicitadas. Ese voto, al eximir por regla general al votante de
posteriores actividades, deja en manos de representantes decisiones
primordiales para la vida en común. El problema radica en que los
representantes no siempre representan a quienes dicen representar, sino que en
innumerables ocasiones representan a quienes financian y/o promueven sus
campañas. Ese es el sencillo motivo por el cual, en las democracias
neoliberales, todo es formalidad y nada es democrático.
En síntesis, si bien democracia y
democratización comienzan igual, se llega con ellas a orillas bien distintas. Como el vampiro que
no resiste la luz, la plutocracia no resiste la democratización.
- Javier Tolcachier es
un investigador perteneciente al Centro Mundial de Estudios Humanistas,
organismo del Movimiento Humanista.
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