Enfrentando un futuro
incierto.- Si no fuera por el
cambio climático, dijo Allison Guy, ella
dejaría de usar métodos anticonceptivos mañana mismo. Sin embargo, los
pronósticos de los científicos, en caso de que no se tomen acciones inmediatas,
no son “congruentes con una sociedad estable”, dijo Guy, de 32 años, quien trabaja en una organización de la
sociedad civil para la conservación de la vida marina en Washington. “No
quiero traer un hijo al mundo preguntándome si será para que viva en una
especie de distopía al estilo de la película Mad Max”
Los padres como Amanda Perry Miller, líder de las
juventudes cristianas y madre de dos niños en Independence, Ohio, comparte sus
temores.
“Los animales están desapareciendo. Los océanos están llenos de plástico. La población humana es tan grande que el planeta no será capaz de soportarlo de manera indefinida”, dijo Perry Miller, de 29 años. “Esto no ofrece un panorama muy alentador para la gente que trae a casa a un recién nacido”.
Los que reflexionan sobre estos problemas no tienen un perfil idéntico entre sí. Son mujeres y hombres, liberales y conservadores. Pertenecen a varias regiones y religiones.
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El
desierto de Tengger en China está creciendo debido al cambio climático. En todo
el mundo los posibles padres y madres observan estas situaciones y dudan.
Credit Josh Haner/The New York Times
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¿NO TENER HIJOS POR EL
CAMBIO CLIMÁTICO?
ALGUNAS PERSONAS LO ESTÁN
CONSIDERANDO.
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Maggie Astor.
New York Times.
Lunes 12 de febrero del 2018.
Agrega esto a la lista de decisiones que dependen del cambio climático:
¿deberías de tener hijos?
No es un buen momento para que la gente se sienta esperanzada: las consecuencias del calentamiento global ya no son solo teóricas, los pronósticos se han vuelto más urgentes y los gobiernos demoran en tomar acciones. Aunque son pocos, algunos estudios han investigado qué papel desempeña el cambio climático en la decisión de la gente de tener hijos o no. En las entrevistas que hicimos a más de una decena de personas cuyas edades oscilan entre los 18 y los 43 años, se percibe como una gran amenaza.
Una mujer de 32 años que siempre pensó que tendría hijos ya no puede justificarlo. Una mormona se ha rebelado a su religión y decidió adoptar en lugar de tener un hijo biológico. Una mujer de Ohio se convirtió en madre por primera vez después de quedar embarazada sin planearlo, y después decidió embarazarse de nuevo porque no quería que su hija enfrentara el colapso medioambiental sin compañía.
Entre ellas, existe la sensación de estar atrapadas en cuestionamientos éticos muy dolorosos que las generaciones anteriores no tenían que enfrentar. Algunas se preocupan por la calidad de vida que tendrán los niños cuando las costas se inunden, los incendios forestales sean más agresivos y el clima extremo se vuelva más común. Otras son completamente conscientes de que tener un hijo es una de las acciones que más costos medioambientales tiene.
La tasa de natalidad en Estados Unidos ha ido disminuyendo durante la última década, y llegó a un nuevo piso en 2016. La inseguridad económica ha sido un factor importante, pero incluso mientras la economía se recupera, el declive de la natalidad continúa.
Además, la discusión sobre el papel del cambio climático se intensifica.
“Cuando comenzamos este proyecto, no conocía a nadie que tuviera conversaciones sobre el tema”, dijo Meghan Kallman, cofundadora de Conceivable Future, una organización que señala cómo el cambio climático está limitando las alternativas reproductivas.
Eso ha cambiado, contó, ya sea porque más gente está dudando o porque el tema se ha vuelto menos tabú.
Enfrentando un futuro incierto
Si no fuera por el cambio climático, dijo Allison Guy, ella dejaría de usar métodos anticonceptivos mañana mismo.
Sin embargo, los pronósticos de los científicos, en caso de que no se tomen acciones inmediatas, no son “congruentes con una sociedad estable”, dijo Guy, de 32 años, quien trabaja en una organización de la sociedad civil para la conservación de la vida marina en Washington. “No quiero traer un hijo al mundo preguntándome si será para que viva en una especie de distopía al estilo de la película Mad Max”.
Los padres como Amanda Perry Miller, líder de las juventudes cristianas y madre de dos niños en Independence, Ohio, comparte sus temores.
“Los animales están desapareciendo. Los océanos están llenos de plástico. La población humana es tan grande que el planeta no será capaz de soportarlo de manera indefinida”, dijo Perry Miller, de 29 años. “Esto no ofrece un panorama muy alentador para la gente que trae a casa a un recién nacido”.
Los que reflexionan sobre estos problemas no tienen un perfil idéntico entre sí. Son mujeres y hombres, liberales y conservadores. Pertenecen a varias regiones y religiones.
Cate Mumford, de 28 años, es mormona, y los mormones creen que Dios les ha ordenado que “se multipliquen y pueblen la Tierra”. No obstante, incluso durante su adolescencia no podía quitarse de la cabeza otra frase de su doctrina: “Somos los cuidadores de la Tierra”.
Mumford, estudiante de posgrado en un programa conjunto entre las universidades Johns Hopkins y Brigham Young, tiene planes de adoptar a un niño con su esposo. Algunos miembros de su iglesia han tenido reacciones violentas y la acusan de ir en contra de los designios de Dios. Sin embargo, ella dice que se siente justificada por los terribles pronósticos para el futuro.
Hace algunos años viajó a China, donde la contaminación ambiental es una crisis nacional. Y lo único en lo que podía pensar era: “Me siento muy tranquila de saber que no traeré al mundo a un recién nacido a sufrir como estos niños”.
‘Un poco de disonancia cognitiva bastante desarrollada’
Para muchos, el deseo de reproducción no es fácil de ignorar.
“Si lo que quieres es una familia, no puedes simplemente hacer que ese sentimiento desaparezca por completo”, dijo Jody Mullen, de 36 años y madre de dos hijos, que vive en Nueva Jersey. “No puedes solamente decir: ‘No es bueno para el medioambiente si los humanos siguen reproduciéndose, así que simplemente borro la idea’”.
Además, también surgen las concesiones. Algunos padres deciden criar ciudadanos conscientes que podrían ayudar a combatir el cambio climático. Algunos que quieren muchos hijos deciden solo tener uno.
Para Sara Jackson Shumate, de 37 años, que ya tiene una hija pequeña, un segundo hijo implicaría mudarse a una casa lejos de su trabajo como profesora en la Universidad Estatal Metropolitana de Denver. No está segura de que pueda justificar el impacto medioambiental de una casa más grande y un viaje más largo al trabajo.
No obstante, para Perry Miller, la líder juvenil de Ohio, la reflexión tomó el camino contrario: una vez que tuvo a su primera hija, el cambio climático hizo que su deseo se volviera más apremiante.
“Algún día, mi esposo y yo ya no estaremos aquí”, dijo. “Si mi hija tiene que enfrentar el fin del mundo tal como lo conocemos, quiero que tenga a su hermano junto a ella”.
Laura Cornish, de 32 años y madre de dos hijos, dijo que sintió “una disonancia bastante fuerte entre saber que la ciencia pinta todo muy mal y aún tener la esperanza de que su futuro estará bien”.
“Ya no leo las noticias científicas porque son horribles”, dijo. “Simplemente no me engancho con eso porque es difícil cuadrarlo con mis decisiones”.
‘Lo que se descompuso es más grande que nosotros’
La gente que decide no tener hijos está acostumbrada a que la tachen de “egoísta”. Sin embargo, muchos de ellos consideran que su decisión es un sacrificio.
La maternidad es “algo que quiero”, dijo Elizabeth Bogard, de 18 años, estudiante de primer año de la Universidad del Norte de Illinois. “Pero aún es difícil para mí justificar mis deseos sobre lo que importa y lo que es importante para todos”.
Esta actitud parece bastante común entre la gente que ha sufrido los efectos del cambio climático de primera mano.
Hemanth Kolla es originario de Hyderabad, en la India, donde la sequía y las abrasadoras olas de calor han causado muertes. Ahora vive en California, donde la amenaza de incendios forestales está en aumento y acaba de terminar una sequía de seis años. Kolla, de 36 años, dijo que sentía que era incorrecto tener descendencia cuando no creía que el mundo pudiera ser un lugar mejor para su posible hijo o hija.
En el mismo sentido, Maram Kaff, que vive en El Cairo, dijo que la habían afectado profundamente las declaraciones de que algunas partes del Medio Oriente podrían ser demasiado calurosas para que los humanos las habiten para el 2100.
“He visto cómo tratan a los refugiados sirios que huyen de la guerra”, dijo Kaff, de 33 años, en un correo electrónico. “Imagínate cómo van a tratar a mis hijos si tienen que dejar su país a causa del clima extremo, la sequía, la falta de recursos, las inundaciones”.
“Sé que los humanos estamos genéticamente programados para la procreación”, dijo, “sin embargo, ahora mi instinto me dice que debo proteger a mis hijos de los horrores que les depara el futuro simplemente no trayéndolos al mundo”.
Kallman y Josephine Ferorelli, las fundadoras de Conceivable Future, dijeron que el sentimiento predominante en sus reuniones era el duelo y que la sola existencia de estas conversaciones debería provocar acciones políticas.
“Estas historias nos dicen que lo que está descompuesto es más grande que nosotros”, dijo Ferorelli. “El hecho de que la gente esté considerando seriamente no tener hijos por el cambio climático es la razón por la que debemos expresar nuestras exigencias”.
La mayor parte de la gente que entrevistamos, los que son padres y los que no, lamentan tener que considerar el cambio climático para poder tomar decisiones.
“¿Qué clase
de horrible pregunta es esa?”, dice Guy, la trabajadora de la organización de
la sociedad civil en Washington. “¿Por qué tendríamos
que considerar eso?”.
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