QUIENES SON Y COMO OPERAN LOS FONDOS BUITRE.-
Los buitres son fondos especulativos que compran a precio de remate bonos de deuda de
países o empresas en default/quiebra, o
al borde de una crisis, y luego
reclaman judicialmente el ciento por ciento más los intereses de sus títulos.
La mayoría de esos fondos está radicado en paraísos
fiscales para eludir el pago de impuestos. La puja política y legal entre Argentina y los buitres comenzó
luego del cese de pagos del 23 de
diciembre de 2001 y se profundizó a partir del primer canje de deuda
concretado por el país en 2005. Los
fondos buitre trabaron embargos
por todo el mundo contra 29 bienes del
Estado nacional. El último caso fue la retención de la Fragata Libertad en
el puerto de Tema en Ghana, pero
también lograron medidas judiciales favorables sobre reservas del Banco
Central, cuentas de las embajadas, inmuebles de la Fuerza Aérea y hasta el Tango 01, el avión presidencial. En
todos los casos, el Estado argentino recuperó el bien embargado sin haber
negociado con los inversores especulativos.
La Cámara de Apelaciones de Nueva York confirmó a
fines de octubre pasado un reclamo de los fondos buitre donde sostienen que Argentina discrimina a los
tenedores de bonos que no ingresaron al canje de deuda de 2005 y 2010 respecto de los que sí participaron. La Corte no se
pronunció sobre cómo subsanar el hecho sino que solicitó al juez Thomas Griesa que presente una propuesta. El
magistrado estableció que la Argentina
debía depositar 1330 millones de dólares en una cuenta de garantía y ordenó
al Bank of New York que no canalice los pagos de deuda de diciembre si el país
no cumplía con esa decisión. La propuesta de Griesa fue suspendida por la
Cámara, que se tomó tiempo para volver a escuchar los argumentos de los buitres, la Argentina y terceras partes
involucradas, como el gobierno de Estados Unidos, la Reserva Federal y el
sistema financiero internacional que, defendiendo sus propios intereses,
fortalecen la posición del país. Argentina
ofreció a la Justicia norteamericana la reapertura del canje para resolver el
conflicto.
Después de la reestructuración en dos
tramos –2005 y 2010– con una quita cercana al 70 por ciento, la reducción de los intereses y la extensión de
los plazos, se normalizó el 92,4 por ciento de la deuda en default. En ese proceso, el peso de la deuda se
redujo de 160 a 41 por ciento del PIB. El resto supone un valor cercano a
los 11.200 millones de dólares. De este total, el 8,3 por ciento se encuentra
en manos de residentes estadounidenses, pero la mayor parte está en poder de
fondos buitre. Los buitres que litigan contra Argentina alrededor del mundo son 47, pero los más conocidos son EM
Ltd., propiedad de Kenneth Dart, y NML Capital y Elliot Management, de Paul
Singer. Además de reclamar legalmente en juzgados permeables provocando
situaciones de tensión financiera, el reclamo de esos especuladores afecta a bonistas e incluso
pone en riesgo el rol de Nueva York como principal plaza financiera
internacional. Página/12.
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Emile Zola en su despacho, fotografía de 1885 tomada
probablemente por Paul Nadar
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DE DONDE VIENEN LOS FONDOS BUITRE?.
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Louise Avellard y Renaud Vivien.
El Salto.
Rebelión miércoles 14 de febrero del
2018.
El término fondo buitre
fue popularizado por movimientos sociales y ONG, pero ha sido adoptado por todo
tupo de organismos internacionales.
La
actividad financiera basada en la recaudación de deudas rescatadas a bajo
precio no es patrimonio exclusivo de la época moderna.
Simultáneamente a la aparición del mercado de títulos, ha habido acreedores
cuya actividad consistía esencialmente en ejercer presión sobre los deudores
con dificultades de pago. Así, ya en
1891, Emilio Zola describía precisamente en El dinero esta
actividad de recaudación, personificada en los personajes de Busch y la Méchain. Especializados en el rescate de
títulos a bajo precio, estos indagan
y rastrean por todo París a los
deudores que han quebrado, forzando a continuación el reembolso integral de sus
deudas. En todo caso, en la descripción que hace Zola del fenómeno, se trataba en
aquella época de una actividad orientada hacia
deudores privados, individuos o empresas, y limitada al espacio de un país o
una ciudad, en este caso a París.
A partir de la
desregulación financiera de los años 1980, esta actividad adquiere una nueva
dimensión: se extiende progresivamente a las deudas de los Estados. Los planes de
reestructuración de deudas de los años 1980
han transformado esos montajes de endeudamiento complejos en activos fácilmente
comercializables. Los acreedores iniciales devalúan sus préstamos que luego
venden en el mercado secundario. Las rebajas de 80% sobre el valor nominal de
los préstamos despiertan el apetito de los depredadores por los procedimientos
judiciales, garantizando su rentabilidad a pesar de su costo y lentitud.
Así en los años 1990,
este esquema se ha aplicado a las deudas
soberanas de los países pobres. En 1992, el fondo Dart Capital demandaba a Brasil
ante un tribunal. A continuación, México
, Perú, Ecuador y Argentina, sucesivamente declarados en quiebra, eran
denunciados ante los tribunales por algunos de sus prestamistas. En los años 2000, los países afectados fueron en su
mayoría africanos: Camerún, República
Democrática del Congo (RDC), República del Congo, Guayana, Etiopía, Liberia,
Sierra Leona, Zambia, Sudán y Uganda.
Ya
que a menudo han sido juzgados por jueces
anglosajones, que aplican la common-law y
por tanto disponen de una capacidad de creación de derecho, estos contenciosos
son fuente de jurisprudencia en materia de reestructuración soberana. Y, aunque
son relativamente poco conocidos por el gran público o por los economistas, son
objeto de una notable atención en los ámbitos del derecho, particularmente inglés y estadounidense. A partir de mediados de
los años 1990, estos diferentes
contenciosos que implican a los deudores
públicos han sido objeto de consideración especial por las Instituciones Financieras Internacionales
(IFI).
En
los informes del FMI fueron
identificados por primera vez como un fenómeno de pleno derecho. La
denominación litigious creditors, o acreedores pleitistas, se
atribuía a aquellos acreedores que daban prioridad a la demanda judicial frente
a la reestructuración de las deudas. Simultáneamente, muchas organizaciones no gubernamentales
asumieron esta temática. En los años 1990,
las primeras asociaciones que se interesaron por estos contenciosos eran sudamericanas, y el ámbito de
movilizaciones se extendió solamente por los países afectados. Estas
asociaciones no retomaban la denominación de acreedores demandantes, propia de
las organizaciones internacionales; sino que denominaron a estos acreedores como fondos
buitre. Denominación que hoy ha sido
ampliamente asumida por los movimientos sociales, los periodistas, las Naciones
Unidas, los parlamentos nacionales, los jefes de Estado y las instancias
europeas.
Extractos
de El dinero, de Émile Zola. Editorial Debate, Barcelona 2001
(1891).
Hacía veinte años que Busch ocupaba
allá arriba, en el quinto piso, un reducido apartamento compuesto de dos
habitaciones y una cocina. (…) Uno de sus grandes negocios era el tráfico de
valores depreciados, que centralizaba, sirviendo de intermediario entre el Bolsín y los «pies húmedos», como
asimismo a quienes, en quiebra, tenían huecos que rellenar en sus balances. Así
pues, seguía el curso de las cotizaciones, comprando a veces directamente, pero
nutriéndose, sobre todo, de los stocks que le llevaban. Además, aparte de la
usura y todo un oculto comercio sobre joyas y piedras preciosas, se ocupaba
especialmente de la compra de créditos. Aquello era lo que atiborraba su
gabinete, hasta reventar las paredes, y lo que le lanzaba a París, a los
lugares más dispares, acechando y husmeando con informadores en todos los
estamentos. En cuanto se enteraba de una quiebra, corría a rondar en torno del
síndico, adquiriendo todo aquello que no podía rendir un provecho inmediato.
Vigilaba
las oficinas de los notarios y esperaba la apertura de las sucesiones
difíciles, asistiendo a las adjudicaciones de créditos desesperados. Por otra parte, publicaba anuncios
atrayendo a los acreedores impacientes, que preferían percibir algún dinero
inmediato a correr el riesgo de perseguir a sus deudores. De tan múltiples
fuentes, llegaban los papeles a montones, acrecentando de forma incesante su
archivo de prendero de la deuda: bonos
impagados, contratos inejecutados, reconocimientos invalidados, compromisos
incumplidos y documentos semejantes. Luego, allí dentro, empezaba la
selección de los mismos, que requería una sensibilidad especial, muy delicada.
En aquel mar de deudores desaparecidos o insolventes, era preciso saber elegir,
para no malograr esfuerzos. En
principio, estimaba que cualquier crédito, por comprometido que pareciese,
podía hacerse efectivo, y poseía toda una serie de expedientes, perfectamente
clasificados, a los que correspondía un repertorio de nombres, que repasaba de
vez en cuando, para refrescar la memoria. Pero entre los insolventes, como es
natural, seguía más de cerca a los que consideraba susceptibles de una pronta
fortuna. Sus indagaciones desnudaban a
las personas y penetraba en los secretos de las familias, tomando nota de
los parientes ricos, de los medios de subsistencia y, sobre todo, de los nuevos
cargos, que permitían aventurarse en ciertos movimientos. Era así como dejaba
que algún personaje madurase, a veces durante años, para arremeter contra él
cuando le veía triunfar. En cuanto a los
deudores desaparecidos, le apasionaban todavía más, lanzándole a una fiebre
de indagaciones, hojeando las muestras comerciales y los anuncios de prensa,
atento a las direcciones, en las que husmeaba como un perro cazador que olfatea
la pieza. Se mostraba feroz con los
insolventes y desaparecidos que caían en sus garras, a los que explotaba
sin piedad, sacando de ellos cien francos por lo que sólo le había costado diez
sueldos, explicándoles brutalmente sus
riesgos de jugador, que le obligaban a ganar con ellos lo que pretendía
perder con los que escapaban entre sus dedos, como el humo».
Los
fondos buitre, ¿De dónde vienen? ¿Cómo operan?, ¿En qué se diferencian y en qué
se parecen a otros acreedores voraces” Los fondos buitre son sociedades
privadas llamadas “buitre” por su modo de operar.
***
Fondos buitre y otros nombres de aves.
Hablando con propiedad no
hay una definición jurídica de los fondos buitre pero, como en el caso del
concepto de deuda ilegítima, el término de fondos buitre se ha generalizado
tanto entre los movimientos sociales y las ONG como entre los responsables
políticos, los periodistas, universitarios e incluso las organizaciones
internacionales.
Hay
otros que, para describir este fenómeno, hablan de “fondos rapaces”, “prestamistas criminales” o de “acreedores
pleitistas”. Aunque la denuncia de sus prácticas sea unánime, casi no hay
medidas para impedir sus acciones dañinas. Reproducimos algunas recomendaciones
y declaraciones realizadas en los medios internacionales condenando los fondos
buitre y haciendo una llamada a los Estados para que aprueben leyes al
respecto.
Por parte de Naciones
Unidas, la Resolución 27/30 del Consejo de Derechos Humanos del
26-9-2014 condena las actuaciones de los fondos rapaces
“debido a las incidencias negativas directas
que la regulación de los créditos de estos fondos, en condiciones abusivas,
tiene sobre la capacidad de los gobiernos de cumplir con sus obligaciones en relación
con los derechos humanos, sobre todo en lo que se refiere a los derechos
económicos, sociales y culturales y al derecho al desarrollo”.
Una comisión asesora del
Consejo de derechos humanos de la ONU ha dedicado incluso todo
un informe sobre los fondos buitre y su impacto sobre los derechos
humanos. Este informe presentado en la ONU en septiembre de 2016 recomienda a
los Estados:
a)
“Aprobar leyes cuyo objetivo sea poner freno a las actuaciones depredadoras
realizadas por los fondos buitre en su territorio. Las legislaciones nacionales
no deberían aplicarse solamente en los PPTE sino hacerse extensivas a un
conjunto más amplio de países, y aplicarse a los acreedores comerciales que
rehúsan negociar cualquier reestructuración de las deudas. Las reclamaciones
manifiestamente desproporcionadas en relación con el importe desembolsado para
adquirir deudas soberanas no deberían tenerse en cuenta;
b)
Tomar medidas para limitar los procedimientos judiciales iniciados por los
fondos buitre en su territorio. Los tribunales nacionales
no deberían poner en práctica las decisiones tomadas por jurisdicciones
extranjeras, ni iniciar procedimientos de ejecución en favor de fondos buitre
cuyo objetivo es la búsqueda de beneficios desproporcionados. Una buena
práctica consiste en limitar el importe de la reclamación al precio que el
acreedor adquirió los títulos” (página 23. Punto 87). Esto es precisamente lo
que ha hecho el Parlamento federal de Bélgica en su ley de 12-7-2015.
En Europa, la Asamblea
parlamentaria del Consejo de Europa en su
Recomendación nº 18705
que trata de proteger la ayuda financiera contra los fondos buitre, recomienda
a los Estados:
“Reforzar su arsenal jurídico para
limitar la actuación de los fondos buitre, por ejemplo rechazando dar
cumplimiento a una sentencia extranjera o no procediendo a ningún tipo de
ejecución de sentencias en favor de fondos buitre cuando la deuda proceda de
una especulación tramposa.”
La Asamblea parlamentaria
de la Organización para la seguridad y cooperación europea (OSCE), en una resolución de 2016,
“se declara a favor de tomar
iniciativas para luchar contra los fondos buitre y sus consecuencias a veces
desastrosas para la economía de un país e invita a los Estados que participan
en la OCSE a que adopten, en sus Parlamentos respectivos, una legislación para
luchar de manera efectiva contra estos fondos buitre”.
En este mismo sentido, la
Asamblea parlamentaria paritaria Unión Europea –
África Caribe Pacífico que reúne a diputados del Parlamento Europeo y
representantes y cargos electos de los Estados africanos, del Caribe y del Pacífico “insiste” en su resolución del
3-12-2009
“sobre la necesidad de proteger por medio de legislaciones y
reglamentaciones adecuadas a los países ACP, principales prestatarios, contra
el saqueo de los fondos buitre”.
*Traducido del francés por
Eubilio Rodríguez Aguado.
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