"El ascenso: de la fama a la política.- La
espectacularización de la política, se asocia y refuerza junto a otros
fenómenos como la campaña permanente y
la simplificación de la democracia: la sustitución del contenido por la
forma, el desplazamiento de lo real a lo simbólico y el pasaje de lo racional a
lo puramente emocional. Es por ello que
triunfan personajes como Trump (quien había protagonizado un reality
show y era considerado un candidato con declaraciones polémicas). En
el mismo sentido, el actual presidente
guatemalteco, Jimmy Morales, llegó a la política luego de una trayectoria
como actor, escritor, productor y director, resultando electo en la segunda
vuelta electoral del 2015. Así en la actualidad se evidencia la estrechez de los lazos
entre el entretenimiento y la política".
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MENTIRAS Y MEDIOS. LA
POLÍTICA DEL ESPECTÁCULO.
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Bárbara Ester.
CELAG.
Rebelión lunes 19 de febrero del 2018.
La utilización de nuevas
tecnologías digitales en la vida cotidiana ha trastocado los escenarios de la
comunicación política. Algunos autores van más lejos aún, afirmando que
asistimos impávidos a un cambio de régimen mediático caracterizado por la intensificación
del politainment (info-entretenimiento) y del simulacro
político. La lógica del entretenimiento ha reconvertido el campo político en un
espacio escenificado que cuenta con actores, roles, mitos, recursos expresivos,
hechos principales y secundarios. En lugar de informar, nos seducen y
entretienen.
Este
nuevo ethos digital se destaca por el debilitamiento de las
líneas que separaban a los productores de los consumidores de información; una
frontera difusa entre hechos y opiniones, público y privado, e información y
entretenimiento . En el último caso, afecta tanto a la incorporación de la
lógica del entretenimiento en las noticias políticas -generando elevadas dosis
de espectacularización- como al incremento del contenido político relevante en
los espacios de entretenimiento.
La
disolución de las fronteras entre información y entretenimiento genera diversos
efectos sobre la democracia. Por un lado, impulsa un cambio en la atribución de
la relevancia política por parte del público. En el contexto digital se reduce
la confianza de los ciudadanos hacia las fuentes tradicionales utilizadas para
obtener información política, como los noticiarios, puesto que la mezcla entre
información y entretenimiento provoca nuevas formas de consumo de los contenidos
políticos. Los ciudadanos otorgan más importancia y credibilidad a los
programas de info-sátira, a los espacios de info-entretenimiento político, a
los magazines políticos o a los programas de debate político que a los
informativos convencionales.
El
fin de la separación entre información y entretenimiento está vinculado a la
disolución de la línea que divide lo público de lo privado, ya que ambas
producen una espectacularización de la política. La revelación de datos
relacionados con la vida íntima de los actores políticos en las noticias se ha
incrementado a nivel global. Las consecuencias para la democracia de la
aparición de la vida privada de los actores políticos en las noticias son
diversas. Por un lado, la humanización de los políticos les permite establecer
vínculos de proximidad con la ciudadanía que pueden derivar en la creación de
lazos afectivos de carácter emocional. La canalización de la atención para
dominar la agenda mediática utilizando la intimidad como moneda de cambio, por
otro, puede contribuir al deterioro de la democracia.
Espectacularización
de la Justicia.
La
cobertura periodística de prensa brasileña durante el caso Lava Jato ha
levantado críticas de investigadores especializados en ética periodística por
prácticas como alimentar rumores sin la debida verificación, promover
filtraciones selectivas y “condenar” a los acusados antes incluso de la
sentencia judicial. La preeminencia del poder Judicial como actor político tuvo
un antecedente previo en el caso Mensalão (Mesada) de 2005. La
espectacularización de la Justicia asignó roles que se repetirían: la figura
del juez ‘salvador de la patria’, Joaquim Barbosa, y su repetición como farsa
en Sergio Moro, juez de primera instancia, que más de una vez optó por condenar
sin pruebas. En Ecuador, la acusación y posterior encarcelación del
vicepresidente Jorge Glas seguiría el mismo camino.
En
Argentina, muchos jueces dictan la prisión preventiva como vía para castigar y,
de paso, extorsionar a los acusados aunque finalmente sean liberados ante la
falta de pruebas o al probar su inocencia. El juez Claudio Bonadío pidió la
prisión preventiva y desafuero de la ex presidenta argentina y senadora electa
Cristina Fernández, con una acusación débil: “traición a la Patria” por el
supuesto encubrimiento de ciudadanos iraníes acusados por el atentado ocurrido
en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 – causa que ya fue
desestimada dos veces-. Paradójicamente el propio juez que ha procesado a CFK,
Claudio Bonadío, fue apartado de la causa AMIA por colaborar con el
encubrimiento a los responsables del atentado a la mutual, lo que no es
replicado en los medios. Esto ocurrió precisamente días después de su jura como
senadora.
Juez
y acusado no son adversarios en una investigación. Si un juez asume un
papel a priori condenatorio, sin embargo, reproducir la lógica
confrontacional es más útil al rating mediático. Estos desvíos
éticos han creado las antinomias Cristina Fernández de Kirchner-Bonadío o
Lula-Moro.
Difuminando
los límites entre lo público y lo privado.
En
Bolivia, el referendo por la reelección de 2016 estuvo signado por la presunta
paternidad de Evo Morales. Una mujer, ex pareja del presidente boliviano, hizo
aparecer en cámara un presunto hijo de ambos al tiempo que alegó recibir
favores del poder. Posteriormente se descubrió que ni el hijo ni la corrupción
existieron, cuando el No ya había obtenido la victoria.
En
el caso de Paraguay, los hijos no reconocidos de Fernando Lugo ayudaron a
deslegitimar su imagen. El espectáculo de los hijos del expresidente y obispo
paraguayo concluirían en el golpe desde el poder Legislativo. Federico Franco,
quien era el vicepresidente de Lugo, fue el que asumió ilegalmente la
presidencia de la República tras el golpe parlamentario. De este modo accedió
como primer mandatario su vicepresidente, reinaugurando un estilo de Gobierno
que sería profundizado por el actual presidente, Horacio Cartes.
El ascenso:
de la fama a la política.
La
espectacularización de la política, se asocia y refuerza junto a otros
fenómenos como la campaña permanente y la simplificación de la democracia: la
sustitución del contenido por la forma, el desplazamiento de lo real a lo
simbólico y el pasaje de lo racional a lo puramente emocional. Es por ello que
triunfan personajes como Trump (quien había protagonizado un reality
show y era considerado un candidato con declaraciones polémicas). En
el mismo sentido, el actual presidente guatemalteco, Jimmy Morales, llegó a la
política luego de una trayectoria como actor, escritor, productor y director,
resultando electo en la segunda vuelta electoral del 2015. Así en la actualidad
se evidencia la estrechez de los lazos entre el entretenimiento y la política.
Consideraciones
finales.
El
hecho que los medios de comunicación se hayan convertido en una de las
principales fuentes de información de la política provoca que el conocimiento
político -y, por lo tanto, la participación democrática de los ciudadanos-
dependa en gran medida de los contenidos mediáticos, en los que información y
entretenimiento se han convertido en ambas caras de Jano. Si los rasgos de la
información sobre política disponible cambian, también lo hace el conocimiento
político adquirido por los ciudadanos. En este sentido, la espectacularización
implica la apuesta por nuevas narrativas y estéticas basadas en el protagonismo
de las emociones o el predominio del conflicto y los escándalos.
Los
defensores del info-entretenimiento sostienen que, en tiempos de crisis y
apatía política, la espectacularización es la única vía para acercar el mensaje
a quienes consumen cultura popular y no se interesan por la política. Por otro
lado, las voces críticas hablan de una degradación de la información política y
de una erosión de la salud democrática. La frivolización y simplificación de
las cuestiones complejas que atañen a la política impide que los ciudadanos
puedan configurar opiniones fundamentadas y parciales, y toman sus decisiones
políticas guiados por pulsiones emocionales orquestadas en complicidad entre el
campo político y el mediático. Lo cierto es que la banalización de la ideología
en la forma de culebrones televisivos y una sociedad cada vez más interpelada en su individualidad
desde redes sociales suponen nuevos desafíos a la democracia.
Bárbara
Ester, @barbaraestereo, investigadora CELAG.
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