QUE ES LA UNESCO.- La Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (en
inglés United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization,
abreviado internacionalmente como UNESCO, en francés: Organisation
des Nations Unies pour l’éducation, la science et la culture) es un
organismo especializado de las Naciones Unidas, Se fundó el 16 de noviembre de
1945 con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo
mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones. La
constitución firmada ese día entró en vigor el 4 de noviembre de 1946, ratificada por veinte países. En 1958 se inauguró su sede
principal, en el distrito VII de París. Su directora general es Audrey Azoulay. En 2017 cuenta con 195 Estados miembros y 10 miembros asociados.
Se dedica a orientar a los pueblos en una
gestión más eficaz de su propio desarrollo, a través de los
recursos naturales y los valores culturales, y con la finalidad de modernizar y
hacer progresar a las naciones del mundo, sin que por ello se pierdan la identidad y la diversidad
cultural. La UNESCO tiene vocación
pacifista, y entre varias cosas se orienta muy particularmente a apoyar la
alfabetización. En la EDUCACIÓN, este organismo asigna prioridad al
logro de la educación elemental
adaptada a las necesidades actuales. Colabora
con la formación de docentes, planificadores familiares y vivienda,
administradores educacionales y alienta la construcción de escuelas y la
dotación de equipo necesario para su funcionamiento.
Las actividades culturales buscan la salvaguarda
del patrimonio cultural, mediante
el estímulo de la creación y la
creatividad y la preservación de las entidades culturales y tradiciones orales, así como la promoción
de los libros y de la lectura. En materia de información, la UNESCO promociona la libre circulación
de ideas por medios audiovisuales, fomenta la libertad de prensa y la
independencia, el pluralismo y la diversidad de los medios de información, vía el Programa
Internacional para la Promoción de la Comunicación.
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¿TODAVÍA LA NECESITAMOS? ¿TIENE FUTURO LA
UNESCO?.
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Maxwell L. Anderson.
Apollo
Magazine
Rebelión
miércoles 7 de febrero del 2018.
Desde su
fundación en 1945, la UNESCO ha hecho aumentar la consciencia global acerca de
las amenazas al patrimonio natural y cultural de la humanidad, y ha alentado la
acción colectiva entre los estados miembros, de Afganistán a Zimbabue. Por
medio de convenciones, declaraciones y comunicaciones en las que se abordaban
cuestiones cruciales, la UNESCO ha
arrojado luz sobre problemas que asolan un planeta cada vez más atestado e
irritable.
A medida que se intensifican las amenazas
internacionales a la paz y la seguridad, la UNESCO ofrece uno de los escasísimos canales de diálogo. Sus
elevadas aspiraciones a menudo se dan de bruces con la realidad. Pero no se
puede negar que la UNESCO ha
contribuido a una visión del mundo más ilustrada, promulgando consensos en
relación a temas que van de los derechos humanos y la igualdad de género al HIV/SIDA, el acceso a la educación, la
biodiversidad, el cambio climático, la protección del patrimonio mundial en
tierra y bajo el agua, y la conducta ética en diversos campos de la iniciativa
humana. Con 195 estados miembros y diez
estados asociados, la UNESCO proporciona una plataforma única de
deliberación y debate que salva las divisiones nacionales y regionales.
En el
terreno del patrimonio, la UNESCO ha adoptado convenciones que fomentan una mayor
responsabilidad en la atención al medio ambiente, monumentos, museos y
yacimientos arqueológicos, lo que ha tenido como resultado leyes nacionales que
obligan al cumplimiento de las normas internacionales. Resulta difícil imaginar
cuántas naciones divididas por tantas facciones han podido llegar a un punto de
acuerdo, de no haber existido un organismo moderador como la UNESCO.
La adopción
de la Convención sobre Patrimonio Mundial de 1972 constituyó
un punto de inflexión a la hora de incrementar la conciencia sobre los peligros
a los que se enfrentaba nuestro medio ambiente, el natural y el creado por el
ser humano. Movilizando a unos cincuenta países, la UNESCO había lanzado ya una campaña a principios de los 60 para
poner a salvo múltiples monumentos y templos en el emplazamiento egipcio de Abu Simbel, que, de otro modo, habría
quedado sumergido por la construcción de la presa de Asuán. Desde entonces, conferir el estatus de Patrimonio Mundial ha ayudado a salvaguardar más de mil emplazamientos
culturales y naturales en 167 países,
recalcando las amenazas a su integridad. Hay que decir también que una
consecuencia no intencionada han sido los daños ocasionados en varios lugares
debido al exceso de turistas y la explotación comercial, lo cual requiere mejor
supervisión por parte de la UNESCO y
mayor vigilancia a escala local.
La UNESCO se ha
enfrentado a contratiempos producidos por el despilfarro, la corrupción y las
luchas políticas internas. Los simpatizantes de Israel protestaron por el
ingreso de Palestina como miembro de
pleno derecho en 2011, así como por el reconocimiento de Hebrón, una ciudad
situada al sur de los territorios ocupados, como lugar palestino del Patrimonio Mundial en 2017.
En ocasiones, llegar a un acuerdo acerca de
cuestiones críticas se ha demostrado insuficiente. La Convención sobre las Medidas
que Deben Adoptarse para Prohibir la Importación, la Exportación y la
Transferencia de Propiedades Ilícitas de Bienes Culturales (1970) llevó a
la aprobación de leyes nacionales por parte de los signatarios, pero no ha
logrado que mengüe la importación y exportación ilícitas de objetos culturales.
El fracaso de la convención a la hora de enfrentarse al pillaje ha dejado a la
comunidad arqueológica sin la munición mínima en su arsenal para impedir el
expolio de yacimientos o el mercado negro que lo fomenta. Si se creara y
mantuviera una base de datos global de objetos saqueados y robados, la UNESCO podría proporcionar en realidad
un recurso de información muy necesario.
En el lado positivo de su haber, los jefes de Estado y los filántropos
más ricos del mundo han acabado adhiriéndose a metas defendidas por la UNESCO, incluyendo la conservación de
los océanos. Sin la atención temprana y persistente por parte de la UNESCO a la acidificación, la
aniquilación de especies marinas y el azote de la contaminación por plástico,
lo más probable es que el destino de los océanos no hubiera atenazado la
imaginación de dirigentes ciudadanos y del sector privado, lo que ha engendrado
ambiciosos esfuerzos reparadores.
El anuncio
en octubre de 2017 de que los Estados Unidos se plantean salir de la organización en diciembre de 2018 lo han leído algunos
como prueba de que la productividad y el valor de la UNESCO no se condicen con su coste, y que se trata de un organismo
irremediablemente politizado. La mayoría de la gente sacaría la conclusión, no
obstante, de que es congruente con la actual abrogación de acuerdos
internacionales y el abandono del trato paritario. Cuando se instale una nueva
administración en Washington,
podemos tener la esperanza de que los Estados
Unidos se sumen a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, también conocida como Acuerdo de París, así como a la UNESCO…y ayuden a liderarla para lograr una deliberación más
imparcial y una actuación más eficaz.
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MAXWELL L. ANDERSON (1956), distinguido historiador
neoyorquino del arte y responsable de numerosos museos a lo largo de su
carrera, es presidente de la Souls Grown Deep Foundation y autor de “Antiquities:
What Everyone Needs to Know” (Oxford University Press, 2016).
Traducción:
Lucas Antón.
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