“Esa
reforma tributaria
significa una importante reducción en la tasa de impuestos para las empresas y en materia
de depreciación acelerada para las inversiones en capital y podría tener dos efectos: uno de política fiscal sobre
la demanda agregada y otro por el lado
de la oferta sobre la capacidad productiva de la economía, señala el economista James K.
Galbraith, profesor de gobierno y relaciones empresariales en la Escuela
de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas y Presidente de la
Association for Evolutionary Economics. El economista advierte que si el
sacrificio fiscal es compensado con recortes al sistema de salud Medicare y a los apoyos que proporciona
el Seguro Social, o con reducciones
al gasto realizado por los estados o los gobiernos locales, el paquete fiscal
tendrá un efecto fiscal neto menor
porque reduciría las compras privadas y del sector público de bienes y
servicios. Por su parte, Janet Yellen, titular de la Reserva Federal
(Banco Central), señaló que "este
tipo de reformas provocarían un modesto incremento del PIB en los próximos
años, aunque existe una considerable incertidumbre sobre su impacto"
“
Roberts, economista marxista, indica que la reforma sólo puede significar menos
impuestos sobre el segmento más rico de los
asalariados, y menos
impuestos sobre los beneficios de las grandes corporaciones multinacionales.
Pero esto no impulsará la inversión o el crecimiento. "Es un nuevo intento de poner en marcha
una economía mediante ayuda financiera a
las corporaciones y los ricos (como Trump) a expensas del resto de nosotros, con la vana esperanza de que el
sector capitalista invierta más. Pero la inversión empresarial está cayendo en
Estados Unidos", agrega. Trump afirma que las corporaciones estadounidenses tienen la tasa impositiva más alta del
mundo y esto necesita ser recortado
para impulsar la inversión y el crecimiento. Esto no tiene sentido. La tasa oficial de impuestos federales de EE.UU. sobre las ganancias corporativas
es de 35 % y cuando se agrega en los
impuestos estatales, la tasa se eleva al 39
%. EEUU es en realidad el tercer puesto más alto entre 188 países, detrás
de los Emiratos Árabes Unidos y Puerto Rico.
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Presidente Trump, en el momento que Firma la Reforma Tributaria, para felicidad de los Oligarcas y las Élites Empresariales del Imperio, y la ganancia efectiva de miles de millones de dólares. La Desigualdad Económico-social se profundiza y cada vez es más salvaje e inhumana.
***
ESTADOS UNIDOS: OLIGARCAS
TRANQUILOS.
TRUMP LES REGALÓ LA REFORMA
FISCAL.
*****
Mirko C. Trudeau.
CLAE/Rebelión.
Viernes 9 de febrero del 2018.
El presidente Donald Trump logró que el Congreso
avalara su regalo a los más ricos con la reforma tributaria más grande de la
historia estadounidense, que incluye una dramática reducción de la tasa
impositiva sobre empresas, lo que traerá aparejado recortes masivos en
programas para los pobres, trabajadores y la clase media.
El objetivo declarado de política económica de la
administración Trump es incrementar el crecimiento en Estados Unidos de la tasa
post-crisis financiera de 2 a por lo menos 3 por ciento, lo que no es
imposible. Pero debido a que la inversión en infraestructura y el
proteccionismo duro fueron retirados del orden del día, la estrategia se redujo
a la reforma fiscal promulgada precipitadamente en diciembre.
Esa reforma tributaria significa una importante
reducción en la tasa de impuestos para las empresas y en materia de
depreciación acelerada para las inversiones en capital y podría tener dos
efectos: uno de política fiscal sobre la demanda agregada y otro por el lado de
la oferta sobre la capacidad productiva de la economía, señala el economista
James K. Galbraith, profesor de gobierno y relaciones empresariales en la
Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas y Presidente de la
Association for Evolutionary Economics.
El economista advierte que si el sacrificio fiscal
es compensado con recortes al sistema de salud Medicare y a los apoyos que
proporciona el Seguro Social, o con reducciones al gasto realizado por los
estados o los gobiernos locales, el paquete fiscal tendrá un efecto fiscal neto
menor porque reduciría las compras privadas y del sector público de bienes y
servicios.
Por su parte, Janet Yellen, titular de la Reserva
Federal (Banco Central), señaló que "este tipo de reformas provocarían un
modesto incremento del PIB en los próximos años, aunque existe una considerable
incertidumbre sobre su impacto"
Michael Roberts, economista marxista, indica que la
reforma sólo puede significar menos impuestos sobre el segmento más rico de los
asalariados, y menos impuestos sobre los beneficios de las grandes
corporaciones multinacionales. Pero esto no impulsará la inversión o el
crecimiento.
"Es un nuevo intento de poner en marcha una
economía mediante ayuda financiera a las corporaciones y los ricos (como Trump)
a expensas del resto de nosotros, con la vana esperanza de que el sector
capitalista invierta más. Pero la inversión empresarial está cayendo en Estados
Unidos", agrega.
Trump afirma que las corporaciones estadounidenses
tienen la tasa impositiva más alta del mundo y esto necesita ser recortado para
impulsar la inversión y el crecimiento. Esto no tiene sentido. La tasa oficial
de impuestos federales de EE.UU. sobre las ganancias corporativas es de 35 % y
cuando se agrega en los impuestos estatales, la tasa se eleva al 39 %. EEUU es
en realidad el tercer puesto más alto entre 188 países, detrás de los Emiratos
Árabes Unidos y Puerto Rico.
La legislación anterior establecía un rango de
impuestos corporativos que iba del 15 al 35%. Con la nueva normativa, la tasa
se unifica en el 21%. En similar sentido se introdujeron modificaciones a las
tasas que gravan la renta personal, reduciendo el máximo que se pagaba del
39,6% al 37% y desde allí caen gradualmente los porcentajes. Se aplica para
ingresos anuales superiores a 500.000 dólares para individuos y de 600.000 para
parejas.
Trump quiere reducir la tasa federal al 20 %. Pero
la tasa oficial es una ilusión. Una vez que se tienen en cuenta varias
exenciones y subsidios, más la provisión para transferir las pérdidas en un año
y deducir las utilidades en otro año, la carga tributaria efectiva sobre la
corporación estadounidense promedia un 27 %, lo que sitúa la tasa
estadounidense cerca del promedio global.
En general, los recortes de impuestos reducirán los
ingresos tributarios al gobierno federal en 160.000 millones de dólares, el 0,8
% del PIB. O sea, reducirá a la mitad la contribución del impuesto de las
corporaciones al gobierno, que buscará lograr que el resto de los ciudadanos
pague por la brecha.
Felicidad para los Oligarcas, las Élites empresariales y corporaciones transnacionales, su presidente Trump - al fin escucha sus pedidos - y les otorga beneficios astronómicos en materia Tributación. Mientras la clase media sigue esperando - y los millones de pobres - siguen hudiendose en el submundo de la miseria y la desigualdad.
***
El economista principal Marin Feldstein de la
Universidad de Harvard afirma que
"una tasa de impuestos a las empresas
más baja y el cambio a un sistema territorial aumentaría el flujo de capital a
la inversión en empresas estadounidenses del extranjero y de inversiones de
capital en viviendas ocupadas por propietarios y en agricultura. Esto elevaría
la productividad y el PIB, lo que daría lugar a aumentos en los ingresos
fiscales que compensarán en parte el efecto directo de la reducción de la tasa
corporativa".
Los expertos de JP Morgan ven un aumento, si es que
lo hay, del crecimiento económico de Estados Unidos en no más del 0,4 % en dos
años, a lo sumo.
Y no existe una relación empírica entre el descenso
de las tasas impositivas de las empresas y el crecimiento del empleo, según un
estudio reciente del Center for Effective Government. Veintidós de las 30
compañías rentables de Fortune 500 que pagaron las tasas de impuestos más altas
(30 % o más) de 2008 a 2010 crearon casi 200.000 empleos entre 2008 y 2012. Las
30 corporaciones rentables que pagaron poco o nada de impuestos durante los
tres años se deshicieron de 51.289 empleos entre 2008 y 2012.
Lo que estas corporaciones hicieron con el
beneficio extra de pagar menos impuestos fue comprar de nuevo sus propias
acciones para impulsar el precio de las mismas o emitir bonos a tasas muy bajas
para permitirles asumir el control de otras compañías. Por lo tanto, el déficit
impositivo sólo condujo a un auge del capital ficticio (deuda y acciones) y no
a la inversión real, dice Roberts.
También es muy improbable que las empresas con
fábricas en el extranjero regresen su producción a EEUU: la mano de obra sigue
siendo significativamente más barata en países como China. Los costos de
compensación por hora fueron de 36,49 dólares por empleado en los EEUU en 2013
(según The Conference Board) mientras que en China de sólo 4,12, incluso después
de haberse sextuplicado en la última década.
Pero no todo son impuestos en la controvertida ley
de reforma fiscal: la denominada Ley de Empleos y Recorte de Impuestos es
conocida porque reducirá significativamente la carga fiscal de corporaciones e
individuos, pero entre sus disposiciones también destaca la apertura de parte
del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en Alaska, a la actividad petrolera.
La medida fue incluida en las llamadas
"disposiciones misceláneas" - agregados al texto original que los
legisladores estadounidenses acostumbran imponer como condición para un voto
positivo- y autoriza la búsqueda y extracción de petróleo y gas en un área más
de 600.000 hectáreas de la reserva de 79.318 kilómetros cuadrados de extensión,
creada en 1980.
Los críticos ubican al propio presidente y sus
familiares entre los beneficiarios de esta cláusula, ya que pagarán menos
impuestos por los ingresos personales obtenidos a través de participaciones en
diversas empresas. La nueva legislación crea asimismo deducciones para los
dueños de participaciones societarias, la estructura favorita de los hombres de
negocios , entre ellos, la familia Trump.
Los propietarios de esas participaciones pagan
impuestos en concepto de ganancias personales. Bajo el nuevo esquema, los
hogares pueden deducir hasta un 20% cuando los ingresos no exceden los 315.000
dólares al año.
Además se duplica el monto libre de impuestos en el
caso de las herencias que pasen de 5,5 millones a 11 millones en el caso de los
solteros y de alrededor de 11 millones a 22 para parejas. Claro, ésto también
beneficia a los herederos de Trump.
Galbraith señala que durante los primeros cuatro años
en la vida de esta reforma fiscal, cuando los efectos netos de las reducciones
de impuestos serán iguales a aproximadamente el 0,9 por ciento del PIB anual,
el efecto de estímulo dependerá de la proporción del ingreso privado que sea
gastado cada año. El PIB anual aumentaría por una sola vez, pero la tasa de
crecimiento de largo plazo no se vería afectada.
Es más, si el sacrificio fiscal es compensado con
recortes al sistema de salud Medicare y a los apoyos que proporciona el Seguro
Social, o con reducciones al gasto realizado por los estados o los gobiernos
locales, el paquete fiscal tendrá un efecto fiscal neto menor porque reduciría
las compras privadas y del sector público de bienes y servicios.
Oligarcas, tranquilos.
En el mundo real, las empresas invierten por dos
razones: expandir la producción o reducir costos. La primera razón requiere
confianza en el crecimiento de las ventas futuras. Puede esperarse que la nueva
ley fiscal pueda aumentar las ventas en el corto plazo debido a que tendría un
efecto que por cierto será de una sola vez únicamente. Y sin embargo, al mismo
tiempo esa reforma fiscal arremete contra el poder de compra de la clase media
al poner un tope sobre las deducciones de pagos de intereses por hipotecas y
por los impuestos locales y estatales.
Eso resultará en una menor demanda por parte de los
consumidores y un menor gasto en servicios públicos. En lugar de crear un clima
favorable al consumo privado y la inversión, la redistribución regresiva del
ingreso y la riqueza que entraña esta reforma fiscal deprimirá el gasto,
independientemente de si las empresas sean autorizadas a retener una proporción
mayor de su flujo de efectivo.
Queda por ver cuáles serán los efectos de los
ajustes en la política monetaria y la respuesta de la Reserva federal frente a
la nueva ley fiscal. Si la Reserva federal decide aumentar rápidamente la tasa
de interés, el valor del dólar se fortalecerá y los bienes de capital
importados serán todavía más atractivos que los producidos localmente y eso
frenará el crecimiento.
Además, algunos analistas están preocupados por las
perspectivas de una crisis en el resto del mundo, lo que detonaría una fuga de
capitales hacia activos más seguros, como los bonos del Tesoro, lo que
fortalecería todavía más el valor del dólar. Si eso conduce a otra crisis
financiera, la debilidad de muchos bancos sería evidente y el período de
crecimiento se terminaría. Las empresas que están siendo incentivadas para
realizar nuevas inversiones ciertamente toman en cuenta el riesgo financiero.
Para Galbraith existen dos posibilidades para los
meses y años que vienen. Primero, la reforma puede generar un aumento de flujos
de caja (después de impuestos) que será desviado hacia la compensación de los
ejecutivos, recompra de acciones y adquisición de bienes raíces. La oligarquía
podría crecer y diversificarse, y su nivel de gasto podría proporcionar un
modesto impulso al crecimiento de corto plazo del PIB, lo que seguiría
inevitablemente una explosión.
La otra posibilidad es que las empresas, habiendo
obtenido un trato fiscal más favorable, procedan a reducir sus inversiones. Los
ejecutivos no ignoran que una ralentización general de la actividad económica
se producirá después del impacto inicial de la reforma fiscal debido a los
recortes en el gasto de gobiernos locales y estatales. En este escenario se
aplica la sentencia del economista polaco Michal Kalecki: los capitalistas
reciben lo que gastan.
Las ganancias después de impuestos no aumentarán
mucho y los oligarcas estadounidenses seguirán estando gordos y contentos
mientras trabajan menos. El costo será cargado a la clase media con sus hipotecas
y casas que ahora querrían vender y, como siempre, a los pobres que sufrirán
mayores impuestos, recortes en el gasto social y mayor desempleo. Y ¿por qué
habría de esperarse un resultado distinto? Después de todo, éste no es
solamente el plan fiscal de Trump. Es lo que la clase que siempre ha financiado a los
republicanos siempre ha deseado, añade Galbraith.
Mirko C.Trudeau: Economista-jefe del Observatorio
de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), investigador asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www.
estretgia.la
) .
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