Cuando Chávez fue nombrado candidato presidencial por el
Movimiento V República (MVR), a mediados de 1997,
no alcanzaba ni el 10 por ciento de
la intención de voto, pero tras recorrer ciudades y pueblos del país, esta
situación cambió radicalmente. ¡Con Chávez manda el pueblo! fue la consigna y sus
encuentros eran cada vez más concurridos. Boinas
rojas y el tricolor nacional resaltaban siempre en el río de gente, donde
los niños se “disfrazaban” de Chávez
con sus camisas verdes y boina roja.
De manera acelerada el nacido en los Llanos (Sabaneta de Barinas) aumentó su popularidad de manera
sostenida, pasando por encima de Irene
Sáez, quien a dos meses de los comicios lideraba las encuestas. La
intención d voto por la ex Miss Universo cayó abruptamente cuando Copei anunció el retiro del apoyo.
Chávez ganó las
elecciones con una ventaja de un millón
60 mil 524 votos, causándole una derrota
histórica al bidipartidismo adeco-copeyano, que mantuvo al país sumido en
la miseria por más de cuatro décadas, dilapidando sus gobiernos los grandes
recursos provenientes del petróleo.
Las elecciones presidenciales de 1998 fueron el comienzo de una Revolución en el que el pueblo venezolano llegó al
poder y Venezuela comenzó a transitar un camino de participación popular,
inclusión y justicia social. Empezó a escribirse, como lo dijo Chávez
en algún momento, "una historia
imborrable".
El 2 de febrero
1999, Chávez asumió la presidencia
de Venezuela con un juramento que marcó el inicio de un profundo proceso de
cambios: "Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de
mi pueblo, que sobre esta moribunda Constitución (la de 1961) impulsaré las
transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga unas
Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. ¡Lo Juro!".
/////
20 AÑOS ATRÁS, CHÁVEZ VENCÍA AL
BIPARTIDISMO: EMPEZABA LA REVOLUCIÓN Y EL SUEÑO NUESTROAMERICANO.
*****
Aram Aharonian.
Rebelión martes 4 de diciembre del 2018.
Hace 20 años,
el domingo 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez Frías logró,
de la mano del Movimiento V República (MVR) una contundente victoria sobre los
partidos tradicionales unidos y a su candidato Henrique Salas Römer, con el segundo mayor porcentaje del voto
popular en cuatro décadas (56,2%),
sucediendo al conservador Rafael Caldera en la presidencia de Venezuela.
Salas Römer, fue apoyado
por los tradicionales partidos Acción Democrática y Copei, socialdemócratas y
socialcristianos, que habían retirado el aval a sus candidatos propios (Luis Alfaro Ucero y la ex miss Universo
Irene Sáez, respectivamente) para evitar la victoria de Chávez y
decidieron apoyar al gobernador del estado Carabobo, Henrique Salas Römer, empresario y economista, postulado por un
partido fundado por él, Proyecto Venezuela.
Fue bastante enredado todo lo que rodeó a las
elecciones. Desde la jefa de la encuestadora estadounidense contratada por Salas, desesperada dibujando números
para convencer a periodistas extranjeros, hasta el célebre "Frijolito", el caballo del candidato del sistema,
protagonista de una folclórica cabalgata que la plutocracia de Carabobo hizo en
Caracas.
“Tribilín” (como se lo
conocía en la milicia) Chávez le
ganó las elecciones a “Frijolito” y
todo el pasado, Tenía 44 años, y un discurso social agitado y amenazante que
según la prensa hegemónica espantaba a los inversionistas, ejecutivos locales y
elite política. Prometió transformar por
completo el sistema político y legal de Venezuela, así como "revisar"
las inversiones extranjeras.
Su figura se hizo popular
desde el golpe de estado que coprotagonizó en 1992 (contra el corrupto gobierno de Carlos Andrés Pérez), sobre todo por los escasos segundos de
televisión cuando fue apresado cuando admitió la derrota, “por ahora”. Pasó dos años en prisión, y en 1994 fue perdonado por
el presidente Rafael Caldera.
Cuando Chávez fue nombrado candidato presidencial por el
Movimiento V República (MVR), a mediados de 1997,
no alcanzaba ni el 10 por ciento de
la intención de voto, pero tras recorrer ciudades y pueblos del país, esta
situación cambió radicalmente. ¡Con Chávez manda el pueblo! fue la consigna y sus
encuentros eran cada vez más concurridos. Boinas
rojas y el tricolor nacional resaltaban siempre en el río de gente, donde
los niños se “disfrazaban” de Chávez
con sus camisas verdes y boina roja.
De manera acelerada el nacido en los Llanos (Sabaneta de Barinas) aumentó su popularidad de manera
sostenida, pasando por encima de Irene
Sáez, quien a dos meses de los comicios lideraba las encuestas. La
intención d voto por la ex Miss Universo cayó abruptamente cuando Copei anunció el retiro del apoyo.
Chávez ganó las
elecciones con una ventaja de un millón
60 mil 524 votos, causándole una derrota
histórica al bidipartidismo adeco-copeyano, que mantuvo al país sumido en
la miseria por más de cuatro décadas, dilapidando sus gobiernos los grandes
recursos provenientes del petróleo.
Las elecciones presidenciales de 1998 fueron el comienzo de una Revolución en el que el pueblo venezolano llegó al
poder y Venezuela comenzó a transitar un camino de participación popular,
inclusión y justicia social. Empezó a escribirse, como lo dijo Chávez
en algún momento, "una historia
imborrable".
El 2 de febrero
1999, Chávez asumió la presidencia
de Venezuela con un juramento que marcó el inicio de un profundo proceso de
cambios: "Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de
mi pueblo, que sobre esta moribunda Constitución (la de 1961) impulsaré las
transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga unas
Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. ¡Lo Juro!".
La propuesta.
En octubre de
1996, Chávez había escrito: “Estamos
en plena transición. Fuerzas desatadas la impulsan, las más de las veces
sin control. Esa transición se inició a finales de los años 70, cuando la
situación A (capitalismo de Estado-Pacto de Punto Fijo entre AD y Copei)
comenzó a dar signos de agotamiento. El reto está hoy en impulsar esa
transición hacia una situación B deseada, preconcebida. Para impulsarla puede
haber varios caminos. Se trata de vislumbrar entonces esos posibles caminos. Y
de orientar la transición para aquel o aquellos que ofrezcan mayor viabilidad”.
El 11 de abril
de 1998 en La Transición posible, indicaba que de la
crisis-catástrofe había nacido la necesidad de la transición, “un proceso que
ha construido su propio cauce, ha definido su propio rumbo y ha penetrado en el
alma misma del colectivo nacional. Hoy es ya un proyecto de transición,
indetenible, democrático, revolucionario”.
Allí Chávez hablaba de los cinco polos: el macropolítico, cuya línea central
era la asamblea constituyente, para dar paso a una verdadera democracia participativa; la desconcentración territorial, el desarrollo humano, la transformación productiva, y la visión internacional y geopolítica
En la campaña electoral del candidato Chávez y en su propuesta electoral: “Una Revolución Democrática para transformar a Venezuela” (1998),
fue un ferviente crítico del “capitalismo
salvaje” y de su expresión concreta, el “neoliberalismo”. Las leyes de seguridad social promulgadas durante
la gestión de Caldera, recibieron una buena dosis de crítica y cuestionamiento.
Chávez prometió, entre otras cosas, lanzar dichas
leyes al cesto de la basura por ser “neoliberales”
y, por tanto, contrarias a su pensamiento político, económico y social, y, al
ideal de proyecto de sociedad propuesto al electorado venezolano.
La propuesta señalaba que “Las instituciones de
Seguridad Social presentan problemas de índole diversa, pero el denominador
común corresponde al financiamiento y tipo de gestión administrativa. Los
desequilibrios e insuficiencias financieras tienen su origen en múltiples
causas, las cuales se sintetizan en una relación no proporcional entre los ingresos
y los egresos”.
“Los ingresos disminuyen en los programas
contributivos como consecuencia de la desocupación, de los bajos salarios
sujetos a cotización, del fraude y la mora de los contribuyentes, del
envejecimiento de la población y de las políticas de inversión de los recursos
financieros y, en los programas asistenciales no contributivos, por la
reducción del gasto público y social aplicado a los mismos, tal como se señaló
en el área de la salud”, añadía.
Y puntualizaba que los egresos “se incrementan como
consecuencia de los elevados costos de la asistencia médica, farmacéutica y
protésica, las prestaciones de protección a la vejez y al desempleo, los
ajustes salariales a los funcionarios, el incremento de los gastos
administrativos, el dispendio de los recursos y su malversación”.
Catorce años que transformaron Nuestramérica.
Venezuela y
quizá América Latina, la región más desigual del mundo, no son los mismos
después de Hugo Chávez, que arrojó sobre el pensamiento latinoamericano la
percepción de que las urgentes transformaciones estructurales, ya no solo eran
necesarias e imprescindibles, sino también perfectamente posibles.
Hugo
Chávez, la locomotora que impulsó la
construcción diaria de la Patria Grande, la de los
pueblos, dejó hace cinco años una patria huérfana. Fueron 14 años que
transformaron Venezuela pero también NUESTRAMÉRICA. Simboliza la emergencia del
pensamiento regional emancipatorio del cambio de época, con críticas
anticapitalistas de cuño marxista, con una concepción humanista, que rescató la
idea de socialismo como horizonte utópico.
Fue quien tuvo en claro la necesidad de transformar
nuestras grandes mayorías -los invisibilizados por las elites y los medios
hegemónicos- en sujetos de política (y no mero objetos de ella)y se atrevió a
lo que muchos consideraban (o creíamos) imposibles, como enfrentarse al
imperialismo, o romper con las buenas costumbres de la democracia formal y liberal, institucional y declamativa,
entendiendo que había que empoderar a los pobres, dándoles acceso a la
educación, vivienda, salud, para todos.
Chávez
comprendió que había que pasar de la etapa de más de 500 años de resistencia a una etapa de construcción de naciones
soberanas, de una verdadera democracia
participativa, de construcción de poder
popular, mediante una revolución
por medios pacíficos, avanzando hacia integración y unidad de nuestros pueblos
–y no de nuestro comercio-, mediante la complementación, la cooperación y la
solidaridad, lejos de los dictados del Consenso
de Washington.
Entendió bien lo que decía Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar: Es necesario crearse un símbolo ideológico propio. Y Chávez
lo pensó basado en un Estado eficaz, que regule, impulse, promueva, el proceso
económico; la necesidad de un mercado, pero que fuera sano y no monopolizado ni
oligopolizado y, el hombre, el ser humano. En su propuesta de ruptura con el
capitalismo hegemónico, aparece un modelo humanista con bases marxistas y esto
responde a la pretensión y necesidad de construcción de un modelo ideológico
propio, de verse con ojos venezolanos y latinoamericanos.
“La democracia (formal) es como un mango, si estuviese verde hubiese
madurado. Pero está podrido y lo que hay que hacer es tomarlo como semilla, que
tiene el germen de la vida, sembrarla y entonces abonarla para que crezca una
nueva planta y una nueva situación, en una Venezuela
distinta”, solía decir.
Desde hace más de una década, en América Latina transitamos un nuevo momento histórico, el de la
búsqueda de los caminos para superar el neoliberalismo. Venezuela, de la mano
de Hugo Chávez, fue vanguardia y creó condiciones y estimuló que otros se
animaran.
Sin
Chávez-locomotora, el proceso de integración regional, basado en la
complementación y la solidaridad, que impulsara el gobierno bolivariano,
comenzó a naufragar, de la mano de la ofensiva del neoliberalismo y la
desestabilización de fuerzas de ultraderecha con apoyo del terror mediático y
el financiamiento externo, pero también de los errores de los gobiernos
progresistas. Hoy cuesta cada vez más seguir aquel derrotero.
En octubre de
1999, el presidente brasileño Luiz Inacio
Lula de Silva señalaba que
“Chávez es un mal ejemplo: defiende algunas ´antigüedades´
como la soberanía nacional, el bienestar del pueblo, el combate efectivo de la
corrupción, propone nuevas relaciones entre el mercado y el Estado. Quiere
rupturas democráticas (…) Es un verdadero revolucionario, pensador profundo,
sincero, valiente e incansable trabajador”.
Los logros de la pacífica, sui generis, irreproducible Revolución Bolivariana
derriban el mito de la pobreza de
América Latina y el Caribe. Demostró que para alcanzarlos bastaba destinar
a objetivos sociales las riquezas que antes beneficiaban sólo a las elites y
las empresas transnacionales. Chávez potenció la participación política y
social mediante el impulso de la democracia participativa, y articuló
movimientos sociales con Estado y partidos, a través de las Misiones.
En 1999, cuando asumió
el gobierno, el país “ostentaba” un 62%
de pobreza y 24% de pobreza crítica, vergonzosos indicadores de deserción
escolar, muerte al nacer, mortalidad maternal, desnutrición generalizada. Y,
pese a tropiezos y retrasos en aspectos tales como las cooperativas y las
comunas, Venezuela logró resultados espectaculares: alcanzó anticipadamente
seis de las ocho Metas del Milenio,
cuyo cumplimiento fijó la ONU para el año 2015. Venezuela ostentó con Chávez
el menor Índice de Gini (de desigualdad) de la América Latina capitalista.
En menos de una década, Venezuela erradicó la pobreza extrema; logró que estudien el 95% de
los niños en edad para la educación primaria; avanzó más de 70% en la igualdad
de género y el empoderamiento de la mujer; combatió eficazmente el paludismo,
el sida y otras enfermedades, y garantizó la sostenibilidad del medio ambiente
(incluso vetó una ley que permitiría privatizar ríos, lagos y lagunas).
Con la Misión
Barrio Adentro y otras iniciativas garantizó la atención médica en
las vastas zonas desposeídas y marginalizadas durante décadas, un sistema de
pensiones que cubre a todos los ancianos y garantizó a éstos el transporte
público gratuito. Se trataba de
empoderar a los pobres, incluirlos
por primera vez en la historia en el acceso a la nutrición, la salud, la
educación, convirtiendo a los ciudadanos en sujetos (y no meros objeto) de
políticas, capaz de elegir su propio destino.
“Extraño dictador este Hugo Chávez.
Masoquista y suicida creó una Constitución que permite que el pueblo lo eche, y
se arriesgó a que eso ocurriera en un referéndum revocatorio que Venezuela
realizó por primera vez en la historia universal., No hubo castigo. Y resultó
la octava elección que Chávez ganó
en cinco años”, señalaba el escritor
uruguayo Eduardo Galeano, en agosto de 2004,
Desde abril de
2002 la oligarquía vernácula y Estados Unidos insisten permanentemente en un
golpe (primero de estado, luego suave, siempre mediático) para arrebatar al
país su principal industria, Petróleos
de Venezuela, que aplicaba directamente sus recursos para un gasto social
de cerca del 64% del egreso público.
Pero no solo eso: el
gobierno bolivariano recuperó empresas estratégicas (electricidad,
telefonía, siderúrgica y aluminio) privatizadas en la IV República neoliberal.
Expropió latifundios y fomentó cooperativas, empresas recuperadas, comunas y
fundos como unidades productivas de propiedad social.
Sin dudas, la
actual guerra económica planificada y ejecutada por la oligarquía mercantil y
financiera –y sus patrocinantes del exterior- para derrocar la
Revolución Bolivariana y apoderarse de totalidad de la renta petrolera es,
sencillamente, una nueva fase de la lucha de clases en Venezuela.
Quizá como lo intentara tres décadas antes Salvador Allende
en Chile, Chávez
apostó por la vía pacífica al socialismo, y ese camino fue continuamente
bombardeado desde la derecha vernácula, latinoamericana y globalizada con
intentos de golpes, desestabilización y sabotaje económico, violencia,
permanente terrorismo mediático y magnicidio.
Chávez
derrumbó al menos tres mitos, el del
fin de la historia y de las ideologías (en nuestra región la historia recién empieza), la incompatibilidad de los militares con la
democracia, y el sesentista de que a las masas no les interesa el socialismo. La constitución socialista de 1999
fue aprobada en referendo por el 72% de los ciudadanos, poniendo en marcha esa
democracia participativa, con “apenas”
17 consultas electorales en menos de tres lustros.
Señalaba Chávez que la base para construir una sociedad socialista
está conformada por los colectivos sociales, el Poder Popular, los cuales deben
ser capaces de participar protagónica y conscientemente en la construcción de
dicha sociedad y -en consecuencia- en las luchas para derrotar la pobreza, la
desigualdad y la injusticia social, el individualismo y el egoísmo que
son los antivalores sobre los cuales
se sustenta el sistema capitalista y el despotismo neoliberal.
A diferencia de otros países latinoamericanos, el
ejército venezolano es policlasista. Incluso grupos de sus oficiales se unieron
a la guerrilla de los años 1960 y protagonizaron alzamientos revolucionarios. Chávez
supo reavivar la conciencia nacionalista de los militares y así impidió que en
1999, con la excusa de la catástrofe natural producida en el estado Vargas, los
marines estadounidenses entraran en suelo venezolano. “Que tropas gringas pisen la
patria de Bolívar ya es una afrenta; la otra, es que después sólo con una
guerra podríamos sacarlos”, avizoró.
La Fuerza
Armada Nacional Bolivariana, ante las propuestas antiimperialistas y
anticapitalistas impulsadas por Chávez, dio un vuelco histórico para respaldar el
proceso, tras el sentimiento de responsabilidad por los hechos funestos
del Caracazo del 27 y 28 de febrero de 1989, durante el gobierno de Carlos
Andrés Pérez.
El gobierno bolivariano, además, diversificó la compra
de armamentos para evadir el bloqueo de EEUU,
creó una reserva que puede aportar un millón de efectivos.
Chávez, que no tenía la formación de la izquierda
tradicional, nunca creyó que había temas prohibidos. Demostró que
la desmoralización ocurrida tras las derrotas de Jacobo Arbenz, Salvador Allende,
Juan Velasco Alvarado, Omar Torrijos y Joao Goulart, entre otros, tenía
amplias posibilidades de rectificaciones históricas, e inició una diplomacia
latinoamericanista con la derrota del Alca,
el impulso del Alba, de UNASUR y de
la CELAC y el ingreso de Venezuela al MERCOSUR. En ninguna de
estas instancias participan Estados Unidos y Canadá, los verdaderos amos de la OEA.
Fue la Venezuela
bolivariana la que potenció el paso del mundo unipolar a uno multipolar: repotenció
la Organización de Países Exportadores de Petróleo y puso a valer, nuevamente,
el precio de los hidrocarburos; coadyuvó al proceso de paz de Colombia y denunció los tratados que subordinaban la
soberanía nacional a organismos como el Ciadi,
la Organización
Mundial de Comercio y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Dejó Venezuela
como el tercer país lector en la región. Erradicó el analfabetismo mediante la Misión Robinson. El 82% de los venezolanos lee cualquier material; 50,2% libros; uno de cada tres venezolanos estudia: uno de cada
nueve en educación superior, gracias a que secundarias y universidades bolivarianas gratuitas remedian la exclusión por la
crónica falta de cupos o los altos aranceles de las instituciones católicas y
privadas (cifras de 2013).
El 20 de
octubre de 2012, en el último consejo de ministros que dirigió, Chávez dejó sus
instrucciones -”El golpe de
timón”- para el período 2013-2019, donde insistió en la necesidad de un
poder popular que desarticule la trama de opresión política, la explotación del
trabajo y dominación cultural. “La
autocrítica es para rectificar, no para seguirla haciendo en el vacío, o
lanzándola como al vacío. Es para actuar ya, señores ministros, señoras
ministras”, señaló, instándolos a dar un golpe de timón y terminar con la
ineficiencia, la ineficacia y la corrupción.
También dejó preguntas.
Chávez señaló la necesidad del debate de fondo para afrontar
una lógica de la llamada institucionalización de la Revolución y sus efectos de derechización y burocratización: “Alguien debe organizar un gran foro sobre la
vía al Socialismo. Allí se
discutirá, por ejemplo: ¿Se puede ir al Socialismo en contumancia con el
capitalismo? ¿Se puede separar la relación económica de la formación de la
conciencia del Deber Social, fundamento del socialismo?
¿Se pueden
construir nuevos empresarios capitalistas sin conciencia capitalista, como
proponen algunos? La ausencia de discusión nos lleva al fracaso”. Ya el Che Guevara había denunciado los vanos
intentos de “construir el socialismo
con las armas melladas del capitalismo: propiedad privada, mercado, dinero,
mercancías, competitividad”.
Y Venezuela fue olvidando
el necesario cambio de timón que reclamó Chávez en su último suspiro. O entendió mal lo que
quiso decir.
El soñador, a veces ingenuo, perdonavidas, el
guerrero, el que siempre quiso ser beisbolista, el de los ojos vivaces, juguetones, cara de pícaro,
que sufrió también la soledad del poder, que supo combinar el pensamiento
político e ideológico con lo pragmático, Tribilín,
El arañero de Sabaneta, se nos fue de repente, cuando más lo necesitábamos,
dejando huérfanos a Venezuela y toda
Latinoamérica y el Caribe.
Sepan
perdonar el dejo de nostalgia, pero… “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo
no sé!”, diría César Vallejo.
Aram Aharonian: Periodista y
comunicólogo uruguayo. Magíster en
Integración. Fundador de TELESUR.
Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el
Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la ).
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