domingo, 16 de diciembre de 2018

CINCO INGREDIENTES DE LA COMUNICACIÓN ENVENENADA.

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“Concepto de fraude informativo.- Un fraude es una acción contraria a la verdad y a la rectitud. Supone una planificación deliberada para presentar hechos o documentos falsos como reales, con fines de engaño.
 Hay diferencias entre las noticias falsas y el fraude informativo organizado. En las fake news, la falta de veracidad puede ser deducida por contexto.

En el fraude informativo, la adulteración de la verdad tiene un mayor espesor, alcanzando al contexto y el trasfondo histórico. Se trata de la manipulación coherente y planificada de un conjunto interrelacionado de discursos. Son prácticas desinformativas realizadas en forma sistemática y repetitiva dentro de un ecosistema de medios hegemónicos. Ciertas verdades hipnóticas, repetidas incesantemente, se validan entre sí. La veracidad de este extendido sistema de mensajes autorreferenciales nunca es discutida dentro del ecosistema. Peor aún: toda expresión que no respeta el carácter sagrado de ciertos dogmas noticiosos es arrojada a la periferia de los negacionistas, conspiracionistas y marginales.

El fraude informativo naturaliza una visión del mundo patas para arriba, provoca un “corrimiento del sentido común” como dice Michael Collon, una deformación de los valores que deberían inspirar la agenda pública. Instala un sistema de noticias robotizado, paralizado en la repetición hipnótica de eslóganes y sound bites.

Es un modelo de comunicación envenenada, diseñado para inocular emociones tóxicas en las audiencias. Difunde una visión maniquea del mundo, que estigmatiza ciertos sectores, al mismo tiempo que glorifica la guerra, el Estado policial y la militarización de crecientes áreas de la vida social. No son diferencias de opinión o de ideologías. No es error, casualidad o negligencia. Hay reglas del periodismo que no se cumplen, y otras que se cumplen al revés”.

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CINCO INGREDIENTES DE LA COMUNICACIÓN ENVENENADA.
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Claudio Fabián Guevara.
América Latina en Movimiento. ALAI.
Domingo 16 de diciembre del 2018.

Cinco formas de noticias tóxicas que envenenan a las audiencias del mundo glorificando la guerra y el Estado policial. Estrategias narrativas del fraude informativo sobre hechos clave de la historia.

Este terrorismo que ustedes están viviendo es un crimen mundial en una escala nunca antes vista”. George Duff, veterano de guerra, Conferencia Internacional sobre la lucha contra el terrorismo y el extremismo religioso celebrado en Damasco, Siria, 1 de diciembre de 2014.

La colusión del sistema de medios con el crimen organizado a escala planetaria es un dato de primer orden para analizar el actual pasaje de la humanidad. El periodismo ha dejado de ser el cuarto poder, o un contrapoder, para unirse con los poderes tradicionales al efecto de oprimir a los ciudadanos.

El debate en torno a las fake news rehúye el verdadero debate. No existe un sistema de comunicación pública veraz, al servicio de la humanidad, que proteja a las sociedades del retorcimiento sistemático de la realidad que ejecuta la prensa coordinada con sicarios políticos, económicos y judiciales.

Esta tendencia avanza, sobre todo en países débiles institucionalmente. En Argentina y Brasil se consolida un comando unificado, una simbiosis gobierno-justicia-medios que concentra poderes de creación de realidad virtual nunca antes acumulados. En este Totalitarismo 2.0 las noticias están caracterizadas por un gran contenido tóxico y cultivan un fraude informativo a gran escala sobre hechos claves de la historia. Se formatea así la mente del ciudadano colonizado que justifica y defiende la dominación colonial.

Mientras los Parlamentos debaten cómo reglamentar medios y redes para combatir las noticias falsas, vivimos en la era del fraude informativo. Y por supuesto: no nos enteramos.

Concepto de fraude informativo.

Un fraude es una acción contraria a la verdad y a la rectitud. Supone una planificación deliberada para presentar hechos o documentos falsos como reales, con fines de engaño.

Hay diferencias entre las noticias falsas y el fraude informativo organizado.

En las fake news, la falta de veracidad puede ser deducida por contexto.


En el fraude informativo, la adulteración de la verdad tiene un mayor espesor, alcanzando al contexto y el trasfondo histórico. Se trata de la manipulación coherente y planificada de un conjunto interrelacionado de discursos. Son prácticas desinformativas realizadas en forma sistemática y repetitiva dentro de un ecosistema de medios hegemónicos. Ciertas verdades hipnóticas, repetidas incesantemente, se validan entre sí. La veracidad de este extendido sistema de mensajes autorreferenciales nunca es discutida dentro del ecosistema. Peor aún: toda expresión que no respeta el carácter sagrado de ciertos dogmas noticiosos es arrojada a la periferia de los negacionistas, conspiracionistas y marginales.

El fraude informativo naturaliza una visión del mundo patas para arriba, provoca un “corrimiento del sentido común” como dice Michael Collon, una deformación de los valores que deberían inspirar la agenda pública. Instala un sistema de noticias robotizado, paralizado en la repetición hipnótica de eslóganes y sound bites.

Es un modelo de comunicación envenenada, diseñado para inocular emociones tóxicas en las audiencias. Difunde una visión maniquea del mundo, que estigmatiza ciertos sectores, al mismo tiempo que glorifica la guerra, el Estado policial y la militarización de crecientes áreas de la vida social.

No son diferencias de opinión o de ideologías. No es error, casualidad o negligencia. Hay reglas del periodismo que no se cumplen, y otras que se cumplen al revés.
 
  
Las noticias patas para arriba.

A lo largo del Siglo XX la comunidad periodística profesional consensuó criterios de noticiabilidad que guiaron a las redacciones a la hora de jerarquizar las distintas unidades informativas. En pocas palabras, para definir la “importancia” de un evento noticiable, se evalúa la cantidad de personas afectadas, su cercanía geográfica, el impacto que puede tener en futuros acontecimiento y otros criterios. También hay chequeo de fuentes, consultas cruzadas, fuentes alternativas y un conjunto de recursos que suman multiperspectividad a la mirada de los periodistas.

Estos métodos profesionales de trabajo se asemejan al protocolo requerido por un oficial de justicia para determinar los pasos a seguir ante un evento judiciable. Sin embargo, estas prácticas que alejan la arbitrariedad y el capricho a la hora de seleccionar y presentar eventos noticiables, han sido sustituidas por un desequilibrio que va más allá de discrepancias ideológicas.

En algunos casos, una amplificación exagerada de los problemas; en otros un filtro de censura feroz, un cerco mediático que tiende un velo sobre lo que realmente ocurre; y últimamente, la conjunción de maniobras judiciales con linchamientos mediáticos que potencian la creación virtual de realidad por parte de una pequeña elite de programadores globales.

El fraude informativo se intensificó a partir del atentado contra las Torres Gemelas y el lanzamiento de la Guerra contra el Terrorismo. La propia versión oficial de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 es un gigantesco “montaje narrativo” sobre el que se multiplican los libros de denuncia y las pruebas que refutan la versión oficial (2). La saga continuó con la destrucción de Irak, Libia, Siria, y una cadena de noticias repleta de eventos catastróficos y espectaculares. El relato en su conjunto tiende a crear miedos y enemigos, para justificar guerras y sabotajes contra gobiernos y pueblos enteros.

Cinco ingredientes del fraude informativo

Las usinas de propaganda noticiosa contienen estrategias ocultas de alto poder persuasivo que en muchos casos no llegamos aún a comprender. Pero hay elementos visibles que se pueden identificar para avanzar hacia una ecología de la información.

A continuación, cinco estrategias narrativas del fraude informativo. Son simplificaciones manipuladas del mundo, y como tales, de alto impacto. Son ingredientes básicos de la comunicación envenenada que aturde a amplias audiencias del mundo:

1. Verosímiles.

La construcción de verosímiles encaja perfectamente con la noción de “posverdad”, entendida como “la cualidad de ser percibida como verdadera, sin ser necesariamente verdadera”. La diferencia entre una noticia “verosímil” y una verdadera es que la verosímil solo “aparenta” ser verdadera. Un verosímil encierra elementos reales combinados con otros falsos de una manera que logren concitar credibilidad. Dibujan un “mundo posible”, o “virtual” dentro de ciertos supuestos compartidos y opiniones generalizadas. Son cócteles noticiosos que combinan de elementos reales con medias verdades y mentiras, documentos falseados, fotos y filmaciones trucadas (3).

La producción televisiva de falsos rescates, manifestaciones de protesta o víctimas de ataques gubernamentales ha sido ampliamente documentada por organizaciones como Red Voltaire o Veterans Today. En la última década los verosímiles abundan (4).

Dentro de esta categoría, las mentiras especulativas se refieren a probables eventos futuros (“La violencia del narco mexicano podría derramarse sobre la frontera con EE.UU”) o a consecuencias futuras de las acciones de gobierno (“No atacar Irak sería suicida para los EE.UU”). Suele ser información originada en especulaciones de los máximos dirigentes, imposible de contrastar en otras fuentes, y por lo tanto, imposibles de refutar.

Los verosímiles solo son posibles mediante un recorte del contexto histórico y la complejidad de la realidad. Para esto, se ocultan deliberadamente los datos más relevantes para comprender cada evento (5). Un ejemplo es el proceso de guerras e invasiones en Medio Oriente. El guion noticioso propalado por los medios hegemónicos disfraza este “continuum” militar bajo la forma de conflictos locales, aparentemente desconectados entre sí, ocultando la presencia de ingeniería extranjera en los acontecimientos.

2. Estereotipos infantiles.

Son relatos repetitivos en su estructura, diseñados para un público no maduro. Construyen la oposición entre villanos y héroes, y la escenificación de un “ultraje” o un “peligro” que requiere reparación.

Las noticias se nutren de temibles terroristas, armas de destrucción masiva, personas gaseadas, ataques nucleares en 45 minutos, manifestaciones bombardeadas por su propio gobierno y dictadores “linchados por su propio pueblo”. Cada capítulo da lugar a la aparición del “ejército liberador”, o en los últimos años, a la novedad narrativa de la “rebelión espontánea del pueblo”, capaz de organizarse para tomar ciudades enteras, derrotar al aparato policíaco y militar en cuestión de días, o incluso, volar por los aires ministerios estratégicos aniquilando a altos mandos militares(6).

Los estereotipos repiten estructuras y personajes en diversos formatos. Los contenidos noticiosos se refuerzan mutuamente con el cine y la web. Muchas noticias aparecen diseñadas como “mini-filmes”, que permiten marcar el campo del bien y del mal, y apelar a emociones íntimas en pocos segundos. Vemos muchas veces a los mismos personajes y situaciones estereotipadas tanto en las noticias como en las películas. Todos estos grandes canales, validándose unos a otros, generan “efectos de realidad” más potentes.

3. Predicación analítica.

Herbert Marcuse definió este concepto como “la identificación autoritaria entre persona y función”, o en otras palabras, la asociación de ciertos individuos o grupos a patrones fijos. Un sustantivo específico, unido casi siempre con los mismos adjetivos y atributos, convierte a la frase en una fórmula hipnótica que infinitamente repetida, y fija el significado en la mente del receptor.

Dentro del esquema de la predicación analítica, los mandatarios de las naciones occidentales siempre son presentados como civilizados, bien pensantes y sonrientes, y asociados con términos como “democracia”, “reconstrucción” o “intervención humanitaria”. En cambio, sus oponentes políticos, o los movimientos sociales antagónicos, son presentados como locos, malvados o irracionales, asociados con términos como “dictadura”, “violencia” o “violación de derechos humanos”.

La predicación analítica es un fraude informativo porque escamotea el carácter multidimensional y paradójico de la naturaleza humana, y alimenta una concepción maniquea del mundo, que divide entre ángeles y demonios, santos y pecadores. Invita a la purificación del mundo mediante el exterminio del “eje del mal”. El resultado de este bombardeo es la programación mental del ciudadano, que percibirá de forma negativa, aún sin recordar los motivos, a ciertos países, personajes y movimientos sociales estigmatizados en las noticias.
 


4. Falsas simetrías.

Una “falsa simetría” es una narración periodística que, aparentando neutralidad y/o equilibrio ante un conflicto, describe a los contendientes como partes con responsabilidad similar en la disputa. Un ejemplo es el caso de Palestina. La falsa simetría informativa iguala a ocupantes y ocupados, opresores y víctimas. Es frecuente que la prensa narre los acontecimientos violentos en términos de “provocación” palestina y “represalia” israelí. Este lenguaje “imputa discretamente la responsabilidad inicial a uno de los beligerantes”, en este caso los palestinos, por la aparición y prolongación del conflicto (7).

Los efectos políticos de la instalación de una falsa simetría en la opinión pública no son nada desdeñables. Se produce un “corrimiento del sentido común”, es decir, ante la desmesura del discurso mentiroso del poder, muchos sectores políticos y diplomáticos, intelectuales y periodistas, ensayan una postura que intenta “quedarse en el medio”. Así, apoyan soluciones “sensatas”, que “con el consenso en la comunidad internacional”, siguen siendo de todos modos intrínsecamente injustas y arbitrarias.

5. Falsas asimetrías.

Una “falsa asimetría” es una construcción que exagera hasta el paroxismo la importancia de hechos nimios, o las culpas atribuidas a ciertos actores. Por ejemplo, endilga a un país una responsabilidad desproporcionada en problemas de índole universal: corrupción, violaciones a los derechos humanos o uso excesivo de la fuerza por parte del  gobierno. Otro ejemplo: atribuir a un partido político o un movimiento social un carácter delictivo o amenazante en base a simples hechos episódicos, o a una saga de informaciones falsas.

Una “falsa asimetría” recurre a verosímiles, estereotipos infantiles y predicación analítica para crear una percepción infundada de que ciertas personas o colectivos sociales son especialmente problemáticos, peligrosos o moralmente condenables. Así, sobre la base de hechos falsos o medias verdades, estadísticas sesgadas y ejercicios de doble rasero, se estigmatiza a líderes, grupos y países “target”. El bombardeo de noticias construye una percepción colectiva de ciertos actores como “los más ladrones”, “los más represores” o “los más peligrosos”.

Una “falsa asimetría” viola principios básicos de presunción de inocencia e invierte la carga de la prueba. El sistema de noticias funciona como un tribunal sumario que procede al linchamiento instantáneo de los acusados, a los que habitualmente se les niega el derecho a defenderse.

Una “falsa asimetría” también viola principios básicos de noticiabilidad periodística. Puede atribuirle mayor importancia a una infidelidad conyugal del presidente, que a su decisión de bombardear un país y desatar una guerra.

La democracia secuestrada.

Un país no se puede considerar una democracia si una gran mayoría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una información fundamentalmente falsa (8). La atmósfera comunicacional de un país no sólo afecta al sistema político: es también un problema de salud pública. La comunicación envenenada enferma a las audiencias, genera todo tipo de neurosis y enfrenta a los ciudadanos entre sí. Además, converge con otros fenómenos en el embrutecimiento general de la población.

La aparición de Internet y el desarrollo de las redes sociales permitieron a muchos creer en una herramienta para balancear parcialmente esta situación, con la proliferación de canales de información alternativa, o con la posibilidad de que cada ciudadano se convierta en un emisor de noticias. Sin embargo, en los hechos, el filtrado de los buscadores y los algoritmos de las redes permiten visibilizar o invisibilizar ciertos contenidos desde el escritorio de los programadores planetarios, o incluso personalizar los resultados de las búsquedas con contenidos prediseñados para el usuario. Esto facilita la construcción de una “burbuja perceptual”, y en definitiva, un control social más efectivo.

Por eso hoy más que nunca, los ciudadanos debemos impulsar una reforma profunda del sistema de medios de información. Sólo la multiplicidad real de voces y de fuentes, y la aplicación de firmes normas éticas para el ejercicio de la profesión, puede salvar al periodismo de la bancarrota moral, y a la democracia de su secuestro definitivo.

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1 Osvaldo León en “Comunicación, democracia y movimientos sociales”, sostiene que los medios de difusión masivos, aquellos que configuran nuestra percepción global del mundo, han multiplicado su incidencia sobre los entornos sociales y la vida cotidiana. Cada vez sabemos menos por las experiencias de primera mano, y cada vez más por lo que nos llega de la realidad construida por los medios. Las pautas de la agenda pública, la “sensación térmica informativa” que determinan los temas del día, la identificación o el rechazo de ciertos líderes, o los valores predominantes en la sociedad, son una construcción mediática. De ahí la importancia de “los silencios que guardan», los fenómenos que vuelven invisibles, o por el contrario, los miedos, alarmas y falsas acusaciones que son capaces de crear e introyectar.

2 “Nunca conoceremos la verdad sobre el 11 de septiembre. No la conoceremos a lo largo de los próximos cien años, como dice Noam Chomsky. Pero de lo que podemos estar seguros por ahora, sin el menor riesgo de error, es que la versión que nos han proporcionado es falsa. Incluso lo podemos demostrar”, dice Giulietto Chiesa en “Guerra y mentira”. Los libros que recogen evidencia en este sentido se acumulan, y en EE.UU se extiende un gigantesco movimiento civil por la verdad ignorado por los medios.

3 En el caso de Irak, las acusaciones que se blandieron contra el gobierno de Hussein combinaron simplemente elementos “posibles” o “creíbles”, con hechos históricos veraces y acusaciones falsas: las armas de destrucción masiva, el ataque nuclear en 45 minutos, la compra de uranio y varias más. La preparación del público para esta guerra no sólo incluyó el plagio del trabajo estudiantil que refiere el Parlamento inglés, sino también falsas fotografías satelitales (con las cuales Colin Powell brindó un “show” en la ONU), falsos documentos que “probaban” compras de uranio enriquecido y otras minucias.

4 Para el Totalitarismo 2.0 es cada vez más fácil la construcción de mundos verosímiles porque sus fuentes se validan unas a otras.

5 A esto llama Manuel Vázquez Montalbán “La desorientación histórica del receptor de noticias”.

6 La prensa en Occidente llama a esto “alzamiento republicano” cuando sucede en Siria o en Libia. Si sucediera algo parecido en Francia o en EE.UU. ¿Cómo lo llamarían?

7 La tradición de “neutralidad” en la que intenta situarse la prensa “profesional” es buen campo de cultivo para las “falsas simetrías”. En Irak, las noticias intentaron equilibrar su descripción de la criminal invasión angloamericana con la continua referencia a los crímenes de Saddam Hussein, su hipotético poder de lanzar un ataque devastador en 45 minutos y el mito de las armas de destrucción masiva.

8 Dice Giulietto Chiesa: “Una comunicación indecente (es decir, desprovista de valor intelectual, de decencia, de cultura) y manipulada (es decir, engañosa, bajo las múltiples formas que pueden inducir al error a aquellos que la reciben) priva a la población de medios intelectuales para defenderse”.

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