IMAGINAR EL FIN DEL MUNDO O EL FIN DEL CAMPITALISMO Y SU MODELO
ACTUAL EL NEOLIBERALISMO.-
EL ECOSOCIALISMO UNA NUEVA ALTERNATIVA?.
EN TIEMPOS DE TRUMP, BOLSONARO y otros
representantes del NEOFASCISMO,
puede que algunos lectores recuerden la frase atribuida a FREDRIC JAMESON según la cual parece más fácil imaginar el fin del
mundo que el final del capitalismo; una sentencia que, a la vista de lo
que muestra el escenario ecológico actual, parece tomar forma de amenaza
cierta. En tiempos de avance de una DERECHA
(extrema) neoliberal y autoritaria en Asia, Europa y América y en los que la IZQUIERDA se encuentra sumida en una
profunda crisis de identidad y proyecto, absorta en pequeñas e inocuas
maniobras institucionales con escaso resultado práctico para combatir la desigualdad y la crisis climática, se hace más
necesario que nunca dar por enterradas las viejas
respuestas e iniciar la elaboración de horizontes estratégicos que logren
la síntesis del binomio sociedad justa y biosfera intacta.
EN EFECTO, EL CAPITALISMO se encuentra en una dinámica destructiva
y parece evidente que no dejará de explotar cualquier recurso en la huida hacia
delante que emprendió, en su última fase,
a partir de la CRISIS DE 2008. Evidentemente, no se trata sólo de una
cuestión temporal que responde a la crisis, sino de la propia naturaleza del capitalismo, que
responde exclusivamente a la generación
de beneficios, y por lo tanto necesita apropiarse tanto del trabajo como de
la naturaleza con tanta intensidad como sea necesaria para su supervivencia.
Por eso, no es de extrañar que los diversos MOVIMIENTOS DE ULTRADERECHA ataquen tanto las condiciones de
trabajo como las luchas ecológicas, o
que las Cumbres de Cambio Climático sean cada vez más inoperantes. Fuente. El Ecosocialismo.
/////
América Latina, Nuestra América, la Patria Grande, hoy cuando el actual Sistema Democrático, se debate en una crisis profunda y se habla de una "democracia diabética", una democracia descartable, producto de la vigencia en los últimos años - básicamente - de la "Democracia de Mercado" la democracia de los Lobbis, hoy llegamos a una primera Conclusión, producto de varias décadas de crisis y destrucción de la Madre Naturaleza, hoy cuanta falta nos hace - la ausencia es tremenda - de una DEMOCRACIA AMBIENTAL.
***
LA
ESTUPIDEZ SOCIAL Y AMBIENTAL CONDENA A TODA LA VIDA.
*****
Eduardo Gudynas.
Rebelión viernes 28 de diciembre del 2018.
Hay circunstancias en las que parecería que la
esperanza se detiene y quedamos atrapados en un inmovilismo donde “todo lo que
vive está bajo condena”. Esa fue la dura advertencia que hace más de medio
siglo atrás escribieron Max Horkheimer y Theodor Adorno en las últimas líneas
de su “Dialéctica del Iluminismo” (1).
En el contexto de la segunda guerra mundial y la revelación del holocausto, los
dos filósofos alertaron que esa humanidad que abrazó a ciencia y la razón, al
contrario de sus aspiraciones, caminaba hacia la barbarie y la destrucción.
Los aspectos
centrales de esa interrogante persisten en la actualidad y merecen ser
analizados al finalizar el año 2018. Somos testigos de una crisis social y
ambiental a toda escala, desde la planetaria pasando a la continental llegando
a cada país. La pobreza está de regreso en cada rincón, y se la ve claramente
en las grandes ciudades (2). Estamos
atravesados por una fractura cultural que hace que aquellos que viven de un
lado muchas veces ni puedan comprender el castellano de los que están del otro
lado. Comemos alimentos repletos de
químicos, bebemos aguas muchas veces contaminadas, y respiramos un aire tóxico.
Estamos inmersos en un mar de impactos, unos pequeños
otro sustantivos, pero casi todos persistentes y repetidos. La situación es tan dramática que
parecería que los que hoy son los más jóvenes podrían perder años de esperanza
de vida debido a la contaminación (3).
La riqueza ecológica latinoamericana se
desvanece ante nuestros ojos; se calcula
una pérdida promedio del 89% en las poblaciones de especies clave en América
Latina en las últimas cinco décadas, lo que es el peor registro para todo
el planeta (4).
En las
comunidades campesinas e indígenas estos deterioros son particularmente dolorosos, ya
que ellas están ubicadas en el centro de la articulación entre la sociedad y la
naturaleza, y sufren simultáneamente todos esos problemas.
Ninguna de estas cuestiones son desconocidas. Todo ha sido analizado, medido,
experimentado, contabilizado, y descrito. Lo sabemos. Está explicado en
castellano, inglés y muchos otros idiomas; en miles de artículos, libros y
videos. Cada semana se suman nuevos reportes que reconfirmar la gravedad de la
situación social y ambiental. Pero toda
esa acumulación de información científica y las alertas de las organizaciones ciudadanas que se
especializan en esos temas, siguen siendo insuficientes o incapaces para un
cambio sustantivo en los senderos de nuestra civilización. Es difícil sostener
la esperanza bajo estas circunstancias.
El
congelamiento de la esperanza, en el análisis de Horkheimer y Adorno, estaba
enmarcado en la estupidez. Recordemos que esa palabra alude, en castellano, a
una “torpeza notable” en comprender
las cosas, y esto es justamente lo que ocurre. A pesar de tener toda la
evidencia a la mano sobre las severísimas consecuencias de lo que está
sucediendo, los gobiernos, las empresas y buena parte de la sociedad parecen no
comprenderlo, como si no aprehendieran lo que les rodea, y persisten en
mantener estilos de vida que reproducen una y otra vez el deterioro.
Este componente
de la estupidez ya no puede negarse gracias a los desvaríos que
observamos con Donald Trump en Estados
Unidos, diciendo entre otras cosas que el cambio climático no existe o que es
un invento de los chinos. Esa todavía más evidente en los dichos de Jair Bolsonaro y miembros de su equipo en
Brasil. Pero siendo sinceros, ya teníamos otros ejemplos de esas torpezas
en prácticamente todos los países, donde siempre es posible encontrar declaraciones infelices de presidentes,
ministros, empresarios o académicos que desnudan su ignorancia sobre los problemas ambientales o la crisis
social. En ellos se mezcla la estupidez con la ignorancia, pero tampoco es raro
que la mentira que busca alguna ventaja es disfrazada de tontería. Sea de un
modo u otro, la estupidez ya no se disimula.
Navegamos en la
extraña condición donde son millones los que se entretienen en ver quién es más estúpido, si los Trumps o los
Bolsonaros en cada uno de nuestros países. Entretanto la crisis avanza, sin pausa. Denunciamos o festejamos al
estúpido pero con ello quedamos inmovilizados y en alguna medida nosotros
también jugamos el papel de tonto. Por más que se coloquen los videos de las
tonterías en Facebook o se reenvíen a
los amigos del WhatsApp, nada de eso asegura solucionar los problemas ni
está sirviendo para evitar votar en la próxima elección a otro tonto.
Bajo ese
inmovilismo, los problemas sociales y ambientales se siguen acumulando. A diferencia
de las evaluaciones económicas, el inicio del próximo año no implica reiniciar
desde cero los indicadores o la contabilidad, sino que, por ejemplo, la deforestación de este año se suma a
la de los años pasados, los retrasos
educativos se agregan entre sí, y de esa manera, cada impacto social o ambiental se asienta sobre los anteriores.
Como son tantos y su acumulación tiene ya se aproxima a dos siglos, la actual
discusión científica ahora apunta a la
posibilidad de un colapso ecológico a escala
planetaria en un futuro cercano (5). Se justifican entonces los dichos de Horkheimer y Adorno de que tanta estupidez termina
en condenar a todo lo que está vivo.
Es evidente que el vecino de la esquina no tiene que
ser un experto en políticas sociales,
ni la vecina de la próxima cuadra serlo en conservación
de la biodiversidad. Todos ellos de unas y otras maneras esperan, y en
muchos casos confían, que exista un liderazgo político para enfrentar estos temas. En
ese esquema ideal son los políticos,
como legisladores o ministros, quienes
deben promover cambios en las políticas
y la gestión, articularse con los saberes
de académicos y actuar sobre el mundo
empresarial. Debemos aceptar que ese entramado no funciona por muy
diversos factores, sin dejar de reconocer que hay una debacle de la política en
varios países (aunque de distinto tipo, posiblemente los casos más extremos al
finalizar 2018 se encuentren sobre todo
en Nicaragua y Venezuela).
La torpeza en entender la
problemática socioambiental azota no
sólo a los políticos profesionales
sino también a buena parte del empresariado
e incluso la academia. Estamos ante una estupidez sistémica, ya que al
estar tan diseminada termina arrastrando a casi todos. Incluso quienes aparecen
como inteligentes y sagaces pueden
terminar en conflictos políticos que llevan a resoluciones tontas en la gestión
gubernamental, como alertaba Rick Lewis,
editor de la revista “Filosofía Ahora”
(6). Incluso allí donde realmente prevalecen los tontos, serán aprovechados
para que sobre ellos se enfoque la atención, mientras que los que no tienen nada de estúpidos controlan la
economía y la política escondidos en las penumbras.
La estupidez contribuyó al
giro que convirtió a la razón en una anti-razón,
para seguir con los razonamientos de Horkheimer
y Adorno, y que en sus tiempos describían como una lucha en lo alto por el poder fascista
mientras que el resto debía adaptarse a cualquier precio a la injusticia para
sobrevivir. Se podrá argumentar que aquel diagnóstico de la pareja de filósofos era adecuado para un
mundo inmerso en una guerra mundial,
pero no sería del todo aplicable a la actualidad. Pero vale la pena preguntarse
si aquello es realmente muy distinto de lo que sucede en este joven siglo XXI.
El inmovilismo
de la estupidez sistémica actual también encaja con otro de los significados de la palabra “estúpido”,
un poco más antiguo, y que invoca el quedar aturdido, paralizado. 2018 se cierra en un aturdimiento
generalizado en múltiples campos y temas; el último de ellos ocurrió con la cumbre
gubernamental de cambio climático, donde no se logró ningún acuerdo
concreto y efectivo, y en cambio se repitieron todo tipo de tontearías.
Sin duda hay
muchas resistencias y conflictos, y ellas tienen una enorme importancia en salvaguardar a comunidades o naturalezas.
Son, además, ejemplos de alternativas posibles. Pero a pesar de ellas, este año
como en los anteriores, la situación ha empeorado un poco más. Se suman las
circunstancias en las que ya no es posible un retorno, como ocurre con el asesinato de jóvenes en barriadas
populares, el mercurio acumulado en
el cuerpo de los niños amazónicos, o la extinción de una especie en una selva tropical. No existe
reparación, compensación o remediación posible para la muerte, y sea la de la
naturaleza como la de los humanos, no pueden ser separadas una de otra. Cuando muere la
Naturaleza también muere parte de nuestra esencia como humanos.
Estamos tan aturdidos
o somos tan tontos que no nos damos cuenta de ello. Es tiempo de reaccionar.
*****
Notas
1. Dialéctica
del iluminismo, M. Horkheimer y T.W. Adorno, Sudamericana, Buenos
Aires, (1944) 1987.
2. La pobreza
en número absoluto de latinoamericanos viene creciendo desde un mínimo
reciente en 2014, con 168 millones de personas, a 187 millones en 2017; en porcentaje de la población pasó de 28,5 % a 30,7% en el mismo período; Panorama Social de América
Latina 2017, CEPAL, Santiago.
3. Air pollution reduces global life expectancy by nearly two years, 20 noviembre 2018,
Phys.org, http://phys.org/news/2018-11-air-pollution-global-life-years.html
4. Calculado
para 1040 poblaciones de 689 especies (mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces); es el
peor indicador en todo el mundo; Living planet report 2018: aiming higher,
Zoological Society London y WWF, Gland.
5. Por ejemplo Trajectories of the Earth system in the Anthropocene, W. Steffen y colab.,
Proceedings National Academy Sciences 115 (33): 8252-8259.
6. The world’s biggest problem is stupidity, R. Lewis, Telegraph, 15
diciembre 2011, http://www.telegraph.co.uk/comment/personal-view/8958079/The-worlds-biggest-problem-is-stupidity.html
EDUARDO GUDYNAS es analista en el Centro Latino
Americano de Ecología Social (CLAES), Montevideo.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario