“El desarrollo del capitalismo ha traído a primer plano algunos
problemas básicos para la humanidad, dado que este sistema destruye las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el ser humano. Esta
problemática está detrás del surgimiento de concepciones del desarrollo con
apellido: desarrollo sostenible y desarrollo humano. En el primer caso el apellido responde al hecho de que la explotación de los
recursos naturales y la forma en que esta se realiza, está sobrepasando los límites de renovación de estos, de ahí que se
proclame un desarrollo que satisfaga las necesidades de las presentes
generaciones, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para
satisfacer sus necesidades. Existen más de cien
definiciones del desarrollo sostenible, por lo que no entraremos en la
búsqueda de una definición más o menos precisa, lo importante es que todas se
refieren a la relación de la actividad humana y sus efectos sobre el
medioambiente y lo importante de preservar el primero para que la humanidad
tenga futuro.
“El desarrollo capitalista, la forma en que tiene lugar tiene una serie
de efectos negativos sobre la naturaleza que se manifiestan de diversas formas, entre ellas el efecto invernadero, el cambio climático, la afectación a la
biodiversidad, de las cuales se ha tomado conciencia en gran parte de la
humanidad, pero lamentablemente, a pesar de las cumbres mundiales sobre estos
temas, las políticas implementadas por las potencias hegemónicas del sistema
son insuficientes o tienden a ser nulas.
“Ayer hubo los objetivos de desarrollo del milenio, hoy la ONU ha
proclamado 17 objetivos del desarrollo sustentable. Si se comparan esos objetivos con las tendencias del desarrollo mundial
podemos predecir su incumplimiento. Más allá de esto y como elemento suplementario,
si las tres cuartas partes de la
humanidad no logran satisfacer sus necesidades actuales producto de las
características del desarrollo del sistema capitalista y la tendencia es al
aumento de la desigualdad, como podemos plantearnos proteger las necesidades de
las futuras generaciones si el funcionamiento del sistema actual tiende a
destruir la base de satisfacción de las actuales.
“El otro apellido: humano responde al fenómeno de la creciente desigualdad entre naciones y, sobre todo al crecimiento de
la pobreza y la exclusión social, además estaba el hecho de que países con
elevadas tasas de crecimiento no eran ejemplos de calidad de vida de su
población, puede recordarse el caso de Brasil
y su “milagro económico” durante la etapa de la dictadura militar, además
los resultados sociales de las política de ajuste durante los ochenta del
pasado siglo reforzaron la idea de tener en cuenta la dimensión humana en los
procesos de desarrollo por parte de los organismos internacionales, como la UNICEF, estos elementos, sin duda, incidieron en la
elaboración del el concepto de desarrollo humano”.
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UNA NOTA SOBRE TEORÍAS DEL DESARROLLO Y
POLÍTICA.
*****
José Bell Lara.
Rebelión martes 14 de mayo del 2019.
El concepto desarrollo, con acepción que se le conoce hoy, surgió en el
contexto de la Guerra Fría y el auge de
los movimientos de liberación nacional; su uso inicial sirvió para mostrar
a los países coloniales y dependientes que la imagen-objetivo de sus luchas
tenía que ser la de alcanzar las características de las sociedades del centro
capitalista.
El surgimiento de esa acepción del concepto fue
respaldado por concepciones que, de forma diversa, calificaban a las sociedades de esos países como atrasadas, tradicionales,
subdesarrolladas y para salir de esa condición debían adoptar las instituciones
y las estructuras de la modernidad capitalista, debían modernizarse.
Esas teorizaciones no tienen en cuenta el papel del colonialismo y el
neocolonialismo en la creación de la situación de esos países. Surgió así la teoría de la modernización, la cual dominó ampliamente
las ciencias sociales durante los años cincuenta y parte de los sesentas del
pasado siglo. Incluso en los países socialistas europeos frente a la experiencia de movimientos de liberación
radicales elaboraron una variante de la teoría de modernización: la llamada
vía no capitalista de desarrollo. Con esa teorización legitimaban la idea de
que estos países estaban en una etapa precapitalista.
En las distintas concepciones de la modernización el mecanismo del
mercado es identificado como la condición de progreso; y para poder
industrializarse, los países recién liberados debían adoptar las instituciones
básicas del capitalismo: el mercado ante todo y, la autonomía de la sociedad
civil, el pluralismo político y la secularización.
Estas teorías, de diversos modos y formas, plantean un
camino unilineal de desarrollo en el cual el capitalismo industrializado, al
que denominan sociedad moderna, es el
destino de todas las sociedades, y el análisis del proceso de desarrollo se
da a partir del contraste entre sociedad moderna y las sociedades no modernas,
a las que denominan tradicionales. Ese contraste es el núcleo básico de sus
teorizaciones; o sea, todas las naciones están situadas a lo largo de un
continuum cuyos polos están representados por la tradición y la modernidad.
América Latina es la región donde han surgido dos de las más importantes
teorías del desarrollo: la estructural cepalina y la de la dependencia.
La primera de las cuales, la cepalina, tiene su antecedente en la experiencia de los gobiernos
nacionales-populares de las décadas del treinta y cuarenta del siglo veinte. El
eje de esta concepción es el paradigma centro periferia elaborado por Raúl Presbich para explicar la
naturaleza desigual del sistema capitalista mundial. Esta es la base de sus
concepciones y es a partir de su visión de la dinámica de las relaciones entre
ambos polos del sistema, que articula su propuesta de desarrollo, esto es importante,
pues no ven las condiciones de atraso de la periferia como consecuencia de
encontrarse en una estadía anterior al camino recorrido por las sociedades
industrializadas, sino de la evolución que han tenido por sus funciones en el
sistema.
En la concepción originaria de la CEPAL, el centro y la
periferia forman parte de un único sistema con funciones específicas a partir
de las estructuras productivas de cada uno de ellos. Estas estructuras tienen
sus particularidades. En el Centro es homogénea y diversificada, con lo cual se
refiere a que no tiene grandes desniveles de productividad entre sus distintos
sectores y es capaz de producir una gama de productos tanto para satisfacer sus
necesidades internas como para exportar, mientras la estructura de la periferia
es heterogénea y especializada, tiene
sectores con alta productividad del trabajo y sectores de baja productividad y
la actividad exportadora se concentra en unos pocos productos primarios.
Esta diferencia de estructuras determina las funciones de cada parte del
sistema dentro de la división internacional del trabajo. El centro exporta una
gama muy amplia de bienes, especialmente productos manufacturados, que
intercambian por alimentos y materias primas de la periferia.
De ahí que el punto de partida de sus análisis fuese
la crítica de la teoría clásica del comercio
internacional cuyo comportamiento real, a contrario sensusde la teoría de las ventajas comparativas y
sus dos principales postulados, no procuraba mecanismos para mantener el
equilibrio entre los precios de los bienes primarios y los productos
manufacturados, produciéndose un deterioro en perjuicio de los primeros, y no
lograba repartir equitativamente los frutos del progreso técnico.
El deterioro de los términos de intercambio afecta el
patrón de crecimiento de los países que dependen de los ingresos por
exportaciones de productos primarios. De ahí nació la idea de una política
estatal destinada a eliminar los efectos de ese intercambio y promover un
desarrollo más equilibrado. Esto demandaba protección arancelaria y una
política de industrialización
por sustitución de importaciones (ISI), como eje del desarrollo,
concebido inicialmente como crecimiento económico; para lograr esto era
necesario un Estado fuerte que fuera capaz de implementar medidas que
propiciaran los cambios perseguidos, de ahí el papel del Estado como agente del
desarrollo, todo lo anterior se reflejó en toda una política económica conocida
como desarrollismo.
Tanto las tesis de la modernización como la de la CEPAL coinciden en que es posible
alcanzar el desarrollo en los marcos del capitalismo.
La victoria de la Revolución Cubana tuvo un impacto en el continente, no solo en lo
político, sino también en el campo de las ciencias sociales. Al calor de la
polémica sobre las vías y características de las revoluciones necesarias en el continente surgió
la teoría de la dependencia, que, en su versión marxista plantea la
ruptura con el sistema capitalista y la asunción del socialismo como futuro, en
tanto desarrollo y subdesarrollo constituyen elementos intrínsecos del sistema
capitalista. Las teorizaciones sobre la dependencia se han enriquecidos a partir de
la aparición de la teoría del sistema-mundo.
Sintetizando las tesis de los dependentistas:
El subdesarrollo no es la ausencia de desarrollo, es la forma específica
de desarrollo capitalista de nuestros países. Es la
resultante histórica de la incorporación de estas regiones a la dinámica
capitalista mundial. La relación desarrollo subdesarrollo le es inmanente al
sistema capitalista, es una relación de explotación de los segundos por los
primeros.
La relación de dependencia no es estática. Con la
expansión del capitalismo la forma de articulación de los países dependientes a
los centros hegemónicos del capitalismo cambia, pero se mantiene la situación
de dependencia.
La adopción de políticas contrarias a los intereses nacionales de los países naciones subdesarrollados por parte de las clases
dominantes locales se debe a que son coincidentes sus intereses como clase
social con los intereses imperialistas.
Los mecanismos acumulativos de la dependencia están en la raíz de la
deuda externa de los países de América Latina. Mientras mayor
es el grado de desarrollo capitalista dependiente, mayor es el grado de
endeudamiento.
El que se desarrolla es el sistema en su conjunto, de
ahí el desarrollo del desarrollo y el desarrollo del subdesarrollo.
La posibilidad de desarrollo de los países
subdesarrollados se vincula a la ruptura de las mallas de la dependencia y la
superación del sistema capitalista.
Con lo cual llegaron a una conclusión política: sólo
la revolución socialista es capaz de liquidar los lazos de la dependencia.
Es necesario señalar que la escuela clásica de la
dependencia se ha concentrado más en el estudio de los mecanismos que generan y
mantienen el subdesarrollo y la explotación de los países dependientes que en
la imagen de lo que debe ser el desarrollo, y es poca la reflexión en cuanto a
las características del socialismo que se propone. Irónicamente se puede decir que la imagen objetivo siguió siendo la de
los actuales países industrializados. [1]
Salvo referencias al socialismo como salida del subdesarrollo y a la necesidad de la
Revolución Socialista, no reflexionaron sobre la instrumentación de una
política de desarrollo para romper las mallas de la dependencia, y en este
sentido, más que un paradigma del desarrollo la dependencia es, una teoría del
subdesarrollo.
En la actualidad, sus principales teóricos siguen
produciendo y en lo fundamental coinciden con las concepciones del sistema – mundo que ha tenido lugar a partir de la
obra de Immanuel Wallerstein.
El desarrollo del capitalismo ha traído a
primer plano algunos problemas básicos para la humanidad, dado que este sistema
destruye las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el ser humano. Esta
problemática está detrás del surgimiento de concepciones del desarrollo con
apellido: desarrollo sostenible y desarrollo humano.
En el primer caso el apellido responde al
hecho de que la explotación de los recursos naturales y la forma en que esta se
realiza, está sobrepasando los límites de renovación de estos, de ahí que se
proclame un desarrollo que satisfaga las necesidades de las presentes
generaciones, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para
satisfacer sus necesidades.
Existen más de cien
definiciones del desarrollo sostenible, por lo que no entraremos en la
búsqueda de una definición más o menos precisa, lo importante es que todas se
refieren a la relación de la actividad humana y sus efectos sobre el
medioambiente y lo importante de preservar el primero para que la humanidad
tenga futuro.
El desarrollo capitalista, la forma en que tiene lugar tiene
una serie de efectos negativos sobre la naturaleza que se manifiestan de
diversas formas, entre ellas el efecto
invernadero, el cambio climático, la afectación a la biodiversidad, de las
cuales se ha tomado conciencia en gran parte de la humanidad, pero
lamentablemente, a pesar de las cumbres mundiales sobre estos temas, las
políticas implementadas por las potencias hegemónicas del sistema son
insuficientes o tienden a ser nulas.
Ayer hubo los objetivos de desarrollo del milenio, hoy la ONU ha proclamado 17 objetivos del
desarrollo sustentable. Si se comparan esos objetivos con las tendencias
del desarrollo mundial podemos predecir su incumplimiento.
Más allá de esto y como elemento suplementario, si las tres cuartas partes de la humanidad
no logran satisfacer sus necesidades actuales producto de las
características del desarrollo del sistema capitalista y la tendencia es al
aumento de la desigualdad, como podemos plantearnos proteger las necesidades de
las futuras generaciones si el funcionamiento del sistema actual tiende a
destruir la base de satisfacción de las actuales.
El otro apellido: humano responde al fenómeno de la creciente
desigualdad entre naciones y, sobre todo al crecimiento
de la pobreza y la exclusión social, además estaba el hecho de que países
con elevadas tasas de crecimiento no eran ejemplos de calidad de vida de su
población, puede recordarse el caso de Brasil
y su “milagro económico” durante la etapa de la dictadura militar, además
los resultados sociales de las política de ajuste durante los ochenta del
pasado siglo reforzaron la idea de tener en cuenta la dimensión humana en los
procesos de desarrollo por parte de los organismos internacionales, como la UNICEF, estos elementos, sin duda,
incidieron en la elaboración del el concepto de desarrollo humano.
Este concepto parte del criterio de que el objetivo
del desarrollo es crear un
ambiente que permita a las personas disfrutar de una
vida larga, saludable, adquirir conocimientos y lograr un nivel de vida
decente, partiendo de estos elementos se elaboró un índice compuesto por parte
del PNUD para medir el nivel de
desarrollo humano de los países. En los primeros informes se elaboró un índice
compuesto a partir de elementos cuantificables como esperanza de vida al nacer,
matriculas educacionales e ingresos; posteriormente se han ido incorporando
otros elementos. A partir de los resultados del índice se elabora una escala
que comprende prácticamente a todos los países del orbe. Anualmente se publica
un informe que refleja la posición de los países a partir de los datos de este
índice. Desde luego el PNUD no
cuestiona el sistema capitalista generador de los problemas que afectan el
desarrollo humano.
A esta altura podemos resumir que la noción de
desarrollo se asocia la noción de bienestar
humano para todos; lo cual plantea algunos problemas, el primero de los
cuales es la interrogante de cual orden social puede garantizar esto para todas
las personas de un país.
Evidentemente el capitalismo es incapaz de hacerlo, la
experiencia histórica lo muestra fehacientemente. Por tanto, proponerse lograr
el desarrollo es proponerse una distribución del producto social que beneficie
a todos. Esto nos sitúa en el terreno de
la política, porque no se puede cambiar la distribución de producto social
global, sin afectar a los beneficiarios de la actual distribución, los que,
desde luego nunca acceden, ni accederán sin resistencia, por lo cual la lucha
de clases acompañará este proceso. De lo cual podemos deducir que el proceso de
desarrollo, aunque las medidas económicas estén en primer lugar, es un proceso
político que depende de las fuerzas y capacidad de las fuerzas que ejercen el
poder en un país. Esta problemática está
ausente de las teorías del desarrollo que conocemos.
Una tarea pendiente de la teorización sobre el desarrollo es abordar la reflexión sobre la
forma y métodos para lograr el orden social que proporcione un nivel de vida
decoroso a toda la población.
Para lograr esto no bastan las buenas intenciones, ni
las decisiones administrativas a partir del acceso al gobierno de un país. Es
necesario actuar con las masas para liberarla del sentido común burgués,
mediante su participación activa en la creación de ese orden.
Con ello entramos en la necesidad de una organización política rectora de ese
proceso, que sea capaz de funcionar como un cerebro colectivo fuerte y a la vez
democrático, capaz de estudiar las formas y vías de creación de la nueva
sociedad, que aúne voluntades, que prevea los obstáculos y desarrolle una labor
organizativa y político-ideológica de creación de nuevos valores y nuevas
actitudes.
Solo así mientras las personas transforman la
realidad, se transforman a sí mismas, esa es la base de un nuevo amanecer
social.
Organización política y participación de las masas son claves para
plantearse un proyecto de desarrollo el cual puede
definirse aproximadamente como el logro de una sociedad cada vez más
desmercantilizada, con una economía tendencialmente ecoefectiva que proporciona a
cada persona una vida decorosa, sin pobreza, con protección social y con
participación real en el ordenamiento social del país.
Nota:
[1] En general en las distintas teorizaciones se ha avanzado desde una
posición puramente económica a diversas variantes que tienen en cuenta los
elementos sociales.
JOSÉ BELL LARA es doctor en Ciencias Filosóficas. Licenciado en Sociología. Máster en
desarrollo social caribeño. Profesor titular y profesor consultante de la
Universidad de la Habana.
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