LA ISLA DE PASCUA. QUIENES SON LOS RAPA
NUI. Según la génesis de
la tradición oral rapanui, los
primeros habitantes de la isla Rapa nui (isla de Pascua) llegaron huyendo del hundimiento de un mítico
continente o isla llamado Hiva (aún sin
identificar); siendo Hotu Matu'a su primer Ariki
Henua (rey) aproximadamente hacia el siglo VI. Aunque existen teorías que fechan su llegada en torno al siglo XIII, pero siendo la fecha más aceptada alguna fecha
antes o durante el siglo X
Existen diversas teorías sobre la procedencia de
los habitantes originales de la isla:
POBLAMIENTO POLINÉSICO: la
teoría más difundida y aceptada (apoyada por la arqueología, proviene de la tradición
oral y la genética), según la
cual el poblamiento de la isla provendría de los viajes de habitantes de la
isla Hiva (posiblemente una de las
islas de las actuales islas Marquesas),1
en la Polinesia Francesa, que distan
3.641 km de la isla de Pascua. La
leyenda narra que un nativo (Hau-Maka) soñó con un lugar lejano
en busca de un hogar para el Ariki Hotu Matu'a. Ese lugar se
llamaba “Te Pito O Te Kainga A Hau Maka” (o sea, “El pequeño pedazo
de pista de Hau Maka”). Estudios señalan que la llegada de los polinesios
ocurrió entre los siglos IV o V d. C.
Poblamiento americano: otra teoría,
perteneciente al arqueólogo noruego Thor Heyerdahl, sostiene que la población de la isla de Pascua
fue visitada por una cultura preincaica de América del Sur ,
de ser exacto la expedición peruana fue la primera en llegar a esta isla. Thor
quiso demostrar en la práctica su idea y en 1947 realizó un viaje
desde Perú hasta el archipiélago Tuamotu (ubicado 2.500 km
al oeste de la isla de Pascua) en la balsa Kon-tiki,
demostrando la factibilidad del viaje. En el libro que escribió acerca del
viaje, que lleva el mismo nombre que la balsa, postula que partiendo de un
punto más al sur de la costa americana se llegaría a la isla de Pascua. El
arqueólogo rapanui Sergio
Rapu también relaciona las culturas sudamericanas con la isla de Pascua, como los moáis con ojos de
obsidiana y coral del mismo periodo con técnica de la cultura Mochica, el kumara (camote
en lengua rapanui y quechua del norte), y lo estudios genéticos de Jean Dausset donde antiguos rapanui
tendrían en el DNA la sangre de indígenas
sudamericanos.4La orientación de muchas
plataformas de la isla están relacionadas con los astros, y existe un muro de
piedra con una inclinación (de 3 a 5 grados), con el mismo corte y tipo
de almohadilla de encaje entre piedras que los muros Incas. Además, tiene una orientación astronómica que apunta
hacia el continente sudamericano.
Esta teoría ha sido puesta en duda por
los análisis de ADN de
los isleños, que indican que son indudablemente polinesios (de
la Polinesia central y oriental), quienes a su vez tendrían más en común
con los asiáticos que con los sudamericanos, refutándose así la hipótesis del
origen de la población a partir de las costas americanas. Sin embargo, esto no
ha bastado para convencer a algunos actuales partidarios de las teorías de
Heyerdahl, que explican la preponderancia del ADN polinésico a través de una
hipotética segunda oleada inmigratoria proveniente de dicho lugar que
erradicó a la mayor parte de los primeros pobladores que, según esta hipótesis, habrían sido provenientes de
Sudamérica. Hecho que, según ellos, estaría respaldado por las
tradiciones orales de la mayoría de las islas de la Polinesia. Empero, la tradición más antigua
registrada, proveniente del “Manuscrito
E”, cuenta que ambos grupos provenían de Hiva, y que en
aquel lugar a causa de inundaciones, los Hanau Momoko (orejas cortas)
habrían corrido sus límites hacia territorio Hanau Eepe (orejas largas),
produciéndose enfrentamientos. Posteriormente, los Hanau
Momoko habrían sido derrotados y llevados
a Te Pito o te Kainga como prisioneros del ariki Hotu A Matu’a,
quien en la nueva tierra les habría asignado la meseta del Poike.
Así destaca que, aparte de todos los argumentos científicos, estos dichos de
Púa Ara Hoa son un nuevo elemento que niega la tesis de Heyerdahl sobre la
llegada a la isla de un segundo grupo étnico, los Hanau Eepe (orejas largas),
esta vez desde América, y que igualmente no existen
pruebas de ADN fósil que indiquen un
extinto pueblo de origen americano. Así, la hipótesis más aceptada de contacto
polinesio-americano es la de que los polinésicos pudieron navegar a
Sudamérica y volver a Polinesia, y no la de que navegantes sudamericanos
viajando hacia la Polinesia.
Cabe hacer mención que el idioma
simbólico originario de la Isla de Pascua es en similitud con el idioma que se
hablaba antiguamente en el Valle
de Indo ubicado en la zona de Afganistán y Pakistán. También podemos observar
que en las islas cercanas como la tribu maorí la palabra RA significa el sol
y el día y en egipcio RA es el dios solar y, a la vez, la unión lingüística con
el idioma Quechua o Quichua y otras lenguas
sudamericanas como los Onas, tehuelches y mapuches, también en su fisionomía
asiática más cercana a la China.
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ISLA DE PASCUA. LAS PLAGAS QUE ACABAN CON
UNA CIVILIZACIÓN.
EL ORIGEN DE LOS MISTERIOSOS HUMANOS DE LA
ISLA DE PASCUA.
EL ADN DESVELA LOS SECRETOS DE LOS RAPA NUI.
ISLA DE PASCUA.
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El colapso de lo Rapa Nui en la isla de Pascua fue
gradual y no repentino, y muchos factores entraron en juego para desencadenarlo.
AGATHE CORTÉS.
Agosto viernes 14 del
2020.
Los recursos de una isla remota, marginada de todo
el planeta y de poco más de 163 kilómetros cuadrados, son finitos. En ese pequeño espacio, el aumento de la población
supone uno de los mayores retos, pues, poco a poco, el terreno para el uso
agrícola se vuelve insuficiente. Es lo que ocurrió con los habitantes de
la isla de Pascua (Chile), los Rapa Nui,
que sufrieron un gran declive de su población por falta de alimento. En su
momento se extendió la falsa creencia de que ellos fueron los propios causantes
de su desaparición por abusar de su sistema. Sin embargo, su colapso no llegó
solo por su mal proceder. Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the Royal Society demuestra
que el cambio climático, la llegada de los europeos y las epidemias también
tuvieron mucho que ver.
Según el trabajo, hubo tres grandes etapas claras
del declive de esta civilización. Para empezar, es esencial hablar del año 1450
que, en cierto modo, significó el principio del final. Es la fecha en que la
población de la isla sufrió el primer gran impacto. Desde el siglo XIII, la
zona experimentaba grandes tormentas y catástrofes naturales, así como
terremotos y tsunamis. Los Rapa Nui huyeron de la costa hacia el
interior de la isla. Por otra parte, el paisaje acumuló alteraciones y fuertes
cambios climáticos. El suelo de la isla se terminó secando, lo que dificultó la
producción de alimentos mientras la población iba creciendo. En el siglo XVIII,
llegaron los europeos y estos fueron los que dieron el golpe más fuerte a los
habitantes de la isla. Bajo el azote de la esclavitud y las epidemias, en el
siglo XIX la cosa empeoró y la cultura Rapa Nui terminó desapareciendo. Hoy, en
ese lugar aislado, ya no se habla el mismo idioma que antaño.
La decadencia, por lo tanto, fue gradual y no
brutal como se pensaba hasta ahora. Muchos factores entraron en juego. ¿Cómo ha
surgido la verdad ahora? “Fue como leer las páginas de un libro”, cuenta Olga
Margalef, una de las autoras del estudio y especialista en el cambio climático
que ha sufrido este lugar en los últimos 7.000 años. Margalef, que desarrolla
su tarea como geóloga en el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y
Aplicaciones Forestales), explica que en los años ochenta, durante
los primeros pasos de la investigación, faltaban datos esenciales. “Es como si
hubiesen arrancado algunas páginas”, comenta. Los primeros investigadores que
describieron este fenómeno sacaron el registro arqueológico de un lago que se
había secado y que había perdido la información sobre periodos esenciales de
esta civilización. Solo se obtuvo datos de las fases más antiguas y de las más
recientes. El equipo del cual forma parte la investigadora ha extraído datos
que abarcan 2.000 años de historia.
Para reconstruir un ambiente o un paisaje antiguo
los expertos realizan un registro dónde pueda estar preservada la información
por orden cronológico. El suelo de la superficie no sirve para nada, pues está
movido, erosionado y es imposible tener algo fijado en el tiempo. En los tres
lagos de la isla de Pascua, sin embargo, es donde reside su pasado. Los
sedimentos han ido cayendo de forma ordenada en el fondo de estos volúmenes de
agua y ahí abajo no ha habido mucha perturbación. Lo más antiguo permanece
abajo mientras lo más nuevo se va acumulando arriba.
“Vamos con un tubo que colocamos perpendicular al suelo y, gracias a él, tenemos todas estas láminas que corresponden a diferentes episodios de acumulaciones. Gracias al método del carbono 14 podemos saber en qué época nos hallamos”, detalla la experta.
“Vamos con un tubo que colocamos perpendicular al suelo y, gracias a él, tenemos todas estas láminas que corresponden a diferentes episodios de acumulaciones. Gracias al método del carbono 14 podemos saber en qué época nos hallamos”, detalla la experta.
Las
señales parecen sencillas. Si hay arena en uno de los estratos que muestra el
registro es que en esa época llovió de manera copiosa. “Podemos saber por lo
tanto cuando han caído fuertes precipitaciones y cuando no hubo casi ninguna”,
ejemplifica. Si en una de las láminas hay polen, es que la vegetación crecía.
Eso sí, cada elemento solo no cuenta nada. “Hay que poner todo junto para saber
lo que ocurrió y luego hacemos una propuesta”, asevera Margalef.
Las
palmeras dominaban los alrededores de los lagos y la isla estaba cubierta por
una vegetación arbustiva. Sin embargo, los expertos han podido ver que en las
épocas de sequía o deforestaciones, el polen de las palmeras cae y aparece un
de tipo hierba similar al de un prado. ¿Cómo se distingue un cambio natural de
uno forzado por la actividad humana? En las muestras de los sedimentos que
reflejarían lo ocurrido en el siglo XVI, se ve claramente que gran parte de la
isla ha quedado deforestada porque hay muchos restos de carbono asociados a
yacimientos arqueológicos. Los expertos deducen que se debe a la acción humana
por el manejo del fuego.
“La
historia no es solo una cuestión de decisiones humanas, sino que es la
interacción entre el paisaje, el clima, el tipo de ecosistema y los fenómenos
extremos que rompen los equilibrios establecidos”,
asevera la investigadora.
La
complejidad que alberga una isla tan pequeña, tan estudiada y con tantos
misterios es lo que más fascina a los expertos consultados.
“Por
el simple hecho de ser habitada de forma continua y que la población
sobreviviera a muchas crisis y con una cultura muy particular es increíble”,
concluye Margalef.
De paisaje a tradición
La
caída de un imperio o la transformación de una civilización van acompañadas a
menudo de grandes cambios climáticos y Sergi Pla Rabés, biólogo del CREAF,
asegura que esto no es una simple coincidencia. Fue el caso de la decadencia de los mayas en medio de
un periodo de grandes sequías, según cuantificó un estudio de Science. Otro
trabajo publicado en Scientific Reports demuestra
que Europa también fue un ejemplo de esta relación a mediados del Holoceno
cuando las condiciones terrestres en una región hasta ese momento marginal,
mejoraron. El aumento de temperatura fomentó la agricultura y, a su vez,
incrementó la población. Para el experto, todo es cuestión de espacio y de los
recursos que vienen de fuera: “Si todo coincide, todo se altera”.
Con
los cambios de circunstancias climáticas, también llegan los de las costumbres,
pues las sociedades se tienen que adaptar a los nuevos ambientes. En 1450, los Rapa Nui dejaron, por ejemplo, de hacer sus famosos moais, esas enormes estatuas
antropomorfas que albergan todavía grandes misterios. ¿Cómo las construían? ¿de
dónde extraían los materiales para elaborarlas? ¿cómo las desplazaban?
Tal
y como explica Pla Rabés, el cambio climático trajo también nuevas maneras de
organizarse jerárquica mente, como se puede ver en la selección del que debía
ser su jefe. El elegido era el que cogía el primer huevo de una ave migratoria.
A raíz de eso, lo encerraban en una cueva durante un año para que no tuviese
ninguna influencia exterior y supiese cómo tenía que gobernar. “Fue un cambio
cultural muy fuerte y esto pasa cuando hay una crisis social debido a la
escasez de alimento, por ejemplo”, subraya el especialista.
Un
lugar donde el especialista quiere adentrarse es el Ártico, pues podría ocurrir
algo parecido en algunos años:
“Si cambia el clima, la ruta de las aves migratorias y de mamíferos marinos también lo hará, me gustaría ver cómo el cambio climático puede afectar al modo tradicional de vida de las poblaciones de esa zona”
“Si cambia el clima, la ruta de las aves migratorias y de mamíferos marinos también lo hará, me gustaría ver cómo el cambio climático puede afectar al modo tradicional de vida de las poblaciones de esa zona”
¿Esto
podría volver a ocurrir en la actualidad? “Hay que imaginar la isla de Pascua
como un microcosmos”, contesta Pla Rabés.
“Ahora lo tendríamos que ver a escala de la tierra. ¿Qué capacidad tiene para producir si aumenta la temperatura? El crecimiento no puede ser ilimitado y habrá epidemias porque la población crece de forma exponencial, pero los alimentos y los recursos, no”, añade. En definitiva, es posible imaginar que lo que pasó en la isla de Pascua, puede ocurrir a nivel global, pues los recursos también se pueden agotar un día. La actividad humana juega con fuego, más allá de las capacidades que ofrece el planeta. El calentamiento global altera los ecosistemas y fomenta los fenómenos climáticos extremos y la población crece sin cesar con un sistema que no consigue alimentar a todo el mundo.
“Ahora lo tendríamos que ver a escala de la tierra. ¿Qué capacidad tiene para producir si aumenta la temperatura? El crecimiento no puede ser ilimitado y habrá epidemias porque la población crece de forma exponencial, pero los alimentos y los recursos, no”, añade. En definitiva, es posible imaginar que lo que pasó en la isla de Pascua, puede ocurrir a nivel global, pues los recursos también se pueden agotar un día. La actividad humana juega con fuego, más allá de las capacidades que ofrece el planeta. El calentamiento global altera los ecosistemas y fomenta los fenómenos climáticos extremos y la población crece sin cesar con un sistema que no consigue alimentar a todo el mundo.
EL ORIGEN DE LOS MISTERIOSOS HUMANOS DE LA
ISLA DE PASCUA
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JAVIER SANPEDRO.
Octubre 16 del 2018.
El genoma de cinco antiguos habitantes de Rapa Nui
pone en duda su colonización por los indios precolombinos
Si
tienes en casa una bola del mundo –y en caso contrario te recomiendo comprar
una cuanto antes—, gírala hasta la posición en que no veas casi nada: ni
Eurasia ni América, ni África ni Australia, ni siquiera las grandes islas de
Madagascar, Papúa o Nueva Zelanda. Justo allí, en mitad de ninguna parte, en
ese desierto oceánico al que ni siquiera alcanza el enjambre de islas
melanésicas y polinésicas del Pacífico sur, hallarás si tienes suerte la Isla
de Pascua, Easter en inglés y Rapa Nui en el primitivo lenguaje de los
indígenas. Casi en la mitad exacta entre las islas más orientales de la
Polinesia francesa y la costa occidental de Chile, la isla de Pascua y sus
misteriosos habitantes antiguos, que construyeron los célebres moais a costa de
arruinar el propio ecosistema del que dependían, ha fascinado a los estudiosos
y a los aventureros durante siglos. Lee en Materia de
qué forma el ADN antiguo de cinco pascuenses ha puesto patas arriba la
hipótesis dominante sobre el origen de estos enigmáticos humanos.
Esa
hipótesis, en su forma original y más célebre, sostiene que los polinésicos en
general, y los habitantes de Pascua en particular, llegaron
allí desde Suramérica, y gran parte de su fascinación perdurable se debe
al antropólogo y aventurero noruego Thor Heyerdahl (1914-2002), que organizó en
1947 la expedición Kon-Tiki, una balsa artesanal como la que podían haber
fabricado los indios precolombinos. Con ella recorrió los 8.000 kilómetros que
separan las costas occidentales de Suramérica del archipiélago Tuamotu, en la
Polinesia francesa. Heyerdahl produjo así una prueba de principio de que los
polinésicos podían haber llegado allí desde las costas suramericanas. Pero una prueba
de principio no es una prueba. Las pruebas de verdad llegarían mucho después
con las comparaciones de ADN.
Hace
años que se considera demostrado que los pueblos del Pacífico provienen del
sureste asiático y Papúa-Nueva Guinea. De hecho, estas poblaciones tienen un
porcentaje notable de genoma denisovano, la misteriosa población contemporánea
de los neandertales que se cruzó con nuestra especie, el Homo sapiens, en
tierras asiáticas. Quedaban dudas de si, pese a ello, los indios precolombinos
habían llegado a Rapa Nui y se habían cruzado allí con los polinésicos
originales. Los nuevos datos, sin embargo, parecen descartarlo. La Kon-Tiki se
quedará probablemente en una curiosidad histórica: solo demuestra lo que puede
hacer un aventurero noruego en nuestros días. Así es la vida, y así avanza la
ciencia.
Los
nuevos datos, en cualquier caso, muestran el poder analítico que tienen las
comparaciones genómicas para aclarar los acontecimientos históricos. Más vale
el ADN de cinco fragmentos óseos que la expedición más espectacular que haya
podido concebir nuestro espíritu aventurero. ¿Triste? No: la verdad nunca lo
es.
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EL ADN DESVELA LOS SECRETOS DE LOS RAPANUIS.
ISLA DE PASCUA.
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MIGUEL ANGEL CRIADO.
Octubre 13 del 2017.
No hay restos genéticos del contacto entre los
antiguos habitantes de la Isla de Pascua y nativos americanos antes de la
llegada de los europeos.
Los Rapa Nui, los pobladores de la Isla de Pascua,
no tuvieron ningún contacto con los nativos americanos hasta la llegada de los
europeos. O, si lo hubo, no dejó rastro en sus genes. Eso es lo que
sostiene un estudio que ha analizado ADN antiguo de los pascuenses.
Estos resultados cuestionan investigaciones previas que defienden que sí hubo
contacto y que pudo producirse varios siglos antes.
La historia como pueblo de lo rapanui estaba llena de misterios que la ciencia ha ido
desvelando en las últimas décadas. La arqueología estimó que llegaron a la Isla de Pascua en torno a 1200 de esta era. La
genética demostró después que la teoría sobre su origen polinésico era la
acertada. Pero, ¿estos navegantes que venían del oeste se aventuran aún
más allá hasta América? ¿Los amerindios arribaron a las costas de la isla?
¿O nunca hubo un contacto entre Rapa Nui y nativos americanos antes de que los
europeos empezaran a visitar la isla a partir de 1722? Y si nunca lo
hubo, ¿cómo entre el 6% y el 8% de sus genes son de origen americano?
Por primera vez, un grupo de investigadores ha
podido estudiar ADN antiguo de cinco Rapa Nui encontrados en el yacimiento de Anakena,
en el norte de la isla. Los científicos pudieron aislar el material genético de
pequeñas muescas de apenas 200 miligramos obtenidas de las costillas de los
restos. Tres de ellos los dataron como muy anteriores al año 1722, de en
torno al siglo XIV-XV y los otros dos pertenecerían a dos individuos
nacidos en el siglo XIX o principios del XX. Es decir, tenían datos genéticos
anteriores y posteriores a la llegada de los occidentales.
"No
encontramos pruebas de un flujo de genes entre los habitantes de la Isla de
Pascua y los América del Sur", dice en una nota el antropólogo de la Universidad de California en Santa Clara y principal
autor del estudio, Lars Fehren-Schmitz.
"Estamos realmente sorprendidos de que no hayamos encontrado nada. Hay muchas pistas que señalan esa posibilidad, tantas que estábamos convencidos de encontrar una evidencia del contacto previo a los europeos con Sudamérica, pero no había nada", añade.
"Estamos realmente sorprendidos de que no hayamos encontrado nada. Hay muchas pistas que señalan esa posibilidad, tantas que estábamos convencidos de encontrar una evidencia del contacto previo a los europeos con Sudamérica, pero no había nada", añade.
Entre esas pistas que sugerían el contacto están
los estudios náuticos sobre la viabilidad de navegar hasta la isla desde la
costa americana con la tecnología del pasado, a más de 3.500 kilómetros.
También el ingente trabajo del antropólogo noruego Thor Heyerdahl que,
empeñado en demostrar que los polinesios procedían en realidad de América,
realizó la mítica travesía de la
Kon-Tiki a mediados del siglo pasado. Algunos antropólogos
mantienen que la cultura Rapa Nui, la creadora de los majestuosos moáis, tiene
más que ver con los pueblos precolombinos que con los de las otras islas
polinésicas. La prueba arqueológica más contundente es la presencia de boniatos o
camotes en varias islas polinésicas desde hace casi 1.000
años. Pero la pista más concluyente es que varias investigaciones recientes
han desvelado la presencia de genes ancestrales americanos en los Rapa Nui
actuales.
Sin embargo este nuevo estudio, publicado en Current Biology, no encuentra rastro (un
porcentaje inferior al 1%) de genes amerindios en los tres rapanuis de
antes de que llegaran los europeos. Sin embargo, sí lo han encontrado en los
dos posteriores y en porcentajes en torno al 6%, en concordancia con anteriores trabajos. Aunque
no se puede descartar la posibilidad de que hubiera algún contacto cultural, "no
dejó rastro genético", comenta Fehren-Schmitz.
El mexicano José Víctor Moreno Mayar es uno de los que defiende que sí hubo contacto y
mezcla entre ambos pueblos antes de que llegaran los europeos. Investigador en
paleogenómica del Museo de Historia Natural de
Dinamarca, Moreno realizó hace tres años un estudio cuyos
resultados cuestiona ahora el trabajo de Fehren-Schmitz. La investigación de
Moreno, publicada
en la misma revista, analizó el genoma de 27 rapanuis
actuales, encontrando un 8% de genes americanos. Aplicando un modelo
estadístico concluyeron que esos genes no entraron en el pueblo Rapa Nui con los
europeos, sino mucho antes: entre 1280 y 1495. La fecha inferior es solo una
década posterior a la llegada de los polinesios a la isla.
"El trabajo de Fehren-Schmitz es una
investigación de gran valor, son los primeros datos de ADN antiguo de lo Rapa Nui que se obtienen",
reconoce Moreno. Sin embargo, cuestiona
la principal conclusión del trabajo por "exagerada y precipitada".
La debilidad reside, según el experto mexicano, en
la cercanía temporal entre la fecha del posible contacto y la datación de los
restos analizados.
"Si tienes un contacto entre dos
poblaciones hoy y muestreas individuos de esa población mezclada, tendrás
algunos individuos con la mezcla genética y otros que no, ya que el mestizaje
no es inmediato. Con tres muestras, resulta apresurado descartar que hubo
un contacto precolombino entre nativos americanos y polinésicos. La controversia se
resolverá cuando encontremos más ADN antiguo de los Rapa Nui" concluye el
investigador mexicano.
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