viernes, 14 de agosto de 2020

ISLA DE PASCUA. LAS PLAGAS QUE ACABAN CON UNA CIVILIZACIÓN. EL ORIGEN DE LOS MISTERIOSOS HUMANOS DE LA ISLA DE PASCUA. EL ADN DESVELA LOS SECRETOS DE LOS RAPA NUI. ISLA DE PASCUA.

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LA ISLA DE PASCUA. QUIENES SON LOS RAPA NUI. Según la génesis de la tradición oral rapanui, los primeros habitantes de la isla Rapa nui (isla de Pascua) llegaron huyendo del hundimiento de un mítico continente o isla llamado Hiva (aún sin identificar); siendo Hotu Matu'a su primer Ariki Henua (rey) aproximadamente hacia el siglo VI. Aunque existen teorías que fechan su llegada en torno al siglo XIII, pero siendo la fecha más aceptada alguna fecha antes o durante el siglo X

Existen diversas teorías sobre la procedencia de los habitantes originales de la isla:

POBLAMIENTO POLINÉSICO: la teoría más difundida y aceptada (apoyada por la arqueología, proviene de la tradición oral y la genética), según la cual el poblamiento de la isla provendría de los viajes de habitantes de la isla Hiva (posiblemente una de las islas de las actuales islas Marquesas),1 en la Polinesia Francesa, que distan 3.641 km de la isla de Pascua. La leyenda narra que un nativo (Hau-Maka) soñó con un lugar lejano en busca de un hogar para el Ariki Hotu Matu'a. Ese lugar se llamaba “Te Pito O Te Kainga A Hau Maka” (o sea, “El pequeño pedazo de pista de Hau Maka”). Estudios señalan que la llegada de los polinesios ocurrió entre los siglos IV o V d. C.

Poblamiento americano: otra teoría, perteneciente al arqueólogo noruego Thor Heyerdahl, sostiene que la población de la isla de Pascua fue visitada por una cultura preincaica de América del Sur , de ser exacto la expedición peruana fue la primera en llegar a esta isla. Thor quiso demostrar en la práctica su idea y en 1947 realizó un viaje desde Perú hasta el archipiélago Tuamotu (ubicado 2.500 km al oeste de la isla de Pascua) en la balsa Kon-tiki, demostrando la factibilidad del viaje. En el libro que escribió acerca del viaje, que lleva el mismo nombre que la balsa, postula que partiendo de un punto más al sur de la costa americana se llegaría a la isla de Pascua. El arqueólogo rapanui Sergio Rapu también relaciona las culturas sudamericanas con la isla de Pascua, como los moáis con ojos de obsidiana y coral del mismo periodo con técnica de la cultura Mochica, el kumara (camote en lengua rapanui y quechua del norte), y lo estudios genéticos de Jean Dausset donde antiguos rapanui tendrían en el DNA la sangre de indígenas sudamericanos.4La orientación de muchas plataformas de la isla están relacionadas con los astros, y existe un muro de piedra con una inclinación (de 3 a 5 grados), con el mismo corte y tipo de almohadilla de encaje entre piedras que los muros Incas. Además, tiene una orientación astronómica que apunta hacia el continente sudamericano.

Esta teoría ha sido puesta en duda por los análisis de ADN de los isleños, que indican que son indudablemente polinesios (de la Polinesia central y oriental), quienes a su vez tendrían más en común con los asiáticos que con los sudamericanos, refutándose así la hipótesis del origen de la población a partir de las costas americanas. Sin embargo, esto no ha bastado para convencer a algunos actuales partidarios de las teorías de Heyerdahl, que explican la preponderancia del ADN polinésico a través de una hipotética segunda oleada inmigratoria proveniente de dicho lugar que erradicó a la mayor parte de los primeros pobladores que, según esta hipótesis, habrían sido provenientes de Sudamérica. Hecho que, según ellos, estaría respaldado por las tradiciones orales de la mayoría de las islas de la Polinesia. Empero, la tradición más antigua registrada, proveniente del “Manuscrito E, cuenta que ambos grupos provenían de Hiva, y que en aquel lugar a causa de inundaciones, los Hanau Momoko (orejas cortas) habrían corrido sus límites hacia territorio Hanau Eepe (orejas largas), produciéndose enfrentamientos. Posteriormente, los Hanau Momoko habrían sido derrotados y llevados a Te Pito o te Kainga como prisioneros del ariki Hotu A Matu’a, quien en la nueva tierra les habría asignado la meseta del Poike. Así destaca que, aparte de todos los argumentos científicos, estos dichos de Púa Ara Hoa son un nuevo elemento que niega la tesis de Heyerdahl sobre la llegada a la isla de un segundo grupo étnico, los Hanau Eepe (orejas largas), esta vez desde América, y que igualmente no existen pruebas de ADN fósil que indiquen un extinto pueblo de origen americano. Así, la hipótesis más aceptada de contacto polinesio-americano es la de que los polinésicos pudieron navegar a Sudamérica y volver a Polinesia, y no la de que navegantes sudamericanos viajando hacia la Polinesia.

Cabe hacer mención que el idioma simbólico originario de la Isla de Pascua es en similitud con el idioma que se hablaba antiguamente en el Valle de Indo ubicado en la zona de Afganistán y Pakistán. También podemos observar que en las islas cercanas como la tribu maorí la palabra RA significa el sol y el día y en egipcio RA es el dios solar y, a la vez, la unión lingüística con el idioma Quechua o Quichua y otras lenguas sudamericanas como los Onas, tehuelches y mapuches, también en su fisionomía asiática más cercana a la China.

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ISLA DE PASCUA. LAS PLAGAS QUE ACABAN CON UNA CIVILIZACIÓN.

EL ORIGEN DE LOS MISTERIOSOS HUMANOS DE LA ISLA DE PASCUA.

EL ADN DESVELA LOS SECRETOS DE LOS RAPA NUI. ISLA DE PASCUA.
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El colapso de lo Rapa Nui en la isla de Pascua fue gradual y no repentino, y muchos factores entraron en juego para desencadenarlo.

AGATHE CORTÉS.

Agosto viernes 14 del 2020.

Los recursos de una isla remota, marginada de todo el planeta y de poco más de 163 kilómetros cuadrados, son finitos. En ese pequeño espacio, el aumento de la población supone uno de los mayores retos, pues, poco a poco, el terreno para el uso agrícola se vuelve insuficiente. Es lo que ocurrió con los habitantes de la isla de Pascua (Chile), los Rapa Nui, que sufrieron un gran declive de su población por falta de alimento. En su momento se extendió la falsa creencia de que ellos fueron los propios causantes de su desaparición por abusar de su sistema. Sin embargo, su colapso no llegó solo por su mal proceder. Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the Royal Society demuestra que el cambio climático, la llegada de los europeos y las epidemias también tuvieron mucho que ver.

Según el trabajo, hubo tres grandes etapas claras del declive de esta civilización. Para empezar, es esencial hablar del año 1450 que, en cierto modo, significó el principio del final. Es la fecha en que la población de la isla sufrió el primer gran impacto. Desde el siglo XIII, la zona experimentaba grandes tormentas y catástrofes naturales, así como terremotos y tsunamis. Los Rapa Nui huyeron de la costa hacia el interior de la isla. Por otra parte, el paisaje acumuló alteraciones y fuertes cambios climáticos. El suelo de la isla se terminó secando, lo que dificultó la producción de alimentos mientras la población iba creciendo. En el siglo XVIII, llegaron los europeos y estos fueron los que dieron el golpe más fuerte a los habitantes de la isla. Bajo el azote de la esclavitud y las epidemias, en el siglo XIX la cosa empeoró y la cultura Rapa Nui terminó desapareciendo. Hoy, en ese lugar aislado, ya no se habla el mismo idioma que antaño.



La decadencia, por lo tanto, fue gradual y no brutal como se pensaba hasta ahora. Muchos factores entraron en juego. ¿Cómo ha surgido la verdad ahora? “Fue como leer las páginas de un libro”, cuenta Olga Margalef, una de las autoras del estudio y especialista en el cambio climático que ha sufrido este lugar en los últimos 7.000 años. Margalef, que desarrolla su tarea como geóloga en el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales), explica que en los años ochenta, durante los primeros pasos de la investigación, faltaban datos esenciales. Es como si hubiesen arrancado algunas páginas”, comenta. Los primeros investigadores que describieron este fenómeno sacaron el registro arqueológico de un lago que se había secado y que había perdido la información sobre periodos esenciales de esta civilización. Solo se obtuvo datos de las fases más antiguas y de las más recientes. El equipo del cual forma parte la investigadora ha extraído datos que abarcan 2.000 años de historia.

Para reconstruir un ambiente o un paisaje antiguo los expertos realizan un registro dónde pueda estar preservada la información por orden cronológico. El suelo de la superficie no sirve para nada, pues está movido, erosionado y es imposible tener algo fijado en el tiempo. En los tres lagos de la isla de Pascua, sin embargo, es donde reside su pasado. Los sedimentos han ido cayendo de forma ordenada en el fondo de estos volúmenes de agua y ahí abajo no ha habido mucha perturbación. Lo más antiguo permanece abajo mientras lo más nuevo se va acumulando arriba. 

“Vamos con un tubo que colocamos perpendicular al suelo y, gracias a él, tenemos todas estas láminas que corresponden a diferentes episodios de acumulaciones. Gracias al método del carbono 14 podemos saber en qué época nos hallamos”, detalla la experta.

Las señales parecen sencillas. Si hay arena en uno de los estratos que muestra el registro es que en esa época llovió de manera copiosa. “Podemos saber por lo tanto cuando han caído fuertes precipitaciones y cuando no hubo casi ninguna”, ejemplifica. Si en una de las láminas hay polen, es que la vegetación crecía. Eso sí, cada elemento solo no cuenta nada. “Hay que poner todo junto para saber lo que ocurrió y luego hacemos una propuesta”, asevera Margalef.


Las palmeras dominaban los alrededores de los lagos y la isla estaba cubierta por una vegetación arbustiva. Sin embargo, los expertos han podido ver que en las épocas de sequía o deforestaciones, el polen de las palmeras cae y aparece un de tipo hierba similar al de un prado. ¿Cómo se distingue un cambio natural de uno forzado por la actividad humana? En las muestras de los sedimentos que reflejarían lo ocurrido en el siglo XVI, se ve claramente que gran parte de la isla ha quedado deforestada porque hay muchos restos de carbono asociados a yacimientos arqueológicos. Los expertos deducen que se debe a la acción humana por el manejo del fuego.
“La historia no es solo una cuestión de decisiones humanas, sino que es la interacción entre el paisaje, el clima, el tipo de ecosistema y los fenómenos extremos que rompen los equilibrios establecidos”, asevera la investigadora.
La complejidad que alberga una isla tan pequeña, tan estudiada y con tantos misterios es lo que más fascina a los expertos consultados.
“Por el simple hecho de ser habitada de forma continua y que la población sobreviviera a muchas crisis y con una cultura muy particular es increíble”, concluye Margalef.

De paisaje a tradición
La caída de un imperio o la transformación de una civilización van acompañadas a menudo de grandes cambios climáticos y Sergi Pla Rabés, biólogo del CREAF, asegura que esto no es una simple coincidencia. Fue el caso de la decadencia de los mayas en medio de un periodo de grandes sequíassegún cuantificó un estudio de ScienceOtro trabajo publicado en Scientific Reports demuestra que Europa también fue un ejemplo de esta relación a mediados del Holoceno cuando las condiciones terrestres en una región hasta ese momento marginal, mejoraron. El aumento de temperatura fomentó la agricultura y, a su vez, incrementó la población. Para el experto, todo es cuestión de espacio y de los recursos que vienen de fuera: “Si todo coincide, todo se altera”.
Con los cambios de circunstancias climáticas, también llegan los de las costumbres, pues las sociedades se tienen que adaptar a los nuevos ambientes. En 1450, los Rapa Nui dejaron, por ejemplo, de hacer sus famosos moais, esas enormes estatuas antropomorfas que albergan todavía grandes misterios. ¿Cómo las construían? ¿de dónde extraían los materiales para elaborarlas? ¿cómo las desplazaban?
Tal y como explica Pla Rabés, el cambio climático trajo también nuevas maneras de organizarse jerárquica mente, como se puede ver en la selección del que debía ser su jefe. El elegido era el que cogía el primer huevo de una ave migratoria. A raíz de eso, lo encerraban en una cueva durante un año para que no tuviese ninguna influencia exterior y supiese cómo tenía que gobernar. “Fue un cambio cultural muy fuerte y esto pasa cuando hay una crisis social debido a la escasez de alimento, por ejemplo”, subraya el especialista.
Un lugar donde el especialista quiere adentrarse es el Ártico, pues podría ocurrir algo parecido en algunos años: 

“Si cambia el clima, la ruta de las aves migratorias y de mamíferos marinos también lo hará, me gustaría ver cómo el cambio climático puede afectar al modo tradicional de vida de las poblaciones de esa zona”
¿Esto podría volver a ocurrir en la actualidad? “Hay que imaginar la isla de Pascua como un microcosmos”, contesta Pla Rabés

“Ahora lo tendríamos que ver a escala de la tierra. ¿Qué capacidad tiene para producir si aumenta la temperatura? El crecimiento no puede ser ilimitado y habrá epidemias porque la población crece de forma exponencial, pero los alimentos y los recursos, no”, añade. En definitiva, es posible imaginar que lo que pasó en la isla de Pascua, puede ocurrir a nivel global, pues los recursos también se pueden agotar un día. La actividad humana juega con fuego, más allá de las capacidades que ofrece el planeta. El calentamiento global altera los ecosistemas y fomenta los fenómenos climáticos extremos y la población crece sin cesar con un sistema que no consigue alimentar a todo el mundo.
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EL ORIGEN DE LOS MISTERIOSOS HUMANOS DE LA ISLA DE PASCUA
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JAVIER SANPEDRO.

Octubre 16 del 2018.

El genoma de cinco antiguos habitantes de Rapa Nui pone en duda su colonización por los indios precolombinos

Si tienes en casa una bola del mundo –y en caso contrario te recomiendo comprar una cuanto antes—, gírala hasta la posición en que no veas casi nada: ni Eurasia ni América, ni África ni Australia, ni siquiera las grandes islas de Madagascar, Papúa o Nueva Zelanda. Justo allí, en mitad de ninguna parte, en ese desierto oceánico al que ni siquiera alcanza el enjambre de islas melanésicas y polinésicas del Pacífico sur, hallarás si tienes suerte la Isla de Pascua, Easter en inglés y Rapa Nui en el primitivo lenguaje de los indígenas. Casi en la mitad exacta entre las islas más orientales de la Polinesia francesa y la costa occidental de Chile, la isla de Pascua y sus misteriosos habitantes antiguos, que construyeron los célebres moais a costa de arruinar el propio ecosistema del que dependían, ha fascinado a los estudiosos y a los aventureros durante siglos. Lee en Materia de qué forma el ADN antiguo de cinco pascuenses ha puesto patas arriba la hipótesis dominante sobre el origen de estos enigmáticos humanos.
Esa hipótesis, en su forma original y más célebre, sostiene que los polinésicos en general, y los habitantes de Pascua en particular, llegaron allí desde Suramérica, y gran parte de su fascinación perdurable se debe al antropólogo y aventurero noruego Thor Heyerdahl (1914-2002), que organizó en 1947 la expedición Kon-Tiki, una balsa artesanal como la que podían haber fabricado los indios precolombinos. Con ella recorrió los 8.000 kilómetros que separan las costas occidentales de Suramérica del archipiélago Tuamotu, en la Polinesia francesa. Heyerdahl produjo así una prueba de principio de que los polinésicos podían haber llegado allí desde las costas suramericanas. Pero una prueba de principio no es una prueba. Las pruebas de verdad llegarían mucho después con las comparaciones de ADN.
Hace años que se considera demostrado que los pueblos del Pacífico provienen del sureste asiático y Papúa-Nueva Guinea. De hecho, estas poblaciones tienen un porcentaje notable de genoma denisovano, la misteriosa población contemporánea de los neandertales que se cruzó con nuestra especie, el Homo sapiens, en tierras asiáticas. Quedaban dudas de si, pese a ello, los indios precolombinos habían llegado a Rapa Nui y se habían cruzado allí con los polinésicos originales. Los nuevos datos, sin embargo, parecen descartarlo. La Kon-Tiki se quedará probablemente en una curiosidad histórica: solo demuestra lo que puede hacer un aventurero noruego en nuestros días. Así es la vida, y así avanza la ciencia.
Los nuevos datos, en cualquier caso, muestran el poder analítico que tienen las comparaciones genómicas para aclarar los acontecimientos históricos. Más vale el ADN de cinco fragmentos óseos que la expedición más espectacular que haya podido concebir nuestro espíritu aventurero. ¿Triste? No: la verdad nunca lo es.
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EL ADN DESVELA LOS SECRETOS DE LOS RAPANUIS. ISLA DE PASCUA.
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MIGUEL ANGEL CRIADO.

Octubre 13 del 2017.

No hay restos genéticos del contacto entre los antiguos habitantes de la Isla de Pascua y nativos americanos antes de la llegada de los europeos.

Los Rapa Nui, los pobladores de la Isla de Pascua, no tuvieron ningún contacto con los nativos americanos hasta la llegada de los europeos. O, si lo hubo, no dejó rastro en sus genes. Eso es lo que sostiene un estudio que ha analizado ADN antiguo de los pascuenses. Estos resultados cuestionan investigaciones previas que defienden que sí hubo contacto y que pudo producirse varios siglos antes.
La historia como pueblo de lo rapanui estaba llena de misterios que la ciencia ha ido desvelando en las últimas décadas. La arqueología estimó que llegaron a la Isla de Pascua en torno a 1200 de esta era. La genética demostró después que la teoría sobre su origen polinésico era la acertada. Pero, ¿estos navegantes que venían del oeste se aventuran aún más allá hasta América? ¿Los amerindios arribaron a las costas de la isla? ¿O nunca hubo un contacto entre Rapa Nui y nativos americanos antes de que los europeos empezaran a visitar la isla a partir de 1722? Y si nunca lo hubo, ¿cómo entre el 6% y el 8% de sus genes son de origen americano?
Por primera vez, un grupo de investigadores ha podido estudiar ADN antiguo de cinco Rapa Nui encontrados en el yacimiento de Anakena, en el norte de la isla. Los científicos pudieron aislar el material genético de pequeñas muescas de apenas 200 miligramos obtenidas de las costillas de los restos. Tres de ellos los dataron como muy anteriores al año 1722, de en torno al siglo XIV-XV y los otros dos pertenecerían a dos individuos nacidos en el siglo XIX o principios del XX. Es decir, tenían datos genéticos anteriores y posteriores a la llegada de los occidentales.
Los RAPA NUI actuales tienen en torno a un 8% del genoma originario de los nativos americanos
"No encontramos pruebas de un flujo de genes entre los habitantes de la Isla de Pascua y los América del Sur", dice en una nota el antropólogo de la Universidad de California en Santa Clara y principal autor del estudio, Lars Fehren-Schmitz

"Estamos realmente sorprendidos de que no hayamos encontrado nada. Hay muchas pistas que señalan esa posibilidad, tantas que estábamos convencidos de encontrar una evidencia del contacto previo a los europeos con Sudamérica, pero no había nada", añade.
Entre esas pistas que sugerían el contacto están los estudios náuticos sobre la viabilidad de navegar hasta la isla desde la costa americana con la tecnología del pasado, a más de 3.500 kilómetros. También el ingente trabajo del antropólogo noruego Thor Heyerdahl que, empeñado en demostrar que los polinesios procedían en realidad de América, realizó la mítica travesía de la Kon-Tiki a mediados del siglo pasado. Algunos antropólogos mantienen que la cultura Rapa Nui, la creadora de los majestuosos moáis, tiene más que ver con los pueblos precolombinos que con los de las otras islas polinésicas. La prueba arqueológica más contundente es la presencia de boniatos o camotes en varias islas polinésicas desde hace casi 1.000 años. Pero la pista más concluyente es que varias investigaciones recientes han desvelado la presencia de genes ancestrales americanos en los Rapa Nui actuales.
Sin embargo este nuevo estudio, publicado en Current Biology, no encuentra rastro (un porcentaje inferior al 1%) de genes amerindios en los tres rapanuis de antes de que llegaran los europeos. Sin embargo, sí lo han encontrado en los dos posteriores y en porcentajes en torno al 6%, en concordancia con anteriores trabajos. Aunque no se puede descartar la posibilidad de que hubiera algún contacto cultural, "no dejó rastro genético", comenta Fehren-Schmitz.

La principal prueba arqueológica del contacto es la presencia de boniatos o camotes americanos en la polinesia desde hace 1.000 años

El mexicano José Víctor Moreno Mayar es uno de los que defiende que sí hubo contacto y mezcla entre ambos pueblos antes de que llegaran los europeos. Investigador en paleogenómica del Museo de Historia Natural de Dinamarca, Moreno realizó hace tres años un estudio cuyos resultados cuestiona ahora el trabajo de Fehren-Schmitz. La investigación de Moreno, publicada en la misma revista, analizó el genoma de 27 rapanuis actuales, encontrando un 8% de genes americanos. Aplicando un modelo estadístico concluyeron que esos genes no entraron en el pueblo Rapa Nui con los europeos, sino mucho antes: entre 1280 y 1495. La fecha inferior es solo una década posterior a la llegada de los polinesios a la isla.
"El trabajo de Fehren-Schmitz es una investigación de gran valor, son los primeros datos de ADN antiguo de lo Rapa Nui que se obtienen", reconoce Moreno. Sin embargo, cuestiona la principal conclusión del trabajo por "exagerada y precipitada".
La debilidad reside, según el experto mexicano, en la cercanía temporal entre la fecha del posible contacto y la datación de los restos analizados.

"Si tienes un contacto entre dos poblaciones hoy y muestreas individuos de esa población mezclada, tendrás algunos individuos con la mezcla genética y otros que no, ya que el mestizaje no es inmediato. Con tres muestras, resulta apresurado descartar que hubo un contacto precolombino entre nativos americanos y polinésicos. La controversia se resolverá cuando encontremos más ADN antiguo de los Rapa Nui" concluye el investigador mexicano.

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