EN LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA – la semana pasada - ALEXANDRIA
OCASIO.CORTEZ, se dirigió – vía digital – a todos los Demócratas asistentes
A Ocasio-Cortéz se le habían
concedido 60 segundos para su discurso en la Convención, pero
ella habló 90: “Buenas noches, bienvenidos y gracias a todos los que están
aquí hoy, esforzándose por construir un futuro mejor y más
justo para nuestro país y nuestro mundo. En fidelidad y gratitud al
movimiento popular de masas que trabaja para establecer los derechos
sociales, económicos y humanos del siglo XXI, incluida la atención médica
garantizada, la educación superior, salarios dignos y derechos
laborales para todas las personas en Estados Unidos. Un movimiento que se esfuerza por reconocer y reparar las
heridas de la injusticia racial,
la colonización, la misoginia y la homofobia y proponer,
construir y reimaginar sistemas de inmigración y política exterior que
se alejen de la violencia y xenofobia de nuestro pasado; un movimiento
que se da cuenta de la brutalidad insostenible de un sistema económico que
recompensa las explosivas desigualdades de la riqueza para unos pocos
a expensas de la estabilidad a largo plazo para muchos, y que organizó
una histórica campaña de base para recuperar nuestra democracia,
en una época en la que millones de personas en Estados Unidos estamos
buscando soluciones profundas y sistémicas para
nuestras crisis de desalojos masivos, desempleo y falta de atención médica”.
/////
ALEJANDRIA OCASIO-CORTEZ. LA HEREDERA DE
SANDERS.
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Por Aldana Vales. | 28/08/ 2020 | EE. UU.
Rebelión viernes 28 de agosto del 2020.
Fuentes: Revista Anfibia
Un minuto le dieron a Alexandria Ocasio-Cortez en
la Convención Demócrata, pero le sobró para enumerar su agenda: justicia
racial, reforma migratoria, lucha contra adicciones, Green New Deal. Su equipo
en la política es el “escuadrón” de congresistas demócratas, integrantes de la
izquierda del partido. La representante del Bronx en el Congreso estadounidense
tuvo un desembarco viral al entrar bailando a su despacho. Le gustan los
videojuegos, y con LOL aprendió a moverse entre heroínas, villanos y trolls.
En 2007, Alexandria Ocasio-Cortez consiguió el
segundo puesto en la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel.
Todavía estaba en la secundaria, la ciencia era su pasión y había presentado
una investigación a partir de experimentos en longevidad que había realizado en
uno de los principales hospitales de Nueva York. Como premio, el laboratorio
Lincoln del MIT le puso su apellido a un asteroide. Y ese podría haber sido el
mayor logro de su vida, pero no.
Hay gente que tal vez nace para batir récords. El
de ella, en 2018, fue el de convertirse en la mujer más joven de la historia de
los Estados Unidos en llegar a la Cámara de Representantes del país. Dos años
después, es una de las principales figuras de la nueva generación del Partido
Demócrata, en cuya convención nacional aprovechó para hablar del futuro y del
camino a seguir.
Quizás fuiste a Nueva York y te la cruzaste detrás
de la barra del Flats Fix, cerca de Union Square, sin saber quién era. Porque
esta es la historia de una mujer que de un día para el otro deja de preparar
tragos en un bar de Manhattan para encabezar el ala más progresista del
Congreso estadounidense.
La imagen más icónica, quizás la primera que muchos
recuerdan de ella, es la de una chica de 28 años que se tapa la boca y no puede
ni siquiera gritar. Mira con ojos muy abiertos la televisión del bar en el que
está, porque un canal local la da como ganadora de una elección. “¿Podés
describir esto?”, le pregunta en ese momento la periodista de Spectrum News.
“Nop. No puedo”, le contesta ella, como si fuera la respuesta más natural de
una candidata. Es junio de 2018 y es apenas la primaria del Partido Demócrata
para la Cámara de Representantes, pero en el distrito 14 de Nueva York eso
equivale a ganar la elección general de noviembre. Ahí, el voto republicano es
casi inexistente y todo el mundo lo sabe.
Desde ese momento, Alexandria Ocasio-Cortez se
transforma en AOC para los ojos de una nación de casi 330 millones de
habitantes. Una sigla que simplifica un nombre tal vez muy largo y latino. No
es que eso haya que ocultarlo ni mucho menos. Si de algo se encarga, es de
mantener siempre presente que ella es latina, que su familia es latina y que
esa es su identidad. Hasta su contestador oficial de la oficina invita a
escuchar el mensaje tanto en inglés como en español. “Es importante que no
ignoremos el poder de la identidad, porque es muy poderosa”, le dijo una vez a
The Intercept. Ella no lo ignora.
El resto de la historia es más conocido: en enero
de 2019, AOC llega al Congreso. Sin saber que no estaba permitido, dejó que la
gente tapara las paredes blancas del pasillo del Capitolio con post-its de
colores, en los que le dejaban mensajes. Tuvo que sacarlos y ponerlos dentro de
su oficina. En su desembarco en Washington, transmitió en Instagram sus
primeras impresiones: contó detalles del proceso de adaptación y mostró la
bolsita que había recibido en la primera jornada. Desde entonces, la vemos cada
tanto también en Twitter, en Twitch, exhibiendo su orgullo millennial.
En este tiempo, se instaló entre los íconos del
progresismo demócrata. En la capital estadounidense, una de las principales
tiendas de merchandising activista vende su biografía y varios objetos
con su cara de la misma forma que vende figuras de la jueza Ruth Bader Ginsburg,
uno de los símbolos de la lucha por la igualdad de género en el país. Pero para
llegar a este punto, hay que ir primero a lo que pasó antes de esa noche de
junio de 2018.
Operación Triunfo
Alex –su equipo, su familia, la gente de su campaña
le dice Alex– nació y creció en el Bronx. En este distrito, el 52 por ciento de
las personas son latinas o hispanas. La familia de AOC fue parte de esas
estadísticas. Su padre tenía parientes en Puerto Rico; su madre nació en esa
isla y se mudó a los Estados Unidos sin saber inglés. La historia de ambos
suele ser una referencia en el discurso de la congresista.
“Mis padres no me criaron para aceptar el abuso de
los hombres”, dijo hace poco en la Cámara de Representantes como respuesta al
ataque de un republicano que le dijo nada menos que “maldita puta”. No, los
padres de AOC la criaron para que fuera quien es hoy.
La historia que suele contar dice que, cuando ella
tenía cinco años, sus padres decidieron mudarse a Westchester, fuera de la
ciudad de Nueva York, para que pudiera vivir en un mejor distrito escolar. No
es un detalle, sino una preocupación común en las familias. Un buen jardín de
infantes en los Estados Unidos es casi una garantía para entrar en una
universidad.
“Mis padres empezaron desde abajo: nuevo idioma, nueva vida, nuevo
todo. Luego me tuvieron a mí y se mudaron para comenzar de nuevo para que
pudiera tener una educación.”
La apuesta dio sus frutos y al final entró a Boston
University. Un video que se popularizó junto a su llegada al Congreso la muestra bailando
en una terraza de la Facultad de Arte y Ciencia. Ahí aparece como ‘Sandy’, el
apodo que usó en la secundaria y en la universidad. Gira con las manos en alto,
los pelos al viento y una sonrisa. Mueve en forma frenética los brazos mientras
suena Lisztomania de Phoenix. Es una pieza promocional de BU, pero para los
republicanos fue casi como encontrar un video porno. Para AOC, un motivo más de
orgullo.
“Escucho que el GOP piensa que es un escándalo que las mujeres bailen. Esperen a que se enteren de que las congresistas también bailan”, escribió en Twitter. ¿La música de fondo del tuit? War, de Edwin Starr.
“Escucho que el GOP piensa que es un escándalo que las mujeres bailen. Esperen a que se enteren de que las congresistas también bailan”, escribió en Twitter. ¿La música de fondo del tuit? War, de Edwin Starr.
Cuando recién comenzaba la universidad y Estados
Unidos estaba en plena crisis financiera, su padre falleció. Era el principal
sostén de la familia y con su ausencia llegaron los problemas económicos.
Ocasio-Cortez dice que su madre la mantenía aislada de lo que pasaba, pero
recuerda haber visto autos que tomaban fotos de su casa desde la calle. Con el
tiempo entendió que esas situaciones estaban relacionadas con el juicio
hipotecario que estaban atravesando. “Prácticas de predadores”, las describe.
Hoy el acceso a la vivienda es parte de su plataforma política.
En medio de las dificultades económicas familiares,
AOC trabajó para el National Hispanic Institute como camarera, como bartender,
como organizadora comunitaria de la campaña de Bernie Sanders.
En algún momento, su hermano se enteró de Brand New
Congress, una búsqueda de candidatos y candidatas para el Congreso. Casi como
un casting para identificar a quienes quisieran postularse por primera vez a un
cargo público. Y la inscribió.
A la conquista del Congreso, el documental de Netflix, muestra el camino entre
ese momento y la llegada a Washington. Una campaña hecha de la nada para
quitarle la nominación demócrata a Joe Crowley, un congresista que llevaba 20
años en su banca.
El distrito 14 de Nueva York, parte de Queens y
parte del Bronx, debe ser uno de los más seguros para los demócratas en todo el
país. Crowley estaba más que confiado. Tanto, que ni siquiera consideró que
había que ir a los debates. AOC en cambio decidió que había que hacer la
campaña de una forma distinta: salir a hablar ella misma con la gente. De ahí a
la imagen de la chica con los ojos muy abiertos hubo mucho trabajo y poca
esperanza. Tal vez eso explique la sorpresa y la falta de palabras ante el
triunfo.
Orgullo millennial
AOC trajo a Washington la agenda de la generación
criada en la década de 1990: la preocupación por el cambio climático, la
imposibilidad de comprarse una casa, las deudas estudiantiles post-universidad.
Antes de asumir, dijo que no podía afrontar los gastos de mudarse -el alquiler,
el depósito y los gastos de la inmobiliaria- hasta cobrar su primer sueldo.
Trajo también sus costumbres y sus vicios. Los
sandwiches del desayuno son para ella los de las bodegas de la Gran Manzana, no
los del Distrito de Columbia. Sus logros son las intervenciones en el recinto
de la Cámara Baja, pero también nuevos niveles en los videojuegos. Porque no se
puede entender la política de AOC sin su gusto por los videojuegos, un mundo en
el que hay héroes y villanos, alianzas y conflictos. Un mundo en el que está
ella, defensora de sus compañeros. Y en el que también hay trolls
digitales.
Los niños de 13 años que juegan al League of
Legends son los que la prepararon para enfrentarse con la derecha tuitera,
bromeó hace un par de meses.
Su equipo en la política es el “escuadrón” de
congresistas demócratas, compuesto por Ilhan Omar, Ayanna Presley y Rashida
Tlaib. Son todas mujeres de color, progresistas, integrantes de la izquierda
del Partido Demócrata que llegaron a la Cámara baja en las elecciones de 2018.
Ahí está puesta su lealtad.
Molesto con sus críticas, Trump les ha dicho por
Twitter que se vuelvan a los países de los que vinieron y que los arreglen.
Todas son ciudadanas estadounidenses. Tres de ellas nacieron en Estados Unidos,
una llegó a los 12 años como refugiada.
Mientras Joe Biden, candidato demócrata a la
Presidencia, anunciaba que su compañera de fórmula sería la senadora Kamala
Harris, AOC se limitó a retuitear la opinión de Bernie Sanders, mientras se
dedicaba a apoyar públicamente a Omar, quien enfrentaba una elección primaria
en Minnesota ese día.
En un año de elección presidencial que la tiene apenas como candidata a renovar su banca, AOC es solo una voz dentro del partido demócrata. Pero el protagonismo que ahora tiene la fórmula presidencial no eclipsa la obsesión que durante estos dos años cultivó la derecha en torno a la representante del Bronx.
Un estudio de Storybench mostró en 2019 que su historia solía ser la más leída en el sitio de Fox News, incluso cuando precandidatos a presidente hacían sus anuncios. Axios también reveló que, en el momento de asumir su banca, era la demócrata más influyente en Twitter, por encima de cualquier aspirante a la Presidencia y solo detrás de Donald Trump. Pero AOC era una recién llegada a Washington y él era el presidente del país.
—¿Viste cómo se presenta? Hace como Obama, que
marcaba un acento -dijo el año pasado una conductora de Fox News.
—Hace
esa cosa latina. Anastasio [sic] Ocasio-Corrrrrtez” -se quejó su invitado en el
programa, convencido de que AOC es una impostora que explota su lado latino
aunque no sepa hablar español.
En
estos tiempos, a los republicanos también les pareció poco talentosa. Lo dijo
Trump en julio desde la Casa Blanca y ella no se quedó callada.
“Un hombre cuya vida entera fue construida sobre el dinero de papá y el fraude financiero me acusa a mí, hija de una empleada doméstica que ganó múltiples elecciones al Congreso antes de los 30, de no tener talento”, le contestó.
“Un hombre cuya vida entera fue construida sobre el dinero de papá y el fraude financiero me acusa a mí, hija de una empleada doméstica que ganó múltiples elecciones al Congreso antes de los 30, de no tener talento”, le contestó.
También
le respondió hace semanas, cuando el presidente estadounidense la consideró una
“pobre estudiante”.
“Hagamos un trato, Sr. Presidente. Usted publica sus notas de la universidad y yo publico las mías y vamos a bien quién fue mejor estudiante”, tuiteó. Ella fue la cuarta mejor alumna de su clase. El promedio de Trump todavía es un misterio.
“Hagamos un trato, Sr. Presidente. Usted publica sus notas de la universidad y yo publico las mías y vamos a bien quién fue mejor estudiante”, tuiteó. Ella fue la cuarta mejor alumna de su clase. El promedio de Trump todavía es un misterio.
AOC
nunca deja algo sin contestar, pero logra que la respuesta no se centre en los
ataques que recibe, sino en sus propuestas e intereses. Lejos de ignorar a
quienes la critican, su estrategia es la de utilizar cada oportunidad para
mostrar su propia agenda y dejar en ridículo al que la ataca. Casi siempre son
varones blancos republicanos. En su videojuego político, ella los deja atrás.
Otro
nivel
Ahora,
en plena campaña de reelección, AOC enumera cuáles fueron sus logros desde que
asumió en enero de 2019: 4,3 mil millones de dólares para su distrito para
educación, apoyo a pequeños comerciantes, salud, vivienda, transporte y lucha
contra las adicciones, fondos federales para Puerto Rico, medicamentos más
baratos.
Su
contribución más famosa en este tiempo fue el Green New Deal, una propuesta
para que los Estados Unidos se alejen de los combustibles fósiles y limite las
emisiones de gases de efecto invernadero en la economía. Una resolución que
busca generar empleos en industrias verdes y asegurar agua limpia, alimentos
saludables y un ambiente sostenible para las futuras generaciones. Y que
incluye este objetivo:
“Promover la justicia y la equidad al detener, prevenir y reparar la histórica opresión de los pueblos indígenas, comunidades de color, comunidades migrantes, comunidades desindustrializadas, comunidades rurales abandonadas, los pobres, los trabajadores de bajos ingresos, las mujeres, los adultos mayores, las personas sin techo, con discapacidades y la juventud”. Una declaración de a quiénes quiere representar.
“Promover la justicia y la equidad al detener, prevenir y reparar la histórica opresión de los pueblos indígenas, comunidades de color, comunidades migrantes, comunidades desindustrializadas, comunidades rurales abandonadas, los pobres, los trabajadores de bajos ingresos, las mujeres, los adultos mayores, las personas sin techo, con discapacidades y la juventud”. Una declaración de a quiénes quiere representar.
Estados
Unidos también discute cómo reabrir los colegios de forma segura aunque la
pandemia de COVID-19 continúe. Nueva York, donde el pico de marzo y abril fue
devastador, también lo evalúa. Un poco por eso y tal vez un poco porque
actualmente su madre trabaja en una escuela, AOC decidió prestarle especial
atención al tema.
El
12 de agosto, se puso a enseñarle a la gente por Zoom cómo coordinar una red
comunitaria de cuidado. Sabe que para quienes viven en los barrios que ella
representa no hay opción: son los que no pueden quedarse en sus casas, son los
que tienen que salir a trabajar y los que tienen que ver quién se queda
cuidando a los más chicos.
Ella
sabe sobre coordinación comunitaria. Así fue parte de la campaña de Sanders en
2016. También apoyó al senador por Vermont en las últimas primarias, en las que
tampoco consiguió la nominación como candidato demócrata. Para AOC, la elección
de Biden no es más que una muestra de la forma en la que funciona el
establishment del partido, al que ella derrotó en su distrito.
En
la Convención Demócrata fue la encargada de nominar a Sanders a la presidencia.
Un acto simbólico, porque el partido ya estaba alineado detrás de Biden. Ella
tuvo solo un minuto para hablar a través de un video pregrabado. Si esto fue
una ofensa para ella, nunca lo sabremos. Su sutil reacción fue un tuit con un
poema de Benjamin E. Mays: “Solo tengo un minuto. Sesenta segundos en él. Me
fue impuesto, no lo elegí. Pero sé que tengo que usarlo. Responder si abuso de
él. Sufrir si lo pierdo. Solo un pequeño minutito. Pero en él está la
eternidad”.
Finalmente,
lo usó para describir lo que ella espera del partido:
un “movimiento masivo” que trabaje para “establecer derechos sociales, económicos y humanos del siglo XIX”. Uno que “reconozca y repare las heridas de la injusticia racial, la colonización, la misoginia y la homofobia” y que proponga una reforma inmigratoria “lejos de la xenofobia” del pasado.
un “movimiento masivo” que trabaje para “establecer derechos sociales, económicos y humanos del siglo XIX”. Uno que “reconozca y repare las heridas de la injusticia racial, la colonización, la misoginia y la homofobia” y que proponga una reforma inmigratoria “lejos de la xenofobia” del pasado.
Hay
un largo camino hasta llegar a tomar la palabra en una convención partidaria. Y
AOC no deja de ser una recién llegada a Washington y al Partido Demócrata. Por
supuesto, eso no impide que haya quienes esperan impacientes el nuevo ciclo
electoral, con la camiseta de AOC 2024 puesta. Les encantaría verla candidata a
un cargo ejecutivo, heredera de Sanders. Pero para eso todavía falta mucho. Es
otro nivel del juego.
Fuente:
http://revistaanfibia.com/cronica/la-heredera-sander
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