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"En América
Latina vienen creciendo debates como la legalización del aborto o los derechos
de las diversidades, pero en cada país con sus tiempos y particularidades. Su espacio
político levanta estas demandas del feminismo, aunque en la coalición de
gobierno hay miradas diversas. ¿Cómo maneja esas tensiones? ¿Harán fuerza por
instalar esas discusiones, tal vez en una posible Asamblea Constituyente?
"Creo que, en primer lugar, que hay que tener en
cuenta que hay demandas que tienen que ser sostenidas muy fuertemente por el
movimiento social. Legalizar el aborto
con 50 mil feministas en la calle es una cosa y hacerlo con colectivos más
bien pequeños y todavía en formación como en Perú, es otra. Hay que tomar en
cuenta eso. Yo vengo del Movimiento
Nuevo Perú, con Verónika Mendoza, de la izquierda que se considera feminista.
Es una de las banderas que siempre voy a defender, en el Gobierno, en la
academia o en la calle. No tengo ningún problema en decirlo. Pero esa demanda
tiene que venir fortalecida e impulsada desde el movimiento social. Y creo que
ahí la tarea de las organizaciones feministas es empujar eso, porque la opción
de gobierno que ha ganado no ha sido la nuestra, que llevaba esa bandera.
Nuestro
compromiso es impulsar y fortalecer los derechos de las mujeres. Hemos tenido una buena disposición de parte del
gobierno, por eso seguimos ahí. Pero creo que hay que hacer un trabajo mucho
más articulado, organizado y cohesionado con la sociedad civil, con el
movimiento social, con las colectivas feministas para poder avanzar en estos
derechos. En Chile o en Argentina
estos derechos se han conseguido con miles de mujeres en la calle. Creo que eso
va a ser necesario también en Perú.
El devenir del movimiento feminista en Perú es distinto, tiene otras
particularidades. Ha avanzado mucho en sectores juveniles, universitarios, pero
todavía falta llegar a los sectores populares y tener ahí un arraigo que
permita que esta demanda sea sentida y disputada, sobre todo por las mujeres de
las grandes mayorías. Entonces creo que esa lucha hay que darla desde todos los
espacios, y ojalá haya ese encuentro y ese complemento entre el gobierno y la
demanda de las organizaciones. En caso de que avance un proceso constituyente, empujaremos para que esos debates estén
incluidos.
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“EL
CAMINO DEL MOVIMIENTO FEMINISTA DEBE ACERCARSE A LOS SECTORES POPULARES”.
Anahí
Durand, ministra de la Mujer de Perú.
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Socióloga,
docente universitaria y militante del Movimiento Nuevo Perú, la titular del
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables dedicó su tiempo para una
entrevista con ALAI y adelantó importantes definiciones.
Gerardo Szalkowicz, Leticia Garziglia |17/09/2021|
Análisis.
ALAI viernes
17 de setiembre del 2021.
Hace unos meses habría sido impensado que Perú tuviese una ministra feminista y de izquierda. Y aunque la perspectiva de
género aún aparece como un campo en disputa a lo interno del naciente gobierno
de Pedro Castillo, Anahí Durand
emerge como punta de lanza para dar esta batalla en la nueva época que afronta
el país.
La charla transcurrió alrededor de tres tópicos.
Por un lado, la impronta de su gestión, según cuenta, abocada a recorrer los
territorios para escuchar a las mujeres y que “la agenda no venga impuesta desde arriba”. De la mano de esto,
explicó las dificultades en el Perú para avanzar en las demandas del movimiento
feminista (“todavía falta llegar a los
sectores populares”, admite). En un segundo eje analiza la coyuntura
política del país, a la que describe como “un
momento álgido” en el que “al
gabinete no le han dado un día de tregua”. Allí también explica cuáles son
las estrategias para avanzar en una Asamblea
Constituyente. Y un tercer punto acerca del lugar que ocupará el Perú en el escenario regional: asegura
que “se priorizarán los espacios de
integración” y sentencia que “el
Grupo de Lima prácticamente ya se extinguió”.
¿Qué
iniciativas y líneas de trabajo están priorizando desde el Ministerio en esta
primera etapa?
El Ministerio ya tiene algunas décadas, pero
siempre ha tenido una deriva bastante institucional y muy al vaivén de la
postura de los gobiernos. En el comienzo de la gestión nos enfocamos en
fortalecer la lucha contra las violencias, pero también en contrarrestar la
ofensiva ultraconservadora, algo que se da en toda la región. Y en el caso
peruano tiene que ver con la creciente influencia, sobre todo en sectores
urbanos populares, de discursos de odio, fundamentalistas, que por ejemplo
niegan la igualdad de género o cuestionan la enseñanza de derechos sexuales y
reproductivos. Muchas veces acompañados de iglesias evangélicas y de sectas que
han ido ganando terreno.
En esa línea nos proponemos una gestión muy cercana
a la gente, que conecte con las organizaciones sociales y de mujeres. La
pandemia ha sido muy dura en términos sanitarios y económicos, el hambre creció
mucho y por eso se han reactivado canales de organización comunitaria como las
ollas comunes. Nos proponemos, por un lado, abordar toda esta problemática de las
mujeres desde una perspectiva integral que contrarreste discursos conservadores
y enfrente la desigualdad. Y, por otro, fortalecer las redes, los lazos de
solidaridad, la lucha contra la violencia y los feminicidios.
Le estamos poniendo mucho empeño a la autonomía
económica de las mujeres, como parte de una economía integral que incluye el
Sistema Nacional de Cuidados. Y poder abordar el tema de la atención a las
niñas y niños. Se han dado una serie de medidas de reactivación económica,
fondos, créditos, pero no necesariamente están llegando a las mujeres de los
sectores populares. Entonces estamos trabajando con fuerza esta línea.
Este ministerio tiene además una particularidad: se llama Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, o sea que incluye también a niños, niñas y adolescentes, a las personas con discapacidad y a los adultos mayores. Ahora la prioridad más urgente es atender a los huérfanos del Covid. Es un momento muy complicado en términos socioeconómicos y sanitarios; la vacunación avanza, pero a un ritmo más lento que en otros países, dado que arrastramos problemas estructurales muy grandes.
- ¿Cuáles son
las estrategias para reforzar el Sistema Nacional de Cuidados?
En primer
lugar, reconocer que es un trabajo.
En segundo, articular los distintos
servicios que brindan cuidados; tenemos una serie de servicios dispersos con
poca cobertura que el Estado tendría que articular, fortalecer y poner a
disposición de la población. Y, sobre todo, que sea un sistema que recoja las
demandas de las mujeres, que son quienes más asumen esta tarea. Estamos abriendo también un proceso de
diálogo con organizaciones de mujeres indígenas, con organizaciones de mujeres trabajadoras en distintas regiones del
país. Queremos llegar con una propuesta que recoja de verdad lo que las mujeres están planteando y no venga
impuesta desde arriba.
- En América
Latina vienen creciendo debates como la legalización del aborto o los derechos
de las diversidades, pero en cada país con sus tiempos y particularidades. Su espacio
político levanta estas demandas del feminismo, aunque en la coalición de
gobierno hay miradas diversas. ¿Cómo maneja esas tensiones? ¿Harán fuerza por
instalar esas discusiones, tal vez en una posible Asamblea Constituyente?
Creo que, en primer lugar, que hay que tener en
cuenta que hay demandas que tienen que ser sostenidas muy fuertemente por el
movimiento social. Legalizar el aborto
con 50 mil feministas en la calle es una cosa y hacerlo con colectivos más
bien pequeños y todavía en formación como en Perú, es otra. Hay que tomar en
cuenta eso. Yo vengo del Movimiento
Nuevo Perú, con Verónika Mendoza, de la izquierda que se considera feminista.
Es una de las banderas que siempre voy a defender, en el Gobierno, en la
academia o en la calle. No tengo ningún problema en decirlo. Pero esa demanda
tiene que venir fortalecida e impulsada desde el movimiento social. Y creo que
ahí la tarea de las organizaciones feministas es empujar eso, porque la opción
de gobierno que ha ganado no ha sido la nuestra, que llevaba esa bandera.
Nuestro
compromiso es impulsar y fortalecer los derechos de las mujeres. Hemos tenido una buena disposición de parte del
gobierno, por eso seguimos ahí. Pero creo que hay que hacer un trabajo mucho
más articulado, organizado y cohesionado con la sociedad civil, con el
movimiento social, con las colectivas feministas para poder avanzar en estos
derechos. En Chile o en Argentina
estos derechos se han conseguido con miles de mujeres en la calle. Creo que eso
va a ser necesario también en Perú.
El devenir del movimiento feminista en Perú es distinto, tiene otras
particularidades. Ha avanzado mucho en sectores juveniles, universitarios, pero
todavía falta llegar a los sectores populares y tener ahí un arraigo que
permita que esta demanda sea sentida y disputada, sobre todo por las mujeres de
las grandes mayorías. Entonces creo que esa lucha hay que darla desde todos los
espacios, y ojalá haya ese encuentro y ese complemento entre el gobierno y la
demanda de las organizaciones. En caso de que avance un proceso constituyente, empujaremos para que esos debates estén
incluidos.
- En cuanto a
la situación general del Perú, desde que asumió el gobierno parece estar
dedicado a defenderse de las embestidas de la derecha más a que desarrollar
políticas públicas. ¿Cuál es su balance de este primer tramo?
Creo que todavía estamos viviendo los estertores
electorales, donde un sector que perdió las elecciones no se resigna a haberlas
perdido y ya incluso está proponiendo una vacancia. Estamos en un momento
álgido de la disputa política, un momento de quiebre donde los grupos
económicos y políticos que han tenido el poder los últimos 30 años lo
perdieron, o más bien han perdido el gobierno porque el poder todavía no lo
pierden. Tuvimos casi dos meses con un
sector gritando fraude, en una estrategia claramente trumpista de
inventar pruebas donde no las había, un sector claramente ultraderechista
que ahora busca bloquear abiertamente la posibilidad de una Asamblea Constituyente.
Además, tenemos un monopolio de los medios de comunicación que desde el día uno ha declarado la guerra al gobierno, un sector que ya cruzó la línea roja y hace cualquier cosa menos periodismo.
¿Cómo hará
entonces el gobierno para sobrevivir, teniendo en cuenta este permanente
saboteo y la capacidad que tiene el Congreso en el Perú para destituir
presidentes?
Creo que es un momento de tener una estrategia de acumulación progresiva
para poder cambiar la correlación de fuerzas, que no termina de ser totalmente
favorable. Y esto implica llevar a cabo los cambios prometidos en términos
socioeconómicos. Hay una demanda muy clara de redistribución de los recursos.
La gente que votó por Castillo lo
hizo básicamente porque quiere un cambio, ahora ¿Cómo le damos sustancia a esa
necesidad de cambios? Es lo que empezamos a hacer desde el Ejecutivo con la
propuesta, por ejemplo, de mejorar el presupuesto para salud y educación.
Estamos en un momento en el cual hay que cumplir
las promesas electorales. Al gabinete no le han dado un día de tregua. Nunca
había habido un gabinete ministerial tan escudriñado. El Congreso básicamente
se dedica a eso, ya ni legisla, está dedicado a escudriñar la vida de los
ministros. Entonces el gobierno necesita
afirmarse en los lineamientos programáticos en que se ha comprometido, que se
vayan configurando ya los cambios, sobre todo económicos, en la
recuperación de la soberanía de los recursos y en la reforma tributaria. En
fin, una serie de temas que tienen que llegar a la vida de la gente. Creo que
ese es el desafío ahora.
Se ha especulado mucho sobre qué tan radical va a
ser este gobierno. Pero hay que tener en cuenta que el triunfo de Castillo no fue un triunfo
ideológico de la izquierda para hacer un gobierno chavista, comunista,
etcétera, como quieren presentar algunos medios. Creo que es la posibilidad de un gobierno que plantee una agenda de
cambios en el marco de un proyecto de nación, de recuperación de soberanía, de redistribución y de
mejora de las condiciones concretas de
vida de la gente. Dentro de eso hay una gama de actores que tienen diversas
posturas políticas, ideológicas, desde el centro hacia la izquierda. Pero creo que lo principal en este momento es afirmar
este proyecto común que asegure los cambios que la mayoría de la población
demanda.
- Quizá la
clave para avanzar en esos cambios estructurales pase por poder llevar a cabo
la Asamblea Constituyente, principal promesa de campaña de Pedro Castillo.
¿Cómo está hoy la correlación de fuerzas para que
se camine hacia ese proceso?
Efectivamente, el cambio de Constitución ha sido una de las promesas de campaña de
del presidente Castillo. Hay
entonces la necesidad de ir avanzando en esa propuesta y en esa demanda de la
ciudadanía. Hay distintos mecanismos. Algunos grupos de izquierda consideramos
que la fórmula más apropiada es conseguir firmas para un referéndum y que luego
la ciudadanía decida si lo quiere o no. Es la fórmula más democrática.
Lamentablemente la derecha ha instalado la idea de que el cambio de Constitución equivale al colapso del
régimen democrático, cuando vemos perfectamente que en Chile el régimen democrático continúa mientras sesiona la Asamblea. Hay ahorita un momento de
tensión; las organizaciones están empezando a recolectar firmas para avanzar
hacia ese referéndum y la derecha también está juntando firmas para bloquearlo.
Pero sin dudas hay un momento constituyente que está instalado porque el debate
está ahí, es claro que la Constitución
del ´93 no tiene el consenso y la legitimidad de hace 15 años.
Efectivamente la discusión sobre la Constitución permitirá abrir debates para
poder avanzar en cambios y transformaciones de largo aliento.
- Yendo al plano internacional, por ahora el gobierno no ha desplegado una política exterior muy activa, y encima tuvo el traspié de la salida del ex canciller Héctor Béjar. ¿Cómo crees que jugará el Perú en el escenario latinoamericano? ¿Está confirmada la salida del Grupo de Lima?
La postura del gobierno en Latinoamérica, al margen
de la salida de Héctor Béjar,
prioriza la articulación, la integración, la recuperación de una política
exterior soberana. En los últimos años hemos tenido una política exterior
sometida a los vecinos de Washington. De hecho, la creación del Grupo de Lima es un impulso de PPK [el
expresidente Pedro Pablo Kuczynski]
como un favor a Estados Unidos. Entonces lo principal es la recuperación de una
política exterior soberana que apueste sobre todo a la integración en el área
andina y luego también latinoamericana. También
hay expectativa en lo que se pueda trabajar en la CELAC.
El Grupo de
Lima prácticamente ya se extinguió, no hace falta que Perú se salga. Ya se fue
Argentina, se fue México... Entonces
creo que lo que se está haciendo más bien es reafirmar esa extinción y apoyar
el proceso de diálogo que se está haciendo en México entre el gobierno
venezolano y la oposición. Creo que esa es la ruta, poder tener una
política exterior soberana, que ponga por delante la integración latinoamericana, que tienda puentes y desideologice
determinados temas.
Por ejemplo, en el caso de la migración venezolana, Perú ha recibido casi un millón de migrantes venezolanos y no ha habido ningún punto de
encuentro con el gobierno venezolano porque se coordinaba con Juan Guaidó. Era
una cosa muy esquizofrénica.
Entonces ahora estamos tratando de retomar esos vínculos.
- ¿Cómo ves
el resurgimiento del polo progresista en la región? ¿Cuáles son las alianzas
concretas o espacios que Perú buscará fortalecer de cara a la integración
latinoamericana?
Creo que las iniciativas de Argentina y de México han sido fundamentales para reabrir el
proceso de integración latinoamericana. En el caso peruano, en estos momentos
creo que la prioridad es la integración andina, especialmente con Bolivia con quien tenemos una historia común y
una serie de proyectos estratégicos binacionales. Eso poco a poco podrá
repercutir en una mayor articulación, y
creo que también va a ser fundamental para poder remontar este momento de crisis desde una perspectiva que favorezca a los pueblos y no
a las élites, a los grupos de poder.
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