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NUESTRA
OPINIÓN. Publicamos la presente entrevista realizada el último
día de Junio – al reconocido y respetado Dramaturgo peruano EDUARDO ADRIANZÉN - antes que se reconozca a PEDRO CASTILLO como presidente. La visión del Perú, clasista,
racista y una élite criolla limeñita, “un COGOLLO”
blanquito que se cree ser todo el Perú” (atada y amarrada en una bola de
cristal) es una realidad de lo que viene sucediendo, - en estos 40 días de
gobierno de Castillo - hoy 12 de setiembre Odio,
Rencor, Discriminación, salvaje e inhumana Desigualdad
Social. Una LIMA, (burbuja de un Perú, de
ellos y para ellos) con un DEMOCRACIA, de su “propiedad
y a su completo servicio”, lo demás es pura demagogia, simplemente es una clara
expresión de una “mentalidad colonial”; tienen una “realidad” de fantasía, donde
No pasa el serrano, menos el selvático. Al final, con tos, fiebre y pánico, “Pasó CASTILLO, el Profesor rural, con guerra sucia y
clasista interminable, pero NO pasará BELLIDO, primer
ministro por “misógino, terruco, serrano e hijo de pastores de ovejas”. La “guerra clasista y racista” se amplía y
cada día es más radical, llena de odio, mediática y dinosauria”. Está presente en
toda esta élite limeñita, blanquita, un fuerte terror y pestilencia, por las
SOMBREROS, como nunca y no es posible que, en pleno Bicentenario
Nacional, en realidad, es un insulto al Perú de ellos; Sigue el PERÚ de hace 200 años. El Racismo y Clasista, lleno de
violencia discriminadora, mucho veneno mediático; (Full Fake-news) 4continúa
difundida por más del 80% de los Medios de Información, de un monopolio que
dice defender la “libertad de expresión” – una prensa
corrupta, alquilada y vendida. Lea la entrevista como si fuera Hoy 12 de setiembre
del 2021.
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EDUARDO
ADRIANZÉN: “LAS ÉLITES LIMEÑAS TIENEN PÁNICO PORQUE EL EJECUTIVO SERÍA TOMADO
POR ALGUIEN QUE NO PASA SUS FILTROS”
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El
guionista impulsa junto a su hermana María Luisa el Cine-teatro IrRacional, una
plataforma de obras teatrales y películas peruanas.
Por Juana
Gallegos.
La República
Lima 27 de junio del 2021.
Dramaturgo y
usuario muy activo de Twitter, Eduardo Adrianzén es un agudo
observador de lo bueno, lo malo y lo feo de los limeños y la sociedad peruana
en general. De su diagnóstico de la realidad ha sacado insumos con los que ha
escrito piezas de teatro y guiones de telenovelas como “Qué buena raza” (2002), que cuenta el amor prohibido entre una
chica de clase alta y un muchacho provinciano, y que, entre líneas, pone en
evidencia el clasismo, el racismo y todas esas taras que aún no nos sacudimos.
Su último gran proyecto fue la serie “El
último bastión” (2018), presente hoy en Netflix, que cuenta la historia íntima del proceso de la
independencia del país y que bien podría ser el reflejo de nuestra política
contemporánea. Hablamos con él de historia y de los miedos que crecen
tormentosos en la Lima postelectoral.
El guion de “El último bastión” está lleno de
guiños a nuestra vida republicana actual: está el personaje que dice que
siempre votamos por el mal menor, están los ricos que no quieren perder sus privilegios,
está la élite política que no tiene la menor intención de construir un país,
¿no hemos cambiado nada en estos 200 años de República?
Lo que pasa
es que la República se funda sobre la visión del mundo de un grupo reducido de
hombres blancos y con dinero, que vendría a ser la élite criolla. En ese mundo, la esclavitud era normal y era común
que las mujeres no tuvieran educación. Sobre estas bases se armó el país y ese
patrón se mantiene hasta hoy. Aún se lee a la sociedad peruana a través de la
óptica de estos señores que manejan el poder económico y sobre todo dictan la
imagen de lo que debe ser un país correcto.
¿En qué vicios persistimos?
A grandes rasgos, en el no reconocimiento ciudadano de las grandes mayorías del mundo no urbano. Todavía resuenan los rezagos de la época pre-Velasco. Es que hace poco más de cincuenta años que se reivindicó al campesino y eso en términos de historia no es mucho tiempo. Todavía subsiste una mentalidad colonial que no quiere reconocer como igual al amazónico, al andino o al ciudadano peruano que no es de una gran capital o que no vive de acuerdo con los valores de la urbe. El pensamiento cultural hegemónico-urbano-limeño pretende ser el único y el correcto y he ahí el problema, y por eso ves a las élites dinosaurias desesperadas porque no quieren perder el control.
Dices en un tuit: “Hoy el susto limeño ante
ronderos con machetes es igual al que sintieron limeños en 1821 al ver a negros
y mulatos armados como el ejército del general San Martín”. ¿De dónde crees que
viene este pavor?
Lo divertido de nuestra historia es que entiendes
todo el hoy. Lima es una ciudad que los
viajeros de 1800 –sobre todo los extranjeros que no tenían la más mínima
intención de caer bien– señalaban por su fascinación a sentir miedo. Lima teme a los piratas, a la Inquisición,
tiene tendencia a crearse fantasmas sola, y cuando llegó el ejército
libertador, los limeños empezaron a correr la voz sobre algo que había pasado
en Haití en 1805. Allá los haitianos se rebelaron
contra la élite blanca y mataron a cinco mil. Entonces pensaron que ese ejército compuesto por mulatos los venía a degollar. Imagínate... y ya hablando de las elecciones, las
élites limeñas tienen pánico hoy
porque el Poder Ejecutivo podría ser tomado por alguien que no pasa en absoluto
por sus filtros de aceptación.
¿Será que tienen miedo a una revancha del que
siempre fue postergado?
También hay eso, es “El sueño del pongo” de Arguedas, ese cuento es una maravilla,
tienen miedo de que no tengan que lamer miel sino excremento. Es un cuco muy arraigado que tiene que ver
con la culpa, con saber que han vivido menospreciando, y es que gran parte
de la autoestima del peruano urbano tiene que ver con sentirse superior al
otro. Y no pasa solo en la élite, esto se perpetúa en diferentes estratos y
desde que naces, cuando te dicen que tu cultura es superior a otra.
¿Y cómo lees el miedo que les genera Pedro
Castillo?
Ahí está lo interesante de este momento histórico: Castillo no quiso jugar con las armas
con las que jugaron los otros candidatos, es
un hombre al que no le importa seguir las ceremonias del poder capitalino-urbano, la televisión le
importa un rábano, se maneja con redes sociales pequeñas, su campaña se
basó en una guerra de guerrillas comunicacional, con radios regionales, grupos
de WhatsApp y Facebook. Por eso desconcierta, el limeño se encontró con un
monstruo debajo de la cama.
Dijiste que uno de los libros que te hizo
comprender mejor la idiosincrasia limeña fue “Lima la horrible” de Augusto
Salazar Bondy, qué caracteriza grosso modo a los habitantes de esta comarca?
Salazar Bondy habla de la nostalgia de Lima por volver a ser esa
ciudad que fue el corazón de algo parecido a un imperio, y que colapsa con “las invasiones”, la llegada de los
desplazados de otras regiones del Perú. Fue algo que sintieron como una amenaza
a su mundo, uno en el que todo estaba segmentado. Recuerda que la Lima de la Colonia se dividía en la ciudad de los
españoles y criollos, el pueblo del
cercado de los indios, y el barrio
Malambo de los negros. Es una ciudad fundada sobre la división y exclusión, y cuando llegan las invasiones crean la
sensación de “nos están rodeando” y
los limeños entran en pánico, que se
magnifica por lo reacios que son al cambio.
Esa segregación de la que hablas de alguna forma
persiste, Lima es una ciudad de élites y de argollas...
Basta con ver
las páginas de sociales de las revistas de la clase alta limeña. Para entrar a esa argolla tienes que ser alguien con mucha plata y mucho ‘roce’. Las castas se mantienen muy fuertes acá y solo permiten que alguien
ascienda si pasan sus controles de calidad: de qué colegio y universidad
vienes, a qué club vas. Y me atrevería a decir que el limeño promedio tiene cuatro filtros que se activan apenas
conoce a alguien: el colorómetro
(tonalidad cutánea), el textilómetro
(la ropa que usas), el olorómetro
(cómo hueles), parlómetro (cómo
hablas, si eres educado o no). Nos entrenan así desde chicos, es una formación
cultural con la que determinan quiénes son dignos de entrar a sus argollas y círculos.
Hablemos de las elecciones, has dicho que los
seguidores de Keiko Fujimori se han entregado a una suerte de ‘cruzada
religiosa’ que ronda con el fanatismo...
Totalmente, y el momento culminante fue la
performance de Álvaro Vargas Llosa en
el cierre de campaña de Fujimori. Fue
como una conversión de secta cristiana carismática. No lo podía creer,
estaba gritando y abrazando a Fujimori
como si fuera su hermana encontrada después que fue raptada por los piratas.
Fue de un fanatismo religioso que hasta ahora no me explico. Pero ya haciendo
un análisis, lo que vemos es que el fujimorismo tiene todo un aparato que da la
sensación a sus seguidores de que son un grupo compacto, mejor que los demás,
que son realmente los elegidos por alguna divinidad. Álvaro cayó poseído por esta especie de fe y cruzó la línea, se le
fue de las manos la devoción. Por otro lado, me cuesta entender ese fanatismo
por Keiko que se generó en cuatro
semanas, que pasó del “qué me queda”
al “por ti muero”, fue muy raro. La devoción fujimorista exige que hagas
un delete de tu memoria, de todo lo que hizo antes, como que
te obliga a resetearte, para que pueda llenarte la cabeza con el
discurso de ahora.
Los que se llaman “defensores de la democracia”
tienen un discurso muy contradictorio, dicen, por ejemplo, que quieren un golpe
de Estado, o llaman odiadores a los que no piensan como ellos y son ellos los
que desprecian e insultan
Se mezclan
tres cosas: uno, el ser parte de
ese grupo te blanquea, te vuelve parte de esa foto virreinal de Arequipa [el compromiso de Keiko con los Vargas Llosa], te da
estatus, porque si estás con Castillo,
te cholean; dos, es el pánico que les genera que el primer poder del Perú sea un señor con sombrero y que no se viste
con terno; tres, no quieren que
muevan nada, solo identifican la democracia
en tanto los beneficie y no atente contra sus intereses particulares.
Insisto, hay un elemento de blanqueamiento
en esto, ¿quiénes son los voceros de Fuerza Popular ahora? Tudela, los Vargas Llosa, esa señorita Thais. Fíjate quiénes eran
el primer fujimorismo, eran Absalón
Vásquez, Luz Salgado, gente que venía de una clase media popular, no eran
pitucos.
¿Y qué hacemos con el Perú partido? Hay dos Perúes
dicen, el del machete y el de la espada...
Yo no creo
que haya dos Perúes. Lo que hay es un cogollo que se toma la representación.
Los que están dispuestos a morir como kamikazes
por Keiko no son la mitad del país. Es una falacia eso de que la mitad esté
en contra de la otra. Yo no satanizaría a nadie que votó por Fujimori, porque
en su inmensa mayoría es gente que quiere trabajar, ganar su platita y vivir
tranquila. Lo que sí hay es un cogollo que
mueve a esa mitad con el miedo, para que
todo permanezca igual, porque saben que no se puede seguir sosteniendo la
narrativa del ’hazte a ti mismo’. El
modelo ha hecho agua cuando a la gente se le han muerto los padres en la puerta
de la clínica por no tener plata con qué pagar una cama UCI.
A algunos no les gusta hablar de los conflictos de
clase, y dicen que señalar las desigualdades es echar más leña al fuego...
Es que si tú
dices que hay racismo entonces eres racista. La discusión se ha empobrecido tanto que el solo hecho de explicar algo
te hace ver como el enemigo. Es una exacerbación casi psicótica. Si tú le dices
a un católico que la Virgen María no
es virgen, te come vivo. Lo mismo sucede cuando dices que hay desigualdad social y te ponen el parche
diciéndote “tú quieres desunir”. Es
la actitud de “no quiero pensar, mejor
seguir”, es mejor meter la basura bajo la alfombra.
¿No eres un odiador, o estás “traumado” (sic) con
el tema del clasismo y del racismo como te comentan en Twitter?
Lo único que trata uno en la vida es mirar más allá
de su ombligo. El Perú es un país
con cincuenta mil contradicciones, es tan obvio y evidente que me parece tan
raro que llame la atención señalarlas.
Hablemos de la ficción, parece que vivimos en una.
Los resultados de las elecciones se definen por esta trama de conspiraciones
golpistas, algunos te dirán que podrías escribir un guion a lo “House of Cards”
con lo que está pasando...
Un “House of
Cards” chicha porque todo es
muy burdo, no hay inteligencia, es una trama muy pobre, y algunos no lo
advierten y esto tiene que ver con la pobreza
del pensamiento crítico en el país. El poder
ha formado ciudadanos infantilizados porque así le son útiles. Son niños que obedecen, a los que les
dices que tomen la sopa o el cuco vendrá y te creen.
Si se reconoce a Castillo como presidente, ¿Cuál será el impacto que genere en los limeños ver a un provinciano ponerse la banda
presidencial?
La gente que
mueve el miedo sabe que está moviendo cucos que ni ellos mismos se los creen, nadie que entienda de procesos sociohistóricos
puede creer los discursos que están vendiendo a millones, los están usando
porque necesitan mantener su cogollo de
poder. Por otro lado, la imagen de Castillo,
y más si llega a caballo, será parte de la iconografía del país, recordaremos
muy bien este 28 de julio, será un
electroshock necesario para que el país crezca, para que pase a otro estadio, para que sienta
que culturalmente las cosas están cambiando.
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