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El problema de fondo es que esta izquierda social de mercado en Chile, negó la posibilidad de pensar un país plural y transitar hacia una democracia participativa, ya que creyó en la idea neoliberal del fin de la historia, como propuso en su momento Francis Fukuyama, luego de la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética. Por el contrario, en Chile la historia se reabre políticamente nuevamente, ya que el escenario de la próxima elección presidencial cambia muchísimo, considerando el estado en ruinas de la derecha chilena y la enorme votación en las primarias del pacto Apruebo Dignidad, conformado por el Frente Amplio y Chile Digno (1.700.000 votos), en donde el candidato Gabriel Boric tendrá una enorme responsabilidad en los próximos meses de campaña.
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LA
DERROTA CULTURAL DE LA IZQUIERDA SOCIAL DE MERCADO.
Anticipada
Derrota Política de la Ex Concertación.
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Por Andrés Kogan Valderrama | 27/08/2021
| Chile
Fuentes: Rebelión
miércoles 1 de setiembre del 2021
Luego de
conocer los resultados y la bajísima votación en la consulta ciudadana del
pacto Unidad Constituyente (ex Concertación),
para definir a la candidata presidencial que irá el próximo 21 de noviembre, el
momento crítico de la llamada centro izquierda chilena pareciera ser una consecuencia más del proceso
constituyente en curso en el país.
Planteo esto,
ya que esas 150.000 personas que fueron a votar el día sábado 21 de agosto, no solo son un poco más de votos que los que sacó
el candidato de derecha que obtuvo menos
votos el pasado 18 de julio en la
primaria legal (130.000), sino que deja en evidencia que la gran mayoría de
quienes creyeron alguna vez en el proyecto
de la ex Concertación, dejaron de hacerlo
simplemente.
En
consecuencia, el pobre triunfo de Yasna Provoste,
con solo 91.000 votos, es más bien
un reflejo más de la derrota cultural de
una forma de ver el país, en donde partidos
políticos tradicionales como la Democracia
Cristiana (DC), Partido por la
Democracia (PPD), Partido Socialista
(PS) y el Partido Radical (PR),
contribuyeron enormemente a la profundización
del orden neoliberal y a construir una democracia subordinada completamente al mercado.
Es así como en 20
años de gobiernos de la Concertación, jamás
hubo un cuestionamiento real a un modelo privatizador de prácticamente todo lo existente y de la
brutal concentración de la riqueza en el
país, sostenido por el saqueo de los
bienes comunes naturales y por
el endeudamiento extremo de las familias
para sobrevivir.
Asimismo, mucho menos hubo una reflexión crítica de parte de la Concertación de gobernar bajo la constitución de la dictadura de 1980. Por el contrario, el gobierno de Ricardo Lagos Escobar el año 2005, luego de impulsar ciertas reformas constitucionales, le puso
incluso su firma y la presentó como
una nueva carta magna para Chile.
De ahí que las políticas
impulsadas gubernamentalmente por la Concertación, nunca se salieron del marco neoliberal imperante, enfocándose
en mejorar grandes indicadores
económicos y sociales (aumento del PIB,
reducción de la pobreza e indigencia,
aumento de la matrícula escolar y
universitaria, mejoramiento de infraestructura),
descuidando así completamente el tipo de
democracia existente.
En otras palabras, solo se dedicó a administrar un modelo insostenible social y
ambientalmente, a través de políticas
focalizadas y de aumento del gasto social, sin tocar el negocio de las pensiones, salud,
educación, vivienda y de un extractivismo múltiple forestal, minero,
pesquero, agro exportador energético que ha usado al agua y a los territorios como fuente
ilimitada de recursos naturales.
No debe sorprender entonces, que la Concertación gobernó por 20 años para los grandes grupos económicos del país, distanciándose completamente de las grandes demandas provenientes de distintos movimientos sociales de aquel entonces (estudiantiles, sindicales, pobladores), destacando su desprecio total por las reivindicaciones indígenas, particularmente del pueblo mapuche, al cual se le criminalizó, persiguió y asesinó, aplicando incluso una ley antiterrorista.
Se podrá decir, que con el triunfo de la Nueva Mayoría y de Michelle Bachelet el año 2013, conformada por los ex partidos de la Concertación y el Partido Comunista, se logró una coalición de gobierno más amplia, reformista y progresista, que dio ciertas respuestas a las demandas del movimiento estudiantil del 2011 (fin al lucro), como pasó con la reforma tributaria, la ley de inclusión, la ley de desmunicipalización y la gratuidad universitaria al 60% de los estudiantes más vulnerables.
No obstante, a pesar de las buenas intenciones de algunos sectores de la Nueva
Mayoría, no fueron capaces de poner en el centro la demanda histórica más importante y urgente
de todas, como lo es la redacción de una nueva constitución de manera democrática
para el país, lo que le costó la
elección del año 2017, volviendo así el gobierno de Sebastián Piñera.
Finalmente, desde la revuelta popular del 2019 en adelante, los partidos
de la ex concertación, parecieran no entender nada de lo que está pasando
en el país, mostrando su desconexión
completa con el proceso
constituyente en curso, al creer al
igual que el 2013, que basta con acomodarse al momento histórico del país.
Por eso, ya
no es creíble para casi nadie en Chile, que los partidos de la ex Concertación no pudieron hacer las transformaciones antes, ya que
la derecha no le dio los votos en el
parlamento para hacerlo. A su vez, no se sostiene tampoco que ellos son quienes pueden darle gobernabilidad al
país, por haber gobernado tantos años
antes.
El problema
de fondo es que esta izquierda social de mercado en
Chile, negó la posibilidad de pensar un país plural y transitar hacia
una democracia
participativa, ya que creyó en la
idea neoliberal del fin de la historia,
como propuso en su momento Francis
Fukuyama, luego de la caída del muro
de Berlín y de la Unión Soviética.
Por el contrario, en Chile la historia se reabre políticamente nuevamente, ya que el escenario de la próxima elección
presidencial cambia muchísimo, considerando el estado en ruinas de la derecha chilena y la enorme votación en
las primarias del pacto Apruebo Dignidad, conformado por el Frente Amplio y Chile Digno (1.700.000 votos), en donde el candidato
Gabriel Boric tendrá una enorme
responsabilidad en los próximos meses de campaña.
Por lo mismo, el desafío de lo que se viene para adelante para Apruebo
Dignidad, es construir mayorías de manera transversal, desde las
distintas luchas históricas de los
últimos 30 años y por todas y todos aquellos que queremos acompañar y ser parte de la refundación de un país, el cual merece tener la posibilidad de
dejar atrás décadas de neoliberalismo y de despojo territorial.
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