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PERÚ
CRISIS DE CRISIS. EL EMPLEO Y LA INFORMALIDAD, GRAVE PROBLEMA EN UNA ECONOMÍA
DE LIBRE MERCADO (NEOLIBERAL) Y CON FUERTE RESISTENCIA HACIA LA DIVERSIFICACIÓN
PRODUCTIVA. “Muchas veces,
el empleo
temporal que puede ofrecer el sector
público, termina siendo tan precario
como el de los auto empleados en la calle. Esto que significa, que solo es
un aliciente
para sobrevivir, no se tiene capacidad de ahorro y tampoco se ensayan mecanismos urgentes de protegerlos ante la carencia de un
seguro de salud,
fondo pensionario o una CTS. Es
importante sostener la relación laboral formal, pero a la par es necesario
apuntalar la creación de nuevos puestos
de trabajo. Deben ser integrales,
coherentes entre sí. Se necesita políticas que apuntalen el crecimiento del empleo
y sostenibilidad de esos trabajos. Es
por ello lo urgente de atender el empleo femenino en
nuestro país. Se necesita impulsar
programas de capacitación para las mujeres de todas las edades (previa
identificación de limitantes y accesibilidad a los programas estatales) promover una mayor participación
de las mujeres en sectores productivos innovadores, así como la promoción de su independencia
económica con modelos asociativos locales. De la
agenda pendiente de las mujeres, se suma ahora la problemática laboral que
viene siendo relegada en el discurso oficial”.
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EMPLEO E INFORMALIDAD: PERÚ
RETROCEDE 15 AÑOS DE PARTICIPACIÓN
FEMENINA.
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Por: Alejandra
Dinegro M.
Otra Mirada. Lima lunes 26 de setiembre del 2021.
La OIT acaba
de publicar un serio y preocupante informe (1) sobre la
situación laboral en América Latina en tiempos de pandemia. El Perú ha
retrocedido 15 años en el avance de la participación económica femenina. Este panorama laboral no es alentador y plantea un
desafío de grandes magnitudes para los países como el nuestro con altas tasas de informalidad y aumento del
subempleo.
Para
contextualizarnos, la pandemia del Covid-19 viene generando diversos impactos
en las economías y mercados laborales mundiales. Provocando recesiones económicas con efectos en la
accidentada demanda de mano de obra,
dificultades para la generación y preservación de los puestos de trabajos
existentes, así como la poca promoción
de mecanismos de protección social para sectores más vulnerables: informales y
desempleados.
En el Perú,
con la pandemia, las mujeres trabajadoras vienen asumiendo con mayor demanda,
la responsabilidad del hogar y de los cuidados de niños, adultos mayores o
enfermos en la familia. Ello trajo
como consecuencia que diversas brechas
laborales se acentúen y se manifiesten con mayor intensidad. Las mujeres con trabajo formal, se
encuentran en sectores altamente feminizados: salud, educación y servicios. Las mujeres
sin empleo formal, se refugian en sectores
informales, el autoempleo y en el trabajo
doméstico no remunerado.
A nivel regional, la CEPAL señala que en América Latina se está viviendo una de las mayores crisis económicas que haya experimentado en toda su historia desde inicios del Siglo XX. Situación que se ha visto reflejada en la fuerte contracción del nivel de actividad económica que viene afectando con mayor preocupación a países como el Perú: con estructuras productivas que dependen de sectores tradicionales (sin diversificación) y que reposa en las mypes y en la capital del país.
34 millones de empleos se perdieron en América latina y el Caribe, por la pandemia.
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Hay un dato aún mayor contundente para nuestra región de América
Latina y es el fuerte retrocesos en la tasa de participación laboral de
las mujeres, las cuales han significativamente, más elevadas que en los
varones. A nivel regional, el empleo se
ha recuperado parcialmente y todavía falta recuperar un tercio de los puestos de trabajo que se perdieron en el primer
semestre del año 2020. Ese 30% que
falta recuperar de empleo total, se convierte en el 40% de empleo femenino que todavía hay que recuperar. Esos retrocesos son
de entre 10 a 15 años de avance al respecto.
Se perdieron
en el primer semestre del 2020, alrededor de 43
millones de puestos de trabajo
y desde mediados del año pasado al primer
trimestre del 2021, se han recuperado 29 millones de puestos de trabajo. Por lo tanto,
si se compara con el escenario de antes de la pandemia, nos damos cuenta que faltan 14 millones de puestos de trabajo que faltan recuperar.
Para el caso
peruano, según el INEI, a junio de este año, la
población peruana con empleo ascendió a 16.304.200 personas, superando a lo observado en el mismo mes del año 2020. Pero respecto a la población ocupada femenina, sigue
contraída en -3,2% (-243.200
personas) respecto al año 2019
(pre pandemia), mientras que la masculina
repuntó en 1,1% (99.400 personas).
Y si hablamos solo de empleo formal, este asciende a 7.315.100 personas a nivel nacional y sigue sin recuperarse los
índices previos a la aparición del Covid-19:
2.198.700 empleos perdidos. En Lima metropolitana, durante el último trimestre móvil mayo-junio-julio del presenta
año, la población con empleo adecuado
es de 2.421.700 personas:
1.649.100 hombres
y 772.600 mujeres. Empleo adecuado: respeto a sus
horas de trabajo, sueldo superior al mínimo, con contrato, con acceso a la
seguridad y protección social, etc.
Lo que
preocupa (debería) es lo siguiente: en
lo que va del 2021, son las ocupaciones informales las que están
liderando la recuperación parcial del
empleo. La estrecha vinculación
entre informalidad
laboral, bajos ingresos y desigualdad se
ha hecho aún más evidente en este contexto de crisis sanitaria mundial. Si la mayoría de puestos de trabajo que se han recuperado son informales, lo que preocupa es el tránsito de las trabajadoras de puestos formales a informales. Siendo
ese un riesgo latente de un proceso
de informalización.
A nivel
mundial, OIT estima que durante este año habría
13 millones menos de puestos de trabajo
femeninos que en el año 2019, mientras que el empleo de los hombres habrá recuperado los niveles del año pre pandémico. En promedio a nivel mundial, la brecha en la tasa de ocupación por género
será extremadamente elevada.
Si hay una tasa de informalidad laboral, subempleo y desempleo como los que estamos percibiendo, el Estado debe actuar. No puede quedarse de manos atadas como un simple espectador. El ex presidente Vizcarra anunció a mediados de año 2019 que se crearían 1 millón de empleos en obras públicas, pero ese ofrecimiento no avanzó por la emergencia y los conflictos políticos. Con el gobierno de Francisco Sagasti, tampoco hubo mayor intento al respecto. El gobierno de Pedro Castillo debería retomar la reactivación del sector construcción y la celeridad de construcción de obras, de la mano con la aplicación de un programa de empleo masivo formal. El reto es justamente ello y no se ha escuchado nada al respecto.
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Muchas veces, el empleo temporal que puede ofrecer el sector público, termina siendo tan precario como el de los auto
empleados en la calle. Esto que
significa, que solo es un aliciente
para sobrevivir, no se tiene
capacidad de ahorro y tampoco se
ensayan mecanismos urgentes de protegerlos
ante la carencia de un seguro de salud, fondo pensionario
o una CTS.
Es importante
sostener la relación laboral formal,
pero a la par es necesario apuntalar la creación
de nuevos puestos de trabajo. Deben ser integrales, coherentes entre sí. Se necesita políticas que apuntalen el crecimiento del empleo y sostenibilidad
de esos trabajos. Es por ello lo
urgente de atender el empleo femenino en
nuestro país.
Se necesita
impulsar programas de capacitación para las mujeres de todas las edades (previa identificación de limitantes y
accesibilidad a los programas estatales) promover
una mayor participación de las mujeres en sectores productivos innovadores, así
como la promoción de su independencia económica con modelos asociativos
locales. De la agenda pendiente de las mujeres, se
suma ahora la problemática laboral que viene siendo relegada en el discurso
oficial.
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