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“Hacia
el colapso de las ciudades. Según recientes informaciones del Departamento
de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, se espera que
para el año 2050
casi el 70 %
de la población mundial viva en las ciudades. El aumento de las poblaciones en busca de nuevas
oportunidades ejerce una enorme presión sobre la ciudad. Es de tal magnitud que el gran reto global
se plantea actualmente en términos de evitar el colapso ‘multiorgánico’ del sistema con medidas eficaces que permitan la interacción
responsable de los habitantes con el medio ambiente y
su conservación.
“La realidad
es que tan solo el 13% de las ciudades del
mundo cuentan con viviendas asequibles.
Algo más de 800
millones de personas habitan precariamente en barrios marginales. Las cifras no
paran de alarmar y ponen aún más en peligro
el ya difícil equilibrio actual del ser humano sobre el planeta Tierra.
“El
problema se agudiza de manera progresiva e inexorable con la colmatación del
medio urbano, cada vez más hipertrofiado respecto al
resto del territorio, que lo disuelve en regiones urbanas. Se estima
que a mediados de siglo los migrantes
internacionales en el mundo hacia las grandes
ciudades alcanzarán la cifra de
230 millones de personas. Será un avance desigual,
acentuado en los países en desarrollo o de menor renta. Estos verán
incrementadas sus ciudades, especialmente las que tienen menos de un millón de
habitantes. El crecimiento urbano acelerado
viene asociado a un empeoramiento en las desigualdades sociales contempladas en
el Índice de Pobreza Multidimensional Global”
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Fuentes: The conversation [Imagen: Vista
de Barcelona.
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¿PUEDEN
LAS CIUDADES SEGUIR CRECIENDO DE FORMA ILIMITADA?
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Por Juan Manuel Ros García | 28/09/2021
| Ecología social
Fuente Rebelión miércoles 29 de
setiembre del 2021.
«La
contención coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad
global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento desmedido que haga
posible vivir de forma segura en nuestras ciudades», reflexiona el profesor e
investigador Juan Manuel Ros García.
Como un
presagio, hace ya cincuenta años (en 1971), el libro Los Angeles: The
Architecture of Four Ecologies del crítico inglés Reyner
Banham analizaba de forma innovadora
las relaciones que se establecían entre los habitantes y la ciudad como
un lugar de complejas interconexiones.
Contra la ortodoxia establecida del Movimiento Moderno,
en dicho libro, la ciudad se estudiaba de acuerdo a cuatro subsistemas topográficos:
– La zona de
las playas (surfurbia),
– La red de
autopistas (autopía),
– Las
llanuras,
– Y las
colinas con sus grandes mansiones.
Sobre cada
uno de ellos actuaban las variables de geografía, clima, economía, demografía,
técnica y cultura.
Sólo un año más tarde, en 1972, el mítico informe Los límites del crecimiento hablaba también de evitar riesgos ecológicos previsibles si no se coordinaban urgentemente todos los factores de crecimiento de las ciudades según la densificación residencial. El objetivo era no romper el equilibrio y así buscar una proporcionalidad sostenible. Así se evitaría el consumo impulsivo del suelo. Casualmente, en su versión actualizada del 2004, el informe pronosticaría un fatal desenlace para el año 2020. Las predicciones llevan tiempo cumpliéndose.
Hacia
el colapso de las ciudades
Según recientes informaciones del Departamento de Asuntos Económicos y
Sociales de las Naciones Unidas, se espera que para el año 2050
casi el 70 %
de la población mundial viva en las ciudades.
El aumento de
las poblaciones en busca de nuevas oportunidades ejerce una enorme
presión sobre la ciudad. Es de tal magnitud que el gran reto global se plantea
actualmente en términos de evitar el colapso ‘multiorgánico’ del sistema con medidas eficaces que permitan
la interacción responsable de los habitantes con el medio ambiente y su
conservación.
La realidad es que tan solo el 13% de
las ciudades del mundo cuentan con viviendas asequibles. Algo más de 800 millones de personas
habitan precariamente en barrios marginales. Las cifras no paran de alarmar
y ponen aún más en peligro el ya difícil
equilibrio actual del ser humano sobre el planeta Tierra.
El problema se agudiza de manera progresiva e
inexorable con la colmatación del medio urbano, cada vez más hipertrofiado respecto al resto del territorio, que lo
disuelve en regiones urbanas. Se estima que a mediados de siglo los migrantes internacionales en el mundo
hacia las grandes ciudades alcanzarán la cifra de
230 millones de personas.
Será un avance desigual, acentuado en los países en
desarrollo o de menor renta. Estos verán incrementadas sus ciudades,
especialmente las que tienen menos de un millón de habitantes. El
crecimiento urbano acelerado viene asociado a un empeoramiento en las desigualdades
sociales contempladas en el Índice de Pobreza
Multidimensional Global.
El
ecosistema urbano
Desde hace ya un tiempo, hablar con propiedad de las ciudades significa apoyarse en el modelo interdisciplinar de la llamada ecología urbana.
Por un lado, es necesario establecer los límites de
crecimiento del hábitat acotando el número máximo de viviendas en coordinación
con las infraestructuras viarias o de equipamiento urbano que la ciudad pueda
proporcionar. Por otro lado, el modelo
urbanizador tradicional de los grandes suburbios periféricos va en contra
de la sostenibilidad
funcional, reconocida por el contrario en los procesos de densificación y compactación.
En esta dirección apunta la Agenda Urbana Española al
pedir que las ciudades sean convivientes,
saludables y concienciadas. Concretamente, en su objetivo estratégico 2, aconseja evitar
la dispersión urbana y revitalizar la
ciudad existente. Para ello parece conveniente operar con unidades básicas
escalables de crecimiento urbano,
capaces de definir y proporcionar la transformación urbana en nuevas
centralidades, sin excesivos consumos de suelo difuso, proporcionando cohesión
social.
Al mismo tiempo, al abandonarse las áreas rurales de mayor biocapacidad productiva, y congestionándose las zonas urbanas, que
tienen menos, se está contribuyendo al aumento
insostenible del déficit ecológico,
incluyendo recursos hídricos y
gestión de residuos. En el caso de España,
el 85 % de su población vive tan sólo en el
30 % de su territorio.
Tal y como puede desprenderse de la ecuación de
sostenibilidad urbana, un desarrollo viable exige el impulso de
una economía verde, instrumentada por energías renovables con
la implantación de comunidades
energéticas locales y el fomento de soluciones de autoconsumo en red.
Conviene recordar que actualmente más del 70% de
la energía producida en el mundo se
consume en las ciudades. Será allí donde haya que actuar contra la emergencia
climática, mitigando el riesgo y adaptándose al daño.
En 2014, el sociólogo Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Tendencias Económicas de Washington, proponía como parte de la solución el desarrollo de un nuevo tipo de economía basada en la denominada sociedad colaborativa de coste marginal casi nulo. Ésta favorecería un crecimiento sostenible ecológico compartido. La gestión del tiempo colaborativo como nueva unidad relativa condicionará el crecimiento y competitividad de las ciudades en el futuro.
Panorámica de Madrid.
***
Salud
urbana
Recientemente se ha constatado, debido a la
pandemia, que las ciudades constituyen una cuestión de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de ONU-Hábitat acaba
de publicar el manual de referencia para la salud urbana llamado Integrar la salud en
la planificación urbana y territorial. Se trata de una extensión
del Global report on urban health: equitable
healthier cities for sustainable development (Informe
mundial sobre la salud urbana: ciudades más sanas y equitativas para un desarrollo
sostenible).
Más allá del conocido urbanismo táctico y de iniciativas de concienciación
como la Baukultur,
cada vez es más urgente la necesidad de ofrecer ámbitos suficientes de naturalización urbana, atenuación de ruido
y adecuada calidad del aire
en las grandes ciudades. Allí se
producen más de 7 millones de muertes prematuras anuales por
disfunciones ambientales. Ello
podría suponer un regreso feliz para
muchas personas a los supuestos del medio rural, actualmente desocupado y disponible.
El segundo objetivo estratégico de la Agenda Urbana Española también defiende
“perseguir
no solo que la ciudad se adapte a la naturaleza, sino que la naturaleza entre
en las ciudades. Se trata de fomentar infraestructuras verdes y
azules que garanticen la biodiversidad y que conecten las
tradicionales zonas verdes urbanas con la propia naturaleza, para acercarla al
ciudadano de manera accesible y saludable”.
Según la OMS, por cada habitante son necesarios entre 10 y
15 m² de área verde que debe distribuirse en el hábitat. Parece pertinente proponer un nuevo factor de evaluación medioambiental de calidad de vida urbana, que mida la relación que se produce entre
la superficie de espacio público urbano
naturalizado –es decir, caracterizado medioambientalmente por su cobertura
arbórea, peatonalización, calidad del
aire…– y la densidad de población.
Dicho factor podría denominarse índice de activación del espacio público (IAEP). Permitiría establecer un nuevo marcador de calidad de vida y un indicador global de sostenibilidad, para ayudar a evaluar el efecto devastador de las ciudades.
Con esta
perspectiva, podemos seleccionar las cinco áreas en términos de consumo de recursos naturales
necesarios para hacer posible el
desarrollo de la vida urbana. También se pueden entender como los cinco vectores para medir actualmente
el problema del crecimiento
distópico de las ciudades. Estos son:
1. Los flujos
migratorios de descompensación territorial y la explosión demográfica, como riesgo de vulnerabilidad
urbana y acelerador postindustrial del
cambio climático.
2. El mantenimiento
energético sostenible y eficiente de
los cada vez mayores niveles de exigencia
social de calidad de vida.
3. La logística
de abastecimiento de bienes y servicios que
no comprometa
la huella
ecológica en origen, ni el ciclo de
vida completo del producto final.
4. La gestión
oportuna de la nueva revolución tecnológica aplicada al orden expansivo de las ciudades (información, transporte y energía).
5. La ciudad
entendida como espacio urbano alternativo agregador
de actividades, garante de la salud humana positiva, que fortalezca sus capacidades a favor de
la comunidad.
La contención
coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento
desmedido que haga posible vivir de forma segura en nuestras ciudades.
Juan Manuel Ros García,
Profesor Titular del Área de Proyectos Arquitectónicos, Universidad CEU San
Pablo
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