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“La globalización ha globalizado los
riesgos a la Salud. El tema que
trata el Informe de la OIT/ OMS en
realidad no es nuevo, pero requiere sin duda de una profunda reflexión sobre la situación
de salud de los trabajadores, así como de las características que adquiere
su cuidado dentro del contexto de un
mundo globalizado. Partiendo de las conclusiones del propio informe y su reflexión sobre la sociedad del riesgo,
queda claro que el mundo actual se
caracteriza por la proliferación de
riesgos sociales, políticos, ecológicos, económicos que tienden cada vez
más a escapar del monitoreo y protección
de las instituciones creadas para
ello. Estas mismas instituciones, en cierta forma, se constituyen en
las productoras y legitimadoras de
los peligros que no pueden
controlar.
“Por eso, para analizar este tema, se
debe iniciar con una discusión de los principales
conceptos de globalización y sociedad del riesgo,
para pasar en un segundo momento y
bajo la perspectiva conceptual definida, a un panorama estadístico de la salud de los
trabajadores a nivel mundial, enfatizando la inequidad existente entre el mundo
considerado desarrollado y el de los países
pobres o en vías de desarrollo. Además, se hace imprescindible discutir
acerca de los sistemas de salud y su incapacidad de dar una respuesta
eficiente a los problemas de salud de
los trabajadores, para finalmente, reflexionar en torno a la necesidad de
replantear las estrategias de abordaje y de acción para contribuir a mejorar el
estado de salud
de los trabajadores y sus familias, poniendo en el centro el rescate de lo humano.
“Y quedan varias interrogantes: ¿Cuál es el
papel del Estado en una situación como ésta? ¿Cuál la posición de la medicina
social? ¿Cuáles las posibles soluciones a la crisis civilizatoria actual?
Los riesgos a la
salud de la especie humana hace ya mucho tiempo que no encuentran una respuesta
ético-política, sino técnico-económica. Es decir, en vez de
que los gobiernos del mundo y la OMS se aboquen a crear sistemas únicos de salud que garanticen el acceso universal de la población mundial a la misma, o de destruir y privatizar
los restos de los sistemas públicos de salud favoreciendo de esta manera el dominio aplastante de las grandes empresas
farmacéuticas y aseguradoras privadas que han hecho de la vida y la
muerte, de la salud y la enfermedad, un negocio más que rentable”.
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CASI DOS MILLONES
DE PERSONAS MUEREN CADA AÑO POR CAUSAS LABORALES.
Una mirada desde
la Sociología del Riesgo Global.
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Por Eduardo Camín | 15/12/2021 | Economía
Fuentes: Lo que somos.
Rebelión
miércoles 15 de diciembre del 2021.
Las enfermedades y los traumatismos relacionados
con el trabajo provocaron la muerte de 1,9 millones de personas en 2016, según
las estimaciones conjuntas de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y la Organización
Internacional del Trabajo (OIT): la mayoría de las muertes se debieron a enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Mientras, un
estudio sobre enfermedades y lesiones en
el lugar de trabajo pone de manifiesto el nivel de muertes prematuras evitables debidas a la exposición a riesgos sanitarios relacionados con el trabajo.
Las enfermedades no transmisibles
representaron el 81% de las muertes. Las principales causas fueron la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (450
mil muertes); el accidente
cerebrovascular (400 mil decesos)
y la cardiopatía isquémica (350 mil muertes). Los traumatismos ocupacionales causaron el 19% de las muertes (360 mil).
En el
estudio se tienen en cuenta 19 factores
de riesgo ocupacional, como largas jornadas laborales y la exposición en el lugar de trabajo a la contaminación del aire, a asmágenos,
a sustancias carcinógenas, a riesgos
ergonómicos y al ruido.
El riesgo principal fue la exposición
a largas jornadas laborales, que estuvo vinculada
a unas 750 mil muertes, mientras que
la exposición en el lugar de trabajo
a la contaminación del aire
(partículas en suspensión, gases y humos) provocó 450.000 muertes.
«Es chocante ver cómo tantas personas mueren
literalmente a causa de su trabajo,» dijo el Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Nuestro informe es una
llamada de atención a los países y las empresas para que mejoren y protejan la salud y la seguridad de los
trabajadores cumpliendo sus compromisos de proporcionar una cobertura
universal de servicios de salud y seguridad en el trabajo», añadió.
En el
informe se advierte de que las enfermedades
y los traumatismos relacionados con el trabajo sobrecargan los sistemas de salud,
reducen la productividad y pueden
tener un impacto catastrófico en los
ingresos de los hogares.
A nivel mundial, las muertes relacionadas con el trabajo por población se redujeron en un 14% entre 2000 y 2016. Según el informe, esto puede deberse a la introducción de mejoras en materia de salud y seguridad en el lugar de trabajo. Sin embargo, las muertes por cardiopatías y accidentes cerebrovasculares asociados a la exposición a largas jornadas laborales aumentaron un 41% y un 19% respectivamente, una tendencia creciente respecto de este factor de riesgo ocupacional relativamente nuevo y psicosocial.
Este primer informe de
seguimiento mundial conjunto de la OMS y la OIT
permitirá a los responsables de la formulación
de políticas hacer un seguimiento de las pérdidas de salud relacionadas con el trabajo a nivel nacional, regional y mundial; y centrar más el alcance, la planificación, el cálculo de
costos, la aplicación y la evaluación de las intervenciones
adecuadas para mejorar la salud de la población trabajadora y la equidad
sanitaria.
El informe muestra que
se necesitan más medidas para garantizar lugares
de trabajo más sanos, más seguros,
más resilientes y más justos desde el punto de vista social,
y que la promoción de la salud en el lugar de trabajo y los servicios de
salud ocupacional desempeñan un papel fundamental.
«Estas estimaciones proporcionan información
importante sobre la carga de morbilidad relacionada con el trabajo, y esta información puede ayudar a configurar
políticas y prácticas para crear lugares de trabajo más saludables y seguros», según Guy Ryder, Director General de la OIT.
Ryder añadió que
«los gobiernos, los empleadores y los trabajadores
pueden tomar medidas para reducir la exposición a los factores de riesgo en el
lugar de trabajo. Los factores de riesgo también pueden reducirse o eliminarse
mediante cambios en los modelos y sistemas de trabajo. Como último recurso, los
equipos de protección personal también pueden ayudar a proteger a los
trabajadores cuyo trabajo no les permite evitar la exposición».
Por su parte
María Neira, directora del
Departamento de Medio Ambiente, Cambio
Climático y Salud de la OMS, destacó que
«Estos casi dos millones de
muertes prematuras son evitables. Es necesario tomar medidas basadas en las
investigaciones disponibles para abordar la naturaleza evolutiva de las
amenazas para la salud relacionadas con el trabajo»
«Garantizar la salud
y la seguridad de los trabajadores es una
responsabilidad compartida del sector de la salud y
del trabajo, al igual que no dejar a ningún
trabajador atrás en este sentido. En el espíritu de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas, los sectores de la salud
y el trabajo deben actuar juntos, mano a
mano, para garantizar la eliminación de esta gran carga de morbilidad, añadió»
El informe insiste que es probable que la carga total de morbilidad relacionada con el trabajo sea mucho mayor, ya que en el futuro habrá que cuantificar las pérdidas de salud derivadas de varios otros factores de riesgo ocupacional, a la vez que los efectos de la pandemia de Covid-19 añadirán otra dimensión a esta carga que deberá ser reflejada en futuras estimaciones.
La globalización ha globalizado los
riesgos a la Salud.
El tema que
trata el Informe de la OIT/ OMS en
realidad no es nuevo, pero requiere sin duda de una profunda reflexión sobre la situación
de salud de los trabajadores, así como de las características que adquiere
su cuidado dentro del contexto de un
mundo globalizado.
Partiendo de
las conclusiones del propio informe y su
reflexión sobre la sociedad del riesgo, queda claro que el mundo actual se caracteriza por la proliferación de riesgos sociales,
políticos, ecológicos, económicos que tienden cada vez más a escapar del monitoreo y protección de las instituciones creadas para ello. Estas
mismas instituciones,
en cierta forma, se constituyen en las productoras
y legitimadoras de los peligros
que no pueden controlar.
Por eso,
para analizar este tema, se debe iniciar con una discusión de los principales conceptos de globalización y sociedad del riesgo, para pasar en
un segundo momento y bajo la
perspectiva conceptual definida, a un panorama
estadístico de la salud de los trabajadores a
nivel mundial, enfatizando la inequidad
existente entre el mundo considerado
desarrollado y el de los países
pobres o en vías de desarrollo.
Además, se
hace imprescindible discutir acerca de los sistemas
de salud y su incapacidad de dar una
respuesta eficiente a los problemas de salud
de los trabajadores, para finalmente, reflexionar en torno a la necesidad
de replantear las estrategias de abordaje y de acción para contribuir a mejorar
el estado de salud
de los trabajadores y sus familias, poniendo en el centro el rescate de lo humano.
Y quedan varias interrogantes: ¿Cuál es el
papel del Estado en una situación como ésta? ¿Cuál la posición de la medicina
social? ¿Cuáles las posibles soluciones a la crisis civilizatoria actual?
Los riesgos a la
salud de la especie humana hace ya mucho tiempo que no encuentran una respuesta
ético-política, sino técnico-económica.
Es decir, en vez de que los gobiernos del mundo y la OMS se aboquen a crear sistemas únicos de salud que garanticen el acceso universal de la población mundial a la misma, o de destruir y privatizar los restos de los sistemas públicos de salud favoreciendo de esta manera el dominio aplastante de las grandes empresas farmacéuticas y aseguradoras privadas que han hecho de la vida y la muerte, de la salud y la enfermedad, un negocio más que rentable.
Globalización de los riesgos y crisis
capitalista
Si partimos
de la distinción que le otorgan algunos expertos entre globalización y globalismo,
entendida la primera
como un proceso de imbricación mundial,
multidimensional, policéntrico y contingente, y el segundo como una reducción economicista de la primera,
tenemos que, durante las últimas décadas, en torno a este proceso multidimensional, se ha elaborado un
discurso legitimador de las imposiciones políticas,
económicas y militares.
Por lo tanto,
el sistema-mundo capitalista no
tiende pues, a una integración armónica y equilibrada entre
“los países desarrollados y los países en vías de
desarrollo, ni siquiera a la existencia de un solo centro mundial y diversas
periferias y semiperiferias, sino a una reproducción del “orden mundial”
policéntrica y multidimensional, pero “altamente caótica”. La reconfiguración
del mundo llevada a cabo por el capitalismo
en los últimos 30 años ha redefinido a
su favor los riesgos en salud.
La llamada revolución
informática y las sucesivas
crisis y sus efectos mundiales, han extendido el desempleo y la fragmentación de la fuerza de trabajo en nuevas
categorías: trabajadores
informales, precarios, auto-empleados, migrantes, forzados, etc. Estas nuevas
categorías de trabajadores están casi completamente desamparadas frente a las prácticas laborales de explotación de las grandes corporaciones capitalistas.
Esto quiere
decir que, si bien, con la mundialización de los procesos productivos y
cambiarios capitalistas se generalizan
los riesgos
sociales, económicos, políticos, etc., incluidos los de salud, el
poder del Estado
no desaparece, sino se refuncionaliza:
de ser garante de las condiciones políticas, sociales y
materiales de la reproducción del
capital a nivel nacional, se convierte en los hechos en agente que intermedia por las grandes corporaciones trasnacionales.
Queda
encargado de la “seguridad
nacional”, y por lo tanto, despojado
de toda visión e intención integradora
y/o conciliadora, quedándose en el puro
esqueleto: las funciones represivas y de control social.
En el capitalismo no puede
haber relación laboral justa, pues
ésta descansa sobre la explotación del
trabajo vivo por parte del capital y
sobre la existencia de una población excedente que sirve, como dicen los clásicos marxistas, de “ejército
industrial de reserva” para
satisfacer las necesidades de la acumulación
capitalista.
El empleo justo y el crecimiento económico para todos son otras tantas falacias de la economía burguesa utilizadas para
asegurar la continuidad de la dictadura del
capital. Desde esta perspectiva es
que podemos entender las reformas a los sistemas de salud,
de seguridad social y laborales
realizadas y las aún por realizar en un sin número de países.
Es decir,
para el capital internacional, es
cuestión de vida o muerte apropiarse no sólo del tiempo de trabajo
excedente extraído mediante la explotación
de la fuerza de trabajo, sino del tiempo
de trabajo necesario para la propia
reproducción del obrero, aunque eso suponga el acortamiento del tiempo de vida útil del mismo y como registra el
informe conjunto de la OMS/OIT: cada
año se salda con millones de trabajadores que pierden la vida.
La seguridad social de los trabajadores en un mundo en crisis, la paulatina destrucción de los sistemas de protección social auspiciada desde el Banco Mundial, la OMC, los gobiernos neoliberales -incluidos los partidos socialdemócratas- ha puesto a la mayor parte de la clase trabajadora a un nivel de vulnerabilidad y explotación similar al existente en el último cuarto del siglo XIX.
Sería posible seguir enunciando evidencias sobre la
magnitud del problema de salud de los trabajadores y sus familias.
Sin embargo, los datos arriba presentados reflejan su
complejidad, de una dimensión escabrosa, supeditada a las teologías
neoliberales.
* PERIODISTA uruguayo acreditado en la ONU Ginebra.
Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estrategico
(CLAE)
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