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"El Perú vive las difíciles condiciones de un presidente
electo por estrecho margen, contando básicamente con votos de la periferia del país, mientras la capital concentra las fuerzas de la derecha. Todavía Pedro Castillo no
ha podido
formar un gobierno con fuerzas estables que lo respalden; debió hacer
concesiones al centro político, perdiendo el apoyo del mismo partido que lo eligió. Enfrenta un Congreso hostil, que tiene un mecanismo legal para
imponer un juicio político al presidente, con el que constantemente es
amenazado. El destino del gobierno de
Castillo aún no se ha definido.
"Chile ha vivido,
desde 2019, el proceso más extenso de movilizaciones populares, que desembocó
en la conquista de una modalidad de Asamblea
Constituyente, para lo cual eligió a una mayoría de parlamentarios
independientes, seguida de votantes por el Frente
Amplio, que representa a la nueva izquierda del
país. Comenzó a funcionar la Asamblea
Constituyente, con decisiones progresistas que entierran permanentemente
los legados sobrevivientes del pinochetismo.
"Sin embargo,
la primera vuelta de las elecciones presidenciales resultó en el liderazgo
de un candidato de extrema derecha, José
Antonio Kast, seguido de cerca por Gabriel Boric del Frente Amplio. El resultado de la segunda vuelta está en
disputa, con el apoyo del principal partido de derecha a Kast y de la alianza Democracia Cristiana-Partido Socialista a Boric.
Es una disputa abierta, pero que proyecta que la victoria de cualquiera de los
dos no resolverá de una vez por todas la
inestabilidad política que vive el país desde hace dos años.
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Fuentes: Rebelión [Imagen: El presidente Castillo durante un encuentro con pueblos indígenas. Créditos: Presidencia de Perú]
SOCIÓLOGO
EMIR SADER:
AMÉRICA
LATINA EN EL FOCO DE LAS LUCHAS.
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Sociólogo. Emir
Sader. | 1/12/2021 | América Latina y Caribe.
Fuente Rebelión miércoles 1 de diciembre del 2021.
En
este artículo el autor sostiene que América Latina está en el foco de las
luchas por un otro mundo posible, en el que Brasil, Chile y Colombia son piezas
fundamentales.
América
latina se ha convertido en el epicentro de las mayores luchas políticas
del siglo XXI porque fue el epicentro
del neoliberalismo en el mundo. Era la región que tenía los gobiernos más neoliberales y radicales. Por lo tanto, pasó a
ser la región donde se desarrollaron los
gobiernos antineoliberales, convirtiéndose así en el escenario fundamental de las disputas más importantes del mundo en el
siglo XXI.
La primera
década del siglo estuvo marcada, en América latina, por el surgimiento de un grupo de gobiernos antineoliberales,
que pusieron en práctica un conjunto de medidas que atacaron el principal factor que afecta al continente:
las
desigualdades sociales. La segunda
década vio la reanudación de la iniciativa de la derecha, que restableció gobiernos
neoliberales en países como Argentina,
Brasil, Bolivia, Ecuador, ya sea a través de golpes de Estado, como en Brasil
y Bolivia, o mediante elecciones, Argentina
y Ecuador.
Incluso a fines de esa década, en algunos de estos países -Argentina y Bolivia- se restablecieron gobiernos antineoliberales mediante elecciones democráticas. Mientras tanto, México se unió al grupo de gobiernos antineoliberales y otros países comenzaron a vivir disputas políticas abiertas, como Perú y Chile.
El continente entra en la tercera
década del siglo XXI con una perspectiva
optimista, si Lula es elegido en Brasil, permitiendo, por
primera vez, que los tres países más
grandes del continente tengan gobiernos
convergentes, antineoliberales, que podrían retomar el proceso. de la integración
latinoamericana de manera más amplia
que los intentos anteriores.
Aunque se confirme esta proyección, el continente seguirá siendo víctima de inestabilidades y disputas
hegemónicas, que lo han marcado a lo largo de este siglo. Esto sucede por
una serie de razones, internas y
externas a los países y al propio continente.
A nivel
internacional, el surgimiento
de gobiernos
antineoliberales en América latina siempre ha tenido que convivir en
un entorno marcado por la hegemonía de gobiernos
e instituciones neoliberales. Esta convivencia fue siempre un factor de
tensiones e inestabilidades, lo que dificultó la consolidación de aquéllos. Las políticas del FMI y del Banco Mundial,
entre otros factores, jugaron en contra de las tendencias imperantes en los gobiernos antineoliberales, además de
la acción de Estados Unidos, con
todo el peso que sigue teniendo en el continente.
En un país
como Brasil, ya han sido cinco años de inestabilidad y feroces
disputas políticas, entre gobiernos
neoliberales reinstalados a través de un proceso de guerra híbrida, como una nueva forma
de golpe y ruptura de la democracia
desde adentro. El año que viene promete la continuación del debilitado gobierno
actual, conviviendo con el favoritismo de Lula para ser elegido –incluso en la primera vuelta de las elecciones de octubre de 2022-.
Como dice el refrán, el país debería
empeorar aún más, hasta que pueda mejorar, a partir de 2023.
Argentina, un país en el que se retomó un gobierno neoliberal con Mauricio Macri, que reveló brechas para reinstaurar el modelo neoliberal, con su incapacidad para resolver los principales problemas del país y ganar un apoyo social y político que le diera estabilidad. Rápidamente se debilitó y fue derrotado en las primeras elecciones presidenciales y Argentina retomó la senda antineoliberal.
Pero incluso el actual gobierno tuvo un revés en las elecciones de mitad de
período, perdiendo una mayoría absoluta
en el Congreso, aunque mantuvo una mayoría relativa. Lo que hace prever
mayores dificultades para que Alberto Fernández gobierne
en la segunda mitad de su mandato, con las próximas elecciones presidenciales
en el horizonte.
En el caso de
Bolivia,
aunque el MAS ganó las nuevas elecciones
presidenciales en la primera vuelta, la acción golpista impidió que Evo Morales y Álvaro García Linera se
presentaran como candidatos. Se eligió a Luis Arce, quien había sido ministro de Economía
durante 13 años, pero sin la experiencia política para asumir el cargo de
presidente y sin el peso político de Evo
Morales, quien asumió como presidente
del MAS. David Choquehuanca asumió como vicepresidente, líder sindical y ex canciller, con más experiencia
política, pero en su conjunto los nuevos
líderes con menos experiencia para enfrentar la constante ofensiva opositora, que impide que el nuevo gobierno,
aunque democráticamente elegido en primera
vuelta, pueda gozar de la estabilidad
indispensable para enfrentar los problemas
económicos y sociales que sufre Bolivia.
El Perú vive las difíciles condiciones de un presidente
electo por estrecho margen, contando básicamente con votos de la periferia del país, mientras la capital concentra las fuerzas de la derecha. Todavía Pedro Castillo no
ha podido
formar un gobierno con fuerzas estables que lo respalden; debió hacer
concesiones al centro político, perdiendo el apoyo del mismo partido que lo eligió. Enfrenta un Congreso hostil, que tiene un mecanismo legal para
imponer un juicio político al presidente, con el que constantemente es
amenazado. El destino del gobierno de
Castillo aún no se ha definido.
Chile ha vivido,
desde 2019, el proceso más extenso de movilizaciones populares, que desembocó
en la conquista de una modalidad de Asamblea
Constituyente, para lo cual eligió a una mayoría de parlamentarios
independientes, seguida de votantes por el Frente
Amplio, que representa a la nueva izquierda del
país. Comenzó a funcionar la Asamblea
Constituyente, con decisiones progresistas que entierran permanentemente
los legados sobrevivientes del pinochetismo.
Sin embargo, la primera vuelta de las elecciones presidenciales resultó en el liderazgo de un candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, seguido de cerca por Gabriel Boric del Frente Amplio. El resultado de la segunda vuelta está en disputa, con el apoyo del principal partido de derecha a Kast y de la alianza Democracia Cristiana-Partido Socialista a Boric. Es una disputa abierta, pero que proyecta que la victoria de cualquiera de los dos no resolverá de una vez por todas la inestabilidad política que vive el país desde hace dos años.
La fuerza de
los gobiernos y partidos antineoliberales en América latina aún es insuficiente para imponer una mayoría política y social estable, que
permita la implementación de un programa
antineoliberal, en alianza con otras fuerzas del continente. Parte de esto
se debe a la falta de experiencia
política – los casos de Bolivia, Perú y Chile -,
otros a las condiciones internas muy adversas.
Entre estos se encuentran la hegemonía de valores neoliberales que sobrevivieron
a un período anterior, entre ellos el estilo
consumista -basado en el “estilo de
vida estadounidense” -, las
posiciones antipolíticas, antipartidistas y antiestatales, entre otras.
Las formas de
judicialización de la política (lawfare) tuvieron un peso determinante en países como Brasil y Bolivia, además de la amenaza
permanente de utilizar este mecanismo por parte
de la derecha en varios países, reforzando tendencias de inestabilidad
política.
Otro factor
determinante es el peso de los
medios de
comunicación, dominados por fuerzas y posiciones conservadoras, que
imponen consensos de derecha en la política y en los valores generales de la
sociedad.
Las fuerzas
antineoliberales aún carecen tanto de coordinación entre sí y, sobre todo, de
un programa estratégico –además de
las emergencias a corto plazo, para
atender las necesidades urgentes de la población– que proyecte transformaciones estructurales, un
profundo programa de democratización del
país-
Hasta que esto sea posible, América Latina seguirá en crisis,
con tendencias favorables para su
tercera década del siglo XXI, a pesar de coexistir con factores de inestabilidad. Su futuro depende de las elecciones en Chile, Brasil y
Colombia, principalmente. Además de la evolución de la situación
interna de la crisis en Perú y Chile,
además de los desarrollos en Argentina. Depende
también de la capacidad de los gobiernos antineoliberales para superar los
temas antes mencionados, incluidas las disputas
ideológicas y superar, entre otros, el peso determinante de los medios de
comunicación.
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