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Bolsonaro utiliza
instrumentos y discursos característicos del repertorio de las nuevas derechas.
El presidente brasileño es uno de sus
principales referentes, y su desempeño el domingo, presidencial,
regional, y en particular Legislativo,
son la reconfirmación que una radicalidad
puede cosechar buenos resultados,
y que aún catástrofes, como su
gestión ante la pandemia,
pueden ser revertidas, como lo muestra
el hecho de que no perdió votos en comparación con el 2018
en los municipios más afectados por la covid. Parte de sus resultados se deben, a su vez, a
políticas sociales, como el Auxilio Brasil, que le
permitió mejorar su performance en el
Norte, Nordeste y Medio Oeste. Su primera acción de segunda vuelta fue
adelantar los pagos del Auxilio para que
coincidan con el cronograma electoral.
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BRASIL: LA CALLE ES LA
ESTRATEGIA DE LULA PARA EL BALLOTAGE.
El candidato favorito estuvo en
Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
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El líder del PT trazó una
gran línea de demarcación desde el inicio: democracia o
Bolsonaro, y en el marco de ese clivaje político amplió alianzas. Actos masivos.
Por Marco Teruggi.
Página /12 domingo 9 de octubre del
2022.
Desde San Pablo
Es domingo y Lula da Silva está en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, un estado
representativo de la diversidad de Brasil. Allí ganó el pasado
domingo con 48.29% contra 43.60% de Jair Bolsonaro,
muy cercano al resultado presidencial. Lula anunció su actividad temprano
por su cuenta de Twitter, donde se puede seguir su agenda a diario desde
los “bom dia” hasta los “boa
noite”. El sábado realizó una movilización por las calles de la ciudad
de Campinas, en el estado de San Pablo, una zona adversa electoralmente: en la
primera Bolsonaro ganó 49.07% a 39.78%, y en el estado, de cerca de 45 millones de personas, obtuvo 47.71% a 40.89%.
El candidato del
Partido de los Trabajadores (PT) estuvo en
Campinas junto a Fernando
Haddad que pelea por la gobernación
y Gerardo Alckmin,
candidato a vicepresidente y antiguo
rival político del Partido de la Social
Democracia Brasileña.
“Me voy
a encontrar con mucha gente que otrora no votaba por mí y ahora quiere votar,
porque ve la candidatura Lula-Alckmin como la posibilidad de recuperar la democracia de este
país”, dijo Lula ante la pregunta
de un periodista sobre la foto del viernes en la noche junto al ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
Respaldos para Lula
El respaldo recibido por Henrique
Cardoso fue uno de los varios logrados durante la semana. Primero estuvo el del partido de Ciro Gomes, el
Partido Democrático Laborista, y luego del mismo ex candidato presidencial que obtuvo 3.04% el
pasado domingo. Simone Tebet, del
Movimiento Democrático Brasileño, tercera en la contienda presidencial con 4.16%, también sumó
su apoyo al candidato del PT. Lula trazó una gran línea de demarcación desde el
inicio: democracia
o Bolsonaro, y en el marco de ese clivaje político amplió alianzas, desde
Alckmin hasta los más recientes apoyos, un gran frente democrático.
La amplitud política se combinó con pragmatismo: el
martes, día de San Francisco de Asís, se
reunió con frailes franciscanos y
ratificó su creencia en Dios; luego el PT difundió un video con Lula
manifestándose contrario al aborto con
el cierre de “Lula está a favor de la vida”. La moderación se articuló a la
reivindicación de los logros alcanzados
durante sus gobiernos entre el 2003
y el 2010, así como, por ejemplo, la
defensa y orgullo de su procedencia del nordeste de
Brasil ante las declaraciones de Bolsonaro que relacionó
el alto desempeño de Lula en la región -66.7% entre los cinco estados-
con la alta tasa de analfabetismo.
Más redes y menos calle
Mientras Lula está en Belo Horizonte, Bolsonaro está en vivo por YouTube. El
historial de su Twitter muestra menos grandes actos, movilizaciones, imágenes
habituales de campaña, sino transmisiones por redes, actos de gobierno,
clivajes ideológicos y noticias falsas o al límite. La última acusación contra Lula es que
cuenta con el “apoyo
masivo de presos” y de Marcola, el
líder del Primer Comando de la Capital, el cartel narco que controla favelas,
cárceles, y negocios diversos desde la droga hasta la minería ilegal. El
hecho recuerda la reciente campaña en
Colombia, cuando se difundió la noticia falsa acerca del apoyo que tenía Gustavo Petro entre capos y corruptos dentro de las
cárceles.
No es el único
paralelismo posible con Colombia. Allá también
mientras el candidato progresista recurría a un despliegue clásico de campaña
en primera vuelta, su contrincante Rodolfo Hernández apeló
con fuerza a la estrategia de redes, desde Tik Tok a
una maquinaria masiva y participativa de WhatsApp
que le otorgó un crecimiento imperceptible a primera vista. Bolsonaro tiene larga experiencia en el uso de redes y
sus números los demuestran: 9.2 millones de seguidores en
Twitter vs 4.8 de Lula, 23.1 millones en Instagram vs 8.5, 3.94 millones
en YouTube vs 693 mil, y 3.6 millones en Tik Tok vs 2.8
millones del líder del PT.
“Lo que está en juego en este momento es el futuro de nuestro país, es hora de unir fuerzas para proteger las libertades y la dignidad del pueblo brasilero y evitar que la cuadrilla que asaltó y casi destruyó al país vuelva al poder”, afirmó Bolsonaro en uno de sus mensajes recientes contra Lula a quien acusa una y otra vez de corrupto. El presidente también se alza a sí mismo como “el último obstáculo para el socialismo”, que según un reciente video de campaña encarnan tanto Nicolás Maduro y Daniel Ortega, como Alberto Fernández, Gabriel Boric y Petro.
Bolsonaro utiliza instrumentos y discursos característicos
del repertorio de las nuevas derechas. El presidente
brasileño es uno de sus principales referentes, y su desempeño el
domingo, presidencial, regional, y en particular
Legislativo, son la reconfirmación
que una radicalidad puede cosechar
buenos resultados, y que aún catástrofes, como su gestión ante
la pandemia,
pueden ser revertidas, como lo muestra
el hecho de que no perdió votos en comparación con el 2018
en los municipios más afectados por la covid. Parte de sus resultados se deben, a su vez, a
políticas sociales, como el Auxilio Brasil, que le
permitió mejorar su performance en el
Norte, Nordeste y Medio Oeste. Su primera acción de segunda vuelta fue
adelantar los pagos del Auxilio para que
coincidan con el cronograma electoral.
Números
El resultado obtenido por Lula en
primera vuelta coincidió con lo que indicaban la mayoría de encuestadoras. El problema resultó en crear la
expectativa acerca de un posible batacazo de más
de 50%, algo nunca alcanzado por Lula que siempre fue a
ballotage. Por esa razón, y sobre todo el número más elevado de Bolsonaro del que anticipaban las encuestas, corrió
una suerte de desilusión militante en las filas del
lulismo al conocerse los números el domingo pasado. Sobre-expectativa y
cierta subestimación del arraigo y capacidad política del bolsonarismo marcaron una
victoria con sabor a no haber ganado. Algo similar, también, a la primera vuelta presidencial en Colombia en mayo.
El voto oculto de Bolsonaro parece haberse
debido a la desconfianza de su electorado con
los grandes medios, las encuestadoras,
ese establishment al cual dice enfrentarse el presidente en sus discursos en
una lógica similar a la de Donald Trump. ¿Pasará lo mismo en la segunda vuelta? Por el momento
las encuestas –IPEC, Datafolha, Quaest y PoderData-
dan ventaja a Lula en lo que se anuncia como una
larga campaña a la que aún le faltan tres semanas que
se anuncian intensas, cargadas de noticias falsas, actos de campaña y
seguramente tensiones, como las ocurridas durante la primera vuelta. Se trata, como dicen muchos en Brasil, de la elección más
importante desde la vuelta de la democracia.
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